Las guerras de África amenazan al 70% de sus áreas protegidas

Los conflictos armados afectan gravemente la supervivencia de los grandes mamíferos que habitan en África. Un estudio publicado en la revista Nature lo ha corroborado: el impacto de estas guerras en el continente africano de 1945 a 2010, ha afectado a más del 70% de los parques nacionales.

Los conflictos bélicos en África superan en impacto a cualquier otra actividad humana como la minería, la urbanización ilegal y el tráfico ilegal de animales. Las poblaciones más afectadas son las de grandes herbívoros como hipopótamos hasta jirafas, búfalos o antílopes

Dos años después de la guerra de independencia de Mozambique, el país adoleció una guerra civil que duró de 1977 a 1992. En los enfrentamientos murieron más de 900.000 personas y otras cinco millones fueron desplazados. Pero el conflicto también alcanzó la vida salvaje: el 90% de los grandes mamíferos del Parque Nacional de Gorongosa fue asesinado.

Un hipopótamo en aguas del lago Urema en el Parque Nacional de Gorongosa en Mozambique. / Joshua Daskin

Resiliencia de los territorios

La guerra acabó en 1992 y 20 años después, más del 80% de la fauna se había recuperado.

Los autores del estudio, Joshua Daskin de la Universidad de Princeton y Robert Pringle, de la Universidad de Yale, destacan como dato esperanzador que las mismas poblaciones no se extinguieron -salvo contadas excepciones- y que en muchos casos han renacido, a veces con gran rapidez, cuando las condiciones han vuelto a la normalidad.

Daskin comenta: “Incluso aquellas áreas protegidas más severamente afectadas son candidatas prometedoras para los esfuerzos de conservación” “…encontramos relativamente pocas extinciones completas, lo que sugiere que las regiones posconflicto pueden proporcionar un gran potencial para iniciativas de restauración”

La recuperación de la fauna del Parque Nacional Gorongsa en Mozambique, al borde de la extinción en los años 90, es el mejor ejemplo.

“A los pocos animales salvajes restantes se les permitió reproducirse bajo la vigilancia de guardaparques que realizan patrullajes contra la caza furtiva, pero también en conjunto con programas de desarrollo humano”, informa Daskin.

“Gorongosa lleva a cientos de escolares al parque para realizar safaris educativos sobre la vida silvestre, brinda asistencia agrícola a granjeros cercanos y ejecuta programas médicos. Nos encantaría que se gestionaran más parques junto con la ayuda al desarrollo humano”, concluye.

La excepción: guerras que benefician a la fauna

Los rinocerontes como este en la Reserva Hluhluwe Game en Sudáfrica sin especialmente vulnerables durante los conflictos armados, debido a la continua e ilícita demanda de cuernos. / Joshua Daskin.

Aunque de manera general las guerras son devastadoras para la fauna salvaje, ya que los animales sirven de alimento y sus hábitats son destruidos, algunos conflictos pueden generar el efecto contrario e impedir que los humanos entren en zonas protegidas, al considerarse demasiado peligrosas.

El desplazamiento de pobladores también incide en el menor consumo de recurso y por sobre todo la reducción de actividades industriales en esos territorios de conflicto. “La tala comercial y la minería disminuyen cuando las empresas cierran las operaciones en zonas de enfrentamientos y las rutas comerciales donde se vende la carne de animales silvestres también pueden prohibirse”, destacan los científicos.

Referencia bibliográfica:

Joshua Daskin et al. “Warfare and wildlife declines in Africa’s protected areas”. Nature 10 de enero de 2018.

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