[ENTREVISTA] DANIEL DE SANTIS ESCRITOR Y MILITANTE DEL P.R.T.

[ENTREVISTA] DANIEL DE SANTIS ESCRITOR Y MILITANTE DEL P.R.T.

“Fuimos el único partido de izquierda de la Argentina, incluso contando con el Partido Comunista…que logró disputarle el protagonismo y la hegemonía al peronismo”

Por: Santiago Cadena Montaluisa

Viernes 2 de febrero de 2018. El calor de un verano en Buenos Aires (35°) me recibe con su humedad característica, son las 12:30, reviso mi dispositivo móvil a cada momento, pues el mensaje que espero es de “un veterano miembro del P.R.T” con el que mantendré una entrevista. Llega la notificación virtual esperada: “Te parece encontrarnos a las 17:20 en el bar Las Palmas, la dirección es: Entre Ríos y Caseros, a 20 cuadras del Congreso”. En otro mensaje me da indicaciones de cuál transporte público tomar para llegar, y se presenta: “Soy Daniel De Santis”.

Tardé en procesar quien me ha puesto el mensaje. Honestamente lo primero que pensé en ese momento es que ojalá el bar “Las Palmas” tenga aire acondicionado.

Voy camino al encuentro, asimilando que “el veterano” que me escribió es quien en 1975 fue elegido como parte del Comité Central del Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo, por sus siglas PRT-ERP, y que además, en 1979, apoyó en la organización e instrucción de milicias sandinistas en Nicaragua, mientras estuvo en el exilio hasta 1983. Su militancia es de larga data, hoy es parte de una iniciativa denominada cátedra Ché Guevara, impartida en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de la Plata.

17:25. Aunque intento ser puntual, llego cinco minutos tarde. Miro a Daniel preguntando a cada comensal por mi nombre, para dar con su interlocutor digital. Treinta minutos antes, yo me proponía no hacer gala de la hora ecuatoriana por lo que había tomado de inmediato el subterráneo. Ya frente a él, me presento, nos echamos un abrazo, maldecimos el calor de Buenos Aires, pedimos agua para beber y empezamos. Daniel viste una remera roja, el bar es simple y austero, sobre la mesa solamente lo acompañan libros.

Hablamos de muchas cosas, pero sobre todo, de su visión política ante el actual régimen que azota a la Argentina. Son ya las 18:30, me doy cuenta de que el reloj camina muy de prisa, así que me decido a detener el tono familiar con que llevamos la conversación para tomar el teléfono que hará las veces de grabadora y una hoja con algunos apuntes para la entrevista.

S.C.:¿Cómo se incorpora Daniel al PRT?

D.S.: Yo me incorporé al Partido en el año 71 y, por ende, al Ejército Revolucionario del Pueblo. En el 75, fui elegido para el Comité Central, y bueno, hicimos algunas cosas como corresponden a un partido revolucionario. A mí siempre me tocaba estar en los frentes de masas: primero el Frente Universitario, después pasé al Frente de Trabajo Legal, que es con el que nos asentábamos en los barrios con el objetivo de formar un partido que tramitará la personería electoral. Y luego milité en el frente fabril. El Partido era clandestino, obviamente el Ejército también era clandestino, el Partido dirigía al Ejército. Para ser militante del Partido había que ser combatiente del Ejército. No se podía ser militante sin ser combatiente. No era un partido que dirigía telegráficamente o como títere al Ejército, no era así. Todos los militantes éramos combatientes.

Después pasé a la clandestinidad. Estaba más en condición de director regional.

S.C.: El P.R.T.: ayer y hoy, ¿Cómo lo ves?

D.S.: Nosotros, en la actualidad, teníamos una pequeña fuerza política guevarista, habíamos crecido y teníamos una fuerza con algún nivel de protagonismo… bueno, con alguna participación. Luego tuvimos una crisis. Entonces, ahora estamos resucitando pero, por suerte, estamos resucitando dentro de los sectores más pobres de la sociedad y los trabajadores.

En dos meses voy a cumplir 70 años. Ya a esta edad uno sabe tener paciencia. Mi aspiración, en los próximos 10 años a lo mejor podamos bosquejar, junto con otras corrientes un partido guevarista. Hay varios grupos guevaristas pero, la verdad, algunos de ellos hasta este momento no terminan de definir una identidad -lo dice moviendo la cabeza-. Pero uno de los éxitos que tuvimos, en esta construcción que lleva 15 años, es asentar la actual construcción en el balance de los años 70 en tanto lucha revolucionaria que hicimos. Fuimos el único partido de izquierda de la Argentina, incluso contando al Partido Comunista de esa época, que logró disputarle el protagonismo y la hegemonía al “peronismo”, en las fábricas industriales, en la clase obrera industrial. No es poco lo que estoy diciendo. En las movilizaciones del “Rodrigazo” de junio y julio del 75, los líderes de las columnas obreras del Gran Buenos Aires, y de la Capital, y todavía con más fuerza en Córdoba eran militantes del PRT, éramos nosotros… bueno, yo estuve al frente de una. El único orador registrado por la historia en la puerta de la Confederación General del Trabajo –CGT-, el 30 de junio, fui yo.

Esto está guardado en la historia. Nosotros somos revolucionarios; como uno no tiene abuela y tiene que hacerse propaganda (risas). Porque si hubiésemos sido peronistas, teníamos un monumento en la plaza tal (más risas). Pero no, en lugar de tener un monumento, fuimos calumniados y criticados por querer hacer la revolución.

S.C.: Hay una obra que es la más conocida de tu autoría: ¿Por qué el Ché fue a Bolivia?

 D.S.: Me parece que el nombre lo achicó, porque es un libro que parte de la Revolución Europea de 1848: recorre las revoluciones europeas y asiáticas, y luego se mete con el marxismo de América Latina, la historia de la Revolución Cubana, la Revolución Cubana en el poder, y aparece el Ché Guevara ahí… y bueno, como el Che de muchas maneras expresa la línea política que lo lleva a Bolivia, como una síntesis del marxismo revolucionario en la historia universal.

El Ché va a Bolivia porque hay una historia revolucionaria mundial que hace que vaya a Bolivia. Yo no respondo si va a Bolivia porque le quedaba cerca o porque le quedaba cerca de la Argentina, aunque eso influyó. No. Doy una respuesta mucho más amplia. Porque para dar una respuesta de por qué el Ché va a Bolivia, hay que conocer la historia de lucha revolucionaria de los pueblos y, en particular, el marxismo revolucionario dentro de esa lucha de esos pueblos. Eso es lo que trata de abordar “¿Por qué el Ché fue a Bolivia?”

Tratamos el concepto de “el guevarismo” más ampliamente en este libro, “La Historia del PRT, por sus protagonistas”, tanto en uno como en otro, hablamos de estrategias. Es una apuesta a largo plazo: la acumulación de fuerzas, la formación de las organizaciones políticas, la cuestión estratégica.

(Mientras seguiamos regalándonos sorbos de agua, decidí preguntar sobre este último libro al que hace mención Daniel.)

 S.C.: ¿Qué edición es esta: la primera edición?

D.S.: Es la primera edición. Todavía no le hemos dado lanzamiento. En marzo, la vamos a empezar a lanzar. Tiene un artículo central que tiene el balance, y después, habla de la actualidad. Desarrollamos algunos conceptos, algunos ejes, el concepto de legitimidad, concepto de la hegemonía de Gramsci, y por la experiencia nuestra; la estrategia. Pero nosotros como Resolución del Cuarto Congreso PRT, en el año 68, escribimos un documento que se llamaba,: “El único camino hasta el poder obrero es el socialismo”.

Es decir, desarrollamos una estrategia para tomar el poder, en cambio ahora como estamos muy lejos de una situación revolucionaria, le llamamos Estrategia para el asedio de la fortaleza capitalista; la idea es entender cuáles son los caminos a seguir para acumular fuerzas.

Además, tiene una cantidad de artículos que fui escribiendo a lo largo de los años, sobre la consigna del poder popular que acá me parece que está fuera de tiempo; sobre una línea revolucionaria de intervención electoral que no tiene por qué ser reformista, tiene una polémica con el trotskismo y con el nacionalismo. Hay un artículo que se llama “Una vía no capitalista para el desarrollo, La utopía del desarrollo capitalista”. Ahí hablamos de los límites del capitalismo argentino, incluso que hacer con el excedente económico, otro trata de la “Maduración para construir un partido revolucionario” -que fue lo que nos salió mal-; pero lo puse por una cuestión de honestidad intelectual, porque era parte de la reflexión que veníamos haciendo, tenía que haber aclarado eso. (Lo dice mientras toma el libro y empieza a buscar en sus páginas)

Este es un artículo muy viejo, que no es muy brillante: “Relación entre la organización política y la organización gremial”. Pero lo puse porque fue el artículo más leído que escribí, porque a los pibes les gustaba y les dejaba muy claro lo que era la lucha política, la lucha sindical. Entonces considero que es un artículo viejo pero que todavía lo siguen leyendo.

Este libro, recoge los aportes de 50 años de experiencia militante, los más importantes. Transité siendo militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo. Tenemos la influencia de la Revolución Cubana y todas las revoluciones, y tratamos de expresar lo que aprendimos.

No es un libro de la academia, sino un libro de la militancia. Este libro está escrito desde el lado de la militancia, con un lenguaje político militante, en algunos lugares tiene su grado de complejidad, pero el grado de complejidad se lo da el tema y la profundidad que pudimos lograr en el tema y no la terminología… La terminología política que usé, es una terminología de masas.

Ahora bien, en ese orden de ideas tenemos un libro dedicado a las “estrategias”; no son capítulos, tiene artículos.

 (El libro al que hace mención Daniel se titula “Estrategia para el asedio a la fortaleza capitalista”.)

El primer artículo, de unas 50 páginas, recoge sintéticamente el balance de la lucha revolucionaria que hicimos en los dos libros que te enseñé anteriormente; de otro libro también, pero fundamentalmente de estos dos libros que mencioné… Hicimos un balance, vimos la estructura económico social de la Argentina, el carácter de la revolución… acá en la Argentina no hay otra opción, se necesita una revolución socialista, y no es porque sea muy izquierdista, sino que es un país capitalista, recontra capitalista, lo que no quiere decir que sea un capitalismo desarrollado, pero es un país capitalista, las relaciones de producción se basan en el trabajo asalariado y el capital.

S.C.: ¿Salario y capital, y entonces qué hacemos con el excedente?

D.S.: Cualquier economista, lo primero que analiza es la economía que genera una nación, dónde va el dinero y qué hacemos con eso.

Si el grueso de ese excedente económico, que aquí es más de la mitad del Producto Interno Bruto, y el grueso se va en gasto suntuario de la burguesía, ¿qué hay que hacer con eso? ¡Expropiar a la burguesía!

Como estamos en una época de auge de la derecha. Hacemos un ejemplo didáctico: decimos “bueno, señores capitalistas, en vez de champagne de 150 dólares la botella, tomen champagne de 100 dólares la botella, y los otros 50 dólares, inviértalos en su propia fábrica”.

La burguesía se gasta, en gasto suntuario; una deuda externa por año, no los intereses de la deuda, la masa de la deuda. Dicen que la deuda externa es un problema. Mayor problema es el gasto suntuario de la burguesía. Nadie habla de eso porque hay que ir a pelearle a la burguesía; no hay que pelear con el otro partido de izquierda, hay que pelear con el poder, con los terratenientes, con los grandes capitalistas, con los banqueros, con los dueños de las grandes fábricas, con los monopolios.

(Según esta afirmación de Daniel; en Argentina se destina un 30% a la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, salarios, y un 15% a la inversión productiva; es decir, que para mantener funcionando el país se destina sólo el 45% de lo producido. El otro 45% se despilfarra, ya que los gastos suntuarios de la clase capitalista se llevan alrededor de un 40% por ciento del PBI, y un 5%, se fuga al exterior. El 10% restante se usa para reponer el desgaste de la infraestructura productiva (amortización). (Fuente: Indymedia Argentina.)

Daniel asegura que estos números han tenido ligeras variaciones cuando gobiernan “progresistas” o “conservadores”, pero que siempre han beneficiado a los capitalistas.

En nuestra historia económica -dice Daniel-, la acumulación productiva ha sido baja y el gasto suntuario muy alto. La filosofía de los capitalistas argentinos ha sido y es, ganar mucho invirtiendo poco.

¿Y cómo comprobamos eso? –Daniel acotaEl otro día, en un acto callejero, en un barrio de gente de la periferia de lo más postergado de la sociedad… estuvimos diez oradores y expliqué esto: qué había que hacer con ese dinero, y fue el aplauso más cerrado de la gente. La izquierda dice que no, que no hay que decir cosas muy revolucionarias, muy de izquierda porque la gente no entiende. Lo más aplaudido fue esto que estoy diciendo, que es una forma educativa para entender cómo podemos expropiar a la burguesía.

S.C.: ¿Expropiar a la burguesía tomándonos el poder?

 (Daniel hace una pausa, me mira como presintiendo que la pregunta delata mi militancia política. Me pregunta ¿Tú eres marxista? le digo que soy anarquista. Respira, toma agua y responde.)

D.S.: La izquierda no logra avanzar, porque no se mete de pata y cabeza a resolver los problemas fundamentales de la revolución, acá en la Argentina. Pero decir que corresponde a una revolución socialista el cambio de la sociedad, no quiere decir que uno tenga que tener una política izquierdista sectaria, cerrada, de gueto, de tribu. No, el socialismo es una política de masas para el común de la población.

La lucha por el poder no significa que queremos una dictadura o el autoritarismo. Lo que deseamos es que la sociedad se organice en base a una forma democrática, es decir, que los trabajadores tomemos las decisiones de cómo tiene que ser la sociedad.

Acá, por ejemplo, el trotskismo ha logrado instalar en la militancia algo. Y es que lo mejor que puede pasarle a alguien es ser clasista. El clasismo es un concepto correcto, útil de una agrupación sindical, para un sindicato; pero no para un partido revolucionario. No queremos el clasismo por el clasismo. Queremos el socialismo. Por eso hay un libro -que yo no lo traje acá-, se llama “Un partido de la clase obrera”, porque el PRT era un partido de la clase obrera -hay una gran diferencia: un partido clasista es un partido sindicalista, economicista, sectario, cerrado sobre sí mismo-, pero un partido de la clase obrera es bien marxista, la clase obrera debe tener un plan para el conjunto de la sociedad, incluso para redimir a la clase derrotada después de la revolución, entonces no puede ser un partido clasista.

Por eso decimos -volviendo a la idea- el carácter de la revolución Argentina, que esta debe ser socialista y, obviamente, antiimperialista. No nos olvidemos que las características de este capitalismo vienen dadas porque existe el imperialismo; pero nos centramos en las burguesías nacionales porque ellas juegan un papel mediatizador de la dominación imperialista. Entonces el papel de la burguesía nacional juega su papel político de dominación.

El carácter de la revolución en los países como el nuestro, es de revolución socialista y antiimperialista, o antiimperialista y socialista, combinada. No es primero la una y después la otra. No sé si esto se discute en Ecuador; antes se discutía mucho en la Argentina. Cuando yo empecé a militar, en los 60 y 70, era la discusión de cabecera, pero ahora no se habla porque no hay una situación revolucionaria.

Pero también aprendimos, y esto tiene que ver con el Ché Guevara; no es que lo descubrimos nosotros los del PRT. Cuando uno dice que la revolución es socialista y antiimperialista, no es que primero es antiimperialista y luego se radicaliza en socialista. En la práctica, en épocas de pasividad de la lucha, los elementos anticapitalistas aparecen más fácilmente en escena, la burguesía propia del país mientras que el imperialismo está mediatizado por esa burguesía. Cuando se avanza en la lucha, cuando comienza a peligrar el poder de la clase dominante, ahí el imperialismo tiene una presencia política mucho más decidida. La revolución empieza a tomar un carácter más antiimperialista sin dejar de tener carácter socialista, pero en un nivel superior. Son elementos que se combinan permanentemente en el proceso de la lucha.

Estas cosas nos hacen ver que un partido revolucionario debe tener una visión muy amplia, tratar de integrar al obrero ocupado, al obrero desocupado, está el obrero de servicio, el obrero de la industria, están los pueblos originarios, está la enorme pequeña burguesía urbana. ¿Qué le vamos a decir al grueso de la población de todos esos pueblos de la pampa húmeda, donde yo me críe? “La tierra para quien la trabaja”, si no vive nadie allí, porque el campo está altamente tecnificado, la producción agrícola y ganadera argentina es capitalista 100% y es el área capitalista más moderna.

Nadie quiere vivir en el campo. Entonces lo que hay que hacer es socializar el campo, corresponde hacer una reforma agraria socialista y lo que hay que decir a los habitantes de la Región pampeana y la Patagonia es que, si hacemos la reforma agraria socialista, la renta de la tierra que se va a los paraísos fiscales, se va a Europa, a Estados Unidos o en el mejor de los casos a Buenos Aires, un porcentaje mucho mayor de esa renta se va a quedar en el lugar donde se la produjo.

S.C.: Suena lógico -digo yo.

D.S.: Caminos, hospitales, escuelas, más fuentes de trabajo, mejor salario; pero eso hasta ahora nadie lo dice, es una idea que no sale de esta mesa. Todavía no tenemos fuerza, porque nuestro partido (Unión del Pueblo) no es un partido marxista-leninista, pero es un partido más amplio que tramita su personería electoral.

¿Un partido reformista?

D.S.: Esa es una de las discusiones que hemos tenido si es o no un partido reformista. No, no es un partido reformista. El reformismo no se define por ser clandestino o hacer la lucha armada. Lo revolucionario o reformista, se definen por la política. Si la Unión del Pueblo es un partido muy amplio, y mantiene una línea política que logra incorporar a más personas a la lucha, y permite hacer avanzar la consciencia, se inscribe en una línea política revolucionaria, es un partido revolucionario. Lo dicho no niega la necesidad de un partido revolucionario de tipo leninista, pero son dos instrumentos distintos de una misma política.

Es una confusión, porque muchos partidos de izquierda creen que la lucha electoral es una lucha reformista; entonces copian lo que parece más de moda de la burguesía y terminan haciendo lo mismo. Nosotros queremos ganar las elecciones y queremos cambiar la sociedad. Vamos a cambiar la sociedad, y este partido no es reformista, porque nosotros lo que queremos es que la población sea revolucionaria.

(El tiempo sigue corriendo, y aún me queda en el tintero la política local. Así que me lanzo y hago un quiebre en la conversación…)

 

S.C.: ¿Cómo los movimientos sociales aquí han sabido tomar ese legado del PRT? ¿Cómo pueden aglutinarse? porque lo que hemos visto hasta aquí es una ruptura del movimiento social, no hay una central sindical, una gran unión del movimiento social, sino que está resquebrajado en pequeñas luchas.

D.S.: Ese es el problema. El problema es que hay muchos movimientos sociales que sumándolos son muy poderosos, pero están divididos. Hay una sola CGT que agrupa a casi todos los sindicatos; hay otras dos centrales, pero el problema es que hay que tener una dirección no reformista. los dirigentes sindicales son más que jerarcas sindicales, son capitalistas mafiosos, en la mayoría de los casos. No todos, siempre hay gente buena.

En 2016, y también el año pasado, la CGT planteó una huelga general con una movilización y hubo 300 mil personas sin una dirección revolucionaria. Si la CGT tuviera una dirección combativa contra el plan económico del gobierno, el gobierno se cae; no podría contra una huelga de la CGT, esta es muy poderosa. Pero la CGT es un sostén del capitalismo y es parte de su funcionamiento.

Hay una poderosa militancia, hay un poderoso movimiento social, poderosos sindicatos, el movimiento estudiantil también es importante, pero hay una gran atomización. Por tanto este gobierno no tiene oposición. La oposición más grande es el kirchnerismo. Cuando nosotros decimos que el carácter de la revolución argentina debe ser de carácter socialista, no estamos hablando de abstracciones, estamos hablando con lo que hay ahora en el panorama político. Estamos ante kirchnerista de “izquierda” / kirchnerista progresista, no hay capitalismo bueno, no hay capitalismo humanizado, no se puede confrontar el capitalismo humanizado con el capitalismo de Macri, porque es débil hasta en la argumentación. Para confrontar con Macri, hay que confrontar desde otro proyecto histórico para la Argentina; que es el socialismo. No es que nos quedamos en la rueda de la historia y estamos hablando de cosas viejas. El kirchnerismo es débil frente al macrismo, porque el kirchnerismo ofrece a la sociedad volver al 45, al mercado interno, ahora habla de equidad social. Pero equidad social no es socialismo.

El macrismo, por el contrario, ofrece: modernidad, desarrollo, tecnología de punta. Pero esto sólo se puede hacer con el socialismo; pero con un tercio del gasto suntuario de la burguesía puesto en producción. Podemos hacer todo eso, sin necesidad de recurrir al Fondo Monetario Internacional.

Nos parece que es mucho más fuerte el programa socialista revolucionario que el kirchnerismo. El problema pasa por que el programa socialista revolucionario es sostenido por cuatro militantes, y el kirchnerismo está sostenido por millones de militantes, y esa es una realidad política que nosotros no podemos negar.

(Por un momento me doy cuenta de que el diálogo puede ir sin límites, y de que el editor del medio para el que hago esta nota, me ha pedido que sea una entrevista corta. Hemos conversado por algo más de dos horas y decido parar la grabación. Con lo que tengo basta y sobra.)

Daniel, en off, me dice: “Yo nunca he celebrado fiestas de cumpleaños, pero cumplo 50 años de militancia, y esta vez quiero festejarlo, así que estás invitado”.

Nos despedimos con risas y abrazos.

Salgo del bar, y pongo de inmediato un mensaje a los compas de Ecuador, a la iniciativa política “Desde el Margen”, quienes hicieron posible el encuentro, con las buenas nuevas y con el libro que Daniel les ha enviado como recuerdo.

 

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