Por Kevin Bean
La despedida de Adams como presidente del Sinn Féin en una ard fheis (conferencia) especial del partido el sábado 10 de febrero marca el final de una era en la política irlandesa. Con su renuncia tras 35 años de militancia y abriendo camino a Mary Lou McDonald, Adams puso fin a una de las carreras políticas más largas de la historia reciente de Irlanda. Si bien esta despedida se planeaba desde hacía tiempo, la ‘transición a una nueva generación’ provocó –inevitablemente– evaluaciones y juicios enormemente variados sobre la carrera de Adams. En cualquier caso, dada la continua situación de parálisis en Stormont y la cercana posibilidad de unas elecciones al sur de la frontera, muchos analistas estaban igual de preparados para comentar el futuro del Sinn Féin que el pasado de Gerry Adams.
La mayoría de las reacciones y análisis políticos aparecidos en los medios acerca de la despedida de Adams fueron absolutamente predecibles y se centraron en las perspectivas de futuro del Sinn Féin a ambos lados de la frontera. Para los unionistas y el establishment político de Dublín, Adams sigue siendo una figura odiada, aun a pesar de la participación gubernamental del Sinn Féin en Stormont y su transición hacia la política mainstream en Leinster House[1]. De la misma manera que los obituarios el año pasado para el antiguo compañero de armas de Gerry Adams, Martin McGuinnes, este tipo de reacciones hostiles nos dicen más sobre el peligro que antaño supuso el republicanismo militante que sobre el peligro que los Provisionales representan hoy en día para el status quo[2].
Sin embargo, algunas respuestas fueron más precisas y al mismo tiempo más generosas al evaluar la carrera de Adams, reconociendo sus “muchos logros” en la transformación de los Provisionales de un movimiento revolucionario a un partido de gobierno[3]. Aprovechando el lugar común del “proceso de paz”, se ha sugerido que, al abandonar la lucha revolucionaria y abrazar la política constitucional, Gerry Adams estaba siguiendo los pasos históricos de Michael Collins y Eamon de Valera[4]. De este modo, los miembros menos rancios de los partidos burgueses de Irlanda se unieron a los críticos republicanos revolucionarios al afirmar que Adams había “prestado sus servicios al Estado, y es algo bien sabido”[5].
Desde finales de los 70, tras alcanzar cierta notoriedad pública como vicepresidente del Sinn Féin, la política y el activismo de Adams fueron sometidos a un intenso escrutinio. Varios libros y artículos han contado su historia personal y esbozado su trayectoria política[6]. Además, sus propios escritos autobiográficos y políticos han mitificado y oscurecido aún más su imagen[7]. Esta sobreatención han reforzado los textos historiográficos que se centran en el “gran hombre”, sugiriendo que la deriva de los Provisionales a partir de los 80 fue en gran parte el producto de un liderazgo conspiratorio y secreto orquestado por Gerry Adams[8]. Es evidente que, habiendo estado tan cerca del corazón del movimiento Provisional desde el inicio y durante tanto tiempo, Adams es sin duda una figura muy importante.[9]
En cualquier caso, la mejor manera de entender su figura es dirigiendo la atención a su compleja relación con el movimiento Provisional. Igual que en el caso del difunto Martin McGuinness, –una figura con la cual se identificó estrechamente a partir de los setenta– como activista político Adams creó y al mismo tiempo fue creado por el Provisionalismo. Por ello, entender la figura de Gerry Adams es entender tanto las dinámicas que dieron forma a la lucha republicana como las fuerzas que, eventualmente, provocaron derrotas para esa misma lucha durante el “proceso de paz”.
El movimiento Provisional, formado durante la crisis y el colapso del Estado de Irlanda del Norte, surge como resultado de los desafíos que plantea el movimiento por los derechos civiles, la reacción unionista y la intervención directa del Estado británico a finales de los 60 y principios de los 70[10]. El masivo movimiento insurreccional –se trataba más de una comunidad rebelde que de un grupo terrorista herméticamente cerrado– que emergió durante aquellos años atrajo a grandes cantidades de jóvenes nacionalistas de la clase obrera urbana y del rural empobrecido hacia posiciones militantes confrontadas directamente con el Estado británico[11]. Adams estuvo íntimamente involucrado en este movimiento y pasó rápidamente a jugar un papel principal en el Ejército Irlandés Republicano (IRA) en Belfast. En 1972 ya tenía un peso considerable en la organización y participó en la delegación del IRA que mantuvo las negociaciones en Londres con el gobierno Tory[12].
Sin embargo, Adams no perteneció a la típica generación de militantes que inundaron el movimiento Provisional a raíz de Agosto de 1969, los internments [arrestos masivos sin juicio previo. N. del T.] y el Bloody Sunday. Sus antecedentes familiares republicanos le ayudaron a participar en el movimiento y adentrarse en círculos activistas republicanos desde mediados de los 60. Su trayectoria política personal durante este periodo está influenciada por varias corrientes de izquierdas y por el impacto de las luchas internacionales por los derechos civiles y la liberación nacional[13]. En consecuencia, cuando el movimiento republicano se escindió formalmente entre los Provisionales y los Oficiales, muchos contemporáneos se sorprendieron de que Adams, después de varias evasivas, decidiera unirse finalmente a los Provos[14] [así se denomina coloquialmente a los Provisionales. N. del T.] Para muchos de sus críticos republicanos, la indecisión y cierto toque de ‘Stickyism’[15] orbitarían alrededor de la figura de Adams los siguientes 50 años.
El periodo decisivo en el ascenso político de Adams fueron las secuelas del desastroso alto el fuego del IRA de 1975-76. Junto a un grupo de jóvenes militantes, con base en Belfast, criticó con un discurso de izquierdas la política y la estrategia de la antigua dirección, dejándola en evidencia por su incapacidad de continuar la lucha. Su alternativa para poner fin a la política de contención política y militar que el Estado británico había impuesto exitosamente a los Provisionales a mediados de los 70 fue “la Larga Guerra” y una nueva movilización revolucionaria de la “lucha popular” a través del “abstencionismo activo”[16]. La elección de Adams como vicepresidente del Sinn Féin en 1978 mostró con evidencia las luchas internas de poder, que culminaron con la renuncia de Ruairí O Brádaigh – una figura clave de la antigua dirección – y su sustitución como presidente del partido por Gerry Adams en 1983[17]. Sobre la base del amplio apoyo de la movilización popular y las exitosas intervenciones electorales durante la huelga de hambre de 1981, el liderazgo de Adams consolidó sus capacidades organizativas e ideológicas con respecto al movimiento. La celebrada “estrategia de la papeleta y el armalite” [uno de los fusiles más utilizados por el IRA. N. del T.], que se implantó con fuerza desde 1981, y sus primeros éxitos electores en los Seis Condados, parecieron justificar las confiadas predicciones hechas por el propio Adams y sus camaradas en que llevarían al pueblo por el mejor camino a “la República”[18]
[1] A. Kane, ‘Unionist loathing of Gerry Adams was counterproductive’ Irish Times February 8, 2018; M. McDowll, ‘Sinn Féin may participate in the democratic process, but it is not a democratic party at all’ Sunday Business Post February 11, 2018
[2] K. Bean, ‘From guns to government’ Weekly Worker March 23, 2017
[3] V Browne, ‘The scale of hatred for Gerry Adams is unfair’ Irish Times February 3, 2017
[4] H. McGee, ‘Michael McDowell compares SF to De Valera and Collins’ Irish Times October 17, 2015
[5] ‘Provisional Sinn Féin complicit in British rule’ Saoirse November 2017.
[6] El libro de M. O’ Doherty Gerry Adams: an unauthorised life, London, 2017, es simplemente el último de una larga serie de intentos por “exponer al hombre que hay detrás del mito”
[7] Por ejemplo, véase G. Adams Before the Dawn: an autobiography, Dublin, 1997. En lo que es casi una descripción cómica, el resumen editorial omite cualquier mención a su militancia republicana y habla en su lugar de los “turbulentos años de activismo social” de Adams.
[8] Una aproximación valiosa a la historia del movimiento Provisional en esta dirección es: E. Moloney, A secret history of the IRA, London, 2003
[9] A McIntyre, ‘Gerry Adams’s IRA years: an insider’s account’Irish Times February 9 2018
[10] T McKearney The Provisional IRA: from insurrection to parliament London 2013
[11] Para una aproximación individual a cargo de activistas republicanos de esta época, véase, K. Bean y M. Hayes, Republican voices, Monaghan, 2011
[12] E Moloney op cit pp74-129.
[13] G Adams op cit pp62-65
[14] E Moloney op cit pp68-73
[15] ‘Los Stickies’ era el seudónimo con el que se conocía a los Oficiales republicanos que se centraban en el reformismo y en la campaña por los derechos civiles en el norte, en oposición a la lucha de liberación nacional por la que apostaban los Provisionales. Acabó convirtiéndose en un lugar común para referirse a la política constitucional entre los Provisionales en los 70 y los 80. Para entender la compleja evolución desde el estalinismo al eurocomunismo y su eventual colapso en el Irish Labour Party en los 90, véase B Hanley and S Millar The lost revolution: the story of the Official IRA and the Workers’ Party London 2011.
[16] Para los detalles de esta orientación de izquierdas y la ‘nueva’ estrategia revolucionaria, véase K Bean The new politics of Sinn Féin Liverpool 2007, pp59-62.
[17] Para una aproximación a esta lucha interna véase, R White Ruairí O Brádaigh: the life and times of an Irish revolutionary Indianapolis 2006.
[18] B O’ Brien The long war: the IRA and Sinn Féin 1985 to today Dublin 1993.
Fuente:
Traducción:Iker Jauregui Giráldez
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