Carapaz: el niño que pedalea en las montañas.

Richard Carapaz M

Por: Edison Guerrón Raza*

[dropcap]I[/dropcap]magino a Richard en su bicicleta recorriendo la montaña. Carchi pertenece a una zona montañosa por la que se atraviesan varios tipos de climas y geografías. En lo alto crecen frailejones.

Lo imagino subiendo al páramo a pedal, rodeado de frailejones y pajonales, pedaleando en la carretera de piedra y tierra en medio de una neblina espesa que se impregna con escarcha sobre las manos del ciclista. A Richard no le hace frío. No es solamente que lleva el cuerpo caliente por el ejercicio, sino que además el corazón le arde y por eso echa humo. Como una locomotora.

Está acostumbrado a la montaña. En su tierra el clima es tenaz e impredecible y siempre se debe tener a mano la chaqueta; no se sabe cuándo lloverá o cuándo saldrá el sol a acompañarlo. El paisaje que lo rodea es precioso, las carreteras están bordeadas por alfombras de incontables verdes jurásicos que se tienden sobre montañas para que los campesinos pastoreen sus ganados.

Richard está acostumbrado al barro. Él sabe que no toda tierra mojada es obstáculo; conoce lo que de ella nace y ha aprendido a sembrar por sus caminos. Viene de un pueblo techado con tejas de arcilla, paredes que huelen a adobe y una tradición de cultivos milenarios. Allí los niños saludan a los ciclistas mientras caminan a la escuela. Los perros ladran y se escuchan los primeros gallos despertando al nuevo día. Richard es un hombre de campo.

Lo imagino desde chiquito haciendo los mandados para su mamá, montando en bicicleta para comprar el pan, para traer la leche, visitando a los abuelos, saludando a los amigos, cumpliendo con las citas de familia, sacando a pasear a la chiquilla. Lo imagino pedaleando a todo lado.

Lo imagino minutos antes de la última etapa del Giro de Italia, más concentrado que nervioso. Orgulloso de representar al Ecuador. Con la mente fija en hacer una buena competencia. Lo imagino pidiendo a Dios que le dé fuerza. Imagino a Dios respondiéndole que ya la tiene, que mejor no se preocupe, que se divierta.

Lo imagino pensando en que ya pronto volverá a los brazos de su esposa, a jugar con sus dos hijos, a comer donde su madre, a dormir en la tibieza de su cama. Pienso en cuántas ocasiones va a despertar creyendo que todo ha sido un sueño, para luego darse cuenta que sí, que lo fue, que su sueño se ha cumplido y que toda su provincia, todo su país, toda América Latina está orgullosa.

Carchi es una tierra de ciclistas. Los caballitos de acero son allí una forma de vida y se puede decir que hay uno por cada casa, por lo tanto, en cada hogar hay un ciclista. ¡Qué lindo sentirse parte de tanta alegría!, ¡gracias Richard!, has revivido el fuego del amor por el pedal.

Gracias por tanto que nos has regalado, gracias por el giro 101 en la bota de Europa, gracias por tanta esperanza. Este Giro ya es tuyo para siempre. Lo traes a casa para que nos sintamos cerca de la gloria. En ti conoceremos los paisajes de Italia y lo que es estar junto a un héroe de verdad. Gracias hermano de mi provincia, de mi país, de mi continente. Gracias ‘Locomotora del Carchi’. Siempre serás bienvenido. ¡Felicidades!

*Columnista Invitado

Créditos de la imagen:
RichardCarapazM está licenciada como CC BY 4.0

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