Acerca de la novela El ojo a través de la calavera, de E. Poblete.

Poblete ha elegido elaborar un thriller bastante heterogéneo donde los elementos de varias tradiciones literarias se hacen presentes.

 

Por: Sebastián Oña Álava

 

[dropcap]E[/dropcap]sta crítica fue realizada a propósito de la presentación de El Ojo en el marco de la Feria del Libro de Imbabura, el sábado 19 de mayo de 2018, en el Parque Pedro Moncayo de la ciudad de Ibarra.

“El ojo a través de la calavera fue publicada bajo el sello editorial madrileño Ápeiron Ediciones, el día 5 de julio de 2017, en Madrid-España. Desde entonces, la novela ha atravesado el escenario de la crítica y la promoción literaria nacional como un verdadero fantasma, exceptuando quizá una entrevista en el programa de Ramiro Diez y su presentación en Ibarra, a casi un año de su publicación.

”Como un antecedente, la novela, en principio, estuvo preparada para participar en un premio nacional de novela corta, pues su borrador fue realizado del 2015 al 2016, en que el crítico y escritor, Sebastián Oña se dedicó a su edición, además de unos aciertos críticos de Fernando Tinajero, con lo cual se llegó a varias y necesarias correcciones. Al no haber logrado nada en dicho Premio nacional, en 2016, El Ojo fue enviado al Premio Cosecha Roja, de la marca editorial Ápeiron Ediciones de Madrid, un premio dedicado a la novela negra… Pero esta novela no tiene rasgos, ni policiacos ni detectivescos, sino un crimen que procura más bien a los aspectos del trabajo psicológico de su trama… Pero gracias a esta especie de curiosidad o capricho, fue que la editorial española se puso en contacto con el autor y a este contacto se debió su publicación. La oferta por parte de la editorial se dio en el mes de marzo de 2017.” (Palabras del autor de la novela)

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La novela de Esteban Poblete, El ojo a través de la calavera, viene a ocupar un lugar inquietante en la narrativa ecuatoriana actual. Justamente con su lectura podemos cuestionarnos: ¿qué es lo contemporáneo?, o de manera más sencilla plantearnos: ¿se es contemporáneo a qué?

El texto nos remite a una zona rural más o menos identificable, que a la vez funciona como una parte (pero el todo también) de cierta figuración de un pequeño poblado costeño. El autor ha elegido que el sitio principal donde suceden las acciones de la historia se llame simplemente Rancho. El sector dónde se ubica es La Esmeralda. En oposición a Rancho está Q., la ciudad desde donde Daniel L´Aquitaine, el protagonista y narrador, y su amigo, visitan el campo para realizar un trabajo.

Me pregunto, ¿cuál es el juego más allá de la vacua representación? Los nombres otorgan pertenencia, pero los sectores con los que uno busca identificación se ven desdibujados. ¿Representación de qué, de qué lugares específicos?

El autor insiste. En las pocas páginas donde los habitantes de Rancho hablan, el narrador trata de recrear los modismos de sus dichos, las formas entrecortadas que asimila de sus conversaciones.

La puesta en escena parece remitir al realismo, y más precisamente, al eco de ese realismo social tan propio a ciertos autores fundadores de la literatura del siglo XX ecuatoriana. Pero cuál es la línea que une a El ojo a través de la calavera a Los que se van, por ejemplo. Más allá de ciertos guiños, poco. Como si en una tomadura de pelo el narrador nos empujara ante una tradición que se desmigaja en pequeñas partes mientras él, soberbio, nos va envolviendo en su historia hasta desembocar en el horror.

Descripción realista en un discurso en primera persona desbocado: los fragmentos de una literatura a la que no le importa jugar con los tiempos y modos de su campo literario para imponerse como objeto único.

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Se llega a conocer de manera profunda a las personas en los viajes al interior, dice el narrador. Ese interior hay que evocarlo en todos los sentidos posibles. Daniel no hace otra cosa, a lo largo del relato, que tratar de mostrarnos su interior a la vez que registra lo otro, su amigo, Rancho, los negros, los montubios, las mujeres, los paisajes del campo y la ciudad. Pero ante la imposibilidad de registro de un yo, el discurso se ve dinamitado por un sinnúmero de  acotaciones y opiniones de todo tipo y registro, bordeando el racismo y la misoginia, entre otros, y delimitadas con expresiones como ¡bah!, cuando no maldiciones ante lo que pasa, lo que imagina, lo que describe. Expresiones que delimitan este caudal de ideas de toda índole.

Rancho viene a representar para Daniel la posibilidad de inmersión en ese interior que no se le da, que no puede encontrar en sí. Es muy llamativo que ante la descripción del lugar, su calor y su exuberancia natural, el narrador se sienta como en casa. Es únicamente desde lo ideológico, en el discurso, donde se encuentran las diferencias con los habitantes del pueblo.

Una vez decidido a actuar es en Rancho donde Daniel lleva sus ideas a práctica. Hacia el final de la historia, Daniel querrá ser el dueño y señor de Rancho, aunque sutilmente se sugiere que este registro del último capítulo es una más de las bravuconerías verbales del personaje.

El discurso del narrador es a ratos desquiciado, siempre apabullante. Esta demasía, siempre pertinente en lo literario, no da cuenta de una realidad objetiva (del mismo relato, aclaro), de la que se quiera dar cuenta, aunque muchas descripciones y juicios parezcan señalar lo contrario. Este trabajo con el verosímil no da un contrapunto al discurso de Daniel; más bien parece estar presente para volver más ambiguo el estado febril del narrador, para envolver su hablar diletante en una zona que por más diáfana no se deja atrapar. Es por eso que Rancho es y a la vez no es ese pueblo costeño de montubios que uno empieza a imaginar y se va diluyendo, como si te tratara de un estado mental más de Daniel L´Aquitaine.

Los objetos se ven más cercanos de lo que en realidad están, como se puede leer en algunos espejos retrovisores de los vehículos.

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Ante el argumento de esta novela es imposible no pensar en El extranjero de Camus, pero como si El ojo a través de la calavera fuera el lado opuesto, el negativo de una idea o varias ideas en común que eligieron formas y filosofías distintas para dar cuenta de un fenómeno similar.

Poblete ha elegido elaborar un thriller bastante heterogéneo donde los elementos de varias tradiciones literarias se hacen presentes. La particular manera de llevar adelante la narración hace que el suspenso se alargue, se diluya, se aplace y a veces pierda la importancia que tendría en una novela más genérica de este tipo.

    La historia lineal se va fragmentando en largas disquisiciones. Los capítulos delimitan claramente momentos de la trama, pero no marcan el ritmo del discurso del narrador, como se ha apuntado.

En el énfasis por abarcar la mayor cantidad de discursos se nombran escritores, políticos, cantantes populares y personajes televisivos; incluso se recrea uno de los amores de En busca del tiempo perdido. Lo exuberante del pensamiento de este personaje –me falta competencia como para poder calificarlo en alguna categoría psiquiátrica- marca el gesto literario de la novela que siempre es el resto, de marcar el afuera de. ¿Qué es la literatura sino potencia, exceso?

    Por qué he puesto tanto énfasis en el discurso de Daniel se preguntarán. ¿Cuáles son finalmente las decisiones, las acciones que toma en la novela? Eso lo dejo en las palabras del autor. Cito:

 

Imagínese usted que la cabeza que observamos está arrojada boca abajo (…). El cráneo se va poniendo cada vez más pelado y huesudo (…). Ahora es mejor que imagine que no se trata de un muerto cualquiera, y supongamos que se trata de usted.
S. O. Á.

 

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(El ojo a través de la calavera, de Esteban Poblete, puede adquirirse ingresando a la página web de la editorial Ápeiron Ediciones: APEIRONEDICIONES.COM, a un costo de 12 euros más costo de envío, y pertenece a la colección Arte-Facto. Para realizar esta transacción es necesaria tarjeta. Se estima la llegada del libro al Ecuador en 3 semanas.)

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