En este film, kurosawa nos muestra ocho cortes, ocho sueños que a él mismo acontecieron. Estamos ante una retrospectiva del inconsciente del autor reflejada en esta muestra.
Por: Santiago Cadena
Con una duración de 119 minutos, y con la utilización de hipérboles cinematográficas, como el sonido estridente, Akira Kurosawa pretende sensibilizar sobre la importancia de conceptos como naturaleza, guerra, inocencia, ecología, el arte y la esperanza.
Yo he escogido tres de los sueños que se presentan en este film.
Llueve y hace sol
Kurosawa no podía iniciar de manera más impactante que con “Llueve y hace sol”. Las tomas abiertas y los primeros planos son el recurso que usa fílmicamente, y engancha en la narrativa, la cual se basa en el mito japonés que nos cuenta que cuando llueve y hace sol, los zorros salen a casarse, y nadie puede verlos. Akira Kurosawa es tan impresionante en su guión, que hace que el niño protagonista de este sueño no tenga nombre… pero todos estemos detrás de él en primer plano, viendo pasar la procesión de los zorros. Pese a las advertencias de su madre de no hacerlo porque habría consecuencias, Kurosawa nos vuelve cómplices del niño, y es inevitable no quedar en shock cuando él regresa a casa, y su madre no le permite la entrada y le entrega un sable, para que el niño cumpla con su castigo; suicidarse por haber visto a los zorros. El niño emprende el camino, y el genio de Kurosawa abre la toma dejando que este se pierda en un bello bosque de flores multicolores, con una lluvia suave, el sol radiante y, al fondo, un arcoíris. En esa postal vemos al niño sin nombre perderse con el sable buscando su destino final.
El túnel
El túnel es un sueño inspirado en las atrocidades de la guerra. El relato narra de cuerpo entero y sin perder detalle, a esa casta de generales de la guerra que mandan a sus tropas (soldados que siempre son parte del pueblo) a un conficto sin sentido. Kurosawa hace que las tropas, ya muertas, aún con el sentimiento de patriotismo, increpen al general, convencidas de que no hicieron lo suficiente en la batalla. El general muestra sus propias miserias, y se confiesa ante las tropas diciendo que emprendan la retirada, que ya están muertos y que vayan a descansar en paz, que la guerra es una estupidez. Akira Kurosawa explota el género del drama, la violencia, como malestar de nuestra época, reflejada en los gritos desesperados del general pidiendo a sus tropas que se retiren a descansar su muerte en paz.
El pueblo de los molinos de agua
De nuevo, la humanidad, la ecología y una aguda crítica a la tecnología y a las formas apresuradas de llevar la vida en los tiempos modernos, es recatada a través de la historia de este pueblo, que en realidad existe y fue locación de este corto: bellos paisajes en la que cada casa tienen un molino de agua. Una comunidad alejada de la metrópoli. Aquí llega un viajero por primera vez y se encuentra con un anciano que está arreglando una rueda del molino. Mientras la arregla y se extiende el diálogo con el turista, Kurosawa nos permite ver y escuchar la calma que ofrece el río que rodea la aldea, y el sonido del agua nos acompaña como símbolo, durante todo ese sueño. Un elemento que nos brinda salud espiritual.
Los sueños es una serie de cortometrajes que reflejan el propio inconsciente del autor. En este trabajo hay también dosis de humor, como en el cuarto sueño, llamado “Los cuervos”, una viñeta en la que abundan los colores y en el que Kurosawa conversa con el mismo Van Gogh, y le pregunta qué es lo que pasó con su oreja, y el pintor, en tono burlesco, le responde… “¡Ah!, mi oreja… Me estaba haciendo un retrato y no me salía de forma correcta mi oreja, así que me la corté”.
Akira Kurosawa explora con su estética fílmica el arte del pintor. Pero este es otro sueño y deberían ver la película.
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