Los clanes políticos de Brasil, desafiados por nuevos nombres

Por Paulo Talarico y Rafael Balago

A las elecciones legislativas nacionales de Brasil, marcadas para octubre, llegarán con fuerza candidatos y candidatas de fuera de los partidos políticos para intentar sacar votos a nombres históricos, que ocupan desde hace décadas cargos en la Cámara Federal y en los estados.

El discurso “antipolítica” tuvo éxito en las últimas elecciones municipales, en 2016. São Paulo y Belo Horizonte, dos de más grandes ciudades brasileñas, pasaron a ser gobernadas por alcaldes recién estrenados: un empresario y presentador de televisión, en un caso, y un expresidente de un equipo de fútbol, en otro.

Para las personas principiantes, intentar entrar en la Cámara o en un parlamento local en los estados es una forma de darse a conocer, de empezar una carrera política y luego, tal vez, emprender otros vuelos, como presentar una candidatura a una alcaldía.

En esta ocasión se incrementa la apuesta por nombres nuevos. En los últimos años han sido casi diarias las noticias acerca de altos cargos del Gobierno implicados en escándalos de corrupción. El expresidente Lula fue condenado a prisión acusado de haber recibido un apartamento por haber favorecido a una constructora de obras públicas. El actual presidente, Michel Temer, ha sido denunciado por corrupción y alcanza un índice de rechazo del 82  por ciento. Temer llegó al poder después de la destitución de Dilma Rousseff, en marzo de 2016. Intentó implantar una agenda de reformas y logró rebajar derechos laborales, pero no ha tenido fuerza para hacer reformas que afecten a las jubilaciones.

La caída de Dilma Rousseff y la permanencia en el poder de Michel Temer, entonces vicepresidente, tuvieron como telón de fondo el Congreso Nacional, repleto de nombres bajo sospecha pero que intentarán sobrevivir en la cita electoral de este año. El problema es que esto, importante para el futuro del país, puede quedarse en segundo o tercer plano: en la misma votación también se elige a las personas para presidencia, gobernación y senado.

Existe el riesgo de que el Congreso quede muy fragmentado, como ocurrió en 2014, lo que haría más difícil formar mayoría. En la actualidad, 27 partidos cuentan con al menos un representante en Brasilia.

Samia Bonfim. Foto: Divulgación.

 

Nuevos nombres

En este contexto, se han producido una serie de movimientos al margen de los partidos con el objetivo de elegir diputados y diputadas que representen capas de la sociedad excluidas de los debates del Parlamento, como personas negras, LGBT+ y habitantes de las periferias de las ciudades.

En estos movimientos se encuentra la “Bancada Ativista”, de izquierdas, que apuesta por un mandato colectivo en el Parlamento. Aunque aparezca un nombre en la papeleta de la votación, la actuación será grupal. Una de sus integrantes, Samia Bonfim, fue elegida concejala de Sâo Paulo en 2016 y ahora intentará ser diputada federal. Samia Bonfim forma parte de Ocupa Política, grupo al que también pertenecía Marielle Franco, ejecutada en marzo de este año a tiros cuando circulaba en un coche por la ciudad. El crimen causó un gran impacto en Brasil, pero hasta ahora los culpables de su muerte no han sido descubiertos.

Outro grupo que se presentará es el “Frente Favela Brasil”, que tiene la intención de convertirse en un partido. En São Paulo, el movimiento “Nós” (Nosotros) también ha impulsado la participación de las personas negras en la política y denuncia también la poca presencia femenina en el Congreso. El 90 por ciento de las y los parlamentarios son hombres.

Para poder presentarse a elecciones es necesario que conste la afiliación a un partido. Por eso, estos movimientos buscan formar parte de un partido, pero dejando clara su intención de actuar de manera independiente.

Por otro lado, también han surgido líderes de la derecha de los movimientos que se pronunciaron a favor de la destitución de Dilma Rousseff. Es el caso del Movimiento Brasil Livre (MBL) y de Vem Para Rua, resposables de convocar movilizaciones en las calles en 2016. Estos grupos intentan incluir candidatos y candidatas en partidos como el DEM (Demócratas). Hay un intercambio de intereses: el partido acepta las propuestas de este grupo a cambio de un mayor rédito electoral.

Un sistema electoral complejo

La disminución de la importancia del partido es una cuestión compleja en un sistema electoral proporcional de lista abierta. Las personas votan a los candidatos y candidatas, pero la división por escaños se realiza mediante la suma de votos que cada partido o coalición recibe. Aunque una persona logre muchos votos, puede quedarse fuera del Parlamento si forma parte de una lista que no consigue un número mínimo.

Consultar el número de listas que se presentarán da una idea de lo complicada que puede resultar la cuenta: Brasil cuenta hoy con 36 partidos registrados.

Es por este motivo que se ha generalizado el contar con personas famosas para sacar más votos. Las dos personas más votadas en el estado de São Paulo en 2014, con fuerte presencia en la capital y alrededores, fueron el periodista Celso Russomano, del PRB, coordinado por líderes de la Iglesia Evangélica Universal del Reino de Dios, y el presidente de la RecordTV, Edir Macedo. Los 1,3 millones de votos de Russomano ayudaron a incrementar la bancada evangélica en el estado en más de cuatro diputados. Otro caso es el del diputado federal Tiririca, del PR. Humorista, que fue reelegido con un millón de votos y también favoreció a esa bancada con el lema “pior que tá, não fica” (“peor que está, no queda”).

El número de votos obtenidos por Russomano y Tiririca hizo con que algunos candidatos y candidatas de la misma lista entrasen en la Cámara con solo 22.000 votos, mientras que otras personas se quedaron fuera con 100.000 votos.

Muchas de las personas elegidas no cumplen el mandato, pues salen para asumir cargos como secretarios de Estado. Ha habido casos en los que el diputado acudió a la Cámara solo a votar cuestiones importantes, como la destitución de Dilma.

La práctica del “conseguidor de votos” es muy criticada en Brasil, pero no se ha logrado consenso en el Congreso acerca de posibles soluciones. Las propuestas de reforma han sido rechazadas todos los años.

Fotografía: Zeca Ribeiro / Cámara de Diputados.

 

Relación con los ayuntamientos

Las personas candidatas a elecciones federales cuidan mucho su relación con los ayuntamientos. Tener un buen vínculo con determinada alcaldía puede ser más efectivo para ganar unas elecciones que el partido o las ideas de cada competidor o competidora, pues los gobiernos locales ponen en marcha la maquinaria administrativa de la ciudad para la campaña.

En las elecciones de 2014, la ciudad de Osasco, com 550.000 electores/as, fue objetivo de una fuerte campaña de Valmir Prascidelli y Marcos Martins, candidatos do Partido de los Trabajadores. El gobierno municipal estaba administrado por el partido. Prascidelli y Martins resultaron elegidos. Dos años después, el primero de ellos se presentó a las elecciones municipales y perdió, por lo que ahora el partido tendrá el desafío de mantener ese electorado sin la ayuda de la maquinaria municipal.

Al otro lado del río Tietê, la ciudad de Barueri tiene una continuidad electoral mayor. La familia Furlan domina esta ciudad, de 250.000 electores/as, desde la década de 1980. El actual alcalde, Rubens Furlan, ocupa el cargo por quinta vez. Una de sus hijas, Bruna, va ya por su segundo mandato consecutivo en la Cámara Federal.

La família Furlan forma parte del Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB), opositor a los gobiernos del PT. Rubens Furlan pasó por el Partido Popular Socialista (PPS) y por el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB) antes de llegar al PSDB. Bruna votó de manera contraria a su partido em cuanto a las denuncias de Michel Temer (PMDB) y se manifestó a favor de mantenerlo em el poder. Lo que pesa es el poder familiar, característico en el Congreso, donde el 62 por ciento de los parlamentarios y parlamentarias tienen lazos de sangre con algún otro político.

Los parlamentarios y parlamentarias actúan como agentes de captación de fondos del presupuesto federal para las ciudades. Hace poco, un diputado del estado de São Paulo convoco una reunión política para anunciar que cambiaría de partido. João Caramez estaba em el PSDB desde 1996 y decidió marcharse al PSB, pues prefiere apoyar a Márcio França en la disputa para la gobernación de São Paulo, que a João Doria, ex alcalde de São Paulo, escogido por el PSDB.

Al anuncio en Itapevi, ciudad nas cercanias de São Paulo, acudieron alcaldes de varias regiones distantes. “Lo que importa es el hombre, no el partido”, comentó. Las y los asistentes, de ciudades que tenían un censo de entre 2.000 y 40.000 personas, declararon su apoyo al cambio, incluso desde el PSDB. Uno de ellos recordó que el diputado le apoyó en una elección, incluso con una persona del mismo partido de Caramez como rival.

Escenas como esta no resultan extrañas en el estado de São Paulo, lo que explica cómo funciona el apoyo a los actuales parlamentarios y parlamentarias que buscan la reelección tanto a nivel local como federal.

Cada diputado o diputada federal tiene derecho a 15 millones de reales en enmiendas, que son propuestas de apoyo en infraestructuras, salud u otros servicios para las ciudades. Le corresponde al diputado escoger qué municipios serán los beneficiarios, en una dinámica que siempre tiene la vista puesta en las siguientes elecciones. Lo mismo ocurre a nivel estatal. El alcalde o alcaldesa electa en 2016 comprobará quién le envió recursos para su administración local. El intercambio es la ayuda en la campaña, y hasta una estimación de cuántos votos podrá lograr esa persona.

Para hacerse una idea: solo en 2018, los diputados y diputadas federales sumaron al presupuesto del gobierno federal 41 millones de reales para ciudades de la región metropolitana de la capital. Cada una de estas personas “cuidaba” su domicilio electoral o el de sus aliados. De los 39 municipios de la región, 15 no recibieron ni una sola propuesta de recursos a través de los diputados y diputadas federales.

Es importante señalar que, a pesar de ese importe, los diputados y diputadas no se centran exclusivamente en las regiones en las que resultaron más votados. Si los 25 diputados del Gran São Paulo enviaran enmiendas a la región, la cifra sería de 375 millones. Sucede que, para lograr mantenerse en el poder, hay un reparto de recursos con otras ciudades del interior.

Este funcionamiento favorece a quien ya tiene un escaño en detrimento de otras personas que quieran empezar a participar. Muchas personas que ocupan alcaldías van a Brasilia, se reúnen con diputadas y diputados próximos, les abren las puertas de los gabinetes ministeriales y logran apoyo para las siguientes elecciones.


Paulo Talarico y Rafael Balago forman parte de la Agência Mural de Jornalismo das Periferias.

Artículo traducido por Andrea Gago Menor y João Paulo Brito.

Fuente: http://www.revistapueblos.org/blog/2018/07/27/los-clanes-politicos-de-brasil-desafiados-por-nuevos-nombres/

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