La angustia experimentada ante la muerte, el alejamiento y hasta el abandono de las personas cercanas y queridas, parientes, amantes, amigos o, simplemente, gente conocida por la que se ha llegado a tener un aprecio y afecto importante, no tendrá comparación con la ansiedad y las exaltaciones que produce la desaparición de nuestros familiares. La melancolía no será equiparable a la impotencia que una esperanza en la incertidumbre se recarga es como peso invisible sobre los hombros. Lo vivido, en este caso en particular, por los padres de Juliana Campoverde, desaparecida hace 6 años, es algo difícil de imaginar.
Día 7: FGE continúa la búsqueda de Juliana Campoverde con el apoyo técnico de 40 integrantes de grupos especializados de @PoliciaEcuador -con canes de rastreo-, Bomberos y Policía Metropolitana, quienes realizan un barrido manual en las profundidades de la quebrada de Bellavista. pic.twitter.com/msZbsUp01K
— Fiscalía Ecuador (@FiscaliaEcuador) November 15, 2018
Juliana Campoverde se despidió de su madre, Elizabeth Rodríguez, por última vez el 7 de julio de 2012, al dirigirse a la tienda de productos naturales que Juliana administraba pensando en su negocio como un buen ingreso para sus estudios universitarios, en planes de empezar.
Como un antecedente clave en la actual investigación dirigida por la fiscal Mayra Soria, está el hecho de que la madre, junto a Juliana Campoverde, poco tiempo atrás habían dejado de asistir a una iglesia cristiana cuyo pastor, públicamente, es conocido ahora con el nombre de Jonathan C… un sujeto que, entre otras cosas, habría escuchado, parece que en un sueño premonitorio, que una voz le indicaba -u ordenaba- que Juliana Campoverde debía casarse con un hermano suyo. Él es el principal sospechoso en el asesinato de la muchacha que para entonces se aproximaba a cumplir 19 años.
Ahora, podría ser fácil arremeter contra este tipo de cultos, así como también se lo ha hecho cuando se rebelan más y más casos de abusos a menores, especialmente, por parte de curas de la Iglesia Católica. Pero el problema tiene carácter general. No es un problema que se pueda achacar al culto rival o contrario, pues, es un asunto que recorre lo moral y lo ético, de punta a punta, es una responsabilidad y una administración respecto a un elemento, tanto material e histórico como subjetivo, emocional y abstracto, que es el poder.
En los distintos cultos e instituciones religiosas, es penoso comprobar que no hay ninguno impoluto, que ninguno cumple a carta cabal con lo que sus preceptos indican, y en noticias y redes sociales, se ve involucrados en distinto tipo de abusos a católicos, cristianos, judíos, budistas, induístas, musulmanes… aunque cada uno parece especializarse en un tipo de víctima en particular, o da la impresión. La mujer siempre ha sido un blanco de los preferidos de esta clase de depredadores y pequeños tiranos.
Como observador de los fenómenos y lector de procesos históricos, el abuso de poder parece no tener ni haber tenido solución, pues, en cada etapa se tendrá ejemplos más o menos vistosos que otros, pero no faltarán. La política, tanto “terrenal” como “divina”, son el escenario propicio para buscar y encontrar a baldes el fenómeno de la corrupción, y no es difícil que la atrocidad sexual o pasional esté muy lejos de esta corrompida administración de la influencia y del poder.
Alguien, con intención de polarizar por cierta, digamos, conveniencia o sensibilidad extraña, dirá que es incomparable el abuso de un niño de la que se ejerce sobre una mujer adulta que llega a dejarse manipular por un líder de congregación religiosa… La diferencia será, claro, muy técnica, especialista y forense… Pero el abuso es uno solo. La violencia es una sola. Una tendencia a la categorización, selectividad excesiva y al uso del eufemismo, se va convirtiendo en un riesgo, o una realidad, de deshumanización, lo que desemboca en el problema social, y a veces, hasta de salud pública. Imaginar condiciones como a las que los gringos están acostumbrados en los atentados en instituciones educativas, ¿sería algo exagerado a nuestro medio? Anormales, lo son, pero aquí o allá. Pero no algo exagerado, si la condición es combatir todas las maneras de la violencia, del atentado contra el otro, contra uno mismo. Habrá quien lo crea ilusorio o por lo menos “utópico”. Ni modo.
Las tendencias liberales, sin embargo, apuestan por el beneficio individual, y nuestras formas culturales ya tienen bastante de mezquinas.
Siguiendo el caso de Juliana Campoverde, ¿cuáles son las motivaciones, si así se las podría llamar, que tenía el pastor C. para desaparecer a su víctima? Un dato perturbador, es que los padres de Juliana no creen que la investigación y responsabilidad deba recaer tan solo en el pastor, sino en la iglesia. Y Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana, comenta a un medio que una de las 12 fiscales que tuvo este caso, se había abstenido de tomar en cuenta a la iglesia cristiana dirigida por el pastor C., puesto que ella comulgaba con este culto, y la fiscal hasta la había invitado a asistir a su templo.
No se encuentra en las noticias de los medios a qué congregación, consorcio o lo que sea, está adscrita la iglesia a la que Juliana Campoverde y su madre decidieron abandonar después de 10 años por las exigencias del pastor de que Juliana se casara con su hermano, tal como se lo indicó un sueño. ¿Estas iglesias se manejan como un negocio familiar? Puesto que el padre del pastor también ha levantado su protesta y acciones legales preventivas. ¿O se manejan con un interés más de tipo corporativo?
El multifacético pastor Jonathan C., después de la salida de Juliana y su madre de su culto, creó la cuenta de nombre falso en Facebook como el psicólogo Juan Solano, para seguir en relación con su supuesta víctima. Para la desaparición de Campoverde, ingreso en el perfil de la red social de ella, para escribir una carta de despedida… también utilizó el chip del teléfono de ella para realizar una llamada desde el suyo… Las pistas llevan a movimientos de Juliana, hasta el 9 de julio de 2012.
“Se expuso además lo encontrado en la computadora del trabajo del pastor evangélico: búsquedas de información relacionadas con muertes violentas, desaparecidos y cómo borrar mensajes de texto de la computadora. A esto se suma que la cuenta de Facebook de Juliana fue abierta desde este ordenador para dejar un mensaje de despedida y de que se respete su decisión.” (El Telégrafo)
El padre de Juliana Campoverde, el asambleísta Absalón Campoverde, después del hallazgo de partes de osamenta en una ladera en el sector de Bellavista, desconfía de que pertenezcan a su hija, puesto que le parecen haber estado demasiado en la superficie, y al haber pasado 6 años, cree que deberían haberse encontrado a mayor profundidad. Y me parece a mí que es más parte del drama humano y de padecimiento y esperanzas de un padre que no desea que su hija no regrese más. La madre ha dicho que no se contentará con “cuatro huesitos”, que ella, de estar muerta su hija, requiere su cuerpo completo.
Hay que ponerse a pensar por qué el pastor manejaba estas coordenadas en que el pasado domingo 11 de noviembre se encontraron restos humanos, al haber aceptado colaborar en la investigación desde una modalidad conocida como “cooperación eficaz”.
Los padres de Juliana Campoverde se han realizado análisis de ADN para comparar su relación con el cuerpo enterrado en Bellavista, exámenes que tardan 10 días a partir del 13 de noviembre en que fueron realizados.
Desde el día 12 de julio de 2012 que Juliana Campoverde se despidió de su madre en el sector del barrio Villoxy, al sur de Quito, y de esto han pasado 6 años. Ante escepticismo de Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana, quien no confía aún en 6 años de engaños, se abre también la dolorosa posibilidad de que, con la verdad, sus esperanzas de que su hija continúe en un lugar con vida llegue a su fin.
Re like! Bien planteado (¡además el escritor es un papi!).
En esta ocasión te has superado, de verdad genial texto!!!
Saludos