Portugal: La campaña electoral arranca con las vacunas

Francisco Louça

Hay días en que el respeto de los pacientes vale más que la opinión del Ministerio de Hacienda, la única razón técnica que manda en Portugal.

Las tempestades emocionales, más aún salpimentadas por las redes sociales, son así, juntan a los más improbables compañeros de cama, como recuerda Shakespeare en la “Tormenta”. En el caso de las vacunas, tocaron a rebato comentaristas seducidos por el populismo y técnicos ofendidos, y oímos las primeras salvas de la campaña electoral del Partido Socialista.

El populismo lo sabe tan bien

El Parlamento “falló estruendosamente”, hizo “tontería gruesa”, “atropelló los buenos procedimientos”, es la versión más delicada, en (el diario) “Público”. Aquí, en el Expresso, fue Bernardo Ferrão /1/ quién llegó más lejos: “Los últimos días han sido de vergüenza en el Parlamento, con los diputados aprobando todo y lo contrario, en una verdadera coalición negativa contra sí mismos. ¡Me dicen que es la política! Triste política”. ¿Aprobaron “todo y lo contrario”?  ¿Es importante explicar? Las frases disparan populismo puro. Populismo en la generalización y simplificación, populismo en la acusación.

Luego escribe Ferrán: “Lo que aquí pongo en cuestión no son las vacunas propiamente dichas – que más tarde o más temprano van a entrar en el PNV (Programa Nacional de Vacunación), echando por tierra el argumento de que la DGS (Dirección General de Salubridad) y el Gobierno sólo apuestan al ahorro – ni la de su importancia para la población, sobre todo la más carenciada. Mi objeción se refiere principalmente al proceso de toma de decisiones. Los partidos que propusieron y aprobaron esta medida se metieron, por mero juego político, donde no son llamados”. O sea, el comentarista sabe que las vacunas son necesarias, que “más tarde o más temprano” serán incluidas, pero cree que sólo pueden ser aprobadas por quienes se han negado hasta ahora a aprobarlas, a pesar de “su importancia para la población, sobre todo la más carenciada”. «Vergüenza», ¿no fue lo que dijo?

La razón técnica

La pomposa defensa del poder técnico tuvo dos entonaciones, ambas extrañas: que la aprobación de estas vacunas favorece la campaña antivacunas y que es un favor a la industria farmacéutica. Cuesta ver a personas inteligentes a repetir tales frases. La primera es absurda y la segunda falsa, pues si el Estado va a negociar las vacunas con la industria el precio será mucho más barato de lo que cuesta ahora a las familias (sí, muchos niños ya son vacunados, cuando las familias pagan). Por lo tanto, queda el ejercicio del poder técnico, aunque haya varios candidatos, como el bastón de la Orden de los Médicos, para reclamar la palabra final.

Ocurre que, en octubre, la directora general Graça Freitas daba por seguro que la vacuna para la meningitis B debía ser aprobada. Seguía la recomendación de la Sociedad Portuguesa de Pediatría: “La Comisión de Vacunas recomienda (para la meningitis B): vacunación de niños de 2 meses a 2 años”. La misma Sociedad, en el caso de la vacuna contra el rotavirus, “mantiene la recomendación de vacunar a todos los niños sanos”. Y, con relación al HPV, “la Comisión de Vacunas recomienda la administración de la vacuna, a título individual, a los adolescentes del género masculino como forma de prevenir las lesiones asociadas al VPH”. Otros técnicos tienen una opinión diferente y recomiendan la inclusión de una pero no de las tres vacunas a nivel nacional. Hay países con características epidemiológicas próximas a las nuestras con decisiones diferentes. Por eso mismo, la presunción de que existe un parecer técnico incuestionable y unánime es fantasiosa.

Tal vez quien lee estas líneas recuerde lo que sucedió con la hepatitis C. La protesta de un paciente en el Parlamento venció a la oposición de la comisión técnica y el tratamiento pasó a ser coparticipado. Hay días en que el respeto de los pacientes vale más que la opinión del Ministerio de Hacienda, la única razón técnica que manda en Portugal.

Finalmente, las vacunas inauguraron la campaña electoral que, para el partido del Gobierno, se declina en un refrán: las alternativas son de gente sin preparación, lo que es enunciado en varios formatos, desde la incompetencia a la liviandad, desde la sugerencia de corrupción hasta la acusación de facilismo. La ayuda de los técnicos omnipotentes y de los comentaristas indignados sabe bien de esta estrategia. Pero los niños continúan mereciendo la mejor protección en la salud, a pesar de estas voces enojadas.

Nota:

1. Columnista del diario Expresso

catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda, actualmente es Consejero de Estado.

Fuente: Expresso

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