El juego del ahorcado

Por Milagros Aguirre

Con la metáfora del juego del ahorcado se puede ilustrar al Ecuador de hoy (1). Al terminar el 2018 y empezar el 2019, cada paso del gobierno, cada medida tomada, cada decisión, es el trazo de una línea que va acercando al país a la asfixia. Como en el dibujo del juego de adivinanzas que da lugar a este análisis, el garabato quedará suspendido de la horca, pero no solamente por los evidentes problemas económicos y los saldos rojos en las cuentas. También por lo que dejan ver los actores políticos y las élites y algunos grupos intocables que velan por sus intereses, que no están dispuestos a que les afecte ninguna medida y que pueden volver ingobernable el país.

La popularidad y credibilidad del presidente baja sin freno en las encuestas luego de un año sin duda difícil, con problemas en la frontera norte, tachado de traidor por sus antiguos compañeros, con un vicepresidente preso por corrupción (Jorge Glas), otra, destituida e investigada por cobrar diezmos durante su ejercicio como asambleísta (María Alejandra Vicuña), un nuevo acompañante salido de la chistera de un mago (Otto Sonnenholzner); además, con la presentación de una proforma presupuestaria que no parece ajustarse a la realidad y con la eliminación de los subsidios a la gasolina y algunas medidas de ajuste que no acaban de aclararse.

La última medición del año la hizo pública el Centro de Estudios y Datos, CEDATOS, el 20 de diciembre de 2018; el estudio se cerró el 17 del mismo mes: 37.6 por ciento de los entrevistados en el país aprueba la gestión del presidente de la república; mientras que el 54.6 la desaprueba y el 7.8 no sabe o no responde. El 35.8 por ciento sí cree en la palabra del presidente; el 61.3 por ciento no cree en él y el 2.9 por ciento no precisa respuesta.

Parece, sin embargo, que no es la popularidad su problema: en año de elecciones intermedias el partido de gobierno no correrá la carrera. Por lo pronto, piensa que el suyo es un gobierno de transición, pero no ha sabido responder hacia dónde va ese tránsito y sí ha dejado claro que no le interesa permanecer en el cargo más allá de lo que duren sus funciones.

Eso sí, tiene otras cosas con las que lidiar que le deben suponer más de un dolor de cabeza: la frágil situación económica que le forzará a tomar medidas impopulares, las acusaciones de traición y de haberse vendido a los intereses del gran capital y del empresariado, campaña emprendida por parte de sus ex coidearios; la falta de resultados del proceso de diálogo con el que inició su mandato y la exigencia de la ciudadanía de resultados de los anuncios de la lucha contra la corrupción y recuperación de dineros mal habidos.

Economía estrangulada

Desde que el presidente Moreno reveló que “la mesa no ha estado servida”, frase con la que quiso ilustrar la situación económica del país en 2017 y con la que se desmarcó del gobierno del que fue parte, la horca estaba dibujada, presta a colgar ahí al garabato.

Un año más tarde de esas declaraciones poco alentadoras, las cifras son más alarmantes. Un país con 58. 979 millones de dólares de deuda, es decir el 57% del PIB no parece fácil de manejar. O se paga la deuda. O se pagan las cuentas. O ninguna de las dos. En definitiva, el gobierno debe “raspar la olla” para cumplir sus obligaciones porque el gobierno anterior, del que también fue parte, se empapuzó con las rentas llegadas de un barril de petróleo de 100 dólares, engordando al aparato estatal y gastando en elefantes blancos que constan entre las obras emblemáticas de la llamada revolución ciudadana.

La crisis en realidad se empezó a sentir en el 2014, cuando las arcas del estado empezaron a vaciarse. A Moreno, tres años más tarde, le tocaron las migas.

La angustia por los saldos rojos ha llevado a mover el timón de la política económica. Unos dicen que hacia la derecha, siguiendo una nueva receta del satanizado Fondo Monetario Internacional y eliminando progresivamente los subsidios a los combustibles, es decir, tocando al monstruo. Hay que recordar que Correa también estuvo a punto de un acuerdo con el FMI pero este implicaba medidas de ajuste y se venían tiempos electorales. Otros, dicen que el timón no tiene dirección alguna, que las medidas aún son tibias para el tamaño de la crisis. Se sigue emitiendo bonos y consiguiendo préstamos chinos para tapar unos huecos, pero se destapan otros.

Todo indica que la apuesta de la administración Moreno es lograr un acercamiento formal con el FMI para obtener un financiamiento con tasas y plazos mucho más favorables que las conseguidas en los últimos años en los mercados internacionales, además degenerar una mayor confianza internacional hacia el Ecuador. Esto, según los analistas, permitiría ayudar a bajar el riesgo país y abrir nuevas opciones de financiamiento. Con esa receta, Moreno armó su paquete navideño: reducción del subsidio de gasolina, reducción de salarios de funcionarios públicos de nivel jerárquico superior, reducción de contrataciones ocasionales… y, lo que se prevé, pero no se anuncia: un alza del impuesto al valor agregado, IVA, que ya había subido del 12 al 14% luego del terremoto de abril de 2016, pero solo temporalmente, mientras duraba la emergencia.

El acuerdo con el FMI no se pinta, de ninguna manera, como la solución a los problemas económicos del Ecuador, más bien abriría una nueva línea de crédito, con mejores intereses y menos plazos, pero crédito al fin. No es dificil prever lo que suceda luego del acuerdo con el FMI: nuevas medidas de shock y de ajuste que afectarán, como siempre, a los más pobres, que pagarán finalmente la factura de la crisis económica.

Igual que su antecesor, Moreno sigue poniendo las esperanzas de salvar la economía nacional en un nuevo golpe de suerte: que suban los precios del petróleo y que de los pozos Ishpingo, que no se debieran tocar porque están dentro del Parque Nacional Yasuní, broten todos los barriles que se necesitan para sortear la ola de mala suerte que ha tenido el país. En el petróleo y en la minería a gran escala están puestas todas las esperanzas de que mejore la economía.

Con planillas que hay que pagar y con saldos rojos en las cuentas, el gobierno de Moreno empieza otro año contra las cuerdas.

La proforma presupuestaria hecha con optimismo

Varios analistas han visto la propuesta de proforma presupuestaria como irreal, optimista y que no se corresponde a los tiempos de crisis. Varios analistas prevén como única salida, un acuerdo con el FMI, aunque, a primeros meses del 2019, son tímidos en plantear las consecuencias de ese acuerdo.

Un análisis de Jaime Carrera, publicado en el portal 4 Pelagatos, sostiene que la proforma no refleja la realidad ya que en ella se registran como ingresos, dineros que no significan ingresos efectivos a las cuentas estatales, como aquellos de ingresos “por otras concesiones”, que pueden significar números en la contabilidad, pero no en la realidad:

Las buenas intenciones del gobierno, de corregir el desequilibrio fiscal, se desacreditan con números poco creíbles. Lectura que transmite desconfianza en la gestión económica y fiscal, y sólo alienta las expectativas de descontrol fiscal y perpetuación de los costosos desajustes del pasado. Enfrentar con valentía la generación de nuevos ingresos y reducción del gasto corriente, para viabilizar la sostenibilidad fiscal, es un intrínseco deber del gobierno, llamado a no justificar su inacción bajo el fantasma de la ingobernabilidad y, por el contrario, obligado a utilizar una pedagogía adecuada para hacer que la sociedad tome conciencia de que los costosos e imperativos cambios estructurales, son una consecuencia de la irresponsable gestión económica y fiscal de los diez años de populismo (2).

La primera proforma enviada por el gobierno a la asamblea para su aprobación, ponía como valor referencial del petróleo, 58 dólares. Luego de observaciones de la asamblea el ejecutivo hizo cambios y corrigió ese ingreso, con un valor de 50. En ella también arreculó en el recorte que había anunciado a las universidades y que trajo consigo marchas y protestas.

El país de los intocables

La dolarización, que ha cumplido 19 años, parece ser como la anestesia al lastimado, pues, mientras haya dólares circulando, no parece haber conciencia de la crisis. La crisis parece aún una cosa ajena, porque nadie está dispuesto a sacrificar nada para que mejore la situación del país. Nadie está dispuesto a que le toquen los bolsillos. Peor aún, las élites. No hay medida posible pues no hay medida que no salpique o afecte o que no tenga repercusiones en los distintos sectores: de una u otra manera, alguien sale perdiendo, salvo las élites. Porque ellas nunca pierden. Al contrario, los grupos de poder han sabido acomodarse de acuerdo a sus intereses particulares, antes y hoy: grupos que si no viven del Estado quieren que les dé todas las facilidades: trabajo, herramientas de trabajo, contratos, subsidios, favores. Si no lo consiguen, protestan, amenazan, se oponen.

Apenas el gobierno tocó el tema de los subsidios, saltaron los sectores que se consideran afectados. El gobierno de Moreno tocó al monstruo (pues el debate sobre la eliminación de subsidios al combustible ha sido un tema que desde hace veinte años los gobiernos han esquivado). Pero se asustó. Así que puso el embrague y, poco a poco, dio marcha atrás de manera progresiva: como protestaron los taxistas, les ofreció un bono para compensar. Esa medida también causó rechazo: ¿por qué han de darle un bono a un negocio privado que además no ofrece un buen servicio al usuario?

Luego amenazó el transporte pesado, y el gobierno anunció que no se subirá el precio del diésel. Los precios de los combustibles en Ecuador siguen siendo bajos en comparación con otros países (1 dólar 85 galón de gasolina extra y 3, 10 la gasolina super) y, a pesar de algunas medidas, se mantienen las distorsiones. No hay una reforma completa ni hay una receta para salir de las deudas y tampoco hay claridad frente a las condiciones que, aparentemente, pide el Fondo Monetario Internacional para abrir una línea de crédito.

Una de las primeras medidas tomadas por el gobierno fue la remisión de deuda a aquellas empresas que debían dineros por impuestos al Servicio de Rentas Internas. Esas deudas parecían incobrables así que el gobierno optó por cobrar lo mínimo, por eso de “más vale pájaro en mano que ciento volando” pues, al parecer, si no tomaba esa medida, los deudores simplemente no pagarían esos impuestos, o al menos no hasta que lo exija un juez. En definitiva, el gobierno hizo un arreglo extrajudicial con los deudores como último recurso para cobrar sus deudas. Nuevamente, unas élites poco consecuentes, preocupadas solamente por su bolsillo, se beneficiaron de la decisión (3).

Los transportistas esperan subsidio para hacer su trabajo. El gremio exportador de banano no quiere pagar impuestos. Los empleadores saltan por el pírrico aumento de 8 dólares al salario mínimo vital, que, desde el 1 de enero de 2019 es de 394 dólares, mientras los trabajadores muestran su desconsuelo. Los constructores no están de acuerdo con la reducción de la obra pública porque les afecta… incluso proponen la construcción de más elefantes blancos, incluido alguno en El Aromo, donde se supone habría una refinería y que, luego de haber gastado 1.200 millones, solo hay un terreno baldío.

Las universidades públicas tampoco están dispuestas a achicar sus presupuestos y, aunque tengan razón en que la educación y la salud no deben pagar las consecuencias del despilfarro y la corrupción, no se muestran dispuestas a pagar algo menos en su nómina, que es la que se lleva el 85% de los ingresos que recibe del Estado.

En general, la tónica es la misma con todo que se sienta afectado con anuncios: rechazo total a cualquier medida. Acostumbrados a la política del Buen Pedir de los últimos años, todos exigen obras y recursos: desde los Gobiernos Autónomos Descentralizados, GAD, parroquiales, cantonales y provinciales, hasta los empresarios, los trabajadores, los emprendedores, los exportadores, los importadores, los banqueros, los choferes, los artistas, los agricultores, los candidatos y sus múltiples movimientos. Más aún ahora, que en tiempos preelectorales continúan ofreciendo a sus electores grandes obras, sobre todo, de infraestructura.

Hasta mientras, los jubilados y pensionistas ponen velas a los santos para poder cobrar sus pensiones y los trabajadores tiemblan ante la crítica situación del Seguro Social, anunciada por el presidente del Consejo Directivo del IESS, quien reconoció que el Fondo de Pensiones perdió liquidez y que en los últimos años se han desinvertido más de USD 5.000 millones (4).

¿Aprender a decir “no hay…”?

Elsa de Mena, del Observatorio de Política Fiscal, ilustra la coyuntura económica del país. Sostiene, en una entrevista con el diario El Comercio, que el gobierno debe aprender a decir “no hay” y que para salir de la crisis es necesario el concurso de todos los ciudadanos. De alguna manera propone un llamado a un acuerdo nacional.

…la situación es realmente difícil. El Estado necesita ajustes importantes, si quiere salir adelante y si queremos defender la dolarización, como es el sentir de la mayoría de ecuatorianos. Si no se hacen los correctivos, lo que se hace es patear la pelota hacia adelante y no se soluciona el problema. A mí particularmente lo que más me preocupa es que la mayoría de ecuatorianos no está consciente de la situación económica que atraviesa el país. ¿Por qué? Porque al gobierno le ha faltado decir claramente la situación que vive el país. En el sector público no se siente esto y parece que todo está bien. Es como si un padre de familia no transmitiera a sus hijos que hay una crisis y ellos siguen gastando como si nada, y siguen exigiendo sobre todo. ¿Fallas de comunicación o táctica para no mostrar debilidad política? Hay que comunicar que hay una situación difícil. Cuando se envió la proforma (a la asamblea), vinieron, con todo derecho, los pedidos de varios sectores de que ‘a ellos no se les toque’. Y no es así. Es un momento difícil en el que todos tenemos que aportar con algo de sacrificio (5).

En las condiciones actuales, ¿es posible un acuerdo nacional? ¿Van a ceder los distintos actores a las presiones de la crisis económica? No se ve que eso sea posible, en un país tan fragmentado y con tantos intereses particulares contrapuestos. Moreno ha perdido credibilidad o al menos así lo reflejan las encuestas. Ni los pequeños triunfos que exhibe en lo que ha llamado una “cruzada contra la corrupción”, como la devolución de 13 millones de dólares de Tomislav Topic, uno de los casos sonados de lavado de activos vinculados a Odebrecht (6), o el aval del PNUD en la auditoría a cinco megaobras del gobierno anterior (7), levantan su popularidad.

Las críticas al gobierno son variopintas: para la oposición correísta, Lenín Moreno está en alianza abierta con la derecha empresarial y las medidas anunciadas significan el retorno a las políticas neoliberales que tanto daño hicieron al país en tiempos pasados. Es más, la oposición correísta ya ve a Nebot y los socialcristianos moviendo los hilos del Palacio de Carondelet y a Moreno entregado a los brazos del capital y del imperio. También hay matices: hay quienes piensan que está en la ruta correcta, que la receta del FMI es perfectamente aplicable. María Laura Patiño lo explica:

La línea de financiamiento es reducida, pero lo valioso de un programa con el FMI es que abre la puerta a dinero de otros multilaterales, como el Banco Mundial, con tasas mucho más bajas que las de China. El Fondo presta dinero principalmente para fortalecer las reservas de un país, lo que genera confianza de que el dinero de la gente está respaldado. Si el Banco Central recibe unos USD 5.000 millones para cerrar el hueco de liquidez que tiene, dará confianza para que la banca pueda facilitar créditos para la gente y eso va a reactivar la economía. El Fondo es el único organismo que puede prestar ese volumen de recursos para ese propósito. ¿Bajo qué condiciones? Una carta de entendimiento con el FMI es una oferta de lo que Ecuador planea hacer. No es una imposición. El Fondo ha cambiado, ya no es el de los años 80, cuando exigía introducir automáticamente políticas vinculadas al consenso de Washington ajenas a la realidad de los países y donde el gasto social no era una prioridad. A finales de los años 90 se produjo un cambio y se incorporaron programas que contemplaban compensaciones, gasto de educación y salud e incluso subsidios. Pero el FMI procura que sean ayudas directas para la población de bajos ingresos y no subsidios a los combustibles, que son generalizados y benefician a quienes no los necesitan (8).

Tampoco se sabe hasta dónde el presidente y su equipo tienen claro el objetivo que quieren alcanzar y que un acuerdo con el FMI sea su norte. El gobierno se muestra errático y frágil, a la vez que presionado por las deudas. Termina cediendo a cualquier presión porque no quiere conflictos. El tiempo del diálogo ya pasó y aún pareciera querer contentar a todos los actores. Decir “no hay”, de manera tajante, implicará marchas, protestas, un mayor descontento y quién sabe, violencia en las calles y malestar.

Moreno no se deja ver como un líder capaz de sentar a los distintos actores a buscar consensos mínimos necesarios para sortear la crisis. Más bien pareciera quemar tiempo lanzando la bola fuera de la cancha, tapando algunos huecos para los que empeñó un poco más de oro (ya antes hizo Correa eso con la firma Goldman Sachs y fue criticado por ello) (9) para conseguir algo de liquidez. También ha conseguido un nuevo crédito chino de 900 millones que no soluciona en nada pues el país necesita, para este 2019, cerca de 10 mil millones de dólares.

Por supuesto, no es solamente el gobierno el que debe asumirlas. No hay un empresariado ni unas élites dispuestas a asumir un centavo de la crisis ni a pensar en el país que se quiere ni en cómo combatir la pobreza ni en cómo salir del atolladero. No se ha discutido el modelo que se quiere seguir, la institucionalidad que se requiere o el país que se quiere construir. No hay debates de fondo sobre el modelo sino más bien unas élites que se acomodan, que esperan dádivas y subsidios, que reclaman si les tocan y que tampoco protestarán si logran que entre dinero a sus bolsillos, privilegiando sus intereses individuales y acomodando las fichas a la partida que haya que jugar y, si les es posible, acomodando la cancha y las reglas del juego, siempre a su favor.

Lluvia de candidatos

Los movimientos políticos al parecer tampoco dan cara a la crisis. Han puesto tantos candidatos para las elecciones intermedias que se realizarán el 24 de marzo de 2019 que resulta sorprendente. En marzo se eligen 11.069 dignidades entre alcaldes, prefectos y viceprefectos, concejales urbanos, concejales rurales por circunscripción territorial y vocales de juntas parroquiales. Y hay 84 mil candidatos en la contienda. Las elecciones costarán 99,3 millones de dólares en tiempos de austeridad, aunque el pleno del Consejo Nacional Electoral aseguró que las elecciones constarán USD 20,4 millones menos de lo que el anterior Consejo Electoral había presupuestado.

En la contienda participan siete partidos políticos y nueve movimientos a nivel nacional, además de 54 movimientos provinciales más bien de corte populista. Unos nacieron adscritos al oficialista Alianza País en procesos electorales anteriores y otros han nacido creando distancia de los partidos tradicionales, aunque sus candidatos hayan pasado por varios partidos en su vida política. Sobre todo en provincias se puede ver candidatos que han cambiado de camiseta electoral en varias contiendas y que ahora aparecen liderando listas de movimientos que se dicen independientes. Las proliferación de movimientos políticos, alianzas y candidatos y la ausencia ideológica de estos, carentes de estructura partidaria, vuelve confuso el panorama electoral (10). Los financiamientos de esos candidatos y de esos movimientos tampoco son transparentes: frente a la crisis económica tanto candidato con ansia de poder puede ser presa fácil de la corrupción y del narcotráfico.

Las elecciones intermedias de alguna manera paralizan al país. Planes y programas dirigidos a los Gobiernos Autónomos Descentralizados, tanto a nivel parroquial, cantonal y provincial, quedan a la espera de las decisiones que tomen las nuevas autoridades en mayo de 2019. La campaña trastoca la vida, sobre todo de las poblaciones rurales donde los candidatos llegan con múltiples ofertas, apadrinando las fiestas y regalando cosas (desde camisetas hasta herramientas) a cambio de votos.

Ecuador está con saldos rojos. Tiene en su cuenta dos mil y necesita doce mil millones para este año. Además, de una población de diecisiete millones, tiene cinco millones de desempleados y subempleados. La cifra de los pobres gira a cuatro millones.

La soga parece estar ya en el cuello del garabato. Una bomba a punto de estallar. No se ve fácil una salida. La factura la seguirán pagando los más pobres del país.

Notas:

1 El ahorcado (también llamado colgado) es un juego de adivinanzas de lápiz y papel para dos o más jugadores. Un jugador piensa en una palabra, frase u oración y el otro trata de adivinarla según lo que sugiere por letras o números. El que pierde, termina con la soga en el cuello, como en el gráfico que ilustra este texto.

2 Carrera, J. (8 de 11 de 2018). 4 pelagatos. Recuperado el 16 de 1 de 2019, de www.4pelagatos.com: https://4pelagatos.com/2018/11/08/presupuesto-2019-la-sostenibilidad-fiscal-es-una-quimera/

3 Ver el Informe de Coyuntura del CEP correspondiente al mes de julio de 2018.

4 El Comercio. (11 de 1 de 2019). www.elcomercio.com. Recuperado el 18 de 1 de 2019, de El Comercio: https://www.elcomercio.com/actualidad/crisis-iess-pensiones-salud-dialogo.html.

5 El Comercio. (6 de 1 de 2019). El Comercio. Recuperado el 16 de 1 de 2019, de www.elcomercio.com:

https://www.elcomercio/app_public.php/actualidad/elsa-mena-ecuatorianos-conscientes-crisis.html

6 El caso está vinculado a la trama de Odebrecht. La empresa Telconet, de propiedad de Topic, habría recibido dinero del tío del ex Vicepresidente Glass. El caso está en investigación.

7 Tres empresas, bajo la supervisión del PNUD, hicieron una auditoría a megaobras del gobierno de Correa (Refinería del Pacífico, Refinería de Esmeraldas… ) los resultados arrojaron que esas obras tuvieron 2.500 millones de dólares de sobreprecios.

8 El Comercio. (Ed.). (13 de 1 de 2019). El Comercio. (M. Orozco, Productor) Recuperado el 15 de 1 de 2019, de www.elcomercio.com: https://www.elcomercio.com/actualidad/laura-patino-beneficio-fmi-entrevista.html

9 https://www.libremercado.com/2014-06-14/ecuador-presta-a-goldman-sachs-la-mitad-de-su-oro-1276521219/

10 En la lista de movimientos provinciales es casi imposible identificar si responden a la izquierda, a la derecha o al centro o a ninguna tendencia. Figuran movimientos creados a partir de la coyuntura, sin historial político alguno. Movimiento creando oportunidades, Movimiento de Integración Obras son Amores, Movimiento Sociedad Incluyente Activa, responsable e Innovadora, Movimiento Libertad y Cambio, Movimiento Social Conservador, Movimiento del Pueblo, Movimiento Sur Unido Regional… son algunos de los nombres que llevan estos movimientos.

Fuente: Comité Ecuménico de Proyectos

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