Por Julián Reingold(*)
- Vaca Muerta reaparece en el discurso oficial como promesa de desarrollo y luz al final del túnel de la crisis, justo antes de las elecciones. Maristela Svampa nos ayuda a comprender la historia detrás del relato que evoca la leyenda de El Dorado.
La historia de El Dorado nace en el siglo XVI entre conquistadores que se desvelaron durante prácticamente tres siglos en la búsqueda de una ciudad lejana donde, según la leyenda, abundaba el oro. Vaca Muerta reaparece en el discurso oficial como promesa de desarrollo y luz al final del túnel de la crisis, justo antes de las elecciones. Para reconstruir este breve racconto de la actualidad en torno a Vaca Muerta, los subsidios a los combustibles fósiles y la crisis de la industria hidrocarburífera a nivel regional, contamos con la opinión de la socióloga e investigadora Maristella Svampa.
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En año electoral, diversos analistas coinciden en que el oficialismo intentará mover el eje del debate de la economía a la seguridad, sumado a un contexto de apagones y tarifazos en el que la política energética se vuelve una cuestión que, parafraseando a Nieztche, nos lleva a un “eterno retorno de lo idéntico”. A pesar de que el primer mandatario argentino en 2013 criticó públicamente la interrupción del servicio de electricidad en las redes sociales, afirmando que “estos cortes son el símbolo del fracaso de la política energética nacional”, la situación parece no solo no haber mejorado en su gobierno sino más bien todo lo contrario.
Vaca Muerta a la enésima potencia, esa es la consigna. Vaca Sagrada que no se toca ni cuestiona. Hasta en el reciente encuentro con Modi durante su visita oficial a la India, el presidente Macri le pidió a su par indio que invierta en el yacimiento de gas no convencional cuyo nombre, traducido literalmente, no podría generar sino malestar cultural en la comunidad hinduista del gigante sudasiático.
Raúl Dellatorre publicó hace unas semanas en Página 12 una nota donde se menciona que “el problema secreto del fracking [es que] los pozos de petróleo no producen tanto como estaba previsto”. ¿Esta afirmación pone en jaque al relato eldoradista con el que se había promocionado la explotación del yacimiento? ¿El hecho de que un medio como Página 12 publique una crítica de este tipo puede verse como un giro en la narrativa del consenso de los commodities que tanto se había defendido durante el gobierno anterior?
Consultada por este tema, la filósofa y doctora en Sociología, Maristella Svampa, que sostiene hace tiempo una de las miradas más críticas sobre el extractivismo en América Latina, nos comenta:
“No creo que el sector más economicista y productivista del kirchnerismo esté reviendo su narrativa eldoradista. Están tomando nota de que en Vaca Muerta los números no cierran y los beneficios no son los que ellos imaginaban. Pero se trata de un cuestionamiento parcial, de índole económico, mucho más de cara a los cuantiosos subsidios del gobierno al sector de las petroleras. No veo que haya un cuestionamiento a la visión hegemónica del desarrollo ni, sobre todo, a los impactos que el neoextractivismo conlleva en América Latina, como tampoco lo hay en aquellos sectores del progresismo kirchnerista que están pensando el rol de las energías renovables, y que no cuestionan los combustibles fósiles y la dinámica del neoextractivismo. No buscan mirar la otra cara de la luna. Me da la impresión de que el consenso de los commodities sigue siendo un punto ciego.”
Recientemente un polémico artículo de Horacio Verbitsky reabrió el debate energético de cara a las elecciones. En su respuesta, Svampa menciona que el modelo macrista acentúa la vía de la dependencia tecnológica ya que:
“La exitosa instalación de las energías renovables […] viene a confirmar la consolidación de un modelo privatista y extranjerizado, que no sólo se debe a la presencia -inevitable- de actores globales sino también a la importación de los componentes clave […] que lejos están de favorecer la equiparación tecnológica o la fórmula made in Argentina.”
En un entrevista con la revista Zoom, abordó un tema relacionado con la justicia climática al señalar que la fractura hidráulica simboliza el afán de los sectores hegemónicos por negarse a discutir la transición energética. La utilización de paneles solares requiere de litio, y “el gran riesgo es que el litio se explote y […] que estemos financiando la transición energética a las grandes potencias”.
Los países más desarrollados ya están investigando alternativas al litio, pero mientras tanto se agudiza un nuevo extractivismo muy similar al de la minería a cielo abierto. El Dorado se mueve de la Patagonia a territorios como a Jujuy. Un siglo atrás, vendíamos lana a Gran Bretaña para comprarle sweaters. Hoy reemplazamos la exportación de lana por litio, y la importación de sweaters por paneles solares.
Cuando le preguntamos por la posibilidad de pensar en un esquema de autonomía energética relativa sin una industria nacional en la periferia del capitalismo, Svampa, cuya trayectoria de investigación sobre el sistema público ha producido textos tan filosos como El populismo imposible y sus actores, La sociedad excluyente y más recientemente Chacra 51, nos explicó que:
“Como afirmamos con Pablo Bertinat, no hay un único camino. El desarrollo de las fuentes renovables puede ser un sendero dominado por empresas transnacionales o puede ser parte del desarrollo local. Esto no es un atributo de la fuente sino una decisión de política. Recordemos que, en la historia reciente, ninguna fuente energética logró instalarse sin una ingente decisión de los Estados asociados por desarrollarla. Es el ejemplo en nuestro país con la creación de YPF y el desarrollo de capacidades tecnológicas asociadas que permitieron que los fósiles contaminantes ocupen el lugar que tienen en el día de hoy. Probablemente en su momento fue una decisión acertada. Eran otros tiempos, pero el futuro no son los fósiles, que son claramente insostenibles por razones múltiples -económicas, ambientales, territoriales, sociosanitarias, en fin, sistémicas-. Por ello es necesario pensar en otro sendero energético, lo cual requiere de una decisión política e involucra el rol del estado.”
Así como El Dorado de la leyenda se desvaneció con el tiempo, nuevos Dorados fueron surgiendo, en nuestro país particularmente con la Conquista del desierto: genocidio indígena, expropiación de tierras y neocolonialismo. Es hora de que la prosperidad deje de ser relato y fantasía para unos pocos, y como sociedad despertemos de la pesadilla ambiental y económica en la que nos encontramos.
Teniendo en cuenta que la Argentina no fue uno de los principales contribuyentes al cambio climático, ¿no es hora de que nuestros gobernantes cuestionen el statu quo del tablero geopolítico mundial y planteen alternativas de desarrollo tales como el gran salto adelante realizado por China, pero concentrado en las renovables, o un Plan Marshall para el Sur Global que facilite el financiamiento para evitar la crisis definitiva del Antropoceno?
Ante la escalada del conflicto en Venezuela, Pablo Stefanoni twiteó recientemente: “Algún día se escribirá la historia del daño que el madurismo tardío ha causado a la izquierda/progresismo/nac-pop latinoam. Pero ya podemos verlo. Fue el propio gobierno bolivariano el que fue cerrando la vía para poder defenderlo en el espacio público y salir vivo en el intento”. Esto nos lleva a debatir: ¿podemos ver el caso de una petrocracia fallida como Venezuela para pensar la dependencia de los commodities en Sudamérica? ¿Cuáles son las lecciones para los progresismos por venir?
Estos y otros interrogantes deberán ser abordados de manera abierta y democrática entre la clase política que actualmente dirige el Estado, la oposición, los investigadores, y por supuesto, también la ciudadanía. Idealmente, antes de que elijamos un nuevo gobierno para que, en lugar de prometernos revoluciones de alegría o campos de oro, más bien nos acerque a la senda del desarrollo sustentable.
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