Nos cansamos del acoso

Me levanto en las mañanas; es un maravilloso día soleado en Quito, hace un clima raramente perfecto para la ciudad que creí se parecería más a Bogotá. Bajo este clima pienso que ropa ponerme y primera opción siempre es vestido, porque se siente tan fresco y es muy bueno para un día radiante.

 

Salgo a la calle hacer mis respectivas diligencias, o a ir a clase, comprar frutas, o ir a leer en un parque. No importa mucho que salga hacer. Estoy en la calle. Los comentarios no se hacen esperar por algunas de las calles las miradas y palabras que salen de la boca de esos hombres odiados en ese momento desde lo más profundo de mi ser.

 

El acoso sexual callejero me y nos aqueja cotidianamente es la práctica más absurda e incomprensible para mi, siempre pienso en mi cabeza “me gusta cuando callas porque … [no existes macho]”. Es difícil ese sentimiento la primera vez que recuerdo que fui violentada en la calle fue a mis 12 o 13 años, era un 31 de diciembre e iba con mi abuela para la iglesia; en ese momento pasó un hombre en bicicleta y me agarro las tetas, me dió tanto miedo y solo me puse a llorar de manera incontrolable, pero para colmó mi abuela justificó al agresor diciendome que porque me pongo ese tipo de camisas, que no puedo salir así a la calle.

 

¿Por qué debo elegir que ponerme de acuerdo a los acosadores? Es la pregunta que siempre me agobia desde ese momento, en los primeros años de adolescencia y juventud ante los acosos lanzados mi única reacción era el silencio, de ahí pasaba al miedo y luego la rabia. Pero hace aproximadamente tres años el silencio para mi ya no fue una opción, a cada palabra lanzada hay una respuesta de mi parte “Me das asco” “¿Es qué no se puede quedar callado?” “Nunca ha visto una mujer con vestido”.

 

La sensación de miedo nunca se ha ido, la sensación sigue ahí después de que me libero con estas palabras la reacción de estos hombres inmediatamente es “Estas loca” “Que le pasa a esta” “Loca” “Qué me dices” “Muy bravita” o hasta hacerse como que la cosa no es con él. A estos hombres no les da ni verguenza, ni creen que su práctica sea mala. Desde su visión está más mal que una mujer les responda y no que “mejor calle porque está como ausente”.

Lo preocupante del asunto es la red de apoyo que esperamos encontrar en la calle cuando nos sucede algo como esto así lo relató Valentina Calderón en un post de facebook “Salí indignada del lugar, pero lo que más me indigna de todo esto que el banco estaba lleno y nadie dijo absolutamente nada, todos me escucharon, todos me vieron pero nadie dijo nada. Tampoco hicieron nada los trabajadores de Banco Pichincha, mucho menos su “seguridad”” . Las personas ante este tipo de situación no hacen nada o muchas veces se ponen de lado del agresor asegurando que una está loca o que es una histérica.

 

Ante este panorama el Observatorio Contra el Acoso Callejero da algunos consejos para actuar frente al acoso sexual callejero en el momento que ocurre la agresión que han denominado como exigir respeto y sacar la voz:

  • Responde siempre que el entorno sea seguro y el agresor no amenace tu integridad física. (De lo contrario, puedes pedir ayuda a otras personas o a la autoridad)
  • No uses agresividad ni groserías, pueden hacer que el acosador adquiera un comportamiento más agresivo o que sea más difícil que entienda el mensaje que estás dándole.
  • Intenta que tus respuestas sean asertivas, claras y potentes. Tendrán un resultado desconcertante y muy efectivo.
  • Adopta una postura segura, míralo a los ojos y habla fuerte y claro. Proyecta confianza, seriedad y calma, aunque no las sientas.
  • Si insiste en su acoso, te amenaza o se burla, repite tu afirmación o sigue caminando, no sigas su juego.

Además de ello sugieren compartir con amigos y familiares y posterior a ello denunciar si es posible recoger la mayor cantidad de pruebas posibles (fotografías, vídeos e imágenes).

Acoso sexual callejero en Quito

En la ciudad de Quito se implementó una estrategia para la denuncia del acoso sexual llamada “Bajale al Acoso” posterior a 22 de meses de creada la aplicación se han presentado 2700 denuncias de usuarias del transporte público de Quito. Además según El Universo de un aproximado de 64 casos judicializados y 17 condenas de prisión desde los doce meses de cárcel hasta la más grave de nueve años por el acoso a una menor de nueve años.

Por otra parte según la plataforma Más Información Menos Violencia entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2018, hubo 88 casos de feminicidios, cada 3 días una mujer es asesinada en el Ecuador.

Las cifras son alarmantes y es claro que no solo una estrategia logrará disminuir el acoso sexual callejero, deben ser múltiples estrategias, programas, para que la mujeres y niñas podamos hacer de la calle un lugar seguro para nosotras.

Acerca de Pato Marinera 15 Articles
Socióloga, periodista popular y fotográfa empiríca. Escribe para distintos portales de contrainformación de Nuestramérica.

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