Por Sergio A. Poveda
Para los perezosos: La crónica detalla la discreción de Jorge Yunda, un media star y político, tras las elecciones seccionales que le abren las puertas del municipio quiteño; pero, su administración se dificulta, pues, Compromiso Social es mayoría en el Concejo. Su “triunfo pírrico” tiene un remedio planteado por el politólogo Pablo Andrade, quien prevé un conflicto de “instintos depredadores del alcalde y los concejales electos”. Las maniobras de Yunda para convertirse en un excelente gestor del DMQ deben ser rápidas -antes de su posesión el 14 de mayo- y tendrán un precio alto.
“Comején, ay comején, ¡ey! Vuelve a mi lado, ¡ey! Vuelve a mi lado, ¡ey!”, canta la Orquesta Academia, pero enseguida desocupa el escenario montado sobre la Calle Polonia. La fiesta de Paco Moncayo, candidato a la Alcaldía de Quito, se termina. Quince policías rodean a los organizadores de la ID. Cortés y elocuente, Andrea Jiménez, comisaria del distrito Eugenio Espejo, explica: “estamos verificando que se cumpla la Ley Seca y el silencio electoral; en su caso no poseen el permiso de la Intendencia para realizar este concierto en el espacio público”. Wilma Andrade, presidenta nacional de ID, cuyos ojos están a punto de saltar, pide un argumento de nuevo. Lo recibe. Ve fijamente a su celular, hace llamadas. “Esto es una mala señal” -murmura alguien. Los chalequitos fosforescentes de los policías alumbran con más potencia que los postes de luz a los que se traga la noche. Resignados, los simpatizantes de Moncayo ingresan a la sede. Tienen un semblante victorioso, no obstante. Y reanudan el festejo con caporales bolivianos que un hombre danza, solo, con peculiar elegancia al pie del edificio. A las 9 pm, hilos de la Luna metálica y borrosa cruzan la niebla y se pierden en la negrura del Pichincha.
Por un cuadradito abierto al costado de la puerta gris de Petroecuador, asoma los ojos el conserje y se lamenta: De gana les interrumpen. Se pegaron los merengues duros.
A oscuras, voy hacia el norte por la Avenida Nueve de Octubre. Estelas de neón envuelven a varias siluetas femeninas. Un Ford negro se parquea a la sombra de un árbol, da retro, avanza dos metros, se detiene y repite esos movimientos. Una mujer alta, de repente, sale disparada en dirección a la Amazonas. Luego una caravana de carros se acerca hacia mi punto. Diviso a un hombre que surfea en el techo del primer auto. ¿Mad Max? Noto que es Jorge Yunda, en versión muñeco de cartón, cruzado de brazos, con el pelo negro engominado, de traje ejecutivo y sonríe -con la boca entreabierta-, no parece una sonrisa fingida, más bien es espontánea, amistosa. Tiene la complicidad de los niños que saludan solo alzando la cabeza. Curiosa propaganda. Se me ríen los choferes. En el cristal de una tienda me veo patojear: parezco uno de esos zombis de “Thriller” paseando por las veredas. Hay música a la intemperie: ladridos lejanos, sonidos metálicos y puertas que se cierran. El suave golpe de las gotas de lluvia sobre los capós marca el compás de ese rock nocturno. Amarillo y de manchas negras es el perro que ahora se detiene, intrépido, entre la Avenida Orellana y Nueve de Octubre; los autos frenan. El can desaparece a través de un montón de carros estacionados afuera de la sede de Yunda (1965), candidato de Unión Ecuatoriana. Esa casa de tres pisos tiene, esta noche, una pinta discreta y apagada en comparación a la de ID. Cinco personas forman un círculo en las gradas. Fuman. Garabatos de humo rompen la atmósfera fría y pasiva de esta calle solitaria. “Regalen un tabaquito” -suplica una mujer estirando la mano. Aquí ¿no van a poner música? –pregunto.
Hay que esperar a los resultados. –Responden los seguidores de Yunda.
Dan las 5 pm y las puertas de los recintos de votación se cierran en el Ecuador para que el CNE cuente los votos. Los ecuatorianos pusieron su confianza, esperanzas y hasta sus mejores chistes –como nos enteraremos después– en esas papeletas. CNE prometió entregar los resultados a las 8 pm en su sitio Web. En Quito, las manzanas acarameladas, los corviches y la fritada adornaron esta fiesta electoral, al son de “Preste la papeleta, le emplastico” o “Acá le emplasticamos mejor, venga” –frases que ya son un referente de la democracia–, y el rumor de la lluvia gris.
Aún no se saben los resultados. La Web del CNE está más congelada que un iglú. Las encuestas de Market informaron que, en este orden, Paco Moncayo, Luisa Maldonado (Compromiso Social) y Jorge Yunda (Unión Ecuatoriana) lideraban las intenciones de voto a la Alcaldía en la capital. El candidato Yunda no aparece en su sede. Luces verdes de los módems se contonean en las ventanas de las tiendas. El bufido eterno de un transformador, con el que se construye el Metro calle abajo, se impone.
“¡Gracias Quito! Desde mañana ya podré servir a la ciudad”, dice Yunda, moviendo los brazos con soltura, sonriendo y achinándose, mediante un video en su cuenta de Facebook. ¿Por qué no se cumplieron los pronósticos de las encuestas? ¿Por un cisne negro? ¿Encontrará ID alguna cabeza capaz de rellenar la profunda fisura de liderazgo que ostenta en la capital? Entretanto, la web del CNE no cumple su patriótica tarea y sigue colgada.
“¿No será de tomar un traguito?” y “¡Sí al aborto!”, son algunos de los escritos más comunes que los votantes dejaron en las papeletas. Por otro lado, como si hubiesen visto un poltergeist, cientos de usuarios de redes sociales, horrorizados por el triunfo de Yunda, bombardean de mensajes y contenidos que revelan los matices de su indignación; pero en su mayoría caen en el terrorismo verbal y dejan al descubierto algo preocupante: que bajo su piel se sacude un réptil intolerante, una fiera orgullosa y lista para despedazar a dentelladas a todo lo que se mueva en el Sur. Ante ese tipo de mentes que nos rodean, cómo no vamos a darle crédito a aquel grafiti apocalíptico: “Cuando me suicido, despierto en Quito”.
Sin embargo, que la capital tenga a Yunda como su flamante burgomaestre, ¿sorprende? ¿De veras? ¿Será que el azar cayó a su favor? Entonces, diseccionemos a esa esquiva rana del azar.
Primero, el quid de su campaña -razonada, autocontrolada y cordial- se basó en hacernos olvidar que él es un político. Se reunió, por ejemplo, con el Youtuber Kike Jav, a quien le enseñó los trucos del ecuavóley más las frases típicas de ese juego. (El video alcanzó 500 mil vistas.) Sobre este aspecto, de manos entrecruzadas bajo el mentón, Pablo Andrade, docente de la UASB, dice “Yunda es un media darling, una celebridad” que usa su carisma, y, de hecho, “AP, cuando era una maquinaria electoral, lo reclutó”. Su campaña, asimismo, desarrolló mensajes para las redes sociales, siguiendo las tácticas de comunicación digital de candidatos estadounidenses (“Panas de Jorge Yunda” es una página parecida a “Students for Obama”, o “Quito grande otra vez” emula al eslogan de Donald Trump). “Ser un media star sí atrapa votos, pero no es suficiente para hacer política”, subraya Andrade alzando, al mismo tiempo, las cejas y los dedos índices.
Segundo, los mensajes de Yunda, también, fusionaron humor, propuestas ambiciosas y respeto: “Estimada Gisella” o “Estimado Luis”, fue como trató a los periodistas que -despojados de su lado figureti– lo entrevistaron con la inclemencia de un control aeroportuario. Al final, con el 21, 39% Yunda ganó, seguido de Luisa Maldonado –18,42%– (lo cual demuestra que el correísmo no está muerto). Y Moncayo –17,78%– ocupó el honroso tercer puesto.
Entre todo esto, ¿qué pasó con la derecha? César Montúfar –16,93%–, académico que enfrentó a la red de corrupción orquestada por Jorge Glass, tenía potencial, quedó cuarto. Sus adversarios (Solines –4,41%–, Holguín –6,86%–) de la misma corriente desplegaron una estrategia que esta salsa ilustra muy bien: “Zongo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le dio a Muchilanga…” Se atacaron, aferrados a su autosuficiencia ciega, minando su capacidad electoral. Y, aunque estuvieron divididos al inicio, el colorido diagrama de barras de los candidatos perdedores los reunió al final. ¿No asimilaron aquella lección de las últimas elecciones presidenciales? ¡A los candidatos poco conocidos, sin una alianza, les espera un knockout lindo!
Evidentemente, la mala jugada de los competidores de la derecha le abrió a Yunda las puertas del municipio. Tampoco le afectó la resistencia de un amplio espectro de la ciudadanía, pues aseguró su núcleo electoral en los sectores populares de la capital.
Al momento, Yunda continúa su estrategia de conciliación: tomó con humor a los haters, formó un equipo consultivo de exalcaldes, por medio de una carta convocó a la gente de Quito a trabajar en armonía, y, recién, saludó a 13 concejales mientras sorbían botellas de agua. Estos movimientos pueden tonificar su simpatía. Sin embargo, el suyo fue “un triunfo… ¡Pírrico!”, enfatiza, con tono ominoso, el politólogo Andrade. “¿Gobernar sin concejales? ¡¿Cómo?”! El Concejo Metropolitano está compuesto por 21 ediles (9 de Compromiso Social, 4 por ID, 3 por Unión Ecuatoriana, Concertación, también, 3, y, Creo cierra con 2). O sea, CS ostenta el poder en el Concejo. Por eso, Andrade arma dos escenarios: “Uno: de equilibrar esas condiciones, Yunda podría hacer una administración excelente; a la larga, convertirse en presidenciable”, y, “Dos: es muy probable que realice una pésima alcaldía: carece de planes políticos y de un buen equipo” –lo último tiene cura.
Imaginemos una cabeza brillosa, la de Yunda, cruzamos esa cabellera oscura hasta internarnos en su masa gris. Como una gelatina de un pálido rosa se ondulan los conductos del córtex mientras inventan respuestas indirectas. El músculo da chispas cuando engendra pensamientos, tiembla ante la explosión de cadenas de imágenes (el poder como una cinta de embalaje que no se adhiere a sus manos, concejales murmurando, periodistas insinuando que es un testaferro, la cancha de ecuavóley, memes en su contra, el bajo presupuesto del Municipio, él subiendo una escalera, etc), y la ansiedad se evapora ante las olas de optimismo. No debe ser fácil pensar como un político. ¿Entonces cómo Yunda puede ejercer el poder en primera línea?
“Debe hallar una fórmula para partir a los concejales de CS, lo cual implica que deba aliarse con tres concejales de otros bloques; también, funcionaría aliarse con los concejales de CS”. De todos modos, esta última vía es menos recomendable: “si los instintos depredadores tanto de Yunda como de los concejales son similares u opuestos, habrá conflicto”. Un ejemplo práctico, para nivelar esa disparidad de poder, es que el burgomaestre “ubique a gente que no pertenece a CS en oficinas importantes”.
¿Podrá Yunda usar sus dotes de media star para maniobrar políticamente, con la mente de un zorro, y maquinar una estrategia efectiva que le permita gobernar de cara a un Concejo, aparentemente, inaccesible?, ¿tendrá la contundencia para debilitar a sus opositores y tejer lealtades permanentes?, ¿cuál es su fórmula? ¿Logrará transformar el triunfo pírrico en un triunfo positivo antes del 14 de mayo, día de su posesión? ¿Podrá convertirse en un político que, como planteaba Aristóteles, hace amigos de numerosos ojos, oídos, manos y piernas que le ayudan a cristalizar su plan? ¿Será un alcalde excelente que engrandezca al DMQ, o su administración pasará por la ciudad como una planta rodadora, imperceptible y sin luz? ¿Haga lo que haga, cuál será el costo de sus decisiones?
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