Por Napoleón Saltos
La esencia de la política es la manifestación del disenso, en tanto presencia de dos mundos en uno.
(Ranciére 2010)
El tema Assange se ha convertido en una cuestión de desacuerdo. Participo en varios grupos de redes sociales, wasap, Facebook, y veo que no hay acuerdo ni siquiera entre los próximos. Para unos, Assange es el héroe de la transparencia en la información y la víctima de la persecución del imperialismo norteamericano y de la traición de Lenin Moreno. Para otros, Lenin Moreno y su Ministro de Relaciones Exteriores han actuado en base al ejercicio de la soberanía nacional y han puesto fin a un problema que desgastaba al país. Finalmente, algunas próximas señalan que el tema de Assange es un distractor ante temas fundamentales, empezando por la indiferencia ante la sucesión de casos sobre la violencia contra las mujeres, los niños y las niñas, y las negociaciones con el FMI.
Cuando se dan estas situaciones, me pregunto, dónde está la verdad, cuál es el juicio justo. Y entonces busco acudir a dos rutas de salida: la defensa de los principios, y los argumentos y análisis más allá del tiempo inmediato, de la coyuntura, para tratar de ver los temas de fondo en el tiempo más a mediano y largo plazo. El tiempo pone en perspectiva los hechos que ahora nos parecen decisivos. Aquí voy a recoger y ampliar algunos argumentos que he presentado en medio del debate en redes.
Una cuestión de principios
El derecho al asilo político se refiere a la defensa de la vida del perseguido por el poder, por tanto, es un derecho fundamental.
Artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Atrás de esta evidencia y este consenso, empieza el problema. No sólo por la ambigüedad o la salvedad del texto ante “una acción judicial realmente originada por delitos comunes”, que deja nuevamente abierta puerta, o la grieta, para que el poder defina las condiciones del asilo.
Como dice Marx sobre la naturaleza del derecho moderno (burgués), “cada una de estas libertades es proclamada como el derecho absoluto del ciudadano francés, pero con un comentario adicional de que estas libertades son ilimitadas en tanto en cuanto no son limitadas por los ‘derechos iguales de otros y por la seguridad pública’, o bien por ‘leyes’ llamadas a armonizar estas libertades individuales entre sí y con la seguridad pública (…) Cada artículo de la Constitución contiene, en efecto, su propia antítesis, su propia cámara alta y su propia cámara baja. En la frase general, la libertad; en el comentario adicional, la anulación de la libertad. Por tanto, mientras se respetase el nombre de la libertad y sólo se impidiese su aplicación real y efectiva —por la vía legal se entiende—, la existencia constitucional de la libertad permanecía íntegra, intacta, por mucho que se asesinase su existencia común y corriente.” (Marx 2003, 24)
En ese juego, la norma queda sujeta a los designios del poder y se inicia la casuística de los argumentos sobre el perseguido político o el delincuente juzgado.
Sino, también, por el contenido del poder/política moderna, convertidos en biopoder/biopolítica, en el paso-superposición desde el poder como soberanía, que se caracteriza por el derecho “de hacer vivir o dejar morir” (Foucault 1998, 164), en donde la muerte es el referente, un derecho ejercido por el soberano en la medida en que es quien decide sobre la vida o la muerte de los súbditos; a una forma de poder de “hacer vivir y dejar morir” (Foucault 1992, 9), en donde “la vida pasa a ocupar el lugar central y la muerte, escapando al poder soberano, se resguarda en el ámbito más privado del individuo” (Berrío 2010, 13). La vigilancia sobre la vida de los cuerpos y los procesos biológicos, de los individuos, y en una vuelta de tuerca, en los tiempos postmodernos, el control de los cuerpos y la vida de las multitudes, se convierten en el objeto de la política y de la acción del Estado.
En esta última forma, la “nuda vida” es el objeto de la política de un nuevo Leviatán, del “Estado de seguridad” (Agamben 2004). El individuo-ciudadano ya no está en la puerta del templo de la ley de un Estado burocrático, como en el relato kafkiano, sino que termina devorado por el poder autoritario que modifica la ley desde su mirada, está en las redes de una Mátrix que disuelve la libertad en la seguridad. La nuda vida juega en el borde de la inclusión por exclusión, reconoce al otro en cuanto niega las condiciones del derecho, del vivir bien, empezando por la negación de la palabra, el lenguaje, que es lo que diferencia al ser humano, una vida cualificada políticamente (bios), de la vida común a todos los seres vivos (zoe). (Agamben 2003, 16)
La razón de seguridad se superpone a la razón de Estado; y con ello, el nuevo Leviatán no puede ser mirado. La política se seguriza, los ciudadanos caen bajo sospecha, no pueden hablar, la “politics” es suplantada por la “policy” (Ranciére 2010). Los que tienen capacidad de hablar, de lenguaje y no sólo de emitir sonidos, es decir, los que actúan, transparentan, develan los secretos de Estado y la información sobre los manejos del poder, se convierten en una amenaza para la seguridad; tienen que ser reducidos al orden y la disciplina, colocándoles en bando, fuera de las posibilidades de la vida políticamente cualificada. “El que ha sido puesto en bando no queda sencillamente fuera de la ley ni es indiferente a ésta, sino que es abandonado por ella, es decir, queda expuesto y en peligro en el umbral en que vida y derecho, exterior e interior se confunden. De él no puede decirse literalmente si está dentro o fuera del orden jurídico.” (Agamben 2003, 43)
En este espacio de inclusión por exclusión es donde funciona la biopolítica como la estrategia del Estado de seguridad. Allí es donde se mueve la disputa entre el poder de control y la defensa de la vida política. Es el borde del reconocimiento de la humanidad del otro. Por tanto, no es el problema del derecho de un individuo, sino la condición del derecho a vivir bien de la humanidad.
No se trata, en principio, del derecho de un individuo, Assange o Chelsea Manning, o en otro plano, la activista yazidí Nadia Murad, en lo internacional, de Fernando Villavicencio o Cléver Jiménez o Carlos Figueroa, en lo nacional; sino del reconocimiento del límite de la política, de la frontera no solo entre democracia y autoritarismo, sino del reconocimiento de la humanidad del otro, el reconocimiento del derecho a los derechos “humanos”.
Parafraseando la cita atribuida a Voltaire (y que más bien perteneció a Evelyn Beatrice Hall, su biógrafa), ‘Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo’, podemos establecer una primera conclusión, “No estoy de acuerdo con todo lo que dice Assange, pero defenderé su derecho al asilo político, para proteger su derecho a hablar”.
Los dos Assange
Los derechos no son una esencia, sino una relación que se construye. En este espacio de disputa del derecho a hablar sobre las estrategias ocultas del poder surge la figura de Julián Assange, a la cabeza de Wikileaks. Enfrenta al poder en las redes virtuales. Devela los crímenes de Estados autoritarios y de empresas transnacionales. En 2007 develó las torturas de los condenados en Guantánamo. En 2010 publicó 400 mil reportes sobre las noticias secretas de las guerras en Afganistán e Irak. En 2010 publicó millones de cables de altos diplomáticos norteamericanos. En 2010 publicó un video titulado Asesinato colateral que muestra como soldados norteamericanos disparan contra civiles en Bagdad, incluido un periodista de Reuters. Aunque allí el héroe/heroína fue el/la soldado Chelsea Manning que entregó el secreto, y luego sufrió tortura y cárcel en Estados Unidos. Entre 2011 y 2013 filtró más de 5 millones de correos de la empresa privada de inteligencia Stratfor, donde se muestra el espionaje de la NSA y el enlace con ONGs de pantalla con el espionaje y la represión de los gobiernos de Estados Unidos. Desde 2006, publicó las maniobras de varias empresas transnacionales, como Trafigura, Sony, el Banco Suizo Julius Bar Group.
Julián Assange emerge como un referente de la lucha por la transparencia de la información ante el poder. Se torna en una amenaza contra la seguridad del Estado norteamericano.
A partir de agosto de 2010 se inicia un proceso ante la justicia sueca por acusaciones de violación contra dos mujeres que termina en órdenes de detención y luego de extradición desde Londres, a donde se había desplazado Assange.
El 19 de junio de 2012, Assange se refugia en la Embajada de Ecuador en Londres, argumentando que hay peligro de extradición a Estados Unidos, donde hay pena de muerte. La justificación del Canciller Patiño para conceder el asilo a Assange fue “Que existen serios indicios de retaliación por parte del país o los países que produjeron la información divulgada por el señor Assange, represalia que puede poner en riesgo su seguridad, integridad, e incluso su vida.”
La justicia norteamericana demanda la extradición de Julián Assange, acusado de atentar contra la seguridad nacional, en particular, de haber colaborado con Chelsea Manning para obtener información reservada del Departamento de Estado y luego tratar de protegerla ante las posibles represalias.
El ingreso a la embajada de Ecuador en Londres es el momento genealógico del paso al otro Assange, atravesado por los juegos geopolíticos entre Estados Unidos y Rusia. La naturaleza de la información se transforma, pues empieza a ser orientada de acuerdo a los intereses en disputa. El asilo político, de derecho de protección de la vida del perseguido, se transforma en el espectáculo de la batalla política global.
El Gobierno de Correa refuerza esta orientación, sin asumir el alcance de una decisión que se mueve en el marco de la gran política mundial, sin que el país cuente con la fuerza necesaria para enfrentar las presiones de uno y otro lado. La fuerza de la verdad se diluye en las maniobras del espectáculo y del alineamiento con uno de los bandos.
La verdad y los principios no existen a medias. La instrumentalidad de los discursos del Gobierno de Rafael Correa sobre la defensa de la libertad de expresión a nivel global, se evidencia en el contraste con la política autoritaria interna, la instauración de un régimen disciplinario operado por la SECOM y la persecución a las voces disidentes.
La información publicada por Assange desde la Embajada interviene dentro de las pugnas geopolíticas. “El caso que más salta a la vista fue la filtración de los correos electrónicos del Partido Demócrata, antes de las elecciones de 2016. Una suerte de acuerdos secretos entre rusos y estadounidenses, con Assange en el centro, para perjudicar la campaña de Hillary Clinton.” ¿Cómo llegaron esos correos a manos de Assange? El rastro llega a dos periodistas de Rusia-Today, que actuarían como agentes de inteligencia. (Villavicencio 2018)
La justicia norteamericana inicia un tortuoso proceso de investigación sobre la conexión rusa, con participación de Donald Trump. Las contradicciones se complejizan, en el polo norteamericano se presenta la pugna entre Trump enfrentado a los demócratas y al Estado profundo. La acusación llega al borde de la traición a la patria contra Trump. Finalmente, el dictamen del Fiscal Especial libera de culpa directa al Presidente y el proceso entra en una dinámica de acuerdos. Assange ya no es funcional al juego y queda abierto el camino para el desenlace. Las razones políticas del asilo continúan, pero se han modificado las bases éticas del mismo.
La actuación del Ecuador
Lo que mal empieza, mal termina. Entramos en la Ligas mayores, pero no como actores, sino como pasabolas. Las decisiones pasan por Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos, y tras bastidores, Rusia. Nuestro país no tiene condiciones para enfrentar las presiones de los diversos bandos. Entramos en una política errática, hasta llegar al desenlace con un alto desgaste del país.
Los problemas empezaron en el Gobierno de Correa; Assange actuaba desde la embajada con su propio libreto. Los intentos de solución terminaron en fiascos. El más sonado fue el operativo para entregarle la ciudadanía ecuatoriana, nombrarle diplomático y obtener la salida. El aparato estatal ecuatoriano se puso manos a la obra, en coordinación con gobiernos extranjeros. Estados Unidos abortó el operativo. La diplomacia ecuatoriana estaba ante un callejón sin salida. Mantener el asilo era la única posibilidad.
Y entonces llegan dos hechos que precipitan las decisiones. El Informe del Fiscal Especial sobre la conexión rusa libera al Presidente Trump, con lo cual hay una autonomización del reclamo norteamericano por Assange. Y el creciente enredo de Julián Assange y su entorno en la diatriba entre Rafael Correa y Lenin Moreno. Las amenazas en el conflicto doméstico precipitaron la decisión de terminar el asilo.
El Gobierno de Lenin Moreno invocó la soberanía para tomar la decisión. Pero en las nuevas condiciones de la política global, la soberanía ya no es una característica inmanente de los Estados-nacionales, sino una correlación de fuerzas, la soberanía reside en la capacidad de ejercerla.
La soberanía de los Estados-nacionales sufre un doble asedio: los poderes supranacionales actúan en forma directa ante la ausencia de un Estado global que regule las relaciones internacionales. Y desde los procesos subnacionales, la desproporción entre las exigencias de mantener el orden interno y garantizar el bienestar general ante las demandas de la diversidad de actores y fuerzas, frente al límite de sus capacidades tanto materiales como políticas.
Estados Unidos intenta prolongar su papel de hegemón, pero se enfrenta a otros centros de poder. “No se trata únicamente de un nuevo ciclo de lucha por la hegemonía, en los términos anunciados por Giovanni Arrighi (2014), entre las potencias tradicionales, encabezadas por Estados Unidos; y las potencias emergentes, en torno a los BRICs, encabezadas geoeconómicamente por China; una especie de reedición de la “Guerra Fría”, con dos polos de ordenamiento. Más bien asistimos a una trasmutación al interior de cada uno de los polos, lo que modifica las fronteras de las disputas y alianzas, con la presencia de líneas exteriores e interiores. (…) Por ello, en el ordenamiento mundial habría que ubicar el entrecruzamiento de estas dinámicas múltiples, al menos un juego en cruz con cuatro atractores-dinámicas principales, una estructura en mutación, en un ambiente de incertidumbre.” (Saltos 2019)
El desenlace, con el retiro del asilo y la entrega de Assange, ciudadano australiano-ecuatoriano, a la policía británica, muestra la debilidad de la política externa del régimen. No logra movilizar a los organismos internacionales, especialmente a la ONU, para una resolución que no podía tomarla solo. Logra un acuerdo genérico con el gobierno británico sobre la no extradición a países donde rija la pena de muerte, implícitamente, Estados Unidos. Y sin embargo después argumentará que no conocía la demanda de extradición de la justicia norteamericana. Internamente, no sigue el debido proceso jurídico de retiro de la ciudadanía ecuatoriana concedida en forma obscura a Assange.
Parecería que la preocupación urgente era obtener anuencia del hegemón, en un momento de negociaciones económicas de un salvataje del FMI. Y quizás también un juego de distracción sobre los pequeños conflictos de la política doméstica. Al final, una política pragmática para librarse de un problema irresoluble heredado del correismo. Y para justificar su relato, ha inventado nuevos capítulos al dramón del ataque a la seguridad nacional, con la detención de Ola Bini y el anuncio de una red de hackers globales asentada en Ecuador.
El proceso continúa
Ahora la responsabilidad pasa a manos del Gobierno británico. Las voces para impedir la extradición de Assange a Estados Unidos se levantan desde adentro. La defensa de Assange señala que quiere colaborar con la justicia sueca y británica sobre los delitos que se le atribuyen, pero se oponen a cualquier posibilidad de extradición a Estados Unidos. Al Gobierno de Lenin Moreno le queda un pequeño espacio de política soberana: exigir que Gran Bretaña cumpla el compromiso de no extradición de Assange a Estados Unidos.
La víctima principal de este juego político no es Assange, sino el Ecuador. Visto en perspectiva, los actores intervienen en una comedia de equivocaciones. Assange yace enredado en la maraña de los conflictos geopolíticos, el aura de combatiente por la verdad y la transparencia se disuelve en el cálculo de los alineamientos. El Ecuador pasa de la propaganda de defensor del derecho de asilo, a pieza sin capacidad de decisión soberana. La justicia sueca y la justicia británica se mueven de cara a las exigencias del hegemón. La conexión rusa opera tras bastidores y utiliza las brechas del poder americano. Y el hegemón busca imponer su fuerza, las razones de la seguridad nacional como razones de la humanidad.
Y así regresamos al dilema irresoluble dentro de la modernidad capitalista entre libertad y soberanía, entre libertad y seguridad. Éste ha sido el teorema no resuelto por la teoría política, desde los debates a tres bandas entre Hobbes, Locke y Rousseau. Ahora el dilema se presenta bajo la forma de democracia y autoritarismo. El retorno de Schmitt en el paradigma amigo-enemigo marca el sentido dominante de la política actual. La segurización del Estado y la política es la nueva estrategia del biopoder, más allá de las formas de régimen.
En tiempos de la modernidad líquida se puede ver que los fundamentos del autoritarismo y la democracia son comunes. Sólo el grito de los cualquiera, el desacuerdo de los de abajo ante la policy arriba, puede abrir grietas en dominio del sistema, para resolver el enigma. Uno de los caminos desde Occidente, es situar la pregunta ya no sólo en la libertad, sino en la igualdad: “La política es la actividad que tiene por principio la igualdad, y el principio de la igualdad se transforma en distribución de las partes de la comunidad en el modo de un aprieto: ¿de qué cosas hay y no hay igualdad entre cuáles y cuáles? ¿Qué son esas “qué”, quiénes son esas “cuáles”? ¿Cómo es que la igualdad consiste en igualdad y desigualdad?” Una pregunta que, para que produzca “efecto de pensamiento, es preciso que el encuentro halle su punto de desacuerdo.” (Ranciére 1996, 3) Y entonces se puede pasar de la cuestión de la libertad, incluida la libertad de expresión, tan cara a la visión liberal, al menos a la perspectiva de la democracia participativa del derecho a la comunicación, que encuentra su base material en la participación de los actores para formar la opinión pública.
En nuestra América tenemos una fuente propia en los cauces de la comunidad para reconocer al otro como nos-otros, no separar el hablar y el escuchar.
Un camino difícil, para encontrar la puerta frente al pequeño dilema local entre Correa y Moreno. Otra vez el espectáculo de los defensores de Assange, elevado a los altares para recordar la santidad del líder ante la traición del sucesor. Pequeñas pugnas de secretos de alcoba, un juego de espejos, no para la transparencia, sino para ocultar el rabo de paja de cada uno, y detener las acciones contra la corrupción y la impunidad. Aún hay tiempo.
Referencias
Agamben, Giorgio. Estado de excepción. Editado por Adriana Hidalgo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2004.
—. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-textos, 2003.
Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX. Dinero y poder en los orígenes de nuestra época. Segunda. Traducido por Carlos Prieto. Madrid: Siglo XXI, 2014.
Berrío, Ayder. «La exclusión-inclusiva de la nuda vida en el modelo biopolítico de Giorgio Aganbem: algunas reflexiones sobre los puntos de encuentro entre democracia y totalitarismo.» Estudios Políticos, nº 36 (Enero-junio 2010): 11-38.
Foucault, Michel. Genealogía del racismo. Curso en el Collége de France (1975-1976). Madrid: La Piqueta, 1992.
—. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI, 1998.
Marx, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid: Fundación Federico Engels, 2003.
Ranciére, Jean Jacques. «11 tesis sobre la política.» 11 de Noviembre de 2010. https://federicafolco.files.wordpress.com/2010/11/11-tesis-sobre-la-polc3adtica-ranciere1.pdf (último acceso: 16 de Abril de 2019).
—. El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión, 1996.
Saltos, Napoleón. «Los nuevos imperialismos.» Revista Anales (Universidad Central del Ecuador), 2019.
Villavicencio, Fernando. «Assange en el centro de una conspiración mundial.» 16 de Mayo de 2018. https://www.planv.com.ec/investigacion/investigacion/assange-el-centro-una-conspiracion-mundial (último acceso: 16 de Abril de 2019).
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