Por Julian Córdoba Toro
La Flota de Indias fue el mecanismo instaurado por la Corona española para mantener el monopolio comercial con América. En esta entrada vamos a realizar un resumen de todos los elementos característicos de la misma, desde su organización en Sevilla, Cádiz o Sanlúcar de Barrameda, así como su trayecto de ida y vuelta, la forma de financiación o las mercancías que transportaban.
La elección de los puertos de la Baja Andalucía como punto de partida de las expediciones hacia América venía dado por una serie de elementos que juntos permitieron que la Corona castellana considerara a Sevilla y a la Baja Andalucía como punto ideal para instaurar allí su monopolio comercial.
Primero tenemos el aprovechamiento de los vientos y corrientes que podía realizarse al partir desde esos puertos. Esto a su vez provocaba un abaratamiento en los costes organizativos de los viajes hacia América al reducir el tiempo que duraban los mismos y por tanto, al reducir los días de viaje se reducían a su vez las provisiones necesarias para la tripulación.
Pero además de lo anterior, existen otros dos elementos a tener en cuenta a la hora de argumentar por qué la Corona castellana decidió instaurar el monopolio comercial americano en el eje Huelva- Cádiz- Sevilla: la seguridad, y la capacidad económica.
Los puertos de la costa atlántica daban una mayor seguridad a las instituciones castellanas a la hora de evitar los más que posibles ataques de piratas y corsarios que otros puertos castellanos, más aún si cabe al hablar de Sevilla, que era un puerto interior.
En cuanto al factor económico, hay que reseñar que ya Sevilla, en particular, y la Baja Andalucía en general habían demostrado durante la Baja Edad Media su capacidad productiva, sobre todo en el ámbito agrícola y manufacturero, y la buena capacidad en cuanto a la logística de las comunicaciones en relación a otras regiones castellanas.
Toda esta combinación de elementos aseguraba una correcta organización del tráfico comercial y humano hacia el Nuevo mundo y un correcto abastecimiento de todo lo necesario en los barcos que viajaban hacia América.
La Flota de Indias se creó en Real Cédula en 10 de julio de 1561 y se mantuvo hasta el año 1778 en el que se promulgó la Ley de Libre Comercio que terminaba con el monopolio que la Corona tenía en el comercio con América.
Pero antes de la creación y regulación por ley de la Flota de Indias ya existieron una serie de medidas organizativas que sirvieron de antecedentes a la creación de la misma.
Todo comenzó en el año 1522 cuando el corsario de origen italiano (pero trabajando para Francia), Jean Fleury interceptó las tres naves que Hernán Cortés envió a España desde México con los tesoros aztecas. A partir de ahí, se les recomendó a los buques que hacían la Carrera de Indias que viajaran juntos (el término de la época era en “conserva”), para defenderse mejor de los ataques piratas.
Posteriormente, en el año 1543, se reorganiza las partidas de buques desde España en dos flotas, una partiría en el mes de marzo y la otra en el mes de septiembre. Cada flota de buques estaría compuesta por al menos 10 buques mercantes (bajeles) de más de 100 toneladas cada uno escoltados por un buque de guerra. Todos los barcos llegaban juntos a la Habana. Mientras los buques viajaban a su puerto definitivo, el buque de guerra, utilizando La Habana como plataforma, navegaba por el Caribe buscando barcos piratas.
Diez años más tarde ya eran cuatro buques de guerra los que viajaban con la flota. Tras llegar al Caribe, uno de esos buques de guerra acompañaba a los barcos cuyo puerto de destino era Tierra Firme; otro barco iría acompañando a los barcos que se dirigían hacia Cuba, La Española y Puerto Rico; y los dos barcos restantes custodiaban la flota que se dirigía a Veracruz.
La creación de la Flota de Indias propiamente dicha en el año 1561 viene marcada por el descubrimiento durante los años anteriores de varias minas de plata en América. Esto produjo que la riqueza que provenía de América fuera muy superior y que por tanto tuviera que ser mejor defendida.
A partir de 1564 las dos flotas se diferenciaron claramente entre sí. La Flota que partía dirección al Virreinato de Nueva España debía partir de España en abril. Se le denominó “Armada Real” o “Flota de la Nueva España”. La Flota que se dirigía a Tierra Firme se le denominó “Flota de Tierra Firme” o “Flota de Galeones”.
Raramente las fechas de salida se cumplían, y tampoco hubo siempre dos flotas al año. El Consejo de Indias era quien decidía cuantas flotas salían cada año, asesorándose previamente de la Casa de Contratación y esta del Consulado de Sevilla, quien era realmente quien manejaba cuantas flotas salían cada año.
La Flota de Indias estaba compuesta siempre por tres tipos distintos de barcos. Los buques de guerra, los buques mercantes, y los navíos de aviso.
Los buques de guerra que acompañaban como defensa al resto de buques estaban siempre encabezados por “La Capitana”, que abría la formación y por “La Almiranta”. Además estaban acompañados por una serie de buques que solían oscilar entre los 2 y los 8 buques y que navegaban a barlovento. Tanto la Capitana como la Almiranta tenían que tener un porte de unas 300 toneladas, transportaba cada una unos 100 marineros. Cada marinero con su propio mosquete. Además, ambos buques estaban armados con 8 cañones de bronce, 4 de hierro y 24 piezas menores de artillería.
Estos buques de guerra tenían prohibido transportar mercancías, aunque muchas veces lo incumplían e incluso algunos se hundieron por el exceso de peso. Los pasajeros que marchaban o volvían de Indias solían viajar siempre en estos buques e iban siempre armados.
Los buques mercantes transportaban las mercancías desde y hacia España. Debían en teoría ser buques con menos de 2 años de antigüedad, de unas 30 toneladas y tenían 2 piezas de artillería de bronce. Solían estar hechos en los astilleros del Cantábrico con madera proveniente de la región de los Monegros (actualmente un desierto).
Por último, iban los navíos de aviso. Embarcaciones ligeras y rápidas, de solo unas 60 toneladas, que partían antes del resto de la flota para avisar en América de la próxima llegada de la flota. Transportaban el correo en ambas direcciones. En teoría, no podían llevar ni pasajeros ni mercancías, cosa que incumplían a menudo.
La travesía partía del puerto de Sevilla hacia Sanlúcar de Barrameda. Desde Sanlúcar comenzaba la primera parte del trayecto hacia las Islas Canarias que duraba de 10 a 12 días de duración. Tras avituallarse en las Canarias, los barcos partían hacía el Caribe, llegando a la isla de Dominica en aproximadamente un mes. Era siempre una travesía larga debido a que los barcos iban repletos de carga y por tanto iban muy lentos. Desde Dominica se tardaba aproximadamente otro mes en llegar al puerto de Veracruz o al Puerto de Tierra Firme (Nombre de Dios hasta el ataque del pirata inglés Drake en 1595 y a partir de ahí en Portobelo).
Desde Dominica, ambas flotas se separaban. La Flota de Nueva España navegaba por el norte del Caribe e iba desprendiéndose de los buques cuyo puerto de destino era San Juan (Puerto Rico), Santo Domingo (La Española), Santiago de Cuba, Matanzas, La Habana (Cuba), Honduras y por último Veracruz, donde llegaban los buques cuyos pasajeros se dirigían a las actuales México, Guatemala y El Salvador.
La Flota de Tierra Firme partía desde Dominica surcando el Mar del Caribe desde el sur e iba parando en los puertos de Margarita, Cumaná, La Guaira, Maracaibo, Riohacha y por último Cartagena de Indias, donde se hacía una escala de dos semanas.
Un navío de aviso partía rápidamente desde Veracruz y otro desde Portobelo hacia España para comunicar que las flotas habían llegado a su puerto de destino.
En ambos puertos las ferias duraban unos 45 días de duración donde ocurrían grandes juergas que muchas veces acababan en pleitos, reyertas e incluso homicidio. También eran las ferias un caldo de cultivo perfecto para las epidemias.
Además de estas dos Flotas que realizaban el comercio entre España y América, existían 3 Flotas subsidiarias que comunicaban diversos puertos americanos: eran la Flota del Caribe, la Flota del Pacífico Septentrional y la Flota del Pacífico Meridional.
La Flota del Caribe estaba compuesta por barcos ligeros que eran construidos en los astilleros de La Habana o de Cartagena de Indias. Conectaba entre sí todos los puertos de las islas del Caribe, los puertos de las actuales Venezuela y Colombia, así como los puertos del Caribe de México, Panamá y Centroamérica.
La Flota del Pacífico Septentrional tenía como centro organizativo el puerto de Acapulco, en el pacifico mexicano. A ese puerto llegaban los barcos con productos de toda la costa del pacífico centroamericano (Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala). Pero el negocio era sobre todo el Galeón de Manila que viajaba con caros productos asiáticos desde Manila.
La última flota era la del Pacífico Meridional. Esta flota tenía como puerto organizativo el puerto de El Callao, en Perú. Además tenía otros dos puertos de recepción de mercancías, el puerto de Valparaíso, en Chile, donde llegaban los metales preciosos de Chile y se embarcaban rumbo el Callao; y el puerto de Arica, en el norte chileno, a donde llegaba la plata del Potosí cargada por mulas en un trayecto de 500 kilómetros. Una vez llegada la plata a Arica, esta se embarcaba hacia el Callao.
Una vez preparado todo en el Callao, esta flota partía dirección norte hacia el puerto de Guayaquil, a donde previamente habían llegado las riquezas provenientes del Reino de Quito y de Nueva Granada. Desde Guayaquil, la flota partía dirección a Panamá. Al llegar a Panamá había que desembarcar toda la mercancía y cargarlas en mulas, las cuales realizaban el trayecto de 80 kilómetros que tenía el istmo de Panamá hasta el puerto de Portobelo en la costa atlántica.
A partir del año 1591, la corona prohibió que las dos flotas del Pacífico pudieran comerciar entre ellas, ya que eso provocaba un enorme perjuicio al monopolio comercial. Pero la realidad fue que existió en toda América una gran cantidad de contrabando entre los distintos territorios de la corona española en América. Este contrabando se incrementó sobremanera por dos elementos. Por una parte, las mercancías inglesas que entraba de contrabando en América. Por otra parte, el conocido como “navío de permiso”, que consistía en el permiso que le había otorgado el gobierno español al inglés en el Tratado de Utrech (1713) un barco al año con una capacidad de carga de 500 toneladas a las colonias españolas americanas para comerciar con estas.
Tras realizar las transacciones mercantiles, los barcos de las flotas provenientes de España tenían que dirigirse hacia La Habana, donde estaban esperando los buques de guerra, para partir todos juntos de regreso antes del día 10 de agosto para evitar la temporada de ciclones del Caribe. El tornaviaje era mucho más peligroso que el viaje desde España, ya que existía el riesgo de ciclones y mareas turbulentas, así como la intercepción de la flota por piratas.
Desde La Habana, los barcos navegaban hacia el norte y remontaban el Canal de Las Bahamas, zona bastante peligrosa donde a veces algunos barcos se hundían. Desde allí se dirigían hacia las Azores, donde el peligro de un ataque pirata aumentaba, lo que hacía que se enviaran a veces buques de guerra de refuerzo desde España. Desde las Azores no era raro que se realizara una parada en el Algarve para desembarcar la plata de contrabando antes de llegar a Sanlúcar de Barrameda, donde el peligro no terminaba, ya que esos enormes barcos cargados de peso tenían que remontar el Guadalquivir casi siempre con mucha dificultad, debido a los barras de arena de su desembocadura . Debido a esto, desde 1680 los barcos partían y llegaban a Cádiz, trasladándose definitivamente La Casa de Contratación a esa ciudad en el año 1717.
Las mercancías que se embarcaban hacia las Indias solían ser de muy diverso tipo. Destacan las manufacturas extranjeras (telas holandesas, francesas e italianas), sedas españolas, productos agrícolas peninsulares (vino, aceite, frutos secos), el mercurio para México, indispensable para separar la plata de la parte de roca inservible (amalgamación), hierro vizcaíno y pertrechos de guerra.
Todo el monopolio de la Flota de Indias era posible gracias a una costosa recaudación financiada con diversos impuestos. De la diversa amalgama de impuestos que financiaban la Carrera de Indias destacaban tres,: la Avería, que servía para financiar los buques de guerra y que variaba en función del valor de la mercancía que se transportaba; la Alcabala, que era un impuesto sobre los productos comerciables y que consistía en el 5 % del valor de la mercancía cuando esta entraba en un puerto americano y del 2,5 % cuando salía y el Almojarifazgo, que era un impuesto de aduana referente a todo lo no comerciable que salía de España rumbo a América.
BIBLIOGRAFÍA
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Fuente: https://iberoamericasocial.com/flota-de-indias/
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