Detención de niños inmigrantes: la crueldad como política

Por Max J. Castro

La crueldad contra un individuo es terrible. La crueldad contra un niño es reprensible. La crueldad contra un animal es un crimen por el cual los perpetradores a menudo son encarcelados. La crueldad contra un niño es un delito mucho más grave. ¿Cómo debe llamarse la crueldad perpetrada por un gobierno contra miles de niños? Un crimen indecible.

La detención indefinida, en masa, de niños refugiados e inmigrantes mantenidos en condiciones inhumanas que se llevan a cabo hoy en día por el gobierno de Estados Unidos es un crimen de estado, un crimen contra la humanidad. Según el derecho internacional, existen graves castigos para tales crímenes. Pero no importa, porque Estados Unidos bajo cada administración, y en especial bajo esta, viola rutinariamente el derecho internacional e ignora la decisión de los tribunales internacionales.

Gran parte de los medios de comunicación, muchos abogados, académicos de todas las tendencias y ciudadanos promedio han hecho un buen trabajo al exponer las atrocidades. La separación de menores de sus parientes más cercanos. Las carencias materiales: sin jabón, sin cepillos de dientes, sin aire fresco o ejercicio, y condiciones insalubres, atención médica inadecuada que conduce a enfermedades, infestaciones de piojos y muertes innecesarias. Algunos observadores han calificado de tortura las condiciones bajo las cuales los niños están detenidos.

Sin embargo, aunque la descripción de lo que está sucediendo a los niños detenidos es invaluable, en su mayor parte ha faltado el análisis de por qué está sucediendo. El problema ha sido generalmente enmarcado en términos de si el desastre de la detención es el resultado de una mala administración o la falta de recursos. La verdad no es ninguna de estas dos. La crueldad no es un subproducto de nada, la crueldad es el quid de la política. Fría, deliberada, planeada. La intención no es atender las necesidades humanas de los niños, la intención es abierta y visiblemente no cuidar a los niños. Poner el temor de Dios en el corazón de los adultos que traen a los niños, de manera que no importa cuán terrible sea el ambiente del que huyen, sabrán que las cosas en este lado de la frontera serán peores y no se atrevan a venir.

¿Por qué muchos de los medios de comunicación vieron el crimen pero no el motivo? El complejo de inocencia que impregna a tantos estadounidenses. Ver la crueldad como el núcleo de la política significaría reconocer que hay una intención criminal. Eso es impensable. Eso no es lo que somos. Por supuesto. Pregunten a los estadounidenses nativos. Pregunten a los afroestadounidenses. Pregunten a los japoneses internados durante la Segunda Guerra Mundial.

Sí, es difícil admitirlo, pero eso es lo que somos y siempre hemos sido. Eso es lo que debemos reconocer si queremos trascender nuestra historia y transformar la nación para que se convierta en lo que siempre hemos dicho que es.

Enterremos todos los pretextos. Para la aniquilación y despojo de los estadounidenses nativos. Por la masacre de Mi Lay en Vietnam de la cual nadie fue responsable. Para Hiroshima y Nagasaki. Por el robo de la mitad de México. Por la esclavitud y Jim Crow. Para el linchamiento y separados pero iguales. Por el macartismo y la persecución masiva de gays y lesbianas. Por la elección de un hombre racista, deshonesto y cruel a la presidencia, Donald Trump.

El reclamo de los medios de comunicación y la indignación pública finalmente llevaron a la administración a tratar de cambiar la “óptica” llevando a los niños de un lugar a otro, de un campo de concentración en la frontera a otro, de Texas a Homestead, La Florida, incluso a Oklahoma. Pero la evasión geográfica no ayudará. En Oklahoma, el plan para ubicar un campo de detención fue recibido por una manifestación dirigida por una mujer estadounidense de origen japonés que nació en un campo de internamiento.

Pero el hedor moral de la política, peor que el de los niños detenidos a quienes no se les permite bañarse, sigue de una instalación a otra. Al esparcir a los niños, esta administración está creando un archipiélago de detención no tan siniestro como el Gulag, pero suficientemente perturbador en un país que se llama a sí mismo democrático, la tierra de los valientes y el hogar de los libres.

Un último comentario antes de concluir. La sincera solidaridad de los afroestadounidenses con estas familias latinas y sus niños ha sido profundamente conmovedora. En contraste, el silencio, las racionalizaciones de los llamados congresistas cubanoamericanos republicanos ha sido repugnante.

La criminalidad de la administración Trump no tiene límites. ¿Cuántas otras sorpresas espantosas nos tiene reservadas Donald Trump? Imaginen esta posibilidad de pesadilla. Es el otoño de 2020 y Donald Trump está perdiendo en todas las encuestas. Él necesita un milagro. ¿Qué tal una guerra aérea de fuego y furia contra Irán que matará a decenas de miles de civiles, les enseñará una lección a esos molestos persas y unirá a suficientes estadounidenses tras el terrorista en jefe para lograr una victoria en el antidemocrático Colegio Electoral?

Traducción de Germán Piniella para ProgresoSemanal.Us

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