Por Ileana Almeida
El observatorio astronómico de Quito informó que el 21 de junio, jornada del solsticio, “sería un poco más largo” que el resto de días, pero que la diferencia no sería tan grande como ocurre en otras latitudes, dado que el territorio de nuestro país está ubicado en los dos hemisferios. Los pueblos indígenas desde antaño percibieron y celebraron el fenómeno astral como la fiesta sacra, la del ciclo anual.
En Ecuador, el ritual más importante del solsticio se celebra en Pujilí. Aún se pueden advertir rasgos propios, a pesar haber perdido la jerarquía que tuvo antes de la conquista y la evangelización, habiéndose convertido en usanza folclórica. Hay intentos desde la historia, la semiótica y la lingüística de reconstruirlo teóricamente para que no se pierda una tradición valiosa, que ha sido deformada para satisfacer intereses turísticos y mercantiles.
En el Archivo Histórico de Quito se han encontrado documentos que prueban la presencia de Huayna Capaq Inca y su corte, en la que es probable que se incluyera a su hijo Atau Huallpa, en Pujilí. Cerca de ahí se conservan los vestigios de Callo, residencia de los incas convertida en hotel.
En el séquito se contaban sacerdotes encargados del sacrificio dedicado al sol y a sus hijos, los soberanos incas. A esta ceremonia se la conoce ahora como “los danzantes (tushuk en quechua) de Pujilí. Por lo que se puede apreciar hasta la actualidad, se quería representar el Árbol del Mundo, imagen propia de la religiosidad arcaica.
El Árbol del Mundo es la imagen característica de la conciencia mitológica: encarna el modelo del mundo y está presente en casi todas las culturas; puede representarse por un pilar, una montaña, la figura de un ser humano, distinguiéndose las zonas fundamentales del universo: la superior (reino del cielo), la media (la tierra) y la inferior (reino subterráneo o inframundo).
En el rito de Pujilí, cada danzante simboliza a uno de los antepasados del clan real, el de los cuatro hermanos Ayar; se distinguen las zonas fundamentales del universo: la gran cabeza personifica el cielo (hanan pacha -lo alto- y hawa pacha -lo externo) con el fondo dorado por la luz solar; la pechera que cubre el torso, la tierra, con sus cuatro direcciones, y la inferior, las piernas o raíces (urin pacha−lo bajo, y uku pacha-lo interno ), configurados por serpientes y otros seres acuáticos.
En la reconstrucción semiótica del ritual se reproduce su sentido y función: el sacrificio del animal. Los cuatro tushuk (los danzantes) se aproximaban marcando un ritmo solemne, desde los cuatro puntos cardinales, hasta el altar donde el sacerdote inmolaba una llama o algún otro auquénido americano.
Este rito fue prohibido por la iglesia católica, y en su reemplazo se impuso la idea del Corpus Cristi (cuerpo y sangre de Cristo), que remite, a la vez, a antiguas creencias bíblico-judaicas.
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