Adriana Pollice entrevista a Riccardo Gatti, jefe de misión del buque Open Arms, de la ONG de rescate catalana. Su barco vuelve a navegar, sólo días después de la detención de su equivalente alemán, el Sea Watch 3. ‘Si durante nuestra misión nos encontramos con una embarcación en dificultades, intervendremos’.
El jueves pasado el barco perteneciente a la ONG catalana Proactiva Open Arms zarpó del puerto de Nápoles después de meses de verse retenido allí y se dirigió hacia “la frontera más mortífera del planeta: el centro del Mediterráneo”.
El sábado, el ministro del Interior, Salvini, pronunció sus acostumbradas amenazas: “Mejor es que las ONGs presten atención y no se metan en problemas: multas considerables, incautación de buques, prohibición de entrada en aguas territoriales y, en caso de desobediencia, detenciones. Puesto que parece que el Open Arms y el Alan Kurdi [que pertenece a la ONG alemana Sea Eye] van acercándose a Libia, tienen que entender cómo funcionan las cosas en Italia, que no nos tomen por tontos por más tiempo”.
Riccardo Gatti, jefe de misión de Proactiva Open Arms, clarifica: “Teníamos la intención de dirigirnos a Lampedusa, para llevar nuestra solidaridad al Sea Watch, abasteciéndole en sus necesidades básicas”.
Señor Gatti, la capitana Carola Rackete atravesó el bloqueo para que los supervivientes pudieran llegar a tierra. La han detenido por este motivo.
No se puede sentir otra cosa que vergüenza cuando se da uno cuenta de que la situación de crisis a bordo del Sea Watch 3 la creó una vez más el despreciable comportamiento de algunos miembros del gobierno italiano, que utilizan las instituciones como les place. Llevamos desde hace años denunciando continuamente estas acciones, cuya violencia aumenta cada día. Son actos de abuso institucionalizado, que recurren a cualquier medio posible, desde la pura mentira al batiburrillo de decretos que tratan de liberarlos de sus obligaciones internacionales, violando continuamente las convenciones internacionales. Los representantes del gobierno italiano están mostrando su desprecio por la vida humana.
Salvini sostiene que es necesario salvaguardar las fronteras.
Estamos hablando de un número extremadamente pequeño de personas rescatadas, a las que, en lugar de permitírseles llegar a tierra cuanto antes por parte de las autoridades competentes, lo cual constituye una obligación, se les utiliza como peones para la propaganda política por parte del gobierno. Apoyamos a la tripulación del Sea Watch 3, a la capitana y a la ONG, y respaldamos firmemente las decisiones que han tomado. Se trata de la protección de la vida y las personas.
¿Cuál es su misión?
Supervisar e informar de violaciones de derechos humanos. Cuando no hay ONGs en el mar, resulta más fácil rechazar colectivamente a los supervivientes de naufragios. Lo mismo que no rescatar a la gente y dejar que se muera. Si durante nuestra misión nos encontramos con una embarcación en dificultades, intervendremos, pues se trata de una obligación legal concreta, y si no lo hiciéramos, violaríamos las leyes del mar.
En ese momento, preguntaremos al Centro de Coordinación competente por el puerto seguro más cercano para atracar, el cual, en el centro del Mediterráneo, sólo puede ser Malta o Italia. Si no se proporciona ese puerto, los estados miembros deben aceptar su responsabilidad al violar las leyes. Hasta el ministerio de Exteriores italiano sabe que en Libia no hay puertos seguros. Hay dictámenes de los tribunales y documentos de las Naciones Unidas que han descubierto que las milicias criminales forman parte de la guardia costera de Trípoli, pero Italia y la UE están llegando a acuerdos con ellas. Nuestra misión consiste en proteger a la gente que se encuentra en peligro mortal por nuestra presencia, hasta que las autoridades responsables se dignen ellas, en cambio, proporcionar estos servicios.
Holanda ha hecho más restrictivo la inscripción en el registro naviero. Italia ha aprobado un decreto de seguridad para impedir el atraque de buques de las ONG. ¿Qué pasa con España?
Nos retuvieron en Barcelona durante dos meses. En abril entregamos 20 toneladas de ayuda humanitaria en Lesbos, en Grecia. Nos dieron permiso de navegación, pero sólo si obedecíamos unas reglas impuestas, no llevar a cabo actividades de búsqueda y rescate y no entrar en la zona libia de búsqueda y rescate, so pena de multa de 300.000 a 900.000 euros. Luego nos retuvieron durante meses sin razón real alguna. Al final nos dieron luz verde, pero si llevamos a cabo rescates sin autorización o nos negamos a obedecer a la coordinación de las autoridades competentes, pueden imponernos multas de hasta 900.000 euros.
Están desmantelando reglamentaciones internacionales por medios administrativos, con el único propósito de bloquear a las ONGs. Así, por ejemplo, el 7 de junio, el buque Asso Venticinque atracó en Pozzallo con 62 supervivientes de un naufragio. Pero como se trata de un buque de apoyo de las plataformas petrolíferas del ENI [la empresa pública italiana de hidrocarburos], no dijo ni pío un solo ministro.
Fuente: Il Manifesto Global
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