La verdad de la policía francesa

La muerte del joven Steven Maia Caniço no es un fallo del Estado de derecho, sino que desvela el funcionamiento normal de las fuerzas del orden
Por GEOFFROY DE LAGASNERIE
Ahora que el cuerpo de Steve [un joven de 24 años muerto en el río Loira, después que la policía francesa dispersara una fiesta] ha sido por fin encontrado, llega el momento de expresar la cólera. Pero, como demasiado a menudo, hace falta estar atentos a que nuestros modos de crítica no reproduzcan formas mitificadas de pensar la realidad y no ratifiquen marcos que nos impidan comprender lo que ocurre. Hay que analizar de frente el Estado, la policía y el macronismo.

1. A menudo se presenta la muerte de Steve como el resultado de una operación policial “incomprensible” llevada a cabo contra personas que no amenazaban a nada ni a nadie. Esta presentación reafirma la idea según la cual, habitualmente, las intervenciones policiales que acaban en mutilaciones y muertos estarían justificadas mientras que en este caso ninguna lógica parece poder explicar una operación desencadenada contra personas que hacían ruido el día de la fiesta de la música.

Ahora bien, en realidad, la mayoría de las veces, en los barrios populares por ejemplo, la policía también interviene cuando no pasa nada y nadie está en peligro. Es lo que le ocurrió a Théo, que salió de su casa en buen estado de salud y regresó con el ano desgarrado y moratones porque, entre medias, se cruzó con una brigada de la BST [Brigadas especializadas de terreno] de Aulnay. Es lo que le ocurrió a Adama Traoré, muerto tras un placaje abdominal simplemente porque no tenía sus papeles encima y a los gendarmes se les metió en la cabeza que era necesario controlarlo. Es lo que lo le ocurrió a la octogenaria Zineb Redouane que solo estaba en su ventana justo antes de que le lanzaran una o varias granadas lacrimógenas y muriese. Es el caso de tantas operaciones de identificación y registros dirigidas de manera desproporcionada a los jóvenes negros y árabes.

Lo que lo ocurrió a Steve no es una aberración. Desvela la actividad normal de la policía. La pregunta que hemos de hacernos entonces es por qué percibimos la muerte de Steve como incomprensible y no la de Adama Traoré. ¿Qué inconsciente racial revela (como si los negros y los árabes fuesen siempre un poco culpables de cualquier cosa que les pase…)?

No digo con esto que no haya que indignarse con la muerte de Steve, ni que haya que reprochar a todos aquellos que se indignan con la muerte de Steve no haberse indignado con la misma intensidad por otras muertes. En cambio hay que comprender que la muerte de Steve dice algo de la verdad de las fuerzas del orden: la verdad no es la que pretende ser, o sea que son un cuerpo que surge para protegernos e interrumpir los ciclos de violencia. La verdad surge al contrario a menudo por su propia iniciativa, apunta a individuos e inaugura ciclos de violencia que producen consecuencias dramáticas, y que no tienen ninguna relación con la cuestión de la respuesta a la violencia. No es por tanto una acción policial concreta la que debe ser puesta en cuestión. Es el funcionamiento normal de lo que llamamos “la policía” y la imagen que los policías y los gendarmes se forman de su misión.

2. Otra forma de análisis problemático: presentar la muerte de Steve como un “fracaso” de la operación que se puso en marcha en las orillas del Loira. Implícitamente, hay esta idea de que la operación se salió de control, y de que no pretendía dar lugar a un resultado como este.

Pero, de hecho, hay que preguntarse si la función de la policía no es producir regularmente la eliminación de ciertos individuos (como es la función de la Escuela producir la eliminación de los hijos de las clases dominadas del sistema escolar).

La cuenta de Twitter Nantes Révoltée ha publicado capturas de pantallas de publicaciones de policías y gendarmes que en Facebook se alegraban de la muerte de Steve o hacían bromas sobre ella. Se divierten con ello. No perciben para nada su muerte como un problema, sino como un éxito. Podemos preguntarnos si los policías no tienen instalado en su cabeza un software que hace que arrojar al agua a ciertos individuos o eliminar a otros represente con extrema precisión la imagen que tienen de cuál es su misión. Sabemos que un procedimiento judicial que ha acabado con la condena de algunos policías del distrito 12 [de París] ha mostrado que los controles y el acoso que estos policías hacían sufrir a una parte de la población se fundaban en el hecho de que percibían a chicos y chicas jóvenes como “indeseables”. Hay que afrontar la idea de que la muerte de Steve encarna para muchos miembros de la fuerza del orden una “misión cumplida”: eliminar a indeseables.

3. En fin, nos indignamos a menudo con los informes de la IGPN [Inspección general de la Policía Nacional] que blanquean a la policía. Revelan de hecho una propiedad esencial de la policía en nuestras sociedades, la de ser un cuerpo que tiene la capacidad de fundar su propia legalidad. Los nociones en las que se fundamenta su acción son necesariamente confusas e interpretables (la idea de proporcionalidad, por ejemplo: las acciones policiales deben ser “proporcionadas” para que cuelen, los jueces y los políticos se alinean enseguida con esta afirmación) y este carácter borroso permite a la policía encontrar siempre una forma de justificar la legalidad de sus acciones. Dicho de otra manera, la ausencia de actuaciones judiciales contra la policía no es una falla del Estado de derecho o la consecuencia de una maniobra de la policía de policías. Revela la manera de funcionar de nuestros Estados de derecho y la forma en que estos dotan a la policía de un derecho a otorgarse el derecho que quiera. No sirve por tanto para nada decir que el Estado de derecho está en peligro o que no es respetado. Se respeta. Que lo que sucede pueda ser definido como legal y conforme a las reglas es en realidad el problema. Hay que ver lo que ocurre como una revelación de la verdad del Estado de derecho, de las relaciones entre la policía y la ley, y de la necesidad, si queremos que no vuelvan a producirse otros dramas, de pensar de manera completamente diferente la institución policial y la noción de Estado de derecho.

4. ¿Qué revela la muerte de Steve? Que la policía es un cuerpo dotado de la capacidad de interpretar el derecho para imponer a los otros su visión del mundo y poner en el punto de mira a los individuos y grupos que aquellas y aquellos que la componen juzgan indeseables.

5. Y he aquí la conclusión que podemos deducir: todos los estudios han mostrado que la visión del mundo de los gendarmes y los policías está profundamente influenciadas por la ideología del Rassemblement National [el antes llamado Frente Nacional]. El oficial a cargo de las operaciones en Nantes es cercano a ambientes de extrema derecha.

Mientras que algunos presentan al macronismo como un muro frente al Rassemblement National, podríamos, por el contrario, avanzar que el seguidismo del gobierno con respecto a la base policial permite hacer que en la policía funcione ya una especie de pequeño Estado Rassemblement National  que produce sus propios estragos contra los habitantes de los barrios populares, los negros y los árabes, los activistas políticos, los fiesteros y todos aquellos que no se corresponden con la imagen del orden deseado por el Rassemblement National. Esto evidentemente no es nuevo, pero lo vemos claramente ahora. Tal vez vivamos ya en Francia, a causa de esta alianza objetiva entre el gobierno y las fuerzas del orden, bajo una gubernamentalidad Frente Nacional, de la que Steve ha sido una de las víctimas.

Lo que llamamos “la policía” es hoy en día la manera en la que nos es impuesta una gubernamentalidad Frente Nacional que funciona ya mediante el macronismo.

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Esta tribuna se publicó en el blog del autor en Mediapart.

Geoffroy de Lagasnerie es sociólogo y filósofo. Es profesor en la École Nationale Supérieure d’Arts de Paris Cergy. Es autor, entre otras obras, de Juger. L’Etat pénal face à la sociologie (Fayard, 2016), Le Combat Adama (avec Assa Traoré, Stock 2019) o Penser dans un monde mauvais (Presses Universitaires de France, 2017).

Traducción de Amanda Andrades.

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Ecuador-Today, agencia de comunicación.

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