[Leopoldina Fortunati, académica y activista feminista italiana, estará en la X Universidad de Verano de Anticapitalistas que se celebra del 27 al 31 de agosto en La Granja (Segovia). El próximo miércoles 28 de agosto a las 9:15, Fortunati ofrecerá un seminario de formación bajo el título “El enigma de la reproducción social: trabajo de cuidados, patriarcado y capitalismo”. En esta sesión, abierta al público, presentará algunas de las ideas principales de su pensamiento sobre reproducción social y el trabajo en la esfera doméstica desde un análisis crítico de la economía política.
A continuación publicamos una nota autobiográfica de la Leopoldina Fortunati, así como el prólogo a la edición en castellano de su libro El arcano de la reproducción.]
Aprendiendo a luchar: Mi historia entre el operaísmo y el feminismo
Leopoldina Fortunati
Cuando me encontré con el operaísmo yo tenía 19 años. Era militante de base del movimiento estudiantil de la Universidad de Padua. Era joven, así que guardaba silencio y aprendía. Recuerdo que quería decir cosas en muchas reuniones, pero era tímida y me sentía insegura y por lo tanto prefería estar callada. Las/os dirigentes del movimiento solían ser estudiantes que ya habían aprendido a hacer política porque tenían experiencia en organizaciones políticas o en partidos. Yo, por el contrario, solo tenía mis creencias sobre la necesidad de cambiar el mundo para que triunfaran la igualdad, la libertad y la justicia.
Mi única experiencia política previa había consistido en participar en las huelgas contra los ensayos nucleares de Francia en el Pacífico, cuando tenía 14 años. En aquella época asistía al gimnasio [la escuela de educación secundaria] Tito Livio en Padua, donde había muy pocos estudiantes en huelga. En un momento dado llegó el director, y cuando me vio, intentó cogerme de la oreja y me dijo: «Pasa dentro». Me aparté de él y le dije que no podía dirigirse a mí de aquella manera. Las/os estudiantes que se declararon en huelga fueron castigadas/os haciéndoles repetir curso.
La segunda gran experiencia que tuve, que me preparó para una vida de compromiso político, fue la de declararme atea cuando tenía 16 años. Vivía con mis padres en Dolo, un pequeño pueblo entre Padua y Venecia, y mi familia era muy religiosa (católica). Pero veía mucha pobreza e injusticia a mi alrededor, contra la que la Iglesia oficial hacía muy poco. Mi postura, que estaba en contra del papel de la jerarquía de la Iglesia, supuso un duro golpe para mis padres, pero lo soportaron.
Finalmente, cuando tenía 18 años, decidí marcharme de casa para ganarme la vida mientras estudiaba en la universidad, pese a que mis padres contaban con un buen poder adquisitivo y podían pagar mis estudios. Yo quería tener el control de mi vida y vivir sin privilegios sociales. Trabajé de muchas cosas diferentes, desde ayudante de tienda en una biblioteca a representante comercial que se ocupaba de las obras de arte y de bibliotecaria en la universidad. Esta vez mis padres lloraron mucho: desde su punto de vista, su única hija (yo tenía tres hermanos) era la más rebelde y veía la vida de una manera que consideraban que me traería muchas penurias.
Cuando ingresé en la Universidad de Padua, en la Facultad de Humanidades, el movimiento estudiantil estaba en sus comienzos. Se trataba de un gran e inmenso movimiento que quería reinventar nuestra forma de vida y la organización de la sociedad, empezando por los cambios en la universidad. No pude evitar unirme con un gran entusiasmo. Sin embargo, como estudiantes, estábamos aisladas/os de otras personas, especialmente de las/os trabajadoras/es, que en ese momento se encontraban ocupadas/os con sus propias luchas.
Fue por este motivo por el que participé en las luchas de las/os viajeras/os diarias/os y de las/os trabajadoras/es de los grandes almacenes. Las/os viajeras/os querían que su tiempo de viaje fuera reconocido por las empresas como parte de su tiempo de trabajo y no como un problema personal. Además, los trenes de pasajeras/os eran los peores de todos los ferrocarriles estatales: sucios y siempre con retraso, y sin ningún respeto hacia las/os pasajeras/os; por ejemplo, si había un retraso, nadie informaba por qué o cuándo llegaría el tren. Las/os trabajadoras/es de los grandes almacenes querían un salario más alto además de mejores condiciones laborales, incluidas menos horas de trabajo. Fue mi participación en estas luchas lo que me obligó a comprender mejor el papel de las/os trabajadoras/es en la sociedad capitalista y a pensar en cómoentender dichos roles.
Decidí asistir a un seminario de Ferruccio Gambino en la Facultad de Ciencias Políticas, en el que se habló sobre Das Kapitalde Karl Marx. Comencé a comprender el significado de muchos conceptos y categorías que se empleaban en el movimiento, pero que por aquel entonces tenían un significado ambiguo para mí. Las cosas más importantes que aprendí en la clase de Ferruccio sobre Marx fueron los conceptos básicos de clase, capital, clase trabajadora, trabajo, trabajo productivo e improductivo y plusvalía, entre otros, pero reformulados de tal manera que podía plasmar de manera efectiva todos los cambios producidos por el capital en la historia de la sociedad después de Marx, y especialmente en la sociedad en la que vivíamos. La lectura consecuente de la sociedad propuesta por Ferruccio era muy diferente de la visión del marxismo ortodoxo que el Partido Comunista elaboraba y proponía.
No tardé mucho en darme cuenta de que, en este contexto, se podía encontrar una gran inteligencia política para abordar el presente, pero también para comprender el pasado, y que el grupo Potere Operaio (Poder Obrero) y su discurso proporcionaban una formidable caja de herramientas para las luchas políticas de todas/os las/os militantes. Sobre todo, este grupo estaba comprometido a crear una plataforma de organización donde las/os estudiantes, además de las/os trabajadoras/es, pudieran encontrar un espacio para unirse. En aquel momento, el gran problema era derribar las barreras sociales que suponían una gran separación entre las/os estudiantes y las/os trabajadores de las fábricas y el resto de las/os trabajadoras/es.
Sin embargo, este Marx reexaminado, aunque poderoso en comparación con la versión ortodoxa, continuaba estando ciego ante la realidad que vivían las mujeres. Con lo cual el discurso de Potere Operaio fue muy avanzado al considerar las nuevas fábricas, el nuevo papel de las/os trabajadoras/es en el sistema capitalista contemporáneo, pero fue muy pobre al considerar las tareas domésticas, los afectos, las emociones, la sexualidad, la educación, la familia, las relaciones interpersonales, la sociabilidad, etc.
No me gusta hablar de las limitaciones de Potere Operaio; como feministas, las hemos criticado y cuestionado en varias ocasiones debido a su desconocimiento de la condición social y del papel de las mujeres. Sin embargo, creo que las/os militantes de ese movimiento hicieron todo lo posible por hacer crecer el número de activistas y atraer a otras secciones de la clase, desde las/os trabajadoras/es de las fábricas hasta las/os empleadas/os, desde las/os estudiantes de secundaria hasta las/os maestras/os en las escuelas intermedias y secundarias, etc. También lograron enormes progresos en la difusión del discurso político fuera de la ortodoxia marxista. Consiguieron hacer del legado de Marx algo dinámico y útil para el análisis y la comprensión de la sociedad en la segunda mitad del siglo XX y enseñaron a todas/os las/os militantes de base, incluida yo misma, la capacidad de utilizar a Marx sin deferencia. Sin embargo, mi participación en Potere Operaio se vio limitada porque comencé a participar en el grupo emergente Lotta Femminista (Lucha Feminista).
Comencé a participar en Lotta Femminista cuando tenía 22 años. Mientras tanto, había crecido, había aprendido mucho, había superado mi timidez para hablar en público y sabía que era hora de darle un significado político también a mis decisiones personales. Las luchas personales con las que muchas mujeres se habían comprometido, por su propio bien y para cambiar la sociedad, necesitaban una caja de resonancia y una fuerza de unión que aumentara su poder. Esta fuerza fue el descubrimiento de la conciencia de clase por parte de las mujeres, que serviría como el motor de la organización política para sus luchas sociales. Lotta Femminista trajo la experiencia operaísta al movimiento feminista.
Sobre la base de estas experiencias políticas, decidí dedicar mi principal esfuerzo al análisis de las condiciones de vida de las mujeres desde la perspectiva de la economía política, reconsiderada en términos marxianos. Por supuesto, tuve que adaptar las categorías marxianas en vista de la experiencia feminista y la tradición política. Tuve el impulso de escribir El Arcano de la Reproducción por las necesidades prácticas de la lucha feminista. En esta labor recibí un gran apoyo de Mariarosa Dalla Costa y Sandro Serafini (de Potere Operaio ), quienes revisaron el libro capítulo por capítulo.
Este libro, de hecho, analiza los principales problemas políticos que se debatieron en aquel momento dentro de todo el movimiento político. Tuvimos que gestionar el debate público y político dentro de nuestros grupos, dentro del movimiento feminista y el movimiento más amplio, formado por estudiantes y organizaciones políticas como Potere Operaio y Lotta Continua (Lucha Continua). Era necesario aclarar y explicar, primero ante nosotras mismas, y luego a todo el movimiento, por qué las/os militantes tenían que ir más allá de las categorías marxianas y en qué sentido. Por ejemplo, ¿en qué condiciones podían las mujeres ser consideradas clase trabajadora? ¿Qué mujeres?
Lotta Femminista siempre había sido una tendencia minoritaria dentro del movimiento feminista más amplio, porque las mujeres en el movimiento feminista al principio, y con razón, desconfiaban de cualquier teoría política desarrollada en las tradiciones políticas masculinas. La ironía de esto es que el movimiento feminista más amplio se habría vuelto mucho más fuerte y más sólido si hubiera aceptado nuestra propuesta política de «salarios para las tareas domésticas» (es decir, «trabajo doméstico», incluida la crianza de las/os hijas/os, el cuidado, etc.), en lugar de asumir, sin saberlo, la estrategia leninista de luchar por el trabajo fuera del trabajo doméstico como medio para asegurar un salario para las mujeres. Pero fue muy difícil para los Comités de Salarios por las Tareas Domésticas encontrar un consenso sobre su propuesta, porque las mujeres feministas en general pensaron que era mejor rechazar el trabajo doméstico en su totalidad y abandonar sus hogares.
En este periodo las feministas operaístas no pudimos convencer a todo el movimiento feminista de que la negativa al trabajo debía gestionarse mediante un proceso de negociación salarial, o de lo contrario el trabajo doméstico volvería de otra manera junto con el trabajo fuera del hogar, que queríamos superar. En otras palabras, el movimiento feminista nunca incluyó, en su programa político general, nuestro objetivo de obtener primero el reconocimiento social del valor del trabajo doméstico reclamando dinero por él. La estrategia que las feministas aplicaron al trabajo doméstico fue simplemente invitar a las mujeres a rechazarlo. Pero después de un tiempo quedó claro que esta estrategia era ineficaz, porque no podía hacer desaparecer las tareas domésticas en una escala masiva.
El movimiento feminista tuvo el gran mérito de otorgar a las mujeres un poder de negociación general a nivel social. Sin embargo, como habíamos anticipado, el problema de las «tareas del hogar» o del trabajo doméstico no desapareció de la agenda política de las mujeres. Lamentablemente, aún hoy no se ha hecho una reflexión sobre el fracaso de esta estrategia. Las nuevas generaciones de mujeres deben aprender de este error político y comprender que el trabajo doméstico, en sus aspectos materiales e inmateriales, debe ser socialmente reconocido como trabajo productivo.
Traducción: Vanessa Amessa
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Prólogo a la edición en castellano
¿Por qué El arcano de la reproducción?
Después de su lanzamiento en inglés (1995) y en coreano (1997), finalmente El arcano de la reproducción se publica también en español, idioma clave para llegar a muchas culturas diferentes en distintos continentes.
Este libro, que alcanza aproximadamente la cuarentena de años, no teme el paso del tiempo, a pesar de que estemos en una época en que los libros y los artículos devienen obsoletos en poco tiempo. Año tras año se ha convertido en un punto de referencia al que muchas mujeres y hombres regresan con frecuencia a fin de encontrar un punto de partida, una inspiración, una indicación para comprender y enfrentar la condición actual de las mujeres (Jarret, 2016; Day, 2015), pero también para revisar el pasado (Federici y Fortunati, 1984).
El arcano de la reproducción no teme el paso del tiempo porque ofrece un análisis estructural de la condición de las mujeres, así como del funcionamiento de su mundo y del hogar en el sistema económico capitalista. La evolución de este sistema a lo largo del tiempo no ha modificado en absoluto la lógica fundamental que subyace a la organización material de la esfera de la producción. En todo caso, ha hecho la operación más compleja; la estructura, no obstante, sigue siendo la misma (Fortunati, 2014b). Caso de querer entenderla, encontraremos en este libro una ayuda que permite leer de un modo novedoso la realidad de las mujeres y, por lo tanto, de todas las personas.
Este libro representa una gran contribución al pensamiento marxista. Como feministas marxistas, estábamos y estamos convencidas de que no podemos analizar la realidad del siglo XX ignorando su aportación. Pero me parecía igualmente obvio que el uso del pensamiento de Marx no podía hacerse de una manera servil u ortodoxa; Marx estaba inmerso, como la mayoría de los escritores y políticos de su época, en una cultura ciega en lo que se refiere al significado profundo, material, de la esfera doméstica. Por eso, hemos utilizado las categorías marxianas de una manera creativa e innovadora, tomando de ellas cuánto podían ofrecer para analizar la vida y las condiciones de vida de las mujeres; desarrollando luego nuestro propio análisis, capaz de revelar el verdadero funcionamiento de la esfera doméstica.
Hay una lección fundamental que, como mujeres (pero también como hombres), aprendemos a través de El arcano de la reproducción: es vital que las mujeres se sitúen en el centro de la política, la sociedad, la economía y la cultura. Todos estos mundos, también interpretados desde una perspectiva marxiana, habían llevado a las mujeres a creer, mediante análisis aparentemente coherentes e inteligentes, que eran marginales en tanto no eran productivas. El trabajo realizado —tener hijos, cuidar de estos y de los esposos / compañeros, de los ancianos, enfermos, cultivar y expresar sentimientos, relaciones, etc.— no resultaba fundamental para el funcionamiento del sistema y, por lo tanto, jamás podrían actuar como sujetos políticos capaces de cambiar radicalmente este sistema y revertir su lógica de desarrollo. De ahí la inevitabilidad de realizar roles auxiliares en la sociedad, incluso a nivel político.
El arcano de la reproducción disipa esta creencia que también había sido incorporada por muchas mujeres. Muestra que las mujeres son tan productivas, si no más, que los hombres, desempeñando un papel esencial dentro del capital. Las mujeres no solo están en el centro de la vida, sino que también son cruciales para el funcionamiento de este sistema económico. Como resultado, no es posible cambiar el mundo, revolucionar el sistema sin incluir, de hecho sin centrarse, en las mujeres. Las mujeres son sujetos políticos: tienen en sus manos el poder de transformación más fuerte y radical de la sociedad, porque de ellas depende la producción y reproducción del bien más preciado para el sistema capitalista: la fuerza de trabajo.
En estas décadas, las mujeres han mostrado muchas veces este poder para producir cambios en distintas direcciones. La forma política en el nivel organizativo que ha demostrado ser más compatible con las mujeres es la forma movimiento. Movimientos de mujeres se han puesto muchos en pie. Además del Movimiento por el Salario para el Trabajo Doméstico, cuya historia dio a luz a El arcano de la reproducción (Wright, en prensa; Galimberti, 2018), mencionamos algunos de los más recientes: el movimiento «Se non ora quando?» [¿Si no ahora cuándo?], que nació en Italia en 2011 con el propósito de mostrar el rechazo de las mujeres a un gobierno dirigido por un primer ministro (Silvio Berlusconi) que con sus políticas y su conducta perjudicó públicamente la dignidad de las mujeres y de todo el pueblo italiano; el movimiento «Me Too» [Yo también], que surgió en Estados Unidos en 2017 a fin de poner fin al acoso sexual en el lugar de trabajo y, en general, a la violencia contra las mujeres; y en cuya estela, también en 2018, con motivo del 8 de marzo, se organizó una jornada de huelgas y manifestaciones en todo el mundo; el movimiento que en Suiza organizó una huelga de mujeres el 19 de junio de este año para exigir respeto, un salario más alto y más tiempo para sí.
Finalmente, el movimiento de «urban knitting» [tejer urbano] que surgió en Estados Unidos en 2005, y que desde hace años organiza iniciativas políticas a nivel internacional, bombardeando instalaciones hechas a mano con lana y algodón de áreas degradadas urbanas o de lugares públicos con un valor simbólico particular, como la zona roja de la ciudad italiana de L’Aquila, azotada por un fuerte terremoto en 2009. Este movimiento es particularmente interesante porque propone un enfoque completamente diferente de la acción política, que ya no se concibe contra algo sino para algo: para crear, en este caso, una sensación de bienestar en la comunidad, en tanto los valores más importantes que invoca son la belleza, la solidaridad y el consuelo (Farinosi y Fortunati, 2018a). Todos estos movimientos también han recibido la adhesión de muchos hombres.
Algunos de los problemas que se han mantenido abiertos a raíz de las luchas feministas de la década de 1970, en cuyo contexto se concibió El arcano de la reproducción, fueron precisamente la forma organizativa que se debe dar al movimiento de mujeres, así como las herramientas de comunicación que se deben emplear, en tanto los viejos medios, como volantes, carteles y, a nivel tecnológico, el uso de megáfonos y ciclostilados, se habían desgastado por la acción política. El reflujo del feminismo en la década de 1980 había abierto estos problemas para las generaciones futuras.
En relación con la forma organizativa, como hemos dicho, la forma movimiento ha sido la más adecuada para la potencia femenina. La forma partido nunca ha atraído a las mujeres, debido a las características jerárquicas y de liderazgo que implica y que siempre han sido mal toleradas por ellas: dentro del movimiento la palabra liberación ha resonado mucho más fuerte y con más frecuencia que la palabra revolución. Deshacerse de las cadenas de estereotipos, creencias, ideologías, actitudes y comportamientos sociales en las que estaban envueltas en la vida cotidiana era un programa político mucho más atractivo e inmediato para las mujeres que una revolución que no se veía claramente como tratarla. En cuanto a las modalidades concretas de acción política, las formas más practicadas han sido las huelgas, las manifestaciones y las concentraciones públicas.
En cuanto a las herramientas de comunicación, las mujeres de las siguientes generaciones no dudaron en adoptar todo lo que las tecnologías digitales tenían que ofrecer. Los ordenadores, Internet, los teléfonos móviles y las redes sociales son dispositivos empleados de manera inteligente a fin de crear la infraestructura organizativa necesaria para desarrollar y apoyar iniciativas políticas de todo tipo.
Más allá de su uso a nivel político, las mujeres también han estado ciertamente a la vanguardia de la concienciación sobre el significado político de la difusión de estas tecnologías, también de su empleo como una herramienta de dominio y para la creación de nuevo valor en la esfera de la reproducción personal y social (Terranova, 2004). Esto es aún más cierto hoy en día, cuando un buen número de multinacionales están tratando de obtener mayores beneficios de la comunicación, de los sentimientos, de la sexualidad y de las relaciones interpersonales mediadas por las tecnologías digitales. También en relación con este problema, El arcano de la reproducción fue un compañero fiel que trató de apoyar este análisis al ofrecer un enfoque correcto (Fortunati, 2002, 2016). Si hoy muchas mujeres han podido comprender, a nivel de la crítica de la economía política del mundo digital, las implicaciones y las consecuencias sociales de la difusión y el uso de las tecnologías digitales a nivel de la familia, de las relaciones familiares e interpersonales, de la sexualidad, de los sentimientos y de la comunicación, pudieron hacerlo gracias al análisis de las marxistas feministas desarrollado en El arcano (véase también Fortunati 2007, 2011, 2018).
De hecho, este libro ha analizado el papel de las tecnologías en la esfera doméstica —consideradas como herramientas de trabajo— y el papel de las propias mujeres dentro de esta esfera —consideradas como máquinas naturales del trabajo de reproducción— destacando la función de las mujeres en la creación de plusvalía.
No es casual que El arcano de la reproducción haya guiado también el análisis de la propagación de los robots sociales en los hogares y en la esfera de la reproducción social (Taipale et al. 2015; Fortunati, 2018d, 2018e), un análisis que ha tratado de interpretar la actitud positiva de las mujeres europeas, especialmente en los países del sur, hacia la robótica. Esta actitud se explica por el hecho de que, ante una pobre contribución masculina al trabajo doméstico en estos países, las mujeres aspiran a tener máquinas robóticas que sirvan para reducir la carga de trabajo doméstico.
El camino recorrido por las mujeres durante el último medio siglo ha sido largo. Hay todavía mucho camino por recorrer, pero este ya es cuesta abajo. Hoy las mujeres tienen todas las oportunidades y las condiciones para llegar al final del camino de manera fácil y rápida. Están bastante educadas —de media más que los hombres— (Fortunati, 2018c) y están decididos a construir un mundo lleno de respeto y consideración hacia sí mismas (Fortunati, 2018b).
Además, siguen siendo fundamentales para el sistema capitalista, a pesar de que hoy se intenta disminuir la importancia de la producción en sentido amplio en favor de las finanzas. Como sujetos políticos fuertes, las mujeres son cada vez más conscientes, a nivel de masas, del gran poder que tienen para cambiar el mundo (Fortunati, 2014a). No hay una línea divisoria más fuerte y más decisiva que la que existe entre las mujeres y el sistema capitalista: son las mujeres las que guardan y protegen el significado intrínseco del cuidado y el amor por sí mismas y por los demás, a pesar de todos los intentos capitalistas dirigidos a convertirlas en mercancía, mano de obra no cualificada y extraerles mayor producción de valor. Esta es la frontera donde la humanidad, a través de las mujeres, defiende su esencia más auténtica como un valor que no se pliega ante la lógica del beneficio.
El arcano de la reproducción, al revelar la forma compleja en la que el capital ha logrado que la esfera doméstica funcione dentro de su sistema económico, se ha convertido en un clásico del feminismo que muestra, a cada día que pasa, su relevancia.
Agosto de 2019.
Bibliografia
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Jarrett K (2016), Family. Labour and the Digital Media. The Digital Housewife, Nueva York, Routledge.
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Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article15053
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