El socialista que fue ministro de Industria durante el mandato de José Mujica resolvió irse del oficialismo e integrarse a Unidad Popular. Convencido de que no hay en el Frente Amplio políticas que incentiven la industria nacional y eviten que Uruguay sea, fundamentalmente, exportador de materias primas, encabezará la lista al Senado de Compromiso Socialista para dar “la pelea desde el Parlamento”.
—¿Qué lo llevó a alejarse del Frente Amplio (FA)?
—Es una comprensión de que la estrategia de país que se viene aplicando desde hace varias décadas, incluido el gobierno del FA –aunque con diferencias, con matices–, nos va dejando cada vez más desindustrializados y basados en los productos primarios. Hoy, en Uruguay, las exportaciones de productos primarios y a base de recursos naturales alcanzan un 80 por ciento: eso nos expone a una dependencia mayor. La estrategia de país se está sustentando en una apertura comercial que se inicia en la segunda parte del gobierno militar, se acelera con el Partido Nacional (PN), en la década del 90, y vemos cómo se van firmando tratados de libre comercio en diversos períodos. En particular, en este último, se agrava la cosa con el intento –por suerte, abortado– de negociar dentro del Tisa (Trade In Services Agreement) y con el tratado con Chile. Otra línea es la precarización del trabajo. En Uruguay la tercerización comienza con fuerza en el gobierno del PN, y la estamos viendo en este último período en las empresas públicas, en las que el porcentaje de mano de obra contratada –ya no de trabajadores, sino de profesionales– es muy grande. Otro aspecto significativo –la dictadura lo hizo prácticamente de golpe– es la liberalización financiera, que llevó a inestabilidades importantes, se mantuvo y no fue cambiada en estos años. Y me quedaría por mencionar −aunque hay muchos otros aspectos− el fomento de la inversión. Ese fomento, incluso de la inversión extranjera, que es necesaria y conveniente en muchos casos, es correcto. Pero otra cosa es que esa inversión sea a cualquier costo, que es lo que está ocurriendo. A partir de esas cuatro líneas, la conclusión es: hay diferencia entre los tres grandes partidos políticos. No son lo mismo, obviamente. Yo participé en el gobierno y pudimos hacer algunas cosas en el tema energético, en el área de las telecomunicaciones y en el área industrial. Hubo pasos importantes, instrumentaciones adecuadas, los consejos sectoriales fueron todo un hito, el fondo industrial, pero todo eso dentro de un marco de estrategia de país y política económica cuyas consecuencias son las que estamos viendo, pasado el ciclo de altos precios de los commodities. La estructura de producción es, para mí, uno de los puntos fundamentales. Los voceros que se han nombrado (para la campaña frenteamplista) corresponden a una continuidad en la orientación de la economía; esto hace que uno piense que el futuro va a seguir siendo como en la actualidad. Entonces: hay matices, pero exportando de esta manera los productos primarios, el resultado va a ser el mismo.
—Ahora, esta estrategia de país de la que habla no es nueva en el FA, por el contrario, fue así desde 2004.
—Pero todavía existía la perspectiva de la transformación del sistema productivo. El FA se ha ido mimetizando, cada vez más, con las políticas de los partidos tradicionales. El primer período fue con la idea de que se salía de la crisis y había que recomponer el país. Por ahí ya se esbozaban cambios en el programa, pero estaba la expectativa de cómo iba a seguir. En el segundo período, tuvimos espacio para mejorar algunos aspectos, para implementar medidas, negociarlas. Uruguay tuvo cierta diversificación y el impulso de los consejos sectoriales fue muy importante. Abordamos cambios que han sido una buena base para ese plan de desarrollo industrial que tiene que tener el país, uniendo agro, industria y servicios, pero la restricción de la política general y la política económica estuvo también en ese período. El Tisa es, para mí, el principal punto de inflexión: sentir cómo el país entraba a negociar tratados que, como decía Ha-Joon Chang, el autor coreano, ponen reglas que patean la escalera. Su visión es la de una escalera por la que alguien muy pobre está subiendo y otro se la patea. Eso pasó en el sector industrial y empezaba a pasar en los servicios.
—De todos modos, es un tanto paradójico que se aleje del oficialismo ahora que en el Partido Socialista (PS) ganó el ala ortodoxa −con la que solía identificarse− y Daniel Olesker encabezará la lista al Senado.
—Sin dudas, yo participé de esa línea, pero creo que el tema trasciende el PS, que ha cambiado, conozco bien a los compañeros y al secretario general, y la visión que tienen. He vivido la manera de trabajar a la interna y vemos que terminó primando una estrategia de país, como dije, basada en productos primarios y no en la industrialización, dirigida a insertarse internacionalmente de acuerdo con lo que le conviene a los países centrales, a las empresas multinacionales y a un sector de los poderosos uruguayos.
—¿Pero la decisión definitiva tiene que ver con la conformación de este equipo de voceros en materia económica en el que no está, por ejemplo, Olesker?
—Esa es la confirmación de algo que ya venía pensando, no puede decirse que es debido a eso. Se va empeorando: los últimos temas son los acuerdos por Upm 2 y con Chile. Es hora de buscar una construcción que se enfoque hacia la gran batalla por la estructura productiva, porque es determinante en cuanto a las riquezas, las desigualdades y el trabajo.
—¿Por qué Unidad Popular?
—Hay que formar una alternativa que empiece a englobar masas populares en un proceso de acumulación de fuerzas. A uno le da cierta frustración que la gran acumulación del FA se termine usando, en gran medida, para esa estrategia de país. A la Unidad Popular la fui conociendo a través de Compromiso Socialista, que es la lista 565, porque mi hijo está ahí. El nombre ya lo indica, tiene una mirada muy parecida a la de uno y se inicia con un grupo de estudiantes que venía trabajando mucho en la militancia estudiantil. Me pareció el grupo adecuado y en Unidad Popular tenemos un camino que construir con una mejor votación en este período. Por eso también me pidieron que encabezara la lista al Senado. Yo no entro en el tema de quién es más de izquierda, porque algunos medios publicaron “se va por izquierda”. Puede ser, pero lo que busco es acumular gente alrededor de una estrategia alternativa.
—Dice que no entra en este tema, pero en Radio Universal manifestó que el FA “está dejando de ser de izquierda… o ya no lo es”.
—Sí, es cierto, dije que casi no lo es o quizás ya no lo sea, cuando vemos que va tomando definiciones que conspiran contra el país. Nosotros, para este programa de desarrollo industrial, necesitamos investigación. La principal organización investigadora es la Universidad de la República, y se le retacea totalmente los recursos. Para colmo de males, la investigación muchas veces está dirigida por un acuerdo con una empresa multinacional. Entonces, en ese sentido, ya no es de izquierda o está dejando de serlo. Digo que está dejando de serlo porque en la base hay muchos militantes del FA que son de izquierda y que tienen la visión de que el país tiene que ir por otro lado, pero aceptan esto en función de una lucha electoral o de no romper la unidad.
—¿Considera que en el oficialismo hay dirigentes con una visión parecida a la suya?
—Creo que hay dirigentes que expresan una visión más parecida, pero cuando se ejerce el gobierno, se termina, en definitiva, desarrollando otros resultados. Es cierto que ha habido mejoras, pero tenemos 300 mil personas entre desocupados y subocupados, una subcontratación brutal, tenemos tercerización. O sea, la calidad del trabajo disminuyó enormemente y la expectativa que tiene alguien de permanecer trabajando dentro del sistema es cada vez más aleatoria.
—En 2014, en una conferencia de Somos Uruguay, hacía hincapié en que sí existía un plan estratégico industrial. ¿Entiende que ya no lo hay?
—Eso lo hicimos en el ministerio con Daniel Martínez. Ese plan nos permitió negociar algunas medidas concretas. Estaba dirigido al valor nacional y a las capacidades tecnológicas, pero no es posible desarrollar la política industrial si no hay una coherencia con la política económica. Hoy no hay ninguna política industrial explícita, pero hay una implícita, que es la de dar beneficios fiscales, que termina favoreciendo el agronegocio y la exportación de productos básicos.
—En la plataforma de Unidad Popular, bajo el título “Reforma tributaria”, se plantea lo siguiente: “De inmediato se restablecerá el impuesto a los activos bancarios, se eliminará el Iva a los alimentos de primera necesidad, en tarifas públicas y la atención médica; así como las exoneraciones al gran capital y terminar con el impuesto a las pasividades (Iass), y el Irpf”. ¿Con qué puntos concuerda?
—En líneas generales, estamos de acuerdo. Con algunos puntos específicos, hay algún matiz, porque creo que la inversión extranjera, con ciertas condiciones, es complementaria. Está muy estudiado en qué puntos uno debería avanzar para formar cadenas de producción en Uruguay con tecnologías en parte extranjeras y en parte nacionales que den trabajo estable y de calidad. Pero sí concuerdo con que la estructura impositiva es totalmente injusta. El Irpf recauda mucho más que el Irae en estos últimos años. Entonces, el asunto no va por mayores impuestos, como a veces se dice. Va por un cambio en la relación de impuestos directos e indirectos y la relación de impuestos al trabajo y al capital. Dentro de eso, se pueden hacer exoneraciones, porque en un plan de desarrollo industrial se necesita respaldar la industria existente.
—Más allá de que se pueda cambiar esta relación, ¿está de acuerdo con que habría que eliminar el Iass y el Irpf?
—Hay que estudiarlo, alguno de ellos hay que eliminarlo o disminuirlo porque la carga no debe estar sobre los trabajadores y los jubilados. En el aquí y ahora, tenemos que ser cuidadosos y graduales porque puede existir gente que gana salarios altos y, entonces, es razonable que impositivamente aporten. Tenemos que sacarle el peso al trabajador común que, en parte, está exonerado, pero, en buena parte, no lo está.
—Habló de cambios graduales, y si hay algo que no parece caracterizar al programa de Unidad Popular, es la gradualidad.
—El programa expresa visiones de corto, mediano y largo plazo. Yo, en la mayoría de los puntos, conceptualmente, tengo acuerdo. A corto plazo se puede empezar a trabajar en la disminución; hasta la Cepal está hablando de la injusticia de América Latina y de que hay que hacer una reforma tributaria.
—Otro punto es el rechazo a los megaproyectos como Upm 2 y la megaminería a cielo abierto. En su momento, usted defendió el proyecto de Aratirí.
—Sí, claro. Lo que hicimos fue modernizar la legislación en torno al caso. Creo que a Uruguay le sirve la posibilidad de tener una cadena de valor siderúrgica. Hicimos estudios, contratamos técnicos y pusimos en la reforma legislativa que era obligación no exportar todo y ofrecer 15 por ciento al mercado interno. Un sistema industrial basado en enclaves exportadores −es decir, me traigo los equipos, pongo la materia prima, poca mano de obra en el proceso y, luego, exporto− no nos sirve como plan industrial. Nosotros buscamos dar la posibilidad de esa cadena, modificamos el canon y actualizamos normas ambientales referidas al plan de cierre.
—En Unidad Popular y en otros partidos de la oposición se planteaba que los cambios legislativos vinculados a la llegada de Aratirí no iban a propiciar demasiado la industrialización y que los peligros ambientales persistían. El candidato Gonzalo Abella sostuvo, incluso, que el proyecto era un “saqueo voraz de las transnacionales”.
—La legislación daba la posibilidad de industrializar el país, actualizó todo el sistema ambiental, los temas financieros con el canon, el fondo soberano. Nos puso a la altura de los países de primer nivel en ese tema.
—Esto de los controles ambientales es algo similar a lo que se escucha hoy cuando el gobierno asegura que se van a establecer los controles necesarios a Upm 2.
—En esa negociación (la del gobierno y Upm 2), Uruguay otorgó lo que nunca se había otorgado en una inversión de ese tipo. Y puede haber problemas ambientales, eso lo confirmarán los especialistas, pero claramente lo pienso en general. La estrategia de país es la que tiene el problema ambiental; tenemos una estrategia que nos está contaminando los cauces de los ríos. Estamos hablando de Upm como tema específico, pero la estrategia de país de productos primarios que favorece a un pequeñísimo sector de la población, que, básicamente, no va a generar trabajo ni valor, origina los problemas ambientales.
—Mencionó que considera que el presupuesto para la investigación es escaso. ¿Cree que es posible que la investigación se financie sólo con fondos estatales?
—En la Universidad ha habido grandes rectores que han trabajado sobre el tema de la investigación científica. El condicionamiento de los préstamos extranjeros, de los organismos multilaterales que son dominados por los países centrales, es muy grande. Sus intereses van a financiar no el desarrollo nacional, sino los lineamientos que nos están poniendo de inserción internacional. El problema es que la estructura que se ha conformado en Uruguay, que ya la tenía pero se agravó, es que las grandes empresas son extranjeras, o sea, su decisión va a estar dirigida por otro centro. No hay nada malo en lo extranjero, pero estamos viendo que las ramas de producción de distinto tipo son crecientemente controladas por capital extranjero, cuya definición va a estar dada por la investigación en los países que les convenga; generalmente, donde está la casa matriz. Esa es una línea de grandes pensadores muy respetados, pero es cierto que la investigación no debe ser sólo pública.
La UP y el balotaje
—Ante un posible balotaje entre el Frente Amplio y el Partido Nacional o el Partido Colorado, ¿cuál sería su postura?
—No lo tenemos definido, es lo que hay que decidir colectivamente en Compromiso Socialista. Mi postura es que estoy trabajando hasta el 27 de octubre, el día siguiente estaremos definiendo cómo continúa, pero está claro que nos interesa fundamentalmente juntar fuerzas a ver si desde el Parlamento en este caso −la pelea por un Uruguay con otra estrategia hay que darla en todos los ámbitos− se pueden proponer cosas y denunciar otras.
—Pero, en lo personal, en ese debate, ¿cuál sería su opinión?
—Eso lo tengo que dar en la interna, no voy a opinar todavía.
Fuente: https://brecha.com.uy/la-inversion-extranjera-no-puede-ser-a-cualquier-costo/
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