¿Comunicación de guerra?

por Leonardo Parrini

El país se encuentra atravesando momentos de crisis como consecuencia de la decisión oficial de aplicar medidas económicas que son rechazadas por la ciudadanía, entre otras, eliminación del subsidio a los combustibles y aplicación de nuevos impuestos, que inciden en la inflación por elevación de los precios de productos de primera necesidad con el consecuente impacto en la economía familiar. Los acontecimientos se caracterizan por la movilización popular de diversos sectores políticos, étnicos y sociales enfrentados a los dispositivos gubernamentales del orden: FF.AA. y Policía, con apoyo de medios informativos oficiales.

En momentos de zozobra y agitación social el Gobierno hace uso inapropiado en el manejo de la comunicación, apelando a los recursos clásicos de la manipulación, intimidación y saturación. Esto habría quedado en evidencia en las últimas horas, cuando en cadena nacional el régimen desplegó dos o tres formatos comunicacionales para dar a conocer sus decisiones. Un spot propagandístico, comunicados de prensa y una entrevista en vivo.

El despliegue comunicacional, en cadena de televisión, comenzó a las 21h00 de anoche con la intervención del Presidente Lenin Moreno, leyendo un mensaje escrito en un teleprompter o improvisando apoyado en un guión previamente establecido en el que enfatizó un mensaje central: tener capacidad de decisión, o “estar decidido”. Los asesores de comunicación de la presidencia, probablemente, han detectado, o los han convencido de la falta de capacidad de decisión presidencial, al punto que desplegaron un spot con la participación del propio presidente Moreno para intentar convencer al país de la capacidad de decisión del Mandatario, que resultó excesivo y hasta innecesario, que desperdició la oportunidad de presentar a un estadista que dialoga con su pueblo, que informa a la ciudadanía, que se responsabiliza de sus acciones y que corrige errores humanos.

El pueblo dice, “dime de qué alardeas y te diré de que cojeas”. Este refrán popular cae como anillo al dedo para desenredar la comunicación oficial. El spot presidencial buscó, durante casi 3 minutos, posicionar una idea: “Estar decidido”. En tono, beligerante y, a ratos emocionalmente manipulador, el primer Mandatario introdujo temas que no vienen al caso en la coyuntura que vivimos: medidas económicas.

Antes las cámaras, Lenin Moreno dijo, apelando al recurso de la reiteración: estoy decidido….Como cuando se decidió consultar al pueblo acerca de varios aspectos democráticos. Cuando se reinstitucionalizó el país. Cuando se dio autonomía y libertad de cada función del Estado. Cuando se devolvió al libertad de expresión a los medios. Cuando se expulsó a un malcriado de la embajada en Londres. Cuando se rompieron relaciones diplomáticas con el sátrapa, dictador, de Venezuela. Cuando se terminó con el asalto a los recursos del pueblo y se decidió quitarlos a los traficantes de diesel y gasolinas. Cuando se decidió que se sancionen a los correistas que sacaron los dineros del pueblo. Decidido a sancionar a los que se robaron el dinero del pueblo en obras que no sirven para nada. Que se controlen los precios y se sancionen a los especuladores.

A reglón seguido, el libreto permitió al Mandatario mezclar el recurso de la intimidación con la información, y entreverando los mensajes, dijo: Estoy decidido a dialogar y tender la mano a la gente decente y honesta que quiere cambiar el país. A dialogar con ustedes, hermanos indígenas, con quienes compartimos muchas causas. Ecuatoriano no te prestes para que aprovechen aquellos que buscan el caos. Ayúdanos a denunciar especulaciones, es el momento de trabajar, de pasar la página de la violencia. Tenemos oportunidad de enfrentar con optimismo el futuro. Estoy decidido a cambiar el país, pero necesito ecuatoriano que tú también lo estés, concluyó el presidente Lenin Moreno.

Concluida la intervención presidencial -que dejó un innegable tufillo a propaganda-, la cadena nacional presentó una entrevista a dos voceros que han frenteado la crisis: la ministra de Gobierno, María Paula Romo, y el ministro de Defensa, Oswaldo Jarrin.

En tono y vestimenta informal, la ministra de Gobierno hizo uso del espacio televisivo para posicionar los temas de interés del régimen. Maria Paula Romo desplegó esfuerzos por explicar y justificar las medidas económicas que ponen fin al subsidio de los combustible. “Es una decisión correcta y clave para hacer un cambio estructural en la economía del pais”, señaló.

Luego se apropió del micrófono y las cámaras, para emitir un mensaje previamente definido,“para ser muy clara”: separar la inconformidad ciudadana con las medidas que ha tomado el gobierno, de los actos vandálicos y saqueos. Hace bien la ministra en establecer esta singular diferencia. No es lo mismo protestar en una marcha que atacar a una ambulancia que lleva heridos.

El periodista conductor de la cadena de televisión, hacía esfuerzos por volver al cause del diálogo con la entrevistada que, a momentos, se enfrascó en un monólogo ante la cámara para decir que “la violencia no es el camino” y que “se está conversando con sectores políticos en un dialogo”. Al tiempo que reconocía que existen hasta ahora 477 personas detenidas vinculadas a “actos vandálicos”.

A los pocos minutos, y al cabo de la lectura de un boletín oficial, se incorporó a la entrevista el ministro de Defensa, Oswaldo Jarrin, general en servicio pasivo. Con tono y vestimenta formal, Jarrín se mostró firme y comenzó negando aspectos del despliegue militar en carreteras y calles del país: No hay tanquetas en el centro histórico, dijo, sino vehículos blindados policiales. No obstante, en redes sociales se mostraban imágenes de tanquetas en las calles céntricas de la ciudad capital, y añadió que en, todo caso, “FFAA armadas tienen la facultad y monopolio del uso de la fuerza, más aun en estado de excepción”. Y agregó que estamos ante el “irrespeto a la autoridad a la ley y a quienes la representan”. No escatimó esfuerzos en afirmar que “la fuerza se utiliza cuando es necesaria en forma progresiva, como autodefensa” y que las FF.AA. “son precautelosas en uso de la fuerza”. Y advirtió en tono duro, hierático: “no se provoque a la fuerza pública, no se desafíe, no pretendan agredir a los militares. Tienen derecho a la autodefensa”.

Ante una pregunta del periodista acerca de la movilización indígena que impide acceso militar a sus territorios, Jarrín señaló: “no hay territorios indígenas, el territorio es del Estado. No hay marchas, sino puntos focales. Es una alevosa atribución y están expuestos a la ley. FF.AA. y Policía son las únicas que utilizan la fuerza. Y se harán respetar”. Y evidenció el uso de otros recursos de guerra: “debemos combatir las noticias falsas, la propaganda negra, con más información oficial, con propaganda blanca. La redes sociales son manipuladoras”.

El moderador hizo esfuerzos por recordar a su entrevistado “soy un periodista y ese es mi rol, satisfacer la inquietud de la ciudadanía” e insistió en sus preguntas sobre movilización popular, a lo que Jarrín respondió: “Pido confianza ciudadana a las FFAA. Las FF.AA. van hacer entender a los que forman barricadas, saben con firmeza cumplir su misión”. Y, finalmente, concluyó advirtiendo a los grupos “extremistas y desadaptados”: “no hay respeto a la autoridad ni a las leyes, se termina de extraer los obstáculos y los vuelven hacer. Esto es burlarse de la autoridad. Se tiene que adoptar otro tipo de medidas con mayor preponderancia, firmeza y acción que indica la ley”.

Hacía un buen tiempo que el país no escuchaba una intervención oficial en estos tonos y contenidos tan amenazantes, unidireccionales y categóricos. ¿Acaso estamos ante una comunicación de guerra?

Para entenderlo de mejor talante, apelamos a los teóricos de la comunicación. Juan Carlos Rodríguez Centeno nos proporciona luces de cómo, en un estado excepcional, la comunicación cambia de tono: “El arma psicológica hace parte de la estrategia militar general y tiene como objetivo disuadir al enemigo, minar su moral de combate, reforzar y mantener la moral de combate de las tropas, legitimar su propia causa”, señala el autor.

Rodríguez Centeno recuerda que -en una comunicación de guerra- “en la cual su objetivo es deslegitimar al contrario y legitimar sus acciones, los actores armados instrumentalizan a los medios de comunicación, utilizándolos para difundir los comunicados elaborados según una estrategia de guerra psicológica”. Operaciones psicológicas -señala- que pueden ser lo suficientemente efectivas como para disuadir al enemigo y ahorrarse las operaciones militares, como la propagación de noticias falsas, la intimidación, el control de la información.

Mientras que el trabajo de los medios de comunicación social debe consistir en informar y ganar ventaja comercial a los otros medios, el trabajo de los ejércitos es “ganar la guerra”. Acaso sea pertinente recordar que no es el momento de amenazas, desplantes, ni malabarismos verbales. No es el momento de spot publicitarios, sino de explicaciones claras en diálogo sincero que, más temprano que tarde, nos hará retornar a los causes democráticos.

Fuente: http://www.lapalabrabierta.com/2019/10/07/comunicacion-de-guerra/

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