«Pueblo, si los que te gobiernan dejan de ser gobernantes,
y se convierten en verdugos, y te chupan la sangre, y te ofenden y mancillan;
la revolución es un derecho de los tuyos, ejércelo»
Juan Montalvo
Diversos sectores sociales participaron de estas jornadas de lucha popular, y el éxito del Paro Nacional se debe al movimiento indígena, por su conducción, tanto en las calles como en las negociaciones. Sin embargo, la participación juvenil ha sido minimizada en los análisis, cuando la juventud jugó un papel decisivo en la presión social. A partir de la denominación por parte del gobierno, ser zángano se ha puesto de moda, como en otrora era ser forajido, ya sabemos quién aprovecha de éstos nombres. Lo cierto es que los jóvenes rebeldes lograron parar Quito y sostener las calles hasta la llegada de los indígenas.
Contexto
El decreto 883 conocido como paquetazo fue el causante de la movilización popular. El Gobierno Nacional cometió tres errores:
- Pensar que el problema era solo con los transportistas. Me preguntó ¿Cuándo los transportistas votaron a un presidente en la historia?, este conflicto se resolvió en dos días con el alza de los precios de los servicios. A pesar de ello algunos transportistas sintieron que abandonaron a su pueblo y se beneficiaron sus dirigentes.
- El segundo error del Gobierno Nacional y aún más grave, fue considerar que el movimiento indígena estaba debilitado, si bien el régimen político anterior dividió al movimiento social, éste siempre estuvo fuerte. El gobierno tuvo en sus manos la posibilidad de evitar una convulsión social, si escuchaba a los movimientos sociales.
- Y el tercer error es considerar que los jóvenes son el enemigo del Estado, que por subversivos y terroristas deben ser reprimidos. Cuando el terror viene del mismo Estado que limita su participación y cierra salidas para su subsistencia económica, ya que no se creen el cuento capitalista del emprendimiento.
Participación Juvenil
Mientras los sectores sociales, anunciaban la paralización, un sector volvía a emerger, de ese largo letargo del que estaba sumergido en la invisibilidad de la historia (Salazar 2001, 424-5). Los jóvenes empezaron a salir del ostracismo al que le ha sometido la alienación de la modernidad capitalista.
¿Donde empieza a emerger en la historia reciente el peligro juvenil, si esta generación no ha salido a pelear por sus derechos?, ¿será que la “revolución ciudadana” les quito su capacidad revolucionaria en los 10 años? Pues la respuesta es NO, siempre estuvieron ahí, esperando su momento. Luego de los noventas, el movimiento estudiantil no había logrado realizar paralizaciones, han pasado más de 15 años de resistencia al capitalismo, en la oscuridad.
El mismo Correa tenía miedo a la juventud, por ello dirigía repetidamente su discurso hacia los jóvenes en agosto del 2013 cuando le mintió al país con lo del Yasuní. Para el poder político, la opinión juvenil es irrelevante, incluso el jóven es visto como un mamarracho. Por eso Juan Montalvo vaticinaba el papel relevante de los jóvenes en las rebeliones. Personalmente creo que cuando uno es revolucionario lo es toda la vida o no lo es, no vaya hacer que sigan el ejemplo del presi Moreno, que de joven izquierdoso participaba en marchas contra los gobiernos y ahora es represor y defensor de los intereses de la clase capitalista.
Lo interesante son la cantidad de convocatorias de distintos colectivos urbanos y de movimientos estudiantiles, los cuales han roto ya con la organización de la izquierda tradicional. Fuimos testigos el dos de octubre, como en las inmediaciones de la Universidad Central las llantas vovían a ser prendidas, y armados con más valor en unas horas emprendieron marchas hacia el centro histórico. Para la tarde varias calles eran escenarios de enfrentamientos entre policías y jóvenes, los cuales disputaron las calles hasta la noche.
Esos jóvenes perdieron el miedo a las fuerzas del orden, a quienes consideran sus asesinos. Perdieron la confianza cuando al llegar al centro histórico fueron recibidos con nubes de gas, en ese momento no tenían con que defenderse, ni escudos, ni molotovs, ni nada, tuvieron que armarse con lo que encontraban a su paso, sacar piedras de donde sea. Claro que para las mentes curuchupas, Quito se pierde sin sus piedras, pero esas mentes no ven las pérdidas de trabajo y la carestía de la vida, las piedras se las puede volver a poner, las vidas no.
Como confiar en la policía cuando el 9 de octubre el movimiento indígena y el pueblo fue fuertemente reprimido entre las calles Benalcázar y Galápagos. Cuando fueron capaces de invadir en las universidades: Católica y Salesiana, las cuales eran zonas de paz. Cuando el 11 de octubre, la policía pidió una tregua con una bandera blanca, y dejaron que la gente pacíficamente esté en las inmediaciones de la Asamblea. En ese momento se reabastecieron en su armamento, ingresó más personal policial y militar, y luego de ello atacaron sin piedad, sin importarles que había niños y mujeres sentados en las veredas.
Sobre la violencia
¿Cuál fue la causa que generó tanta violencia en la población? El líder indígena Leónidas Iza (2019), fue claro en las negociaciones, “que más violento es, cuando estas dormido, antes, de día ponías 20 dólares en tu tractorcito que ibas a trabajar, al siguiente día te despiertas, tienes que poner 45 dólares en tu tractorcito, esos 45 dólares que servía para mandar a tu niño a la escuela, ahora ya no la tienes, que más violento puede ser un acto en este sentido”. Es un paquetazo donde se eleva al 123% los combustibles, donde hay flexibilización laboral, que esperaban de respuesta, “pegue patrón pegue”.
El mito de la isla de paz no cala cuando las razones políticas rebasan la ira de la gente, para ello abordemos la violencia, desde el desafío de las masas al Estado:
La violencia política dirigida contra el Estado es, en sí misma, un modo de cuestionar la legitimidad de origen o de ejercicio del propio régimen político…, no es descabellado situar en un mismo plano de análisis las estrategias violentas de los movimientos y las del aparato del Estado. En su práctica, ambos son de una naturaleza similar, y solo existe una diferencia en el nivel de los recursos materiales y simbólicos empleados. (González Calleja, 2002, 38)
Simbólicamente la población tiene millones de símbolos movilizadores. Sin embargo, Existe una diferencia abismal entre los recursos que posee un Estado, con los medios que disponen los manifestantes, por lo que la violencia siempre va hacer más poderosa desde el Estado.
Cuadro 1
Manifestantes | Fuerza Pública | |
Detenidos/Retenidos | 1192 | 202 |
Heridos | 1340 | 435 |
Muertos | 9 | 0 |
Fuente: Defensoría del Pueblo y Ministerio de Gobierno
Elaboración propia
Defensoría del Pueblo y Ministerio de Gobierno se contradicen en las cifras, siendo difícil establecer números exactos, por ejemplo, para el Ministerio de Gobierno solo hay 6 muertos, todos ellos por accidentes, y nadie por represión. La Defensoría del Pueblo menciona ya 9 muertos, a ello habría que investigar otros casos y un posible aumento de fallecidos por los heridos de gravedad, mientras las fuerzas del orden no tuvieron ningún muerto. Aunque el gobierno niegue, aún hay personas desaparecidas, aún faltan datos de los heridos atendidos por los estudiantes de medicina.
La utilización de armas letales fue controversial, mientras la Ministra de Gobierno decía que no se utilizó, el Ministro de Defensa autorizaba a las FFAA la utilización de este armamento. En todo caso, la fuerza pública utilizaba escudos especiales antidisturbios, los manifestantes usaban escudos de lata o madera hechos en comunidades, o en su mayoría, escudos de cartón. Mientras la fuerza pública lanzaba varios tipos de bombas lacrimógenas peligrosas, granadas con perdigones, bombas aturdidoras, y balas de bajo calibre, también utilizaron tanquetas, trucutus, motos, caballos, anclas. En el otro lado de las barricadas populares, la gente lanzaba piedras, y quedaban llantas, papel y árboles, que sirvieron bastante para contener el gas lacrimógeno.
Ahí donde el poder político mira formaciones militares, el pueblo ve su capacidad organizativa. Donde los medios de comunicación trasmiten el uso de tecnología militar, jóvenes valientes detienen el avance de policías asesinos con un tubo pvc y voladores de juegos pirotécnicos. Mientras expertos militares extranjeros se asustan con el avance de jóvenes con escudos, por el otro lado, la gente ve mingas de resistencia, con cadenas humanas pasando adoquines, llantas, palos, agua, es decir, organización popular. Donde ellos se inventan 19 grupos subversivos, el pueblo identifica las mentiras en sus noticias.
El pueblo salva al pueblo se escuchaba a los manifestantes, así llegaba la ayuda humanitaria a nuestros hermanos indígenas y urbanos que luchaban en el centro de la capital. La solidaridad a la resistencia también se vio en los estudiantes universitarios de medicina quienes con sus propios recursos e incluso como escudos humanos brindaron protección a los manifestantes, verdaderos héroes. Por otro lado, la fuerza pública tuvo todos los recursos disponibles desde el Estado para transportar sus municiones, su personal, su atención médica, el Estado realizó un excesivo gasto en esta represión, o lo que ellos denominan “uso progresivo de la fuerza”.
La represión fue brutal, sus niveles nunca se habían visto, pero así mismo nunca el pueblo tuvo conocimiento real de su capacidad de resistencia y combate. 202 miembros de la fuerza pública se retuvieron, 26 UPCs destruidas, 108 vehículos policiales afectados, varios edificios públicos tuvieron daños. El alcalde de Quito manifestó que solo en la capital hubo 1300 puntos de ataque. En el oriente varios pozos petroleros fueron tomados y la producción permaneció parada. Hubo varios camiones y tanquetas quemadas, las autoridades mencionan cuantiosas pérdidas en la infraestructura estatal y en el comercio, esto se pudo haber evitado, si el gobierno atendía a los más necesitados antes que al empresariado.
¿Cómo no esperar una respuesta violenta si la represión fue tremendamente violenta? Incluso hoy la Policía Nacional está absolutamente convencida que estaban haciendo lo correcto, están lavados el cerebro, tienen interiorizada la represión. Por el contrario, muchos militares de tropa estaban conscientes que esto era una represión a su pueblo, por las redes sociales circularon sus sentimientos de dolor, deseos de sublevarse, pero no encontraban alguien que los dirija. Incluso, hubo miliares que se enfrentaron a la policía, como en Guayaquil.
El pretexto del correísmo
Acreditar al correísmo el Paro Nacional es nuevamente subestimar la capacidad del pueblo, el cual fue el actor principal de esta historia. Si bien el oportunismo correísta trato de pescar a río revuelto, éstos no pudieron, sino pregúntenle al señor Tuárez. Los manifestantes supieron actuar con firmeza frente al correísmo y a las cabezas de la Revolución Ciudadana.
Basta tener dos dedos en la frente para darse cuenta que el episodio de la quema de la Contraloría General del Estado fue un auto-atentado. Si bien en el lugar se quemaron papeles de la corrupción de Correa, también había corrupción sobre este gobierno, en todo caso, ya el mismo contralor Pablo Celi, dijo que nada se perdió ya que en estos tiempos todo es digitalizado. Fíjense también que nadie de los manifestantes pertenecientes a una organización social estuvo dentro del edificio. Esto solo sirvió para justificar una brutal represión, bajo el argumento del correísmo, de paso se aprovecha para perseguir a los jóvenes pertenecientes a la guardia indígena y guardia popular.
Querer ligar el movimiento indígena con el correísmo, es jugar con la memoria de la población, cuando el correísmo los persiguió y atacado. Cuando amparados en el COIP, el correísmo se criminalizó la protesta social. Cuando fue el régimen de Correa quien tecnificó a la Policía Nacional, incluso creando unidades represivas, como la del UMO, a la cual le vimos operar en diciembre del 2015 cuando lo de las enmiendas constitucionales.
La derecha habla de un fallido golpe de estado para poder justificar su violencia desmedida, hablan del ataque a la democracia, pero no dicen nada de la represión al pueblo. Dicen que el movimiento indígena fue un instrumento útil del correísmo, ni que fueran borregos fanáticos. Ya la experiencia demostró al movimiento social que derrocar a un presidente sin suficiente organización, es entregarle el poder a otro oportunista.
Conclusiones finales
Lo que hizo el Gobierno Nacional se llama crímenes de lesa humanidad y el tiempo se encargará de juzgarles cómo se debe. La violencia desatada tiene un origen estructural, y mientras se mantenga la brecha de la desigualdad social, la violencia tiende a aparecer. A la vez, la violencia estatal puede hacer uso de armas letales, así como también la extrema derecha puede utilizar la violencia desproporcionada ante el miedo de perder su poder.
Las pérdidas económicas causadas por el Paro Nacional son responsabilidad del Estado, el cual no supo manejar una crisis de estas proporciones. Políticamente sabe la derecha que perdió, especialmente el PSC y el partido de gobierno, el cual aún debe las cabezas de Romo y Jarrín. Con el ensañamiento contra el correísmo, lo que están haciendo es hacerles revivir a un grupúsculo de fanáticos.
El presidente Lenin Moreno tiene principios, pero principios fondomonetaristas, aún sigue empecinado en aplicar políticas de corte neoliberal. Se ha implementado una cacería de brujas hacia los manifestantes, donde el correísmo es apenas el inicio. Por medio de su sofisticada tecnología tienen imágenes de todos los manifestantes a los cuales ha empezado su seguimiento, a esto hay que sumar los más de 280 presos políticos que aún están en las cárceles. Al finalizar este artículo, los pueblos del continente han empezado a despertar y esto da esperanzas de vida.
Bibliografía
González Calleja, E. (2002). La violencia en la política: Perspectivas teóricas sobre el empleo deliberado de la fuerza en los conflictos de poder. Madrid: Colección Politeya. Estudios de política y sociedad 19.
Iza, L. (14 de Octubre de 2019). Mesas de diálogo entre el Movimiento Indígena y el Gobierno Nacional. Quito, Pichincha, Ecuador.
Salazar, G. (2001). La nueva historia y los nuevos movimientos sociales. En G. Salazar, La historia desde abajo y desde dentro (págs. 415 – 432). Chile: Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Colección Teoría.
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