Francia paralizada por huelga general

Desde el Régimen francés siguen con preocupación el Tsunami social que comienza a expandirse por todo el país este 5 de diciembre. Un movimiento social de magnitudes nunca vistas. ”Esto va a ser un tsunami social histórico”, dice Henry Delacorix mientras afina las últimas pinceladas a la bandera gigante de la CGT con la que saldrá junto a sus compañeros de lucha a la calle. Mientras Macron, en la tensa espera.

«Todos en huelga el 5 de diciembre» se lee en un cartel colocado en un pasillo del hospital l’Archet, en Niza. | Foto: Reuters
Un miembro del sindicato francés CGT muestra los carteles preparados para la huelga del 5 de diciembre contra la reforma de las pensiones, en Niza (ERIC GAILLARD / Reuters)

 

Chalecos amarillos, huelga en los hospitales, en los ferrocarriles y el transporte público, estudiantes, policías, maestros, justicia, un total de 245 manifestaciones están previstas en toda Francia en signo de protesta contra una enésima reforma del sistema de pensiones. El procedimiento propuesto por el Régimen consiste en reemplazar por “un sistema universal de jubilaciones” los 42 regímenes jubilatorios de la actualidad. Los sindicatos rechazan de plano dicha reforma y su oposición ha ido aunando a los distintos sectores sociales. Ello terminó por trazar un horizonte posible de convergencias de luchas sociales que, esperan los sindicatos, podría igualar la huelga de 1995 contra una reforma similar que paralizó a Francia durante tres semanas.

Los primeros síntomas de este tsunami se han comenzado a sentir. Desde ayer no se venden billetes de tren en Internet para viajar y se prolongará hasta el domingo, en previsión de que la huelga continúe. Sólo habrá un servicio de cada diez de alta velocidad.

Once líneas del metro de París cerrarán. Desplazarse en las grandes ciudades francesas será extremadamente difícil. Por su parte, Air France ha confirmado la cancelación del 30% de sus vuelos domésticos y del 15% de sus operaciones de media distancia. En cambio mantendrá todos los vuelos de largo recorrido.

Las previsiones de la movilización son altísimas. 90% de los trenes no circularán este jueves, el 60% de las escuelas estarán inactivas mientras que las compañías aeronáuticas, además de la línea de bandera, ya anularon miles de vuelos. La pesadilla, para Macron, podría durar un sólo día o semanas según lo que ocurra con la huelga ilimitada decretada por los sindicatos de la SNCF, la compañía nacional de ferrocarriles.

En noviembre de 2018 surgía en Francia la revuelta de los Chalecos Amarillos y en diciembre de 2019 se plantea un levantamiento todavía más grande, tanto en el sector público como privado. Varios futuros están en juego, empezando por el de la misión del propio presidente y la imagen que, desde 2016, empezó a destilar en la opinión pública. Según explicaba Macron en un libro publicado ese año (Révolution), la división central se situaba entre “conservadores atados al pasado” y los “progresistas reformistas”. Su reforma se instala en esa narrativa con el riesgo de que, si no pasa por la persistencia de la acción social, ”el mandato se habrá acabado, ya no haremos más nada”, según admitía en las páginas de Le Monde un miembro del staff presidencial citado anónimamente.

La insurgencia de los Chalecos Amarrillos se plasmó fuera de los círculos sindicales y así lograron arrancarle al poder unas cuantas concesiones sin que mediada ninguna mediación sindical. Macron y sindicatos ponen en la mesa sus respectivas fortunas. La historia reciente no es alentadora en la lógica sindical.

Hace ya casi 20 a años que las manifestaciones, por más importantes que sean, dejaron de tener un impacto en el rumbo fijado por los políticos. No obstante, los Chalecos Amarillos volvieron a demostrar que en la calle sí se podía aún trastornar las lógicas del poder. Con ello cuentan los sindicatos, respaldados ahora por la señal de la insurgencia amarilla y por la densidad de los actores que ya adhirieron a la huelga. La fuerte oposición incumbe en mucho a la presidencia y al propio Ejecutivo.

Dos problemass añadidos a Macron en esta huelga general son, por un lado, las refinerías y por el otro, los empleados de la compañía energética EDF, que podrían cortar el fluido eléctrico de edificios públicos no esenciales para forzar que sus empleados dejen de trabajar. Los bloqueos de los últimos días en los grandes depósitos de carburante de Bretaña, por parte de quienes protestan por la supresión de una exención fiscal para ciertos tipos de gasóleo, han provocado desabastecimiento en las gasolineras de la región. Más de 400 estaban ayer ya secas y otras tantas con reservas mínimas. En el peor de los escenarios, si la huelga se convierte en indefinida, se podría llegar a una escasez de gasolina y gasóleo general.

“Este jueves será el #blackthursday, pero no del consumismo, sino de la resistencia ante los #liquidadores de nuestros derechos sociales”, aseguró en Twitter la senadora Esther Benbassa, una de las representantes más combativas de los verdes.

La huelga expresa un malestar que va más allá de los motivos expuestos, se trata básicamente de la lucha de clases. Como ya sucedió con los Chalecos Amarillos, el Tsunami que ya cobra altura se caracteriza por haber sido impulsada desde abajo. Para no quedar aisladas de sus bases, las direcciones de los sindicatos no tuvieron más remedio que aceptarlo. Esta vez los dirigentes sindicales no pudieron apostar por una “acción suave” y movilizarse cada uno por su lado en busca de un puesto privilegiado en la mesa de negociación con el gobierno. Una estrategia que favoreció el fracaso de las protestas contra la reforma laboral de Macron en 2017.

El Tsunami social histórico de este jueves “mantiene algunas similitudes con la huelga de diciembre de 1995”. Entonces, una sucesión de movilizaciones y bloqueos en sectores claves forzaron al entonces primer ministro, el conservador Alain Juppé, a que renunciara a tocar el sistema de pensiones. “La reforma se hará”, defendió el pasado domingo el ministro de Finanzas, Gérald Darmanin. ¿Pero Macron resistirá ante la presión popular? Los chalecos amarillos ya abrieron la brecha forzando al joven dirigente a hacer sus primeras concesiones el 10 de diciembre de 2018. Y un año después, el fantasma de una revuelta vuelve a planear sobre Francia.

Fuentes: El Salto/ La Vanguardia/Página 12/

Acerca de Milton Castillo 465 Articles
Soy W. Miltón Castillo, toco la bateria en una banda de Rock and Roll, en mis tiempos libres me dedico a escribir.

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