Ladrón de apartamentos

Portada

Jeremy Vagabundo

Con música de Stone Temple Pilots, Nirvana y Alice In Chains.

El mundo siempre está haciendo música.
-Tom Waits.

EL PASADO: Eros Bar o “La Puñalada Bailable”

Si no me hubiera dedicado al teatro hubiera sido ladrón de apartamentos, pero por culpa del arte escénico mi vida de malhechor se vio truncada a los 15 años cuando ya salíamos en gallada a buscar víctimas para robarle, en aquel entonces, las zapatillas a los que no pagaban vacuna por protección social.

No es que me llene de orgullo contarlo pero que más se podía esperar de vivir en un barrio donde tus parceros eran los futuros pandilleros de la zona y que además y como si fuera poco, causaban admiración y respeto de lealtad callejera, entre los más chicos.

En aquel entonces no existían los CAI en Bogotá (Centros de Atención Inmediata)  que eran como unos nichos llenos de policías malotes dispuestos a apaciguar a punta de bolillo y pata a los más ñeros y rebeldes.

En ese entonces, hablar de arte o de cultura era hablar de las minitecas donde “La Puñalada Bailable” era el sitio estrella,  que en realidad se llamaba Eros Bar, pero le decíamos la puñalada bailable porque… bueno no hace falta explicarlo; punto central de varios barrios a donde acudían las bellezas más representativas de cada pandilla, “dizque a bailar”.

Ese lugar cerró luego de una pelea extrema tipo película gringa, tipo John Woo o Stallone donde un chico salió disparado desde un segundo piso por el ventanal, cayendo con vidrios rotos y muerte segura.

El otro foco de cultura barrial tenía relación con el cine rotativo Ezio o llamado cariñosamente El Tarro (porque cuando fue inaugurado no habían sillas, entonces la gente llevaba literalmente un tarro para sentarse) era divertido ir, uno entraba en cualquier momento de la película, esperaba que terminara, comenzara y finalizara la otra y salía cuando empataba la primera.

Creo que eso de cierta manera afecto la manera como escribo algunas de mis obras de teatro (Oh Dios santo,  acabo de descubrirlo!!) en fin.

Los más valientes tenían reuniones clandestinas para armar bandas de rock, de ahí conocí a mi segundo parche de amigos que para esos días tocaban influenciados por el grunge de grupos como Nirvana, Pearl Jam, Stone Temple Pilots, Soundgarden, Alice In Chains entre otros, y eran valientes porque si bien eran respetados y admirados por la caterva de jóvenes sin oficio que los seguían (que no eran más de veinte)  no eran tan bien vistos por los pandilleros (que eran como setenta) y la policía (que eran como quince).

Entonces, a quienes teníamos inclinaciones de artistas y presentíamos que ser seguidores de pandilleros y futuros ladrones de apartamentos no estaba bien, nos tocaba abandonar el barrio y buscar alternativas, más lejos,  en los lugares donde se movía el arte con más fuerza, es así como apareció el Barrio La Candelaria, El Tecal y el teatro en mi vida, salvándome de un futuro predestinado, pero bueno, esa es otra historia.

EL PRESENTE: Grupo de Teatro “Catalinas Sur”

En Buenos Aires se reúne un grupo de vecinos, alquilan un local y deciden realizar actividades artísticas en ese lugar para la gente del barrio, a veces gratis, a veces a precios realmente irrisorios, y  también presentaciones y fiestas. La gente es feliz, se nuclea, los jóvenes, niños y niñas sienten que son espacios incluyentes y todos felices.

Conocí varios, pero en el año 2006 uno me sorprendió de sobre manera: CATALINAS SUR.

Esa vaina es una mole de concreto que contiene un sinfín de actividades, con obras montadas por ellos donde en escena se ven a más de cien vecinos actuando, bailando, tocando música y que en cada presentación se arma afuera una parrilla gigante donde uno va y morfa un delicioso choripán con vino o fernet y vive una fiesta barrial única.

Cada vez que viajo voy y termino viendo la misma obra: El Furgón Argentino a la que años tras año le van agregando escenas y me como el mismo choripán con vino y lloro viendo teatro, no porque la obra me haga llorar sino por la tenacidad con la que semejante proyecto es llevado a carne viva por los vecinos, incluso me metí a tomar un taller que no terminé pero que me dejó la sensación de que se toman la cosa a pecho y con mucho profesionalismo.

Pero claro y como nada es perfecto en la vida, viene Macri Gato y se caga todo, comienza a cerrar Centros Culturales con la justificación de la presunta falta de seguridad (además de que no existe una ley reguladora y de ahí se agarran para validar legalmente el cierre) y los vecinos, los niños, las niñas, los jóvenes, los adultos mayores, mejor dicho, todos los sectores poblacionales, se quedan sin la oportunidad de desarrollarse artísticamente en estos sitios que son verdaderas joyas culturales de los barrios y de la vida de la gente del común, o sea de aquellos que si bien, como nosotros, no eligieron el arte como oficio salvándose de ser bandoleros, si ven en el arte la oportunidad de relacionarse con otros, generar sensibilidad, pensamiento, participación ciudadana y podría quedarme a enumerar un sinfín de cosas más.

Afortunadamente el Catalinas Sur se salvó de esa hecatombe y, si llegaste hasta acá, y vives en Quito, a estas alturas del texto ¿sabes para donde voy no? Bien, sigamos…

EL PRESENTE PARTE 2: “El Útero” Espacio Cultural

Volví al Ecuador de mis amores hace unos meses para transitar el fenómeno del paro y las manifestaciones con todo lo que eso trajo, además del pesimismo generalizado de mis amigos artistas y de una especie de inseguridad acrecentada.

Para quienes me conocen y no me conocen, desde el año 2001 que fue la primera vez que vine, me hice por cuenta propia embajador del Ecuador y de Quito (la madre, deberían nombrarme ciudadano ilustre con medalla tipo Cruz de Boyacá que la dan en Colombia) porque me encanta el paisaje, que si bien no es tan distinto al de Colombia, tiene cierto viso diferente, me encantan la gente con su serenidad y manera de pensar ligada a la tierra y a los principios basados todavía en la palabra y sobre todo me encantan las expresiones artísticas (con decirles que Guayasamin es uno de mis cinco pintores favoritos del mundo mundial, fui tocado en mi formación como director por el teatro malayerbiano y la banda sonora de Ratas Ratones y Rateros es uno de mis diez discos de viajes, y no se ofendan los demás, tranquilos, tengo un catálogo de cosas ecuatorianas en mi mochila de viaje, impresionante) no hay gringo, viajero, habitante de este planeta que pueda comprobar que alguna vez le hable mal del Ecuador, a todos los que me encuentro los hago venir porque simplemente Ecuador, es el Ecuador de mis amores.

Y entonces cuando regreso muchos me hablan de un lugar y desde diferentes sectores: El Útero.

Un día, me acerco a conversar con su directora, gestora y líder más visible, la carismática Luz Albán (a quien admiro por su tenacidad) y listones queda armado un taller de teatro callejero.

Un día llego temprano, me siento afuera y desde la invisibilidad de las estatuas que nadie ve, empiezo a darme cuenta que en ese lugar se mueve un montón de cosas artísticas por gente que en principio uno podría tildar de desadaptados, o no aptos para una sociedad normal, pero que al escucharlos, al ver la pasión con la que van y vienen, las cosas que hacen… mierda, pienso: estos lugares los necesitan las ciudades, son los lugares donde se gesta la cultura en su expresión más visceral y directa, quizás lo único que me genero ruido es que no vi niños y niñas, sector poblacional al que le creo a capa y espada, pero por lo demás, si miras en redes, si haces un seguimiento de lo que pasa mes a mes, si conversas con la gente, han logrado posicionarse a mano dura y pata pelada con una grilla de posibilidades artísticas pensadas por y para la gente.

Pero claro y como en Buenos Aires, nada es perfecto en la vida y sumado a la crisis actual del país que obviamente también toca y quizás de manera más dura a los espacios culturales, les cayó el cierre por una fiesta.

Díganme que era una fiesta como las que se hacían en “La Puñalada Bailable” y diré claro, bien que cerraron, pero déjense de joder, a menos de diez cuadras de ahí es imposible transitar de noche, con la cantidad de maleantes nocturnos que se ven en las calles sin contar con las historias que van de boca en boca y cierran el Centro Cultural del barrio ¿en serio? Y como en Buenos Aires, claro porque no existe una ley complementaria que permita cubrir legalmente todas las actividades que se hacen en El Útero.

EL FUTURO: “Robando Zapatillas”

Se necesitan más centros culturales y menos pandilleros, bandoleros, maleantes, etcétera,  se necesitan más vecinos organizados haciendo actividades artísticas y menos ladrones de apartamentos, se necesitan más leyes por parte de los Estados que cobijen, protejan, apoyen, promocionen, fortalezcan, motiven, premien, construyan, y demás a los hacedores culturales y a sus proyectos comunitarios, sociales, barriales, citadinos y nacionales; se necesita que los que están en la cultura tanto los administrativos, como los que la ejercen como oficio, se peleen menos y se nucleen más para sacar adelante y en conjunto un plan solido a largo plazo que beneficie a la población en general sin discriminación de ningún tipo y se necesita que personas como usted o como yo en mi calidad de habitante de la ciudad, le metamos cultura a nuestro plan de gastos mensuales.

Claro,  todo esto suena muy bonito pero se debe comenzar de una buena vez, a ver si logramos que las cosas cambien, que la cultura no sea para una inmensa minoría, ni un lujo, sino una profesión participativa y que de esa forma…

Menos chicos estén por ahí robando zapatillas.

Créditos de la imagen:
Dave Mckean del autor https://www.pinterest.es/raul_sword/dave-mckean/ está licenciada como CC BY 4.0

Créditos de la imagen destacada:
Dave Mckean del autor https://www.pinterest.es/raul_sword/dave-mckean/ está licenciada como CC BY 4.0

Acerca de Fernando Prieto Valencia 10 Articles
Director de teatro, escritor y dramaturgo, andariego.

2 Comments

  1. el arte, siempre y cuando no entre en la rueda de mercantilizacion, es lo que nos va a salvar como humanidad, no tengo dudas de eso! me encanto la anegdota del lugar llamado «el tacho». con muy poco se puede hacer mucho

  2. Desde la simple comparación de la adolecencia, desde Colombia a Buenos Aires y pasando por Ecuador , este artículo me hace pensar en como la cultura adolece de protectores y de bases políticas que permitan su acceso y difusión, el desarrollo social depende de la cultura y el arte es la mejor de sus manifestaciones, como menciona el autor , es totalmente necesario que se ponga los ojos en abrir las posibilidades para los jóvenes creadores de quienes depende la continuidad de los procesos y así, probablemente, las zapatillas y los sueños se queden con sus únicos dueños….

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*