En todo el mundo, donde el fútbol es un deporte mucho más importante que en Estados Unidos, las hinchadas son conocidas por crear lazos en la comunidad. En ocasiones, comparten poco más que un simple amor por el equipo, pero en otras, este vínculo se extiende a apoyar a su ciudad e incluso, a veces, estos grupos se forman a partir de un sentimiento de solidaridad política. Las hinchadas de izquierdas en el Reino Unido y Alemania han convertido la política en un elemento central de su visión del fútbol como una experiencia multicultural, y a menudo se enfrentan a grupos de extrema derecha vinculados al Frente Nacional o el Partido Nacional Británico. Aunque habitualmente se los describe como una extensión del hooliganismo, los clubes de fútbol antifascistas son en realidad mucho más diversos. La experiencia del aficionado se cimenta en la cultura que se desarrolla a partir de las hinchadas y estas representan una parte considerable de las ventas de entradas y artículos promocionales.
El Timbers Army lleva siendo la hinchada del Portland Timbers Football Club desde 2001 –antes de que fuera un equipo de la MLS– y ha aumentado en miles de integrantes desde entonces. Aunque la ciudad de Portland se inclina hacia la izquierda, también cuenta con una historia de violencia fascista en las calles. En el pasado, Oregón llegó a ser uno de los centros más grandes del Ku Kux Klan en la década de 1920; un hervidero de violencia skin y neonazi durante las décadas de 1980 y 1990; y hace poco fue testigo de violentos ataques de miembros de grupos de extrema derecha como los Proud Boys y los Patriot Prayer. Por ese motivo no sorprende que el Timbers Army haya decidido incluir manifestaciones antifascistas en su hinchada, y que haya utilizado al grupo para ayudar a impulsar causas caritativas y alzar la voz contra el racismo en el estadio y en la comunidad.
En Europa los campos de fútbol han sido testigos de la reacción de los grupos de extrema derecha ante la reciente llegada de refugiados, y esto ha dado pie a que las hinchadas desplegaran pancartas prorrefugiados en los estadios. El Timbers Army ha seguido el ejemplo y se ha unido a la Organización Comunitaria de Inmigrantes y Refugiados (IRCO, por sus siglas en inglés) para realizar campañas de donaciones y recaudar dinero para financiar la comida y educación de estudiantes inmigrantes. Además, el logotipo del Iron Front comenzó a utilizarse con regularidad en 2017, después que se produjera una serie de ataques racistas y cambios en las políticas públicas. En la actualidad, figura en las camisetas, los parches y otros artículos repartidos en las gradas de los aficionados incondicionales del equipo.
“A lo largo de los últimos años hemos visto cómo muchos miembros de nuestra comunidad se sentían menos seguros, amenazados”, comenta Lewis. “Y existen personas que quieren hacer que se sientan amenazados en el exterior. Por eso es importante contar con espacios seguros en las zonas en las que vivimos. Y existe un símbolo en contra de eso. Existe un símbolo que es antiodio”, explica.
Este es el contexto en el que la decisión de la MLS parece contradecir la cultura futbolística. Su nueva política no solo desvirtúa las hinchadas, sino que directamente prohíbe sus consagradas expresiones de solidaridad.
El consejo administrador de los Portland Timbers decidió aplicar las reglas fijadas por la Liga y hacer cumplir la prohibición en todos los equipos, incluidos los Thorns, que están en la Liga Nacional de Fútbol Femenino y no en la MLS, por lo que en principio no estaría sujeto a la prohibición. “La MLS considera que el símbolo del Iron Front es intrínsecamente político porque se lo ha apropiado el movimiento antifa”, explicó en un comunicado la dirección de los Timbers.
En comparación con sus equivalentes en la industria del baloncesto, del fútbol americano y del béisbol, la MLS está todavía en pañales. La Liga celebró su primer partido en 1996 y solo ha logrado adquirir una afición de masas en la última década. Entre sus aspiraciones, parece estar el imitar a la NFL (la Liga Nacional de Fútbol Americano) en sus enormes acuerdos televisivos y patrocinios. Don Garber, el comisionado de la MLS que ha ocupado el cargo durante las últimas dos décadas, estuvo en la NFL durante 16 años, en la etapa en la que esta se caracterizó por la progresiva comercialización de productos para la hinchada y los acuerdos con empresas. Garber se ha propuesto convertir a la MLS en el próximo deporte de masas en televisión y está claro que los símbolos “antifa” no entran dentro de su apuesta por conseguir audiencias a lo largo y ancho de Estados Unidos.
“Si observas las ligas internacionales, la política siempre ha formado parte del juego, ya sea en hinchadas abiertamente de izquierdas como la del FC St Pauli [un club con sede en el distrito de San Pauli en Hamburgo] o en la infiltración en el fútbol europeo de extremistas de extrema derecha que provocan a los jugadores negros tirándoles plátanos y llamándoles monos”, dice Megan Rabone, una miembro del Timbers Army. En otros países, las hinchadas de los equipos, como por ejemplo el AS Livorno (Italia), el Rayo Vallecano (España) y el Olympique de Marseille (Francia), son también agentes políticos; a medida que la extrema derecha avanza en toda Europa, sus aficiones desempeñan un papel muy importante combatiendo los comportamientos antinmigratorios y xenófobos de los hooligans de extrema derecha. En Estados Unidos, el New York Football Club (NYFC) comenzó a ser el lugar de encuentro por excelencia para grupos de skinheadsy neonazis como los Proud Boys, y muchos comenzaron a pedir que la MLS hiciera algo al respecto.
En Seattle, el Gorilla Football Club (GFC), la hinchada de los Sounders, tuvo la política siempre presente en sus entrañas desde su fundación por parte de unos activistas. El grupo recauda dinero para diversas causas, entre las que se encuentra la construcción de “casas pequeñas” para la comunidad sin techo de la zona, crear jardines comunitarios para los centros de refugiados y ayudar en la resolución de catástrofes en Haití. “Utilizamos abiertamente la palabra antifa para describirnos a nosotros mismos. Somos un grupo antifa… y no vamos a dejar de usarlo”, explica Cameron Collins, el vicepresidente del GFC y anterior líder de la Asociación Nacional de Abogados de la Universidad de Seattle. “Hemos albergado estas ideas desde el primer día, así que ya se nos reconoce por eso”.
Para los aficionados al fútbol, las bufandas son un elemento clave (se agitan durante el partido), y el GFC ha incluido el logotipo del Iron Front en casi todas. Por lo general, la dirección de los Sounders ha tenido cierta manga ancha con el grupo de hinchas; hasta hace poco, esto incluía también determinar qué se considera un símbolo “político”. Es decir, hasta que la MLS tomó medidas contra el Timbers Army, y los eligieron para mandar un mensaje ejemplarizante. “Las hinchadas tienen una relación única con el club que no existe en otros deportes… Cuánto puedes llegar a presionar depende por completo de la relación que la hinchada tenga con ese club”, explica Collins.
El Gorilla FC se sumó a la hinchada de los Sounders más numerosa, el Emerald City Soccer (ECS), para hacer público un comunicado en apoyo de la utilización de símbolos antifascistas tras la prohibición por parte de la Liga. La Section 8, una hinchada de Chicago con inclinaciones de izquierdas, también emitió un comunicado en el que desaprobaba la prohibición, y muchos otros grupos del país se sumaron para censurarla.
Las protestas aumentaron cuando la dirección de los Portland Timbers extendió la prohibición al equipo femenino, los Thorns. Su hinchada, los Rose City Riveters, se había unido al Timbers Army para apoyarlos porque el logo del Iron Front –y una firme defensa antifascista y LGBT– también es uno de sus componentes fundamentales. “Los Rose City Riveters son antifascistas. Punto y final… No creemos que los derechos humanos sean algo ‘político’. Pero tampoco tenemos miedo de profundizar en asuntos que otras personas podrían considerar ‘políticos’”, afirma Jo Thompson, una de sus líderes. “Seguiremos ondeando la bandera y animando a nuestra gente para que utilice la insignia dentro del estadio en sus objetos personales”.
En agosto, el sindicato de jugadores de la MLS usó Twitter para expresar su solidaridad con la hinchada: “Como ya demostraron infinitos atletas en el pasado, todos tenemos una voz y deberíamos sentirnos empoderados para utilizarla, para apoyar la inclusión y para rechazar a aquellos que pretendan silenciar las opiniones. Nuestras hinchadas son la columna vertebral de la liga y cuentan con todo nuestro apoyo”. Este mensaje de unidad, de un “frente unido”, un concepto que reúne a personas de grupos diferentes y a menudo rivales para combatir al enemigo común, el fascismo, ha recibido el apoyo del Consejo de Aficionados Independiente, la organización que representa a las hinchadas y negocia con la Liga el reglamento para los aficionados.
El pasado 23 de agosto, los Portland Timbers jugaron contra los Seattle Sounders en el que prometía ser uno de los encuentros más emocionantes de la temporada. La enemistad entre los equipos impidió en el pasado que sus hinchadas se coordinaran, pero en esta ocasión encontraron una causa común para juntarse. En lugar de participar con sus habituales cánticos y ovaciones, ambos grupos permanecieron en silencio durante 33 minutos completos, en referencia a 1933, el año en el que los nazis aplastaron al Iron Front. “Contra todo pronóstico y por primera vez en la historia, se había organizado una protesta entre las hinchadas de los principales rivales de la Liga de fútbol de EE.UU.”, comenta Alex Kowalski, miembro del Timbers Army e integrante también del Rose City Antifa, un grupo antifascista de Portland. “Todos los hinchas juntos para demostrar que aunque no siempre estemos de acuerdo, hay asuntos más importantes y más acuciantes que la rivalidad regional”.
A pesar de este frente unido, la MLS sigue adelante con sus planes de implementar su nueva política y cuando varios aficionados del Portland ondearon el símbolo del Iron Front en el partido del 31 de agosto contra el Real Salt Lake, tres de ellos recibieron una sanción de tres partidos. Dos semanas antes en Atlanta, varios seguidores fueron expulsados de un partido por llevar pancartas contra el fascismo (en uno de los casos, tan solo contra la violencia con armas de fuego). Algunos recibieron sanciones por un período de un año o les dijeron que solo podían regresar al estadio tras haber completado una formación que costaba 250 dólares. En septiembre, la hinchada de Seattle llevó a cabo una movilización y abandonó el estadio.
“Si los nazis se ofenden, lo más probable es que estemos haciendo algo bien”, expone Abram Goldman-Armstrong, uno de los aficionados que ha sido sancionado por exhibir el logotipo del Iron Front. Goldman-Armstrong es también el propietario del bar Cider Riot, un establecimiento que nacionalistas blancos han destrozado en alguna ocasión debido a sus inclinaciones de izquierda. Cuando la prohibición entró en vigor, Goldman-Armstrong decidió lanzar una sidra Iron Front para demostrar su apoyo al equipo y al antifascismo. “El antifascismo ha formado parte de la filosofía del Timbers Army desde el principio… Sentí que era particularmente oportuno vincular ese mensaje con esta sidra, que se opone a las fronteras y a la discriminación”, explica.
El 10 de septiembre, la dirección de los Timbers se sentó por fin con el Timbers Army, quienes iban acompañados por miembros de organizaciones locales como la sección de Oregón del Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR, por sus siglas en inglés), el Museo Judío de Oregón, el Centro para la Educación sobre el Holocausto y la organización sin ánimo de lucro antirracista Western States Center. “El código actual se presta a la existencia de procesos y resultados como estos a los que estamos asistiendo en la actualidad en la MLS. Hace tan solo unos años, una bandera del orgullo se interpretó como una declaración política, pero ahora la Liga dice que no lo es”, denuncia Zakir Khan, un empleado del Western States Center y presidente de CAIR-Oregón. “Prohibir el discurso político no tiene ningún sentido. Lo que sí defenderíamos es una prohibición del discurso de odio que se hiciera cumplir de manera clara y consistente”.
Como demostró el pasado 15 de septiembre el muy publicitado partido entre los Timbers y el D.C. United, transmitido en el canal de televisión especializado en deportes ESPN, la pelea no ha terminado. Una vez más, el Timbers Army comenzó el partido en total silencio, sin animar ni corear durante tres minutos y 33 segundos. En ese preciso instante, la multitud explotó y se detonaron granadas de humo verde y amarillo (los colores de los Timbers), y durante el resto del partido entonaron cánticos al unísono sin interrupción.
Posteriormente, algunos miembros del Timbers Army acudieron a Las Vegas para participar en una reunión entre el Consejo de Aficionados Independientes y la Liga en la que transmitieron sus preocupaciones, y en la que la MLS finalmente escuchó. En un comunicado publicado el 24 de septiembre, esta anunció que interrumpiría el veto: “La MLS ha suspendido la prohibición del símbolo del Iron Front en los partidos para lo que queda de la temporada 2019 y las eliminatorias de la MLS Cup, mientras el grupo de trabajo realiza sus análisis”, dijo su presidente, Mark Abbott.
Esto supone una gran victoria para el Army, porque demuestra el poder de influencia que tiene sobre la Liga, pero dista mucho de ser un caso cerrado. La fase regular de la temporada ya ha finalizado, y la MLS tiene hasta febrero para decidir exactamente cómo quiere mostrarse a sí misma en la temporada 2020.
“Puedo conseguir que alguien entienda el problema en dos minutos y puedo conseguir que nos apoye en cinco”, dice Stephan Lewis. “No hay nada malo en ser un antifascista en el día a día”.
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Este artículo se publicó en The Baffler.
Shane Burley es un escritor y realizador que vive en Portland, Oregón. Es el autor de El fascismo en la actualidad: qué es y cómo acabar con él (AK Press, 2017). Sus artículos han aparecido en medios como The Independent, Jacobin, Truthout, In These Times, Political Research Associates y Commune.
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