Estoy ahí adentro acurrucada con ella. Ya nos han enterrado y cada palada de tierra ha sonado dentro del ataúd como látigo contra un cuerpo que aun muerto sigue sintiendo dolor y miedo. Cada palada ha sido un latigazo contra un cuerpo que mientras era enterrado lloraba en mis brazos pidiéndome explicaciones y preguntándome entre sollozos ¿por qué? Dentro de su ataúd Carlita no consigue ni siquiera morir. La abrazo fuerte, la estrujo y siento con ella ganas de resucitar. Volver a la vida, no irse de la vida.
Su asesinato no tiene explicación, sentido, ni justificación alguna posible.
Aceptar su muerte es aceptar el sinsentido mismo de las vidas de todas y todos como sociedad.
No es que faltando el respeto a una madre que llora y a un pueblo entero que llora su asesinato pretendo yo escribir estas líneas facilonamente. Me sumo a su dolor, a su rabia y a su indignación, y antes de escribir estas palabras he leído el comunicado que la familia ha tenido que sacar en respuesta a la Ppolicía boliviana que ha calificado el caso como “exitoso” y que ha pretendido culpabilizar a la madre y a la niña de su propio asesinato. Antes de escribir estas líneas he contemplado las paredes de las terminales de La Paz, Oruro, Potosí o Sucre empapeladas con avisos de personas extraviadas que mayormente son mujeres y niñas. Papeles que te otorga la Ddivisión de Ttrata y Ttráafico de la Ppolicía cuando vas a denunciar la desaparición de alguien.
Primero que nada, si no han pasado las 72 horas no actúan. Segundo, pasadas las 72 horas lo que hacen es pedirte la foto, poner el sello en los dichosos papeles y que túu salgas a colocar los avisos en todas partes. Si eres pobre ni se mueven, ni te hacen caso siquiera, y si estáas denunciando la desaparición de una joven, aseguran de antemano que se fugóo con el enamorado y le dan menos importancia.
La división de Ttrata y Tráafico de la Ppolicía boliviana se dedica a entrar con violencia y abuso de poder a los locales de prostitución que no pagan coima, a exigir sexo gratis, a arrestar a las compañeras sin motivo, a manosearlas o insultarlas. Arrestos masivos de los que para liberarlas cobran 200 bolivianos por cada una de ellas, mientras niñas como Ccarlita desaparecen en manos de una sociedad violenta y machista que desprecia el valor de las vidas de las mujeres.
No es máas seguridad ciudadana lo que hace falta. No, hermanas, mamáas, amigas y tías, no se equivoquen. Darle máas presupuesto a los policías no va a servir para nada.
No es máas seguridad ciudadana lo que falta, sino menos violencia y menos machismo.
Nuestras hijas tienen que recibir en sus colegios clases de autodefensa feminista, donde les enseñen, no a dar patadas ni puñetes, sino a cuidar sus vidas, a escapar, a estar ateantas a cualquier signo de peligro.
Carlita teníia derecho de salir esa tarde de su casa, porque teníia derecho a la libertad. Su mamáa teníia derecho de darle permiso, porque una hija no madura ni crece encerrándola bajo mil candados. Le pedimos a la mamáa que no se sienta culpable, le limpiamos las láagrimas y le decimos que no se culpe, que hay que transformar el dolor en indignación y lucha.
No es máas policías loa que falta, porque la Ppolicía misma es un peligro para las mujeres;, la Ppolicía es machista, mafiosa, corrupta y te atiende según la billetera. Sirven para reprimir, para hacer motíin, para abusar de poder, pero no para servir a la gente.
Nuestras niñas necesitan clases de sexualidad para no tener miedo de sus cuerpos, para crecer con máas libertad, para tomar decisiones con máas conocimiento de sus cuerpos.
Entiendo la desesperación de la madre y la familia al decir que ella era una buena estudiante; pero y si hubiera sido una niña mala estudiante aplazada, ¿acaso eso justificaría que la matarán?. No necesitamos máas seguridad ciudadana, necesitamos menos hipocresía, menos doble moral. Nuestras niñas quieren conocer el sexo y tienen derecho a hacerlo sin ser asesinadas, manoseadas, ni violadas por ello.
Discúlpeme todo el país, pero yo no me fíio de la autopsia realizada por el IDIF que nos indica que la data de la muerte de Carla y el motivo de la muerte es la asfixia que acontecióo al poco tiempo de haber sido secuestrada.
Y no es que quiero hurgar en el dolor de la familia, pero pienso en la joven en de Oruro que en los días del golpe de Eestado fue violada por unos jóvenes en un lugar cercano a su colegio, especialmente adecuado para llevar compañeras de curso y violarlas.
Cóomo es posible que den por “exitoso” el caso y que el gobernador se contente con pedir el máximo peso de la ley cuando tenemos que preguntarnos por quée nuestra sociedad sigue produciendo violadores y asesinos de mujeres.
La cárcel y la sentencia no van a servir para nada, porque la fáabrica de violadores sigue produciendo máas asesinos y máas violadores.
Esa fáabrica se llama servicio militar obligatorio, que es una escuela de tortura, crueldad y machismo.
Esa fáabrica de violadores estáa en los medios de comunicación y en el tratamiento de la noticia, una crónica roja que hace de la violación y el feminicidio un espectáculo. Es urgente que el Mministerio de Ggobierno nos extienda los permisos para entrar a las cárceles y podamos hacer el estudio de los feminicidas y los violadores, para demostrar y mostrar a la sociedad cóomo es que ellos destrozan sus propias vidas. Hoy en los medios, a tíitulo de presunción de inocencia, mientras la Ppolicíia trata de culpabilizar a Ccarlita por haber salido y a su mamáa por haberle dado permiso, en los medios no aparece ni una línea de la historia de los feminicidas. No nos preguntamos ¿por quée ellos matan?, ¿por quée violan?, ¿por quée secuestran?, ¿quée buscan?.
Saben por quée no nos preguntamos eso, no nos lo preguntamos porque esas preguntas nos conducirían a no culpabilizar ni a la madre ni a la niña, sino a darnos cuenta de que hay una sociedad entera que es responsable de lo que ha sucedido y que esa sociedad se siente aliviada con que se agarre a los culpables y se los meta a la cárcel, porque supuestamente asíi se resuelve un problema que no tiene solución ya, porque Ccarla estáa muerta.
Acaban de liberar a uno de los adolescentes violadores de la manada con el abuso de poder que estáa cometiendo Jjerjes Justiniano, abogado del violador, un hijito de papáa, un hijito de la institucionalidad cruceña que quiere a toda costa decir que no hubo violación, porque la joven violada estaba borracha. Votar por Camacho es votar por la impunidad de violadores y feminicidas, y los demás candidatos y candidatas, máas de lo mismo.
Basta de escoger víictimas buenas y víictimas malas: “! a las chicas malas que las maten y las violen; mi hija era de las buenas y por eso no merecíia morir!”
Pensemos un poco lo que estamos diciendo.
La violencia contra las mujeres es estructural y solo la va a parar una gran rebelión de las mujeres desde la calle, porque los cambios que necesitamos no están en las cámaras de seguridad que en ningún caso han funcionado, ni en la Ppolicía que es una entidad que no tiene ni credibilidad, ni profesionalidad, ni ética. El cambio que necesitamos hay que producirlo desde las mujeres organizadas y les desafío a todas a organizarnos en una gran Cumbre Nacional No Partidaria contra las violencias contra hacia las mujeres.
Hagáamoslo por Ccarla, por Jjuana, por Mmaríia.
Para resucitar su dignidad, sus sueños y sus cuerpos, que nos siguen doliendo en nuestros cuerpos.
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