Por George Souvlis (Jacobin)
Cuando Syriza perdió las elecciones de julio de 2019, la antaño gran esperanza de la izquierda europea ni siquiera pudo atribuirse un éxito parcial. El Gobierno dirigido por Alexis Tsipras, elegido en enero de 2015 por su promesa de rescatar a Grecia de la austeridad, insistió durante los primeros meses en que se estaba preparando para una confrontación con la Troika de las instituciones europeas. Sin embargo, solo unas pocas horas después del referéndum que tuvo lugar el 5 de julio de 2015, en el que el 61 % de los griegos rechazó una nueva tanda de medidas de austeridad, Tsipras se doblegó ante las exigencias de Europa. Como consecuencia de los subsiguientes memorandos que Syriza aceptó, Grecia permanecerá sujeta a las políticas de la Troika hasta 2060.
La capitulación de Tsipras en la noche del referéndum también provocó la salida del ministro de Economía Yanis Varoufakis. Durante los primeros meses del Gobierno de Syriza, él fue quien presentó batalla contra los acreedores de Grecia en el Eurogrupo, que son esas reuniones informales, casi secretas, que celebran los ministros de Economía de la zona euro y que ejercen un control político real sobre la moneda única. En 13 reuniones del Eurogrupo, Varoufakis insistió en que Europa debería planificar una reducción de la deuda en lugar de continuar con una austeridad eterna en nombre de una deuda que nunca podría ser repagada. Sin embargo, los llamamientos que hizo para abandonar esa estrategia de “ampliar y fingir” fueron rápidamente rechazados.
Puede que Grecia se haya alejado de los titulares, pero las medidas de austeridad siguen su curso, y las instituciones que controlan la Eurozona continúan siendo tan opacas como siempre. El 14 de febrero de 2020, Varoufakis (en la actualidad miembro del parlamento griego por el partido MeRA25) ofreció al presidente de la Cámara un USB con las grabaciones de sus fatídicas reuniones con el Eurogrupo en 2015. El presidente se negó a aceptarlas, pero Varoufakis prometió publicarlas en internet a principios de marzo.
En esta extensa entrevista, Varoufakis habló con el periodista de Jacobin George Souvlis sobre su experiencia como ministro de Economía griego, sobre cómo está intentando dejar atrás el desastroso historial de Syriza y sobre cómo el brexit ha desprestigiado al partido laborista británico.
Hace poco le ofreció al presidente del parlamento griego las grabaciones de las reuniones del Eurogrupo de la época en que era ministro de Economía. ¿Podrías relatar brevemente de qué tratan estas reuniones? ¿Qué aportan que no supiéramos ya? ¿Y por qué cree que el presidente del parlamento se negó a aceptarlas?
Después de cinco años mintiendo sobre lo que sucedía en esas reuniones del Eurogrupo, las fuerzas políticas de la Troika en Grecia sintieron pánico solo de pensar que iban a escuchar con sus propios oídos lo que realmente sucedió allí.
Como si quisieran perpetuar esa exigencia antidemocrática de que vivamos continuamente en la oscuridad y opacidad, ahora afirman que nadie debería ser testigo de cómo el personal de la Troika se negó a entablar conmigo cualquier debate serio sobre políticas, o cómo bloquearon todos los caminos que conducían a un acuerdo honorable, o el grado de su incompetencia técnica o, por encima de todo, la propaganda negra con la que pretendieron presentarme como un maleducado y un recalcitrante que no planteó ninguna propuesta seria, cuando lo cierto es justo lo contrario.
¿Por qué publicar los archivos ahora? Hay dos acontecimientos que me han llevado a tomar esa decisión: en primer lugar, el nuevo gobierno de derechas del partido Nueva Democracia promulgó hace poco una ley que permite vender las hipotecas morosas a fondos, lo que ocasionará desahucios en masa de familias que, a causa de la interminable crisis, no pueden cumplir con el pago de sus hipotecas.
Desde el 1 de mayo de 2020, una nueva oleada de miseria hundirá a nuestra ya derrotada población. En el parlamento, donde dirijo el grupo MeRA25 (el nuevo partido progresista de DiEM25 en Grecia), el primer ministro y sus ministros se turnaron para “explicar” lo que están haciendo y emplearon la táctica de culparme a mí de su nuevo impulso liquidatorio… ¡y a lo mucho que cabreé a los colegas ministros de Economía en aquellas reuniones del Eurogrupo en 2015!
La segunda razón es que mis antiguos colegas de gobierno de Syriza acaban de filtrar un estudio interno de lo que hicieron mal desde 2014 y de por qué salieron derrotados en las elecciones generales de julio de 2019.
Su principal conclusión parece ser que su ministro de Economía en 2015 (¡yo!) contrarió a sus colegas del Eurogrupo, fracasó en su intento de presentar propuestas razonables y se mostró recalcitrante, etc. (lo que quiere decir que Syriza ya ha asimilado por completo la narrativa de la Troika). Estos cambios me han convencido de que las noticias falsas que rodean a esas reuniones del Eurogrupo en 2015 se están utilizando para encubrir una nueva oleada de ataques contra los ciudadanos más débiles. Y solo haciendo público lo que realmente sucedió allí, podemos defender a esa mayoría que está a punto de ser atacada de nuevo.
Si observamos el historial de Syriza, ¿cuál cree que fueron las oportunidades que se desaprovecharon? ¿Fracasó Syriza a la hora de preparar al conjunto de la sociedad griega para un eventual rechazo de la Troika a la propuesta del Gobierno?
No soy ningún experto en Syriza (¡ni siquiera estaba afiliado!). El único motivo de que terminara involucrándome con Syriza fue mi relación directa con Alexis Tsipras y con otras dos o tres personas que acudieron a mí para hablar de la deuda por servidumbre y de cómo escapar de ella. Solo cuando me dijeron que les interesaba mi opinión sobre cómo evitar que el Banco Central Europeo cerrara los bancos, cómo prepararse para una posible transición hacia una moneda nacional en caso de que fuera necesario… pensé, bueno, como parece que están de acuerdo con lo que sería necesario hacer a corto plazo, y con utilizar esta fantástica oportunidad para liberar a Grecia de la presa de la deuda, no podía decir que no.
¿Confiaba yo en que tuvieran un plan para el futuro? No, pero nadie lo tiene. Los bolcheviques no tenían ningún plan para lo que sucedió después de 1917. Si quieres tener un plan operativo antes de cada revolución, entonces nunca habrá una revolución. Por eso, cuando algunos camaradas de Syriza me dijeron tras la rendición de Tsipras el 5 de julio de 2015: “Bueno Yanis, tampoco es que tuvieras un plan operativo”, mi respuesta fue “¿y qué más da?”. No se rompe con el pasado, ni pones a la historia a las puertas de algo solo si sabes exactamente lo que va a pasar después. El plan que teníamos era suficientemente operativo.
Lo que sucedió en 2012, si rompieron o no con la tradición, es irrelevante en mi opinión. Tampoco es que tuvieran un espléndido legado o una destacada tradición a la que aferrarse. Ni siquiera los comunistas que precedieron a Syriza me parecían especialmente radicales. Esperaba que la gravedad del momento histórico y la fuerza gravitacional permitieran forjar un frente popular a favor del cambio. Sigo creyendo que si dos o tres personas, sobre todo Tsipras, no hubieran cedido durante los primeros cinco o seis meses de 2015, sin lugar a dudas, esas fuerzas se habrían despertado. Los griegos suelen decir que el pescado empieza a pudrirse por la cabeza. Todas esas grandes personas, miembros de Syriza, que terminaron como funcionarios del aparato oligárquico tras la rendición de Tsipras en julio de 2015, habrían sido grandes camaradas en primera línea de lucha si su cabeza no hubiera empezado a pudrirse.
Tras la experiencia completa de un Gobierno de Syriza durante 4 años, ¿cómo evaluaría el funcionamiento de la economía? ¿Es diferente de los anteriores gobiernos comandados por la Troika?
Se mostraron más firmes y eficaces en la aplicación de las medidas de austeridad, más despiadados en cuanto a las privatizaciones y, como dijo Wolfgang Schäuble, fue el único gobierno que llevó realmente a cabo el programa de la Troika.
¿Cree que una de las consecuencias del acuerdo de Syriza con la Troika fue desacreditar a la izquierda como opción política viable a ojos del electorado griego? ¿Qué se puede hacer para superar ese problema y que no se la siga considerando como más de lo mismo?
Estaría de acuerdo contigo sino fuera porque estás subestimando la situación. La capitulación de Syriza fue el peor golpe que se le ha asestado a la izquierda en décadas.
Este era un partido que llevaba sobre sus hombros las aspiraciones de muchos progresistas de todo el mundo, no solo en Grecia o Europa. Esperaban que se mantuviera inflexible en su lucha contra el peor tipo de austeridad y contra el peor tipo de mentira: que se puede salir de una profunda crisis del capitalismo mediante un mayor endeudamiento, acompañado de un compromiso de austeridad que reduce la renta nacional.
En cierto sentido, ese fue un golpe más duro contra la izquierda que el que asestó Thatcher. Ella acabó con los sindicatos e introdujo el dogma TINA: There Is No Alternative [No hay alternativa]. La capitulación de Syriza amplió TINA para incluir a la izquierda. Era como si la izquierda reconociera que, efectivamente, no hay alternativa. Ver las caras de los líderes de la Troika junto a los ministros de Syriza y escuchar cómo estos últimos repetían como loros el lenguaje de los líderes de la Troika y afirmaban que se vencería a la austeridad con el crecimiento que traería la austeridad: no podía haber mayor legitimación que esa para su ilegítima austeridad y su miscelánea de políticas coloniales.
Podemos perdió la batalla el día después de refrendar, a través de Pablo Iglesias, la rendición de Tsipras. La sensación de derrota para la izquierda de toda Europa fue el mayor impulso que pudo recibir el establishment y la internacional fascista.
¿Cómo interpretaría las políticas de Nueva Democracia desde que ganó las elecciones?
Estamos ya en el décimo año de una inmensa crisis del capitalismo griego. La primera fase fue testigo de un pánico generalizado entre las clases dominantes, que reflejaba el pánico de Wall Street, la City, el Deutsche Bank, etc. Solo que aquí se acusó más porque los cimientos del capitalismo griego son todavía más endebles y existía ese pánico a firmar créditos inmensos, solo para detener el propio desmoronamiento de la oligarquía. Ese fue el primer memorando de entendimiento, el crédito de 110.000 millones que concedió la Troika en 2010.
La segunda fase fue el segundo memorando, cuyo objetivo fue, una vez que se empleó el primer rescate para sanear las cuentas de los bancos franceses y alemanes, estabilizar al sector bancario griego y a la burguesía. Utilizaron ese segundo crédito de 110.000 millones con ese fin cuando las clases medias estaban sufriendo tanto como la clase trabajadora. La tercera fase se produjo cuando el Gobierno de Syriza firmó otros dos memorandos después de la capitulación de 2015: el tercer memorando (que aceptó en julio de 2015, en contra de los resultados del referéndum) y luego un “silencioso” cuarto en agosto de 2018, que constriñe a Grecia a aplicar las políticas de la Troika hasta el año 2060.
Durante la tercera fase se produjo una evolución muy interesante. Hasta ese momento todo el mundo estaba perdiendo, salvo los pocos oligarcas que nunca pierden. Pero en algún momento entre 2017 y el verano del 2018, un segmento de la clase media-alta griega consiguió aferrarse a unas actividades económicas de captación de rentas de las que obtiene unos enormes beneficios, mientras que el resto de la sociedad sigue hundiéndose en la bancarrota. Eso incluye a todo el mundo que está conectado con los fondos de alto riesgo y con los fondos buitre que compran créditos morosos a los bancos. Si compras una hipoteca cuyo valor nominal asciende a 100.000 euros por 4.000 u 8.000 euros es muy difícil perder dinero, sobre todo ahora que los precios de las viviendas están volviendo a subir.
De repente, todo un contubernio de fondos de alto riesgo, asesores, contables y parásitos están obteniendo los mayores índices de beneficio del capitalismo mundial, aquí en Grecia. Es un poco como buitres dándose un banquete con la carne de un moribundo agonizante. El Gobierno de Syriza fue quien supervisó esta última fase. Esto se puede apreciar en que aquellos que compraron bonos del Estado en 2016 y 2017 fueron quienes obtuvieron las mayores ganancias en el mercado de bonos mundial, aunque el Estado griego estuviera en bancarrota y la carga de la deuda siga aumentando cada día.
Nueva Democracia ganó el pasado julio y básicamente lo que prometió fue maximizar las rentas de esa clase. La Nueva Democracia de Kyriakos Mitsotakis, al ser una coalición entre cuasi fascistas y neoliberales, tiene que equilibrar la liberalización absoluta del mercado para incluir el liquidado patrimonio particular de la gente sencilla a través de la compra de créditos morosos, mediante el tipo de nacionalismo y misantropía organizada que necesita el componente xenófobo y neofascista de su partido, porque cuando desahucias a una persona de su casa necesitas una fuerza policial despiadada y poderosa y una panda de alguaciles para hacerlo. Pero se trata de la misma fuerza policial que necesitas para desahuciar a las personas de las casas ocupadas y para enfrentarte a las fuerzas antiestablishment.
En ese sentido, esto no es solo una elección política, sino que forma parte de la economía política de Grecia. El cuarto memorando de Syriza creó las condiciones para que surgiera una nueva oligarquía parasitaria que se beneficia de la bancarrota prolongada de la mayoría, y generó las condiciones para un mayor autoritarismo y violencia contra la sociedad griega.
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