¡Melodrama y estupidez!

No es 1984 ni tampoco son los tanques de la Policía rodeando – por disposición del expresidente Febres-Cordero – la Corte Suprema de Justicia para evitar que los jueces no alineados a su partido asuman su cargo. ¡No! Es 2020 y son las camionetas del Municipio de Guayaquil que por orden de la alcaldesa socialcristiana, Cinthia Viteri, bloquearon las pistas del aeropuerto José Joaquín Olmedo para evitar que un avión de la compañía Iberia y otro de KLM, con 11 tripulantes, aterrice y lleve consigo a varios cientos de ciudadanos holandeses y españoles a sus países de residencia, pese a contar con los permisos del Estado ecuatoriano. Ese mismo Estado del cual todos somos parte, incluida la alcaldesa.

Por: Alfredo Espinosa Rodríguez*

¿Desde qué ámbito de la racionalidad se podría justificar esta flagrante violación a los derechos humanos de los ciudadanos extranjeros cometida por Cinthia Viteri y el acto violento de irrumpir en el aeropuerto y bloquear el aterrizaje de los aviones?

En su intento desesperado por visibilizar acciones “firmes” frente al caudal de críticas por su impavidez en la crisis sanitaria que atraviesa el cantón Guayaquil que, vale decir, tiene el mayor número de infectados con COVID19 (más de una centena). Viteri intenta que digiramos con sumo interés de espectador de programa de farándula el melodrama expuesto en la rueda de prensa virtual que ofreció el 18 de marzo donde afirmó que “asume toda la responsabilidad de sus acciones” porque “a Guayaquil la defiende”. Pero también quiere que asimilemos con naturalidad la estupidez de sus actos.

Melodrama y estupidez en armonía y exteriorizados como manifestación de la prepotencia heredada por sus dos antecesores,– amantes de la autonomía con sabor a separatismo – y también como expresión desesperada de quien no los ha podido suplir ni administrativa ni políticamente en el “Sillón del Olmedo”.

Ha Viteri, no se le puede reprochar el no intentar calcar con su gestualidad, proxémica y lingüística el atiborrado repertorio discursivo y el performance del “modelo exitoso”, al cual adhiere una dosis de aquel feminismo burgués acuñado en Mocolí. El mismo que tiene – de vez en cuando – a una de sus musas posando para las fotos con la aprendiz de Jaime Vargas en la “Casa de la Democracia”.

Todos saben que la actual alcaldesa socialcristiana siempre ha hecho de la política un show y esta no fue la excepción. Su presencia en la rueda de prensa virtual el 18 de marzo, solo dio cuenta de un intento desesperado por espectacularizar la crisis sanitaria con la creación prefabricada de aquella figura materna que intenta a toda costa precautelar la vida de los ciudadanos.

Pero la “buena madre” no es más que un elemento ficcional de la política que irrumpe en el escenario mediático para que los ciudadanos dentro y fuera de las barriadas porteñas rumeen con credulidad todo aquello que exacerbe un sentimiento de “guayaquileñidad”, desagregado del sentido de nación que debe tener todo ciudadano y que demuestra en la práctica cómo opera una urbe con aires de república independiente.

Lo visto al siguiente día fueron dos episodios más del melodrama. El primero, muestra a la envalentonada “protectora” de Guayaquil (y frustrada dueña del país) desafiando a la justicia nacional, diciendo que no le importan los juicios en su contra. El crescendo final de la miniserie expone en primer plano a una mujer alicaída, con la voz casi ronca, informando al país que fue contagiada de COVID19 y pidiendo casi entre lágrimas a sus “chiquitos” que no la visiten.

La alcaldesa se humanizo, es lamentable que esté contagiada por el coronavirus. Pero esto no la debe eximir de la justicia nacional e internacional, no solo por irrumpir en el aeropuerto, violar su seguridad operacional y bloquearlo con bienes de la municipalidad (obviando a la autoridad del Estado central); sino por impedir el libre tránsito humanitario en momentos catastróficos como los de una pandemia que sigue sumando muertes en todo el mundo.

La mala fama ganada por la alcaldesa Viteri ya se regó en Europa y sus consecuencias luego de la crisis podrían decantar en la pérdida del certificado operacional del aeropuerto José Joaquín Olmedo, la baja del turismo y la reducción de la capacidad de oferta y demanda de los vuelos internacionales.

El contraste entre lo ocurrido el 18 de marzo en Guayaquil y el 19 de marzo en Lima es abrumador. En la capital peruana cuatro aviones aterrizaron sin problema para repatriar a cientos de ciudadanos israelitas a su país de origen. Esto es una bofetada internacional y humanitaria al autoritarismo tercermundista que gobierna el Puerto Principal como a una mansión de El Cortijo o Mocolí.

* Magíster en Estudios Latinoamericanos, mención Política y Cultura. Licenciado en Comunicación Social. Analista en temas de comunicación y política.

Acerca de Alfredo Espinosa Rodríguez 52 Articles
Alfredo Espinosa Rodríguez. Comunicador social. Magíster en Estudios Latinoamericanos con mención en política y cultura. Analista en temas de comunicación y política electoral. Es articulista en medios digitales de análisis, investigación y opinión como: lalineadefuego.info, Revista Rupturas y Plan V.  

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