En una sociedad con tanta desigualdad y pobreza es imposible conseguir el punto justo entre control público y contención de la pandemia. Es decir, entre los límites –definidos siempre a partir del respeto a los derechos humanos– que debe tener la acción de la policía y los militares, y los límites que deben imponerse a millones de personas que no están en condiciones de cumplir con las medidas sanitarias impuestas por el gobierno.
La violación de la cuarentena y del toque de queda por parte de la población de escasos recursos no tiene que ver con la indisciplina sino con el hambre y con la falta de vivienda adecuada. No existen las condiciones reales para que los marginados permanezcan en sus casas conservando la calma y aplicando los protocolos para evitar la propagación del coronavirus. Esta conducta, que está siendo satanizada por las autoridades y por otros segmentos acomodados y de clase media desde una visión clasista, responde a una estrategia de supervivencia más que a un patrón cultural ¿Cómo se exige disciplina a una población estructuralmente expulsada de la institucionalidad?
Si bien es cierto que no se puede dejar el combate contra el coronavirus al libre albedrío de la ciudadanía, también es cierto que las medidas de control requieren tratamientos diferenciados, la provisión de compensaciones concretas, sobre todo para aquellos sectores sociales que necesitan apoyos puntuales e inmediatos, canales de movilidad para los productores del campo, a fin de que puedan transportar los alimentos. Sin embargo, el gobierno de Moreno ha optado por medidas neoliberales, poniendo el pago de la deuda externa y la aplicación de políticas en favor de los empresarios privados, por encima del derecho a la alimentación y a la salud de todos.
El momento que vive el país exige decisiones claras e inconfundibles: o se responde a las necesidades colectivas o se favorece a los mismos cortesanos del poder de siempre. Proponemos las siguientes estrategias para responder a la pandemia del coronavirus:
1. Esteesunproblemaglobalquedemandalaresponsabilidaddelospoderes económicos y políticos mundiales. Un paso inicial sería la condonación de las deudas, empezando por los intereses, a los países en desarrollo, para que dispongan de fondos para la atención a las urgencias de la alimentación y la salud de la población. Caminar hacia la garantía de una renta universal básica para los ciudadanos del mundo.
- El Estado tiene que hacer un reparto masivo de alimentos y garantizar la alimentación gratuita a todas las familias que no cuentan con ingresos. Para ello, debe incorporar a todos los productores –especialmente campesinos y campesinas– y a las cadenas privadas de comercialización a un plan único de abastecimiento, coordinado con los GAD cantonales y parroquiales. Para el sector rural, esta coordinación debe incorporar a organizaciones sociales como la CONAIE y las comunas productivas, que tienen condiciones para asegurar una repartición ordenada de raciones alimenticias a sus organizaciones de base y aportar al abastecimiento de las ciudades. Control de precios de insumos sanitarios y alimentarios.
- Subordinaratodoelsistemadesaluddelpaísaunamismadirectriztécnica y política. Desprivatizar la salud, el sector privado de la salud está en la obligación de responder ante la emergencia con un sentido de responsabilidad social y comunitaria en clave de cobertura universal. Todos los servicios médicos deben funcionar con una lógica pública, al menos mientras dure la emergencia. Adecuar instalaciones de hoteles, de deportes, de educación, que hoy no están utilizadas, para la ampliación de la infraestructura hospitalaria y para acoger a los contagiados por el COVID19. Para ello, el gobierno tendrá que destinar fondos extraordinarios para financiar el costo de la atención, proteger a los médicos, enfermeras, a todos los trabajadores que laboran en centros de salud y hospitales, y a los encargados de la recolección de la basura.
- DeberacionalizarseelpapeldelaFuerzapública,paraquesusfuncionesde control no se extralimiten y, sobre todo, para que no se prolonguen más allá de lo indispensable. Si se ayuda a la población más vulnerable se reducirá la presión social y la amenaza de un estallido. Debemos responder desde la solidaridad, con un sentido de equidad y justicia social, antes que desde el autoritarismo. No podemos confundir el control del orden público con la militarización del espacio público y la imposición de un sistema autoritario y represivo contra la población.
Estas estrategias requieren, ante todo, de la disponibilidad de recursos financieros suficientes en manos del Estado. En este sentido, la primera medida que debe tomar el gobierno es la suspensión inmediata de los pagos de la deuda externa, a tono con las recomendaciones que están haciendo inclusive los organismos multilaterales de crédito. La segunda medida es la recaudación extraordinaria de aportes de los principales grupos económicos del país, de acuerdo con la clasificación de ingresos y patrimonio que cada año publican varias revistas especializadas, empezando por el cobro del 5% de las ganancias obtenidas en el último año.
Ni la obsesión por los indicadores económicos ni la militarización nos ofrecen opciones humanitarias para salir de la crisis. Establecer un marco de seguridad en medio de la pandemia, sacrificando derechos, a la postre nos dejará sin derechos y sin seguridad. La solución no se conseguirá con acciones autoritarias. La construcción de responsabilidades sociales, y sobre todo comunitarias, demanda la participación democrática de las propias comunidades en tanto actoras para enfrentar esta grave crisis, para reconstruir un tejido social vigoroso que nos permita asumir este tipo de retos con más capacidad e inteligencia. Las redes barriales y comunitarias que se han conformado para garantizar alimentación y protección a la población son el mejor ejemplo del potencial que tiene la organización social para contrarrestar las aberraciones del capitalismo.
Comisión de Vivencia Fe y Política. COVIFEP.
Responsables: Pablo Ospina y Xavier Guachamin.
Comuna.
Responsable: Natalia Sierra.
Movimiento Revolucionario de los Trabajadores. MRT .
Responsable: Fernando López Romero.
Montecristi Vive.
Responsable: Juan Cuvi.
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