Breve mirada histórica: la cuenca baja del Guayas

Por Elizabeth Bravo / Acción Ecológica

Antes de la conquista española, estaban asentados en la cuenca del río Daule -uno de los principales tributarios del río Guayas- los pueblos Daulis y Chonana. Sus principales actividades productivas incluían la recolección de frutas, la caza de animales y la pesca. A partir de 1534 se impuso el sistema colonial, se esclavizó a la población originaria, y se introdujeron cultivos exóticos, incluyendo algodón, banano, frutas tropicales, entre otros (Herrera, 2014).

En el siglo XVIII la costa ecuatoriana pasó de ser una región casi despoblada1 a un espacio ocupado por una economía de plantaciones para la agroexportación. La Real Audiencia de Quito pasa de depender de los obrajes serranos a las plantaciones de cacao en la Costa, sobre todo en la Cuenca del Río Guayas, que se convierte en una zona con bastante autonomía en relación con el resto de la Real Audiencia, favorecida con una extensa red fluvial que le permite contar con un sistema de comunicación eficaz aún antes de la aparición del ferrocarril.

Desde mediados del Siglo XVIII y en las décadas siguientes, hubo una intensificación del comercio desde las colonias españolas hacia otras zonas del continente y Europa, lo que se asentó sobre todo en la circulación de materia prima (trigo desde Chile, añil de Centroamérica, cacao de Venezuela y Ecuador), y desaparecieron las manufacturas que habían caracterizado a las economías de los siglos precedentes y, por el contrario, hubo un flujo desde Europa de este tipo de bienes hacia América Latina.

Hasta ese entonces, Guayaquil vivía de los astilleros y del comercio de los tejidos serranos hacia el Perú, pero a mediados del siglo XVIII hubo un crecimiento exponencial de las exportaciones de cacao. Esto obedeció a la política del régimen Borbónico que desplazó su interés de las zonas altamente pobladas de los Andes hacia las planicies despobladas, para insertar en éstas una economía de plantaciones.

El incremento de las exportaciones de cacao desde Guayaquil fue paulatino, y para la década de 1770 se habían multiplicado por tres debido al incremento del precio internacional del cacao, a la liberalización del tráfico marítimo y a razones internas de la Real Audiencia.

Durante la Colonia el cacao pasó por 4 momentos: a) entre la década de 1760 hasta inicios de 1780 hay un crecimiento lento de las exportaciones de cacao; b) entre la década de 1780 a 1800, propiamente la época del boom del cacao, las exportaciones se multiplicaron por cuatro; c) entre 1811 y 1816 hubo una caída drástica debido a fenómenos naturales y a la saturación del mercado; d) a partir de 1817 hubo una recuperación de las exportaciones.

Las plantaciones de cacao se asentaron en la cuenca del Guayas en zonas como la cuenca del Baba –donde se concentraba la mayor parte de la producción-, Babahoyo, Palenque, Naranjal, Daule; además de Machala. En una zona bastante despoblada, la producción estaba en manos de pequeños y medianos fundos, una vez que migrantes denunciaban ciertos territorios como tierras baldías. El cacao se sembraba con muy poca inversión, y los propietarios entraban en un sistema de contratos con la población nativa, la que era “redimida” cuando entregaban la producción. En la Costa ecuatoriana de finales de la Colonia, ser pequeño o mediano propietario era un negocio rentable. Ellos representaban el 63% de los árboles sembrados. El resto eran un pequeño número de grandes latifundistas, que se asentaron en nuevas zonas de desarrollo cacaotero como Tenguel y Balao.

La mano de obra en las grandes propiedades era un problema dada la escasa densidad de la población. Esto se resolvió con trabajo esclavo en un porcentaje muy bajo, y con la contratación de población local y de migrantes serranos, bajo un régimen que combinaba el pago de jornales y concesiones de parcelas al interior de las haciendas. Con el paso del tiempo, en la región se dejó de producir alimentos, perdiéndose la soberanía alimentaria local. Los alimentos provenían de otras regiones.

El comercio del cacao estaba en manos de navieros limeños, españoles y mexicanos, que controlaban a pequeños y medianos comerciantes locales, los que a su vez, subordinaban a los productores. Esto impidió que la economía de la Costa del Ecuador se fortalezca y se dé una acumulación capitalista importante. Mucho del dinero que quedaba en la región era invertido en la importación de bienes, incluyendo alimentos.

En una economía agroexportadora que dependía en un 70% del cacao, otros productos de exportación de esa época incluían el tabaco, las ceras, las pitas y el coco, madera, sombreros de paja toquilla, algunos de los cuales estaban controlados por las autoridades coloniales.

Los astilleros eran también importantes en Guayaquil, y su madera provenía de los bosques tropicales de la Cuenca del Río Guayas. La madera salía por la red fluvial que permitía una comunicación rápida con el puerto 2. Parte de la madera extraída se exportaba, y era una actividad controlada por la clase criolla-mestiza.

En el Siglo XIX, el proceso de industrialización en Europa y Estados Unidos avivó la demanda de materia prima, lo que dinamizó la economía de la zona de Guayaquil. El auge de las exportaciones en la Cuenca del Río Guayas durante las últimas décadas de la Colonia, influyó en el poder político que adquirió la zona en el período de la Independencia y el inicio de la República.

Las primeras grandes haciendas cacaoteras aparecieron en las primeras décadas del Siglo XIX, desplazando a los pequeños y medianos productores, ya sea porque quienes tenían el poder económico se apropiaban de tierras consideradas baldías, o porque expulsaban a sus ocupantes. Más tarde se empezó con la compra de tierras. Estas haciendas se asentaron primero en zona aluviales donde tradicionalmente se cosechaba el cacao casi silvestre, para luego expandirse en las mejores tierras, cerca de los ríos, para facilitar la salida fluvial del cacao. Hubo una fuerte migración serrana para trabajar en las haciendas (con salarios sustancialmente mejores que en la Sierra), o para dar servicios a la naciente élite guayaquileña.

El cacao se cultivaba en las provincias de Los Ríos (de donde salía el 50% del cacao), Guayas, El Oro, Manabí y Esmeraldas. En 1900 habían 58 millones de árboles en 4.827 grandes plantaciones de cacao. La «frontera» agrícola se expandió sobre los bosques húmedos tropicales de la planicie del Guayas. Esto vino acompañado de un despegue demográfico de la Costa, y la multiplicación de parroquias rurales en las zonas productoras de cacao.

La gran expansión del cacao se dio en un contexto de monopolización del espacio productivo y el acaparamiento de la mano de obra.

El valor de la venta de cacao ecuatoriano aumentó en un 700% entre 1870 y 1920. El movimiento portuario pasó de 149 navíos marítimos haciendo escala en el Puerto de Guayaquil, en 1869, a 400 en 1922. El tonelaje de cacao se incrementó de 63.000 a más de 400.000 en el mismo período. Se dan cambios en quienes importaban el cacao. España pasó de ser el principal comprador a ser un socio comercial minoritario reemplazado por Francia, Alemania y Estados Unidos (Pineo, 1994).

Durante casi veinte años (1895-1913) el Ecuador se convirtió en el primer exportador de cacao del mundo, que proveía entre el 15 y 25% de la demanda del mercado internacional.

Todo esto cambió hacia el fin de la Primera Guerra Mundial, época en que el cacao ecuatoriano entró en crisis. Esto significó el abandono del campo y el crecimiento poblacional en algunas ciudades (Deler, 1994).

La instauración del ferrocarril en 1908 integró a la Cuenca del Río Guayas con el resto del país, y se potenció el consumo interno. Por ejemplo, estimuló la modernización de la región del Bajo Chimbo, con la expansión de la economía azucarera alrededor de Milagro desde fines del siglo XIX; y la ganadería lechera en regiones de la Sierra, en el primer cuarto del siglo XX.

El eje cañicultor

La caña entra tempranamente en el Ecuador, sobre todo en los valles interandinos cálidos y secos como El Chota, y su consumo se incorpora en varios sectores del país.

La producción de la caña en el Ecuador ha pasado por varias etapas. Hacia finales de la Colonia (siglo XVIII), la caña se cultivaba junto a moliendas primitivas que suministraban de panela para el consumo interno, así como el aguardiente de producción popular. Sólo en el siglo XIX se inicia una agroindustria azucarera, con el establecimiento de ingenios, rodeados de grandes extensiones cultivadas de caña.

Las haciendas cañicultoras se asentaron en las llamadas “tierras baldías”, que en realidad era territorios de comunas Huacavilcas, y pasaron a ser posesión de latifundistas coloniales, cuya propiedad quedó intacta luego de la independencia 3.

Entre 1830 y 1870 muchas de las comunas desaparecieron y sus territorios pasaron a ser propiedad de un solo dueño (Uggen, 1993). Las grandes haciendas en la Cuenca del Río Guayas aumentaron y se consolidaron con la independencia. Muchas de estas tierras fueron utilizadas en la producción de cacao, y cuando el cacao ecuatoriano entró en crisis, muchas de las propiedades pasaron al cultivo de la caña, con sus respectivos ingenios.

El general Juan José Flores, primer presidente del Ecuador, fue uno de los primeros en establecer una hacienda productora de caña, para entonces la más grande del Ecuador. La hacienda “La Elvira”, de 60 cuadras en la provincia de Los Ríos, incluía un ingenio que funcionaba con maquinaria importada de Inglaterra y mano de obra local. Con el crecimiento de la demanda nacional de panela, fue necesaria su expansión hasta llegar a instalar una línea férrea dentro de su propiedad, al estilo de los grandes productores de Estados Unidos.

Hacia 1875 en el país había cuatro grandes ingenios: “La Elvira”, ”La Virginia”, propiedad de José Joaquín de Olmedo, ubicada en Babahoyo; “El Alemán” cuyos cañaverales pertenecían al almirante Juan Illingworth; y “La María” cercana a Boliche.

Entre los cuatro ingenios producían 23.000 quintales de azúcar al año, insuficientes para cubrir la demanda nacional, por lo que se tenía que importar del Perú.

En 1884 inicia sus actividades el ingenio Valdez, fundado por Rafael Valdez Cervantes. Se expandió rápidamente ya que en pocos años adquirió 11 haciendas. Este ingenio arrancó con una producción de 18.420 quintales de azúcar. Para 1891 producía 87.183 quintales. Trabajaba de manera más tecnificada que otros ingenios.

En 1890 había en el Ecuador 14 ingenios azucareros y se producían 13.000 TM de azúcar. En ese año empezó a exportarse los excedentes de azúcar, llegando a exportar 131.273 quintales. En 1891 Julián Aspiazu adquirió la hacienda Rocafuerte para construir un ingenio junto a la línea férrea en Yahuachi y Chimbo. En 1892 se sembraron en el Ecuador 7.240 hectáreas de caña de azúcar, en 10 provincias.

En 1897 se establece el ingenio San Carlos con una estructura empresarial dispuesta a competir con otros ingenios, y poniendo mucho énfasis en el desarrollo tecnológico y la productividad. Fue creado por ex accionistas del Banco Comercial, y desde entonces ha estado siempre relacionado con cúpulas bancarias y políticas (FENACLE et al, 2012).

Tras la crisis del cacao, sectores empresariales empezaron a com- prar tierras y a acumularlas para sembrar caña, ajustándose a las nuevas necesidades del capitalismo imperante en las primeras dé- cadas del Siglo XX.

Las diferencias fundamentales entre el sector cañicultor y el cacaotero tienen que ver con que a) los cañicultores apostaron a la industrialización, b) se centraron en el mercado interno, y c) establecieron relaciones capitalistas salariales con la fuerza de trabajo (FENACLE et al, 2012).

Entre los años 1900 y 1909 en Ecuador existían los siguientes ingenios:

  • Cantón Yaguachi: Valdez, Chobo, Matilde, Inés María, Rocafuerte, San Carlos, Luz María y El Cóndor.
  • Daule: Santa Ana
  • Balao: María y Tenguel
  • Babahoyo: San Pablo
  • Galápagos: Progreso

Influidos por ideas sindicalistas de carácter socialista, anarquista y comunista que imperaba en esos años, se establecieron los primeros sindicatos que demandaban jornadas de 8 horas y salarios justos. La primera huelga de trabajadores cañicultores tuvo lugar en el ingenio Valdez en 1917 (FENACLE, et al, 2012).

Según Rafael Guerrero (1978), hay tres etapas en el sector cañi- cultor entre 1870 y 1954:

 a) 1870 – 1900: el nacimiento de la industria azucarera se da por un amalgamiento de capitales cacaoteros y bancarios. Los dueños de ingenios tenían intereses en el sector del cacao. En esta etapa se dio un proceso de compra de tierras antes dedicadas al cultivo de cacao, para dedicarlas a la caña. Muchos terratenientes se dedican al cacao y a la caña.

b) 1901 – 1925: la crisis del cacao obliga a los grupos de poder a buscar alternativas productivas. Ya consolidada la crisis del cacao, sectores financieros apuestan a la producción de azúcar. Se establecen relaciones salariales con los trabajadores, pero también despojo de tierras que estaban en manos de pequeños productores.

c) 1926 – 1940: modernización de la producción azucarera. Valdez y San Carlos se consolidan como grupos hegemónicos a nivel nacional. Se produce un incremento en la productividad, aumenta el mercado interno.

d) Los grupos Valdez y San Carlos monopolizan el sector azucarero por medio de la compra o quiebra de competidores menores. Pero aparecen otros tres ingenios: Monterrey (Loja), Tababuela (Imbabura), Isabel María y Aztra (en la Cuenca del Río Guayas).

El «ciclo del arroz» 4

Roque Espinosa llama al período entre 1920 y 1950, el ciclo del arroz. Su cuantificación muestra la presencia en ese período de 200 grandes propietarios y comerciantes frente a un ejército de 45.000 campesinos y jornaleros.

Las reformas borbónicas del siglo XVIII facilitaron el comercio marítimo intercolonial, lo que permitió el ingreso del arroz al Ecuador. En un inicio su consumo estuvo restringido a algunas zonas de la costa ecuatoriana, y sólo a finales del Siglo XIX su uso fue más generalizado.

Durante el siglo XIX, la producción de arroz fue secundaria, aumentando hacia finales del siglo, época en que se lo cultiva en la Cuenca del Río Guayas. Para satisfacer la demanda interna era necesario importarlo de Perú y de colonias europeas. La imposición de aranceles, la mejora de la calidad de la semilla (ya adaptada a las condiciones locales), el apoyo a la industrialización (piladoras), y la integración Sierra – Costa, a través de la construcción del ferrocarril impulsaron el consumo interno de esta gramínea en el Ecuador.

Espinosa encuentra que en torno al arroz se encuentra los siguientes actores: “capitalistas, trabajadores agrícolas y otros”. Dentro de los capitalistas están los arrendadores, los fomentadores (que entregan créditos para la producción), y los industriales (a cargo de las piladoras). En cuanto a los trabajadores, un actor fundamental es el “campesino fomentado”, que recibe el crédito para la producción de arroz, y los “arrendatarios”, que alquilan la tierra para producir. A estos se suman los transportistas, comerciantes y banqueros.

Una vez que el cultivo de arroz se adapta a las condiciones locales, la producción interna de arroz aumentó entre 1900 y 1910 en las provincias de Guayas y Los Ríos, en los cantones Daule, Yaguachi, Milagro, Vinces, Babahoyo, Santa Lucía, Balzar, Piedrahita, Las Ramas, Soledad, Pedro Carbo, Palenque, Samborondón, Boca de Caña.

Fruto de la crisis del cacao, se diversifica la producción agrícola en la Costa, incluyendo al arroz, que estuvo en manos de sectores económicos poderosos y del Estado.

En la segunda década del Siglo XX el eje Milagro – Naranjal se convierte en la principal zona productora de arroz, donde se incorporan a la producción de arroz tierras hasta entonces consideradas como marginales. Estas son zonas a los márgenes de los ríos que se inundan en los meses de invierno. En verano, las siembras se hacían en las llamadas abras o tembladeras. La producción se desarrolla bajo las modalidades de arrendamiento de tierras y sembradurías. Era una actividad netamente campesina, en la que los hacendados se vinculan únicamente como arrendatarios. La producción de arroz por arrendatarios es una actividad que se mantiene hasta 1970, cuando se eliminan las formas precarias de producción agrícola.

Casi toda la producción de arroz acababa en manos de las piladoras, controladas por capitalistas de Guayas y Los Ríos, quienes además eran comercializadores. Recién a fines de 1930 aparecen las cooperativas de arroceros que comienzan a tener sus piladoras. Los comerciantes, al igual que los hacendados y las piladoras, actúan como fomentadores del cultivo a través de préstamos hechos a los campesinos, que caían en un círculo de endeudamiento del que era muy difícil salir. A partir de 1937, el Banco Hipotecario se convierte en el principal fomentador del cultivo de arroz.

Durante la Segunda Guerra Mundial, e inmediatamente después de ella, el Ecuador se transforma en un importante exportador de arroz, pero un poco más tarde, el mismo sector que se esforzaba por insertar la gramínea en el mercado mundial, se volcó al banano (Espinosa, 2014).

Espinosa sostiene que como resultado de la crisis del cacao, se incrementa el mercado interno. Entre 1920 y 1930, casi toda la producción de arroz está destinada al mercado interno. El autor plantea que el sector arrocero es el que posibilita el surgimiento del sector bananero.

En la década de los setenta del siglo XX se dio una transformación del territorio, al pasar la tierra agrícola a mano de los ex-peones explotados en los latifundios de arroz. En 1970 se puso en vigencia en el sector arrocero una redistribución eficiente ejecutada mediante el Decreto 1001, del Presidente Velasco Ibarra. El decreto se centraba en la intervención a grandes latifundios en zonas de producción arrocera, logrando expropiar aproximadamente el 80% de los latifundios y redistribuyéndola bajo venta a los ex-peones (Herrera, 2014).

Así mismo, la ley agilitó el trámite a cooperativas que se encontraban en litigios legales desde la primera Reforma Agraria, e incluyó un programa de apoyo técnico que incluía maquinaria agrícola, la construcción de alguna infraestructura rural como silos y capacitación en administración agraria (Rhon, 2006).

La segunda reforma agraria, que tuvo lugar en la década de 1970, se planteó como objetivo la producción de materia prima para la agroindustria en la Costa, y comida para la población en la Sierra.

De acuerdo a Herrera (2014) en su tesis sobre las cooperativas arroceras en la cuenca del Daule, la segunda reforma agraria tuvo como objetivo consolidar la modernización de la agricultura. En el sector arrocero significó la introducción de tecnología, una producción más eficiente, la eliminación de rezagos semi-feudales, cubrir la demanda interna de arroz bajo la especialización productiva, y calmar la crisis social en el sector rural. Significó además evitar el minifundio mediante la figura de tierras comunales o cooperativas, y eliminar los latifundios ineficientes. En este período se crea una gran cantidad de cooperativas arroceras en Guayas.

Los campesinos se incorporaron al capitalismo, pero nacen endeudados por la tierra adjudicada. Esto, a más de la dependencia tecnológica al paquete de la revolución verde, hizo que los grupos de poder consiguieran el control sobre los territorios (Herrera, 2014).

Con el advenimiento del neoliberalismo, las cooperativas arroceras fueron desapareciendo, debido a la privatización de empresas estatales cuya infraestructura prestaba ayuda a las cooperativas. La Ley de Desarrollo Agrícola de 1994 fue también altamente desfavorable para la organización campesina (Herrera, 2014).

El banano y la posguerra

A lo largo de los siglos XVI al XIX, portugueses y españoles introdujeron el banano en toda la América tropical. Las variedades comerciales empezaron a diseminarse a partir del siglo XIX, empezando por el Caribe y Centro América 5.

De acuerdo a Carlos Larrea (1987), a partir de la post guerra, en 1948, se inicia la era bananera en el Ecuador, que le posibilitó al país salir del estancamiento económico en que estaba desde la crisis del cacao en 1920. Este auge se extendió hasta 1965, cuando se dio un nuevo estancamiento hasta 1972 (cuando el país empieza a exportar petróleo).

El Ecuador entró a un mercado de banano internacional consolidado, dominado por dos empresas afincadas en Costa Rica, Panamá, Honduras y Guatemala: United Fruit y Standard Fuit, con mercados cautivos en Estados Unidos y Europa.

En el Ecuador, el banano era producido por productores independientes que se asentaron en ecosistemas naturales con el apoyo del Estado y de las propias transnacionales exportadoras, que además tenían sus propias haciendas bananeras.

De acuerdo al autor, el auge bananero generó una migración masiva de la Sierra a la Costa; una acelerada urbanización y el fortalecimiento del Estado, la disolución de las relaciones precapitalistas en el agro y el proceso de sustitución de importaciones.

El banano era cultivado sobre todo en unidades productivas medianas, con un modelo de producción disperso y extensivo, sin la presencia de monocultivos6. Este tipo de unidades productivas cubrían dos tercios de la superficie cultivada. En 1964 la finca bananera promedio sembrada era de 68 ha. Las propiedades menores de 25 ha de banano representaron el 45 % de los productores, que ocupaban el 13% de la superficie total sembrada con banano.

Sólo había tres haciendas de más de 500 Ha, todas de propiedad de extranjeros. Estas se ubicaban principalmente en Naranjal (Guayas), y en antiguas haciendas cacaoteras en la provincia de Los Ríos. Además, sólo 8 empresas controlaban las exportaciones.

En 1965 se dio una crisis bananera, y las plantaciones se concentraron al sur de la Costa, hubo una disminución de la superficie plantada, pero con mayor concentración económica. Se cambió la variedad Gros Michel, muy susceptible al llamado “Mal de Panamá”, por la Cavendish. Con esta variedad se obtenía el doble de rendimientos, demandaba menos mano de obra y más capital. Con esto se desplazó a los pequeños y medianos productores. Disminuyó el número de exportadores: sólo el Grupo Noboa controlaba el 48% de las exportaciones.

El auge del banano generó la deforestación de buena parte de los ecosistemas naturales de la Costa. Según la CEPAL, en 1954, el 75% de la región estaba cubierta por bosques naturales (citado en Larrea, 2006). Para servir al negocio bananero se construyó una importante red vial, lo que generó aún más deforestación.

El Estado desarrolló una política de colonización y créditos 7 para productores bananeros, y desde la década de 1950 hasta la fecha, ha desarrollado políticas para favorecer a este sector 8.

Reflexiones finales

En esta corta revisión histórica hemos visto cómo a lo largo de varios siglos ha habido una ocupación agresiva del territorio de la Cuenca del Río Guayas, para instaurar un tipo de agricultura industrial, que se inicia con las plantaciones de cacao, posibilitando que el Ecuador se transforme en el primer exportador mundial, hasta la segunda década del Siglo XX.

Con la caída del boom del cacao se sucedieron otros cultivos como el banano, la caña, el maíz, el arroz, la palma aceitera y otros que no son analizados en esta publicación, como la teca.

Esta ocupación territorial por parte de distintos monocultivos y plantaciones que han ocupado extensas áreas de la Cuenca del Río Guayas, han dejado marcas indelebles en los territorios, muchas de ellas irreversibles.

Santos (2000) señala que el territorio está construido por los sistemas naturales existentes en una zona, donde las sociedades humanas se sobreponen a través del tiempo; por eso en el paisaje se expresan las herencias de las sucesivas relaciones que se han dado entre los actores sociales y de éstos con la naturaleza a lo largo de la historia, a manera de un palimpsesto9 donde están grabadas las acciones de distintas generaciones.

Los mapas sobre la evolución y retroceso de los bosques presentados en el capítulo dos, dan cuenta del paso de la economía de plantaciones por ese territorio.

Aquí es importante señalar el rol de la tecnología en la territorialización de la economía de plantaciones y del agronegocio en la región. Por ejemplo, en el caso del banano, el paso de Gros Michel a Cavendish facilitó a) la expansión territorial de los grupos más poderosos -aquellos que tenían las condiciones económicas para adoptar la nueva tecnología-, b) la modernización de la producción, c) un mayor control territorial de determinados grupos de poder.

En el caso de las semillas transgénicas (que no entran en esta revisión histórica, pues en el Ecuador no están permitida su siembra) su adopción facilita la expansión territorial de estos cultivos. Más del 80% de cultivos transgénicos son resistentes a herbicidas, y su adopción permite el control químico de malezas (un componente sine qua non de todo monocultivo) mediante fumigaciones aéreas, que reducen los costos de producción pero demandan que grandes extensiones estén ocupadas por un mismo cultivo resistente al herbicida aplicado, pues otro cultivo no transgénico, será eliminado. Este modelo impide, claramente, la asociación de cultivos.

Esto no hubiera sido posible sin la implementación de políticas públicas diseñadas para fomentar la expansión de los monocultivos en la región, y para favorecer a dichos grupos. Como hemos visto, en el caso del banano, en la década de 1950, las políticas públicas estuvieron encaminadas a fortalecer el sector agroexportador del banano, para lo que se construyó una red de carreteras que faciliten su salida a los centros de exportación.

Las dos reformas agrarias y las políticas complementarias a ellas, tuvieron como resultado final la modernización del campo en la Costa; la liberación de mano de obra serrana como mano de obra barata para las plantaciones; la colonización de territorios considerados baldíos; la creación de cooperativas de pequeños productores atados económicamente, y al servicio del capital agroexportador.

Otra norma que favoreció mucho al agronegocio fue la Ley de Desarrollo Agrario durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, y más tarde, las políticas de subsidio a paquetes tecnológicos que facilitan la violenta inserción del campesinado a la producción industrial, lo que fue analizado ya en el primer capítulo.

Otras políticas laborales que favorecieron a los grandes capitales en el agro, incluyendo la tercerización, la flexibilización, que fueron puestas en marcha durante el neoliberalismo y que quieren ser retomadas por el actual régimen para el sector bananero. Por otro lado, se ponen muchas trabas a la sindicalización de los trabajadores rurales, y cuando tales sindicatos existen, el Estado no obliga al cumplimiento de los estándares exigidos por la Organización Internacional del Trabajo, del que el Ecuador es Parte. Se ha permitido por ejemplo el trabajo infantil. Tampoco se reconoce la sindicalización por rama y no por empresa, pues el último formato favorece a las empresas ya que les permite un mayor control tanto de las organizaciones sindicales, como de los sindicalistas (Polo, 2018).

En muchos casos los servicios diplomáticos ecuatorianos en el exterior han servido como oficinas de negocios de los agroexportadores.

Otro aspecto a destacar es que el Ecuador, a través de los ciclos de exportación (cacao, banano, palma) se inserta en el mercado internacional en una condición de total subordinación, pues los precios, los volúmenes de importación son controlados por las bolsas de valores y las empresas transnacionales, alejados de los lugares de producción. Esto es verdad inclusive para cultivos que no están destinados para la exportación, como el maíz, cuyo precio en el Ecuador se decide en la bolsa de Chicago. A nivel territorial el modelo que se ha impuesto en la Cuenca del Río Guayas es el de “espacios socio-productivos dependientes del mercado internacional”, que se constituyen en zonas de sacrificio en beneficio del agronegocio, como se verá mas adelante (Svampa, 2013).

1. En 1765 había en la Costa ecuatoriana unos 20 mil habitantes (el 5% de la población total de la Real Audiencia).

2. La red fluvial de los ríos Daule y Babahoyo para formar el Guayas tenían en aquella época una gran ventaja frente a otros puertos en el Pacífico Sur. Este es un sistema fluvial donde el río fluye en ambas direcciones yendo y viniendo cada doce horas. Por su parte, las aguas en el Golfo de Guayaquil son calmas y libres de neblinas y son tan profundas que dan cabida a navíos marítimos.

3. Algunos héroes de la independencia recibieron tierras en esta zona, como reconocimiento a
sus gestas heroicas.

4. Esta sección se basa en el texto de Roque Espinosa (2014)

5. Esta sección se basa en Larrea (1987) y Larrea (2006).

6. Esto contrastaba el modelo de enclave que mantenían las transnacionales en Centroamérica (Larrea, 1987).

7. Financiados con fondos procedentes de Estados Unidos.

8. Como fue la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, con el fin de reducir los aranceles al banano en ese mercado

9. Manuscrito en el que se ha borrado, mediante raspado u otro procedimiento, el texto primi- tivo para volver a escribir un nuevo texto.

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