por María Fernanda Barriga Tobón
“Es un llamado de las organizaciones a nivel nacional, de mujeres feministas, para que el Estado reconozca que las violencias contra las mujeres está en un punto en el que ninguna se va a librar de vivir algún tipo de violencia machista”*.
Según datos de Medicina Legal 24.884 mujeres en el país han sufrido lesiones no fatales, 11.405 denunciaron haber sido violadas y por ahora se ha comprobado que 445 mujeres fueron víctimas de feminicidio entre enero y septiembre de 20201. La violencia machista o contra las mujeres ha sido uno de las protagonistas de este año; durante septiembre 111 fueron los titulares registrados en diferentes medios nacionales informando sobre este tipo de violencia2.
Al respecto, en el Boletín de Estadísticas Mensuales de Medicina Legal, solo en el mes de enero las mujeres denunciaron 6.413 lesiones no fatales por violencia intrafamiliar, en el 65 por ciento de los casos el victimario fue la pareja; se realizaron 1.591 exámenes médicos legales por presunto delito sexual y 71 mujeres fueron víctimas de homicidio3.
Para entender las magnitudes del fenómeno de la violencia machista que previve en el país, debemos saber cómo la comprende el Estado por medio de la ley 1257 de 2008, emitida por el Congreso de la República, en donde explica que: “cualquier acción u omisión, que le cause la muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de ser mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado”. Por lo tanto la violencia machista o contra la mujer es mucho más que los números que saca mes a mes la Fiscalía y Medicina Legal; la violencia machista toma cuerpo y se ejerce por la diferencia subjetiva entre los sexos, establecida y normalizada debido a la imposición de roles de género, según los cuales la mujer queda reducida a un ser inferior que debe estar bajo el cuidado, vigilancia y propiedad del hombre.
Por ende, toda violencia ejercida sobre las mujeres, por el hecho de ser mujer, suele darse en la mayoría de los casos bajo un marco de relaciones de poder, en el cual su posición debería ser de sumisión y como objeto de propiedad debido al rol de género impuesto. Según ONU Mujeres, existen cuatro categorías de relación entre la mujer y el victimarios de violencia machista: mujer-parejas, mujer-familiares, mujer-conocidos y mujer-extraños. Según Medicina Legal, para septiembre del año en curso 19.966 mujeres padecieron lesiones físicas por parte de sus parejas y 4.918 por parte de algún familiar.
Debido a esta realidad, varios colectivos, organizaciones y Ongs que velan por el derecho a la vida de las mujeres, han asegurado que existe una emergencia nacional por violencia machista. “Lo que se ha evidenciado en la pandemia, es que hay una continuación de la violencia hacia las mujeres en sus hogares y creemos que en términos institucionales el Estado debería reconocer estos hechos violentos como violencias de alto impacto. “Pues aunque Medicina Legal reporta una disminución en los casos, no es una disminución significativa ya que hay continuidad y se mantiene en términos de expresión de violencia y de poder sobre el cuerpo de las mujeres, tanto en la violencia sexual, la desaparición y/o el feminicidio”, comenta Estefanía Rivera.
La casa, y más ahora en época de covid, es el lugar donde suele ocurrir la mayoría de los casos de violencia de género con un 70 por ciento, así lo aseguran tanto el Observatorio Feminicidios Colombia como Medicina Legal. Existen unos factores de riesgos o predictivos como lo son el desempleo, el consumo de sustancias psicoactivas, bajos ingresos y los antecedentes de violencia, que cruzados con la intolerancia, el machismo, los celos y la desconfianza hacen de la casa el lugar más peligroso para las mujeres. Para Estefanía Rivera, “No se tiene en cuenta las condiciones económicas de las mujeres, que se profundizaron y agravaron en pandemia con el aumento del desempleo y el trabajo no remunerado del cuidado y el hogar”.
Por otra parte, una de las cifras preocupantes que se encuentra en aumento según el Observatorio de Feminicidio Colombia en sus boletines mensuales sobre violencia machista, es la del feminicidio por sicariato. Según explican desde el Observatorio esta es una estrategia “[…] por medio de la cual los sujetos en armas, de los feminicidas, logran un mayor nivel de impunidad”. Se manejan tres hipótesis sobre el porqué se presenta este tipo de feminicidios: el primero es que una persona contrata el servicio, el segundo es que las mujeres hacen parte de alguna estructura armada y la tercera es que los grupos ilegales lo usan para saldar una deuda con la muerte de la mujer.
“Estamos en un país donde las armas de fuego pululan, no existe un verdadero seguimiento o control sobre estas. Nos encontramos prácticamente en un para-Estado de estructuras de hombres en armas quienes se disputan el control en los territorios, en los barrios, en las cuadras, en los municipios, veredas […]”, asegura Rivera, quien además de resaltar la facilidad para obtener un arma de fuego, como la de contratar a un sicario, señala que lo preocupante de este modo de cometer un feminicidio –como cualquier homicidio– es la facilidad con la que puede de lograrse la impunidad.
Para varias feministas y colectivos, la constante de la violencia machista o contra la mujer es solo el reflejo de unas desigualdades estructurales, por las que poder ejercer violencia sobre sus cuerpos es solo uno de los actos que pueden llegar incluso hasta terminar con la vida misma pues la precariedad económica y la disposición histórica en términos de condiciones materiales en que ellas viven es fundamental para pensar el feminicidio más allá de las relaciones psicoafectivas.
En resumen, el motivo por el cual a lo largo de este año variadas organizaciones le exigen al gobierno nacional declarar la emergencia nacional por violencia machista, radica en que además de poseer un problema realmente grave en cuanto a los hechos violentos, es que vivimos bajo un Estado que no protege la vida de las mujeres. Estamos en un Estado que no posee una ruta clara para la prevención y denuncia de estos hechos, una que no sea revictimizante y que concrete un seguimiento completo de cada feminicidio y violencia afin en contra de las mujeres.
En este sentido, es necesaria una ruta clara. Las víctimas de este tipo de violencia y sus familiares necesitan ser asistidas por profesionales con un enfoque feminista que al atender los casos tengan en cuenta todos los protocolos internacionales, como lo es el Protocolo de Investigación Latinoamericano de Femincidio el cual amplia el contexto en el cual transcurren el feminicidio; una estrategia que no descuide la salud mental de las mujeres víctimas de intento de feminicidio, así como la atención y acompañamiento de las familias de quienes murieron en estos actos, mejorar las condiciones económicas de las mujeres y de las familias víctimas de feminicidio, ya que en varios de los casos ocurridos ellas eran o son el único sustento económico de la familia y reducir los niveles de impunidad.
Pero, sobre todo, es necesario un enfoque nuevo de seguridad a nivel nacional que supere el militarismo y la guerra directa, para priorizar estos otros delitos y así las violencias hacia las mujeres dejen de ser invisibilizadas, fortalecer las instituciones con un enfoque feminista y en pro de los derechos humanos, un seguimiento a las medidas de protección y un sistema de seguimiento a los sujetos que hayan cometido algún tipo de violencia machista.
- Estefanía Rivera, Coordinadora del Observatorio Feminicidios Colombia
1 Instituto nacional de medicina legal y ciencias forenses, Subdirección de Servicios Forenses Centro de Referencia Nacional sobre Violencia CRNV, Boletín estadístico mensual Septiembre 2020.
2 Red Feminista Antimilitarista, Observatorio Feminicidios Colombia,VIVAS NOS QUEREMOS: Boletín Mensual Sobre Feminicidios En Colombia. Septiembre De 2020.
3 Instituto nacional de medicina legal y ciencias forenses, Subdirección de Servicios Forenses Centro de Referencia Nacional sobre Violencia CRNV, Boletín estadístico mensual Enero 2020.
Be the first to comment