Saturno: una estrella asediada por Titanes
I
Los dioses titanes y su descendencia olímpica
El planeta Saturno y sus principales lunas, que son 9 (Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Titán, Hiperión, Jápeto y Febe) de más de 80 satélites atrapados por su descomunal fuerza orbital, son el homenaje a los Titanes de la literatura clásica griega. Estos también son los misteriosos personajes que componen la religión arcaica de los indígenas griegos, llamados pelasgos (hombres del mar), anteriores y padres de los Olímpicos, puestos en escena después de la conquista aquea, entre los siglos XIV y XIII ante de nuestra era, según el arqueólogo inglés William Ridgeway, a quien cree Montanelli, al que hay que tenerle más de un cuidado.
El segmento o periodo titánico (por los Titanes; el posterior es el olímpico, por los dioses del Olimpo) de la mitología griega, muestra características de tipo primitivo y fundamental en la composición de sus dioses, pues aún apelan a las fuerzas de la naturaleza y sus fenómenos asombrosos, siendo una especie de jíbaros o salvajes de la mitología. Estos dioses representan valores, potencias, misterios y elementos tales como el fuego, los vientos, el agua y la tierra, la luz y la oscuridad con sus particulares fenómenos, aunque en estados incipientes y próximos aún a la depredación y recolección, puesto que las técnicas y tecnologías que revolucionan el neolítico, como la agricultura y el cálculo de las estaciones en favor de las cosechas, la forja y la manipulación del hierro, entre otras, también influencian en el carácter de nuevos dioses que representen mejor a su tiempo y al pueblo dominante sobre el sometido. Los dioses casi siempre representan una historia de dominación y nuevas formas de la política y de la economía, es decir, el poder; aunque se lo quiera representar con mucha metáfora y poesía, parafernalia y declamación… ¿Para qué creíste que servían los asesores y escritores de discursos de los descriteriados que gobiernan las naciones? Pues también para crear mitos alrededor del poder.
Una consideración necesaria, como antecedente: Cronos, el valor del tiempo (que no es el mismo que el titán Crono, padre de Zeus, según ciertas fuentes), pero que, sin ser lo mismo que Saturno o Crono, también se los relaciona con el valor de la muerte, como claramente sucede en el arte posterior. La esposa de Crono es la titánide Rea, que es la madre de Zeus (el menor de sus hermanos; porque todo se debe a un plan cósmico), Neptuno y Hades, Hera, Deméter y Hestia, los principales olímpicos y olímpicas, lo que, como en toda historia en que intervienen dioses o reyes, continuará con una colosal historia de incestos (obvio que mitológicos y ficticios, en el caso de los dioses).
Para empezar, Crono y Rea son hermanos y esposos, ambos hijos de los dioses primordiales, Urano y Gaia (o Gea): él, el cielo; ella, la tierra. Antes del Cielo Estrellado y la Tierra Madre, solo existía el tenebroso e ilógico Caos. ¿Cómo surgen? Pues, de la nada. Según Hesíodo, hace falta tan solo la intervención de Eros, principio y valor del amor, para que se junten estos dioses en cósmica y genésica visión.
Para llegar a la Titanomaquia o Guerra de los Titanes (de la que los Olímpicos saldrán vencedores, con la ayuda de Metis -primera esposa Zeus, a la que, posteriormente, este devora- y los Cíclopes, que fabricaron para Zeus el rayo y el trueno), hay que recordar que, así como Zeus destronó a su padre, el titán Cronos, el mismo Cronos atacó con una hoz las partes pudendas de su padre, Urano, destronándole. De los despojos de los testículos del Cielo, cual semen e intestinos desparramados a las anchas del mundo, se crea el Océano (podríamos pensar que se trate del Mar Mediterráneo), y al llegar su fecundada espuma a las costas de Chipre, nace la diosa Afrodita, según una cosmogónica y poética exégesis de esta castración.
Por otra parte, en un trato con Gaia, Cronos decide devorar a los hijos varones de Rea (o Rhea, anagrama de Hera), para que él y su madre siguieran reinando. Algo típico en las diosas mujeres, como, casi repetido, se da en la rabínica discusión entre Lilith y Adán (su madre y primera esposa antes que Eva), separándose al no ponerse de acuerdo en si hombre o mujer debería tomar las decisiones importantes en el mundo de los hebreos; lo que nos parece un fundamento contundente al enfrentar dos diferentes tradiciones misóginas. La cosa es que Rea no le pasó al último crío para que Crono, como de costumbre, se lo comiera. En su lugar le dio una roca cubierta en mantas de bebé y prístinos pañales. Hay que tomar en cuenta que estos hijos de los dioses primigenios o uránidas (patronímico que indica la directa descendencia de Crono, Rea y su rosario de hermanos con Urano), se mantuvieron vivos, podemos pensar que en el bolo alimenticio o en el interior del estómago de su padre o donde más agradable se nos haga; la cosa es que Zeus se los hizo vomitar, para armar sus ejércitos, al final, victoriosos en la mencionada Titanomaquia.
Rea, después de tan trascendente papel, pues, de trasladar y esconder a Zeus en el Monte Ida o el Dicte, dejarlo a cargo de la cabra Amaltea como nodriza y defendido por los guerreros Curetes o Coribantes, que hacían sonar sus lanzas y escudos cuando lloraba el niño y así no dejar que lo descubra el furioso padre… es casi absolutamente olvidada en los posteriores mitos. En tal caso, Gaia o Gea tiene otras apariciones, como en el caso de la Gigantomaquia y la Tifonomaquia, en fuentes como Apolodoro; habiendo, de la primera, un friso esculpido en bajorrelieves en el Museo de Pérgamo en Berlín, llamado El Altar de Pérgamo, y diciendo de la segunda (Apolodoro, Biblioteca I 6,3) que, al aplastar Zeus con el Monte Etna en Sicilia al hijo de Gea, al monstruoso Tifón, esta montaña desde entonces que no ha dejado de arrojar fuego. También, acerca del mito de Crono o Saturno devorando a sus hijos, recomendamos las obras homónimas del flamenco Peter Paul Rubens y el español Francisco de Goya y Lucientes.
Be the first to comment