III
Titanes en Saturno
Ya que topamos el tema del por qué del nombre de la luna Titán anteriormente al esquema presentado, a continuación nos dedicaremos, de una manera más resuelta, a las 8 lunas y titanes que siguen merodeando a Saturno y al Sistema Solar. Aunque antes es necesario dejar ciertos datos y características de esta enorme luna descubierta en 1655 por el astrónomo neerlandés Christiaan Huygens. Con un tamaño mayor al del planeta Mercurio, Titán es en tamaño el segundo satélite más grande del Sistema Solar después de Ganímedes, perteneciente a la órbita de Júpiter. Con una atmósfera de nitrógeno y metano, interesa mucho su estudio, por las pruebas de compuestos líquidos encontrados: mares de metano y etano líquidos, mediante la sonda Cassini, en 2007.
Como según algunos escritores indican, los humanos provenimos en línea directa de su descendencia, empezamos con Jápeto y los japetónidas.
Jápeto
Tercera en tamaño con alrededor de 1500 km, después de Titán y Rea, la luna Jápeto fue descubierta por el astrónomo Giovanni Cassini (como la sonda espacial enviada hace una década aproximadamente), en 1671. Llama su atención por sus enormes montañas, unas el doble que el Monte Everest, y está cubierta de hielo.
Hijo de Urano y Gea, asociado con la artesanía, al tiempo mortal y duración de la vida, se le achaca también haber engendrado a 4 proto-rufianes que impusieron sus temperamentos en la creación de la humanidad, justamente, desde la arcilla. ¡Qué coincidencia! Y estas características incluyen la astucia, por el Benefactor de los Hombres, Prometeo, y por lo que no me llama la atención que el mayor superhéroe de los griegos clásicos haya sido también el mayor tramposo que haya pisado la Tierra, es decir, Odiseo. Bueno, por otro lado, robó el fuego de los dioses cuando vio indefensa a la humanidad, brindándole así el calor y alguna defensa, puesto que su hermano Epimeteo, el hermano torpe y bobo, que modeló los animales, repartió de tal manera los regalos con que se iban a defender, que para los hombres no quedó, al parecer, ni la piedra ni el garrote tan comunes al representar a cavernarios. Con razón dieron a Pandora como novia de Epimeteo, que terminó abriendo el cofre de donde salieron todos los males. Su hijo Atlas es el arrogante de la camada, y por eso sostiene el cielo hasta nuestros días. Y el menos conocido, aunque tan latente y constante en la humanidad como ninguno, sin distinción de raza, sexo, religión ni condición social, era el violento, desmadrado y peligroso Mensio, padre de las palizas con estilo y de toda bravuconería, a quien Zeus hizo papilla de un rayo en el Tártaro, seguramente, por respondón e iracundo.
Parricida y padre de aquellos irresponsables, pero a los que les debemos la existencia y deberíamos quedar agradecidos, Jápeto, preso, humillado y aburrido, no dudo que con el puño en su mentón, está sentado en el Tártaro junto al hermano al que ayudó agarrando a Urano para que le cortara los testes de los que está hecho el Mundo, pues, ni más ni menos, que del derrotado Crono, el tiempo que todo lo devora.
Acotamos que su esposa era Clímene o Asia, diosa de la muerte por acciones gloriosas y de la artesanía, por lo que a Jápeto se lo relaciona, además, con funciones de la extracción, y por justicia, que su hijo Prometeo fue castigado por el encolerizado Zeus, al enterarse del robo del fuego del Olimpo en beneficio de los hombres, enviándolo a que un ave de rapiña se coma su hígado que se regenera eternamente, cada noche y cada día. Pues, al parecer, Zeus odia a la humanidad y solo la quiere para desfogar sus malas ansias, con despampanantes reinas y pobres pastorcitos. Lo que nos parece bastante democrático.
Rea
De Rea se comentó ya bastante, anteriormente, aunque solo en materia de mito. Pues, la luna que lleva su nombre es la más grande después de Titán, mide, aproximadamente, la mitad de la Luna; descubierta por el mismo Cassini en 1672, pero de la que se tienen registros fotográficos gracias al Voyager 1 y, más recientemente, por la sonda Cassini.
Mimas
Luna descubierta en 1789, por William Herschel, aunque bautizada entonces como Saturno I. Su nombre proviene del gigante Mimas. Se cuenta que la Isla de Procida, parte de las islas Flégreas, cercana a Nápoles, descansa sobre su cuerpo, o que murió a manos de Ares o de Zeus. Su papel es preponderante en la Gigantomaquia o Guerra de los Gigantes, como rival de Hefestos, que lo apresó bajo una masa de metal fundido, según Apolodoro.
Encélado
Una de las lunas más llamativas de Saturno, Encélado está provista de géiseres que expulsan material congelado al espacio, e incluso, el conocido como Anillo E, se alimenta de parte de esos elementos, mientras que otro tanto vuelve a caer en la luna en forma de nieve. Tiene un océano subsuperficial de agua en su polo sur. Fue descubierto por Willian Herchel, en 1789.
Encélado tiene parte en la Gigantomaquia y también está relacionado con el monstruoso Tifón. Otras fuentes cuentan que nació de la castración de Urano, otras que Gea lo concibió mediante una relación con el Tártaro. Y la versión de Apolodoro es la siguiente:
Atenea arrojó sobre Encélado, cuando huía, la isla de Sicilia, y con la piel que había arrancado a Pelante cubrió su propio cuerpo durante la batalla. (Apolodoro, Biblioteca I 6, 2.)
Tetis
Quinta luna de Saturno con un diámetro de 1.060 km, con un periodo orbital de 1.888 días. Fue descubierta por Giovanni Casinni, en 1684. “Como el resto de satélites regulares de Saturno, Tetis se formó a partir de la subnebulosa saturniana: un disco de gas y polvo que rodeó al gigante anillado poco después de su formación”. Su superficie agrietada puede tener un origen criovolcánico. Sus características físicas más visibles, son el cañón glacial Ithaca Chasma (para lo que deberías pronunciar diez veces antes Chewbacca, hasta que te salga bien)
y el Cráter Odiseo.
Confundida varias veces con su nieta, la deidad marina de las nereidas, Tetis (madre de Aquiles y esposa de Peleo), la titánide Tetis es esposa del titán Océano, ambos hijos de Urano y Gea, es la madre de los más importantes ríos conocidos por los griegos clásicos, también personificados en dioses: Nilo, Alfeo y Meandro. Tiene apariciones en la Titanomaquia, y en La Ilíada, el pasaje cuando Hera pide a Zeus ir a visitar a Océano y Tetis a los confines de la Tierra, con objeto de engañarlo, pues, no hay que olvidar que en Troya estaban en guerra, tenían diferentes bandos y parece ser que eran por naturaleza tramposos. Pero la más interesante debe ser en la que, nuevamente, por las provocadas pataletas de los celos de Hera, al sentirse incómoda con la presencia de Calipso y el hijo de esta y Zeus, Arcas, inmortalizados, respectivamente, en las constelaciones de La Osa Mayor y La Osa Menor, pidió a su tía abuela Tetis ayuda: “Esta, diosa del mar, maldijo a estas constelaciones a girar alrededor del cielo sin bajar nunca del horizonte, lo que explica que fueran circumpolares”. (Fuente espúrea.)
Dione
Una de las cuatro lunas de Saturno descubiertas por Giovanni Cassini (1625-1712), en 1684, con el nombre de Saturno IV, del grupo Sidera Lodoicea (Tetis, Rea, Jápeto y Dione), en honor del rey francés Luis XIV, “Estrellas de Luis”, lo que quedaría muy bien al “Rey Sol”, de quien no dudamos que le gustaban sus primas. Los nombres mitológicos de estas lunas fueron obra de John Herschel, en 1847, hijo de William, descubridor de Mimas y Encélado. Dione es la luna más densa de Saturno aparte de la enorme Titán, y está compuesta de agua congelada y, posiblemente, rocas de silicio. Posee características geológicas como: Chasmata (cañones), Lineae (acantilados glaciales) y cráteres.
Dione, aunque no se trata del único caso, es otra de esas deidades que se debaten las distintas teogonías, tanto titánide como nereida, madre de Afrodita o la misma Afrodita, o verdadera esposa de Zeus, unas veces sí y otras no. En los diccionarios de nombres propios de personajes mitológicos, podemos encontrarla de la siguiente manera:
Dione (I): Madre de Afrodita en algunos textos; También se llama así a Afrodita. Dione (II): Atlántide, Madre de Pélope.
En Homero:
Afrodita, de casta de Zeus, cayó entre las rodillas de Dione, su madre; y ésta cogió de su regazo a su hija, la asió con la mano y la llamó con todos sus nombres. (Homero, Ilíada V 370-373.)
En el Banquete, de Platón, el sabio desambigua el problema con dos nombres al apelar a la existencia de dos Amores o Afroditas: la hija sin madre de Urano, Urania ha de ser, y la hija de Dione y Zeus, Pandemo.
Hiperión
La historia del nombre de Hiperión va de la mano con un conflicto de descubrimiento y patente científicos, puesto que los Bonds, padre e hijo, descubrieron el satélite irregular de Saturno dos días antes que William Lassell, en 1848, quien sugirió el nombre de Hiperión en un estudio anteriormente publicado al de sus inmediatos predecesores, aceptando las nominaciones mitológicas de John Herschel, hijo de William. También se conoció a la luna como Saturno VII.
Por otra parte, Hiperión es, a simple vista, una luna irregular y decadente, la más digna de las 9 principales de llevar el nombre de un dios derrotado por sus sobrinos. Es así que se elucubra que podría ser parte de un satélite de mayores dimensiones destruido parcialmente, siendo Jápeto, quizá, por su sospechoso hemisferio oscurecido. Es una gran masa hecha de cavernas y porosidades, lo que sería el pastel de los desquiciados que sueñan con la posibilidad de una Luna o Tierra huecas y hasta planas.
En lo concerniente a las relaciones mitológicas de Hiperión, conforma la pandilla de los cuatro parricidas que caparon a su pobre padre con la ayuda de su propia madre, y lo sostuvo de un costado; pues así se habrían repartido las Cuatro Esquinas del Mundo, tocándole el Este del botín.
Su valor cosmogónico se relaciona con la luz, pues, esposo de Tea, deidad del fuego, procrearon juntos a Helios (el mismo que le fue con el chisme al horripilante Hefestos de que su querida Afrodita le estaba metiendo el cuerno con Ares “de riendas de oro”), personificación del Sol, Eos, la aurora, y Selene, que es la Luna. También está relacionado con el entendimiento y la inteligencia diligente, la atención y la observación. En la Titanomaquia, muere; pero, según Píndaro, es finalmente liberado del Tártaro por Esquilo, en una obra que está perdida.
Febe
De esta luna de Saturno, comentan los sitios de información respectivos, que fue la primera en descubrirse mediante fotografías, por el astrólogo estadounidense William Henry Pickering, en 1899, aunque en un proceso de placas que venía desde 1989. Orbita a Saturno en dirección contraria a los otros satélites del planeta, en 18 meses, y se encuentra dentro de uno de sus grandes, enigmáticos y enloquecedores anillos. Su composición es más parecida a la del ex planeta Plutón que al resto de satélites del gigante gaseoso, por lo que se cree que, antes de ingresar al Sistema Solar y ser atrapado en su órbita actual, estuvo estacionado en el Cinturón de Kuiper, lugar donde se agrupan asteroides y otros elementos de la misma formación del Universo. Circular, fría y de apariencia rugosa, esta luna es el satélite irregular más grande de Saturno.
Con los nombres relacionados con las palabras griegas Phoibo “brillante o radiante”, Phoibazô “profetizar”, y su equivalencia en romano era Phoebē “Brillo del Intelecto”, y el epìteto de “la de la corona de oro”, la titánide Febe es la madre de Asteria y Leto, a su vez, madre, la primera, de Hécate, y de los gemelos Artemisa (Febe) y Apolo (Febo), la segunda, con quienes, respectivamente, predicen el poder profético de la noche, de los espíritus, de los seres fallecidos y de la oscuridad, unas, y el poder profético de la luz y el cielo, los otros. Tuvo a su cargo el poder profético del Oráculo de Delfos, que antes pasó por las manos de Urano, Cronos y Temis, aunque Febe terminó entregándolo a su nieto Apolo, dios de la profecía y dios mensajero, poder que comparte con el titán de segunda generación Prometeo.
Los muros del friso en el Altar de Pérgamo, contiene las patéticas y decadentes imágenes que representan a esta raza vencida de dioses, en los bajorrelieves parciales, dramáticos y medio derruidos de la Titanomaquia, como en un sueño que se aferra a algún órgano vital implorando no ser olvidados.
En una próxima entrega, el turno será para los gigantes de hielo y sus principales lunas.
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