Por: Erika Arteaga Cruz.
Este fragmento de la “Reflexión trenzada: El rol de las mujeres en los paros/resistencias nacionales, aportes para las izquierdas en la región” publicada en el Volcán Insurgente No.60 (enero- marzo, 2020) sigue siendo relevante en elecciones. Desde la escasez de candidatas mujeres en las listas como opción presidenciable hasta la extirpación de su voz en mítines y en la campaña, seguimos siendo testigas de la izquierda machista en Ecuador. Compañeros a los que hay que recordarles que tienen compañeras mujeres también de candidatas en sus propias filas para que las promocionen con el mismo fervor que a sus colegas hombres o “el ritual de la dominación masculina en el debate presidencial” que nos recordaba tan acertadamente Natalia Sierra, evidencian esta deuda enorme.
Raquel Gutiérrez Aguilar desde México, durante el paro de Octubre 2019, podía ver a leguas el rol de las mujeres ecuatorianas en el:
“Se vio con mucha claridad cómo iban tomando la voz.
No solo daban de comer, no solo organizaban,
no solo reproducían la vida en medio de la lucha. Eso ya lo hacían antes.
Ahora toman la voz, escuchan lo que ellas dicen, guían la discusión
y además, son súper hábiles para generar vínculos con otras…
Antes poníamos el huevo, pero igual no lo cacareábamos,
ahora sabemos cómo cacarearlo.”
Y sin embargo ese rol no se traduce en la disputa por el poder en tiempo de elecciones.
Comparto este fragmento desde Ecuador con la esperanza de que en las próximas elecciones la izquierda pueda reconocer el rol FUNDAMENTAL que cumplen las mujeres en sus filas, en los sindicatos, en los paros, en la vida nacional y que debería traducirse en su participación política y su protagonismo. De enero 2020 a enero 2021 el Parlamento de Mujeres también se vio afectado por la dinámica electoral y por visiones distintas de cómo manejar el tema electoral. Como mujeres nos hace falta asimismo debatir en torno a lo electoral y las agendas de las mujeres.
Quien no entienda que las izquierdas latinoamericanas son profundamente machistas, o no ha militado en espacios de izquierda o no es mujer/ LGBTIQ.
Apuntes desde Ecuador.
Y es que la frase común en los círculos feministas: “No hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda” cobra cuerpo y forma en cada reunión sindical, en la participación en espacios de unidad (ej. Colectivo Unitario en el Ecuador que agrupa Frente Unitario de Trabajadores, Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador-CONAIE) con mesas directivas en las que la proporción de hombres y mujeres es diez a una, en cada campaña política, en la designación de candidatos/as viables, cuando se conquistan vice-prefecturas o en la construcción de las agendas “verdaderamente importantes” y las secundarias.
Bastante desatinadas las declaraciones de Mujica (el feminismo es inútil…)[6] pero no por ello sorprendentes. La izquierda de su generación no lo vio, no vio la importancia del trabajo de reproducción social que varias compañeras suyas hacían, sosteniendo también la lucha armada. Ya aquellas valientes que nos antecedieron, que están en este camino largo mucho antes que nosotras nos contaban las grandes diferencias en la militancia en la izquierda entre hombres en las direcciones y las mujeres. Mujeres que veían las violencias, las violaciones y las precariedades condensadas en sus vidas, sin posibilidad de información más allá de lo local o de entrar en debates políticos más amplios pues no tenían tiempo para la lectura o escritura ni participaban de espacios de discusión por la ya conocida triple jornada[7]. Mujeres que han visto incrementar las horas del trabajo remunerado, pero no con ello disminuir la carga del trabajo no remunerado, porque nuestros compañeros, esos hombres de izquierda, no han asumido –una gran mayoría – el papel que les compete. Una gran mayoría de nosotras trabajamos y producimos además fuera del hogar, no una gran mayoría de hombres asumió –no como ayuda sino como su función en la repartición equitativa del trabajo –el cuidado, la reproducción de la vida. Y esta omisión es enorme: en Ecuador el trabajo no remunerado equivale a 19.1% del PIB, un 75% de este es realizado por mujeres[8]. Claro que las mujeres tienen más obligaciones con la crianza de los y las hijas como dice Mujica (no por opción, por imposición), pero justamente ello resta tiempo para la reflexión, para la lectura, para los comunicados, para la formación política. Eso que Clara Merino- del Movimiento Nacional de Mujeres de Sectores Populares Luna Creciente en Ecuador dice, a Mujica se le olvida. Obviamente por esas limitaciones que no son biológicas ni naturales, tenemos escasa participación en dirigencias sindicales y en cargos de liderazgo. Cansadas ya de oir: “pero si cuando se les dice, a las mujeres no les interesa asumir posiciones de poder”, esperamos con demasiada paciencia escuchar de los sindicatos: “claro que nuestras mujeres y compañeras pueden asumir cargos, finalmente sus compañeros están en casa, al cuidado, poniendo el cuerpo como les corresponde”. Es hasta absurdo pensar que eso será viable toda vez que estudios recientes demuestran que las mujeres solas jefas de hogar cuentan con más tiempo libre, pasan menos horas realizando tareas del hogar y duermen MÁS que sus contrapartes casadas (Bazelon, 2019). Algo está terriblemente mal en esta sociedad y no entendemos cómo fuimos capaces de llevar tanto peso sobre nuestros hombros. Y eso sin contar nuestras muertas…. es decir, que, de tener la suerte de seguir vivas, el peso en nuestras vidas es enorme.
Sin embargo, apenas las mujeres cobran alguna relevancia en su forma propia de organización o en plantear Parlamentos de Mujeres propios o se nota la FUERZA GLOBAL de sus demandas, tenemos la sugerencia preocupada de nuestros propios compañeros de izquierda: NO OLVIDEMOS nuestra complementariedad o recordemos que la lucha principal es la de clases. ¿Somos complementarios? ¿Y somos complementarios sólo cuando nuestras plataformas y nuestra construcción propia marca agenda a nivel nacional y regional más no cuando la violencia política es pan de cada día y se violentan los derechos de las mujeres electas a vista y paciencia de todos los partidos?
Posterior al Paro de Octubre 2019 en Ecuador, por ejemplo, las mujeres indígenas, rurales, jóvenes, urbanas tenemos nuestro propio proceso organizacional y horizontal[9] y eso es lo nuevo. Este proceso entendemos no es algo que se desmarca del proceso más amplio del Parlamento de los Pueblos y no es algo ajeno a la lucha anticapitalista y anticolonial que finalmente fueron los ejes de la convocatoria del PARO NACIONAL.
En la construcción de este proceso nuevo contra un neoliberalismo salvaje esperamos que todas las luchas confluyan: la anticapitalista, contra la colonialidad/racismo y la antipatriarcal. Para ello hay varios pendientes: 1) que los hombres se deconstruyan y cuestionen sus propias prácticas de poder y puedan ser horizontales dejando de decir qué es lo que deberían hacer los colectivos de mujeres o cómo se deberían organizar, 2) reconocer que hay mujeres de izquierda, colectivos y movimientos que han luchado desde hace mucho tiempo, que luchan contra el patriarcado y son parte de las luchas más amplias, 3) crear en estos espacios colectivos – que surgen de las nuevas movilizaciones – otras formas de ejercer el poder que se fundamentan en el cuidado: cuidado del espacio, cuidado y tejido de las relaciones sin protagonismo, cuidado de las otras/los otros y autocuidado.
Dentro de nuestras propias construcciones y de los varios feminismos existen tensiones y ellas se han colocado ya en forma pública respecto de escraches y las formas de ejercer justicia (Arteaga & Sierra 2019, Vega 2019, Sierra et al, 2018). Sin embargo, con esas tensiones hemos sido y seguiremos siendo capaces de avanzar. Ahora, si vamos a poner en debate algo amplio y público no es la “radicalidad del feminismo” o su “inutilidad” sino el combate al fascismo, a los fundamentalismos religiosos más recalcitrantes, a la iglesia como institución y su injerencia en el Estado, al ocupar lugares estratégicos de gobiernos desde discursos feministas con prácticas violentas y represivas, al acoso sexual en las Universidades ecuatorianas (Guarderas et al, 2018), entre otras. El Parlamento de mujeres en Ecuador está actuando- en el marco del Parlamento de los Pueblos convocado por el Movimiento Indígena y diversas organizaciones- de modo que se pueda denunciar las formas patriarcales de ejercicio de poder (Juicio Popular a María Paula Romo – Ministra de Gobierno) y en el intento de construcción de otras formas de poder, en el acuerpamiento del que habla Gutiérrez. Más que criticar el discurso radical debemos desenmascarar a las/los que con discurso de equidad de género (Hillary Clinton, Angela Merkel, Lagarde- Presidenta del Banco Central Europeo), apoyan agendas de la diversidad nice (light)- a quienes parece que la bandera de la diversidad les representa, mientras es dulce y tiene fondos, pero no cuando se habla de justicia social; lo que Nancy Frasier describe como neoliberalismo progresista (Rubio, 2019). Y en ese contexto seguimos tejiendo.
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