Debates presidenciales, inútiles y clásicos, como la bola en la ingle

Para los perezosos: De entre el revoltijo de candidatos hay material para reírse, considerar, descartar y más. ¿Tienen madera para liderar? ¿Por qué no dejan las palabritas de lado y lo demuestran con simulacros? Los debates, una vez más, enfatizaron que ciertos políticos subestiman nuestra educación sobre el presente, gestado durante la última década y que golpeó más fuerte que la patada de una mula.

Por: Sergio A. Poveda.

 

Estimada/o bonita/o), palomita currucucú y/o/u futuro de la patria lea y relea la pregunta antes de responderla. Marque el literal que estime adecuado. Solo márquelo, por favor. Para el caso es innecesario que agregue comentarios. Tachones o remendones anularán su elección.

Respecto de los últimos debates presidenciales, éstos le otorgaron:

  1. Respuestas como calle bacheada.
  2. Respuestas como media que se para sola (y no por pulcra).
  3. Respuestas célebres waka waka eh eh.
  4. ¿Haríanf el debate? o No sé, estaba pluta/o.
  5. Todas las anteriores.

*¿LOS CANDIDATOS TIENEN MADERA PARA LIDERAR?*

Llego llego, dirá alguien, tampoco seamos ¡tan drásticos ni REDUCCIONISTAS! Por favor, gracias a estos eventos, algunos candidatos ilustraron el norte a donde capitanearán esta nave inasible, Ecuador, lo hicieron con la enorme belleza de su energía cívica al enunciarnos que, al llevar la heroica cinta presidencial encima, su primera medida sería “una borrachera del carajo” ­–y no abordaban el tema del carnaval, se lo aseguro.

Les propongo algo: brindémonos un momento de silencio, intentemos una pose del Circo del Sol, cerremos los ojos, respiremos hasta que la mente dibuje esa región de calma, exhalemos y que se manifieste la voz interior:

¿Por qué elegiría a alguien que, ante preguntas –que no escribieron quienes se las leen– responde, mayormente, desde la labia barata hasta alcanzar los dos minutos que se le asignan? ¿Según qué mente maestra esas respuestas insensatas dan fe de quien puede o no gobernar un país? ¿Según la de los espectadores? ¿Acaso en una lección escolar pasamos solo por cumplir el tiempo? ¿Por qué los medios continúan creyéndose la brújula y asignatura pendiente para los “líderes”? ¿Así es? (Ese papel auto-impuesto quedó lejos, insulso, enredado con el Y2K y otras ilusiones del siglo XX.) ¿Era Jungbluth o Bluetooth? Serio ese presentador, ¿no?

Estos debates fueron un ensayo retórico para los candidatos. Una oferta al placer populista que los espectadores llevamos dentro.  Reality shows, concursos de tv o de coches de madera muestran más la capacidad de resolver conflictos de los protagonistas que estos debates, desastres, auspiciados con el fondo público. Alejados de la realidad, ciertos presidenciables dieron vida a personajes (Sagñay-especialista, Romero-mandamás, Arauz-niño bueno, Lasso-rico noble, Velasco-suave…) que rara vez aluden siquiera a tres cosas: el posible equipo que les ayudará a construir alguna de sus ideotas, las evaluaciones de sus procesos o los modos de planificarlos. Estas tres acciones son exigidas, repetidamente, en los centros del saber; de hecho, con frecuencia son el talón de Aquiles de los gobiernos. O sea: gobierno 20/20 en desfachatez, ciudadanos 0/20, a reventar en incertidumbre, ¡paliza!

Si los candidatos piensan, primero, en llegar al poder para, luego, empezar a ordenar, frente a tan suculento y crucial método, los ecuatorianos deberíamos exigirles un certificado de salud mental –y, también, someternos a una consulta psicológica. Algo ocurre, no queremos verlo, dejamos que se dé y tras su paso pagaremos la factura. 

Estos debates presidenciales son i-nú-ti-les. Estos debates presidenciales no sirven, aunque los veamos con cara de serios, tomemos nota o nos empapemos (matemos de risa), después, con las entrevistas de Castigo Divino. Claramente, la mayoría de los candidatos no están capacitados para gobernar/liderar, ¿cómo así, el fundamento? Pues, sus respuestas y la historia, mijín.

Solemnidad y dinamismo son ingredientes que sí podrían formar parte del caduco y fofo formato de los debates presidenciales, o sea, para ¿cuándo los simulacros?  Sucede que estos debates son clásicos como la bola en la ingle de Los Simpsons.

* SIMULACROS *

En la película Crímenes del futuro (2021), Javier Izquierdo cuenta que Knut Hamsun, escritor noruego, experimentó el hambre para después describirla en su cruenta novela Hunger (1890); por supuesto, varios efectos (alucinaciones, psicosis, momentos lúcidos, etc.) se manifestaron en él. La conducta de Knut, escritor del arte por el arte, es la de ¿un noruego loco, performer y extremista? ¿Creen?  A ver, cómo es posible que en la era de los reality shows, los presidenciables no pasen pruebas de su capacidad de accionar, estrategar, lidiar e, incluso, para ejecutar ese apestoso verbo terminado en ar, al que tan bien disfrutamos en –preferiblemente breves, indoloros, saludables– instantes de intimidad, pero a nivel político produce migrañas… ¡Cómo!

Parece muy radical eso: ¿Que las manes y los manes en busca del poder tengan que pasar hambre? ¿Tomen decisiones en una simulación de terremoto? ¿Se midan con una rueda de prensa brava? ¿Negocien el pago de la deuda externa? ¿Traten con una turba en la calle? ¿Aguanten una hora de clase por Zoom, o la dicten? ¿Pasen por simulacros para ver de qué madera están hechos?

– ¿Volver un show a la política? Muuuucho le metes, loco, diría algún sapiens tricolor.

– Además, ¿ya hacen una campaña nacional, y pueden contratar asesores, no?, acotaría alguien más.

Una vez aguantado ese bulling del sentido común, adopto cara de Clint Eastwood o del guagua escéptico de los memes, para plantearle, pues, si no es mucha molestia, nótese-fíjese-póngase lo siguiente:

Si nadie tiene la disposición radical para cachar su dolor, no espere –oiga bien– una vida más considerada, honesta y equitativa, ta ta ta tá.

En fin, una parte sustancial de la cultura ecuatoriana: somos buenos para decir palabritas y hacer fintas; pero el coraje para actuar, realmente, nace cuando tocamos fondo.

*EL PASADO GOLPEÓ MÁS FUERTE QUE LA PATADA DE UNA MULA*

De entre el revoltijo de candidatos hay material para reírse, considerar, descartar y más. Sin embargo, los debates, una vez más, enfatizaron que ciertos políticos subestiman nuestra educación, ese lujo en el que tanto invertimos. Hablo de dichos políticos, a quienes solo les faltó presentarse con una aureola y zumbando sus respectivas alitas nobles, de esos pocos políticos que parecen haber brotado, chirirín, de la nada, esos políticos que, entrando en la tercera década del siglo XXI, se ríen de nuestra masa gris. ¿Cómo se burlaron? Esos candidatos defienden modelos caducos, cuyo fracaso es dolorosamente visible y no lo reconocen como tal, tampoco plantean cómo evitar que se reproduzca de nuevo. Esos políticos de sonrisa angelical, corbata crepuscular, gesticulando a lo pastor de Pare de Sufrir, ¿habrán tocado fondo? O ¿serán un efecto del marketing político y del maquillaje, una imagen apenas, una imagen instalada o estampada en una persona-ventrílocuo? ¿Por qué alguien se sometería a la condición de títere? ¿Pues, así se gana una elección?

A veces, hay que seguir al coraje del shungo para elegir aquello que los sesos indican. El coraje para dejar el pasado, un pasado que llevamos metido hasta las tripas, el pasado que golpeó al Ecuador, cuyo golpe es más fuerte que la patada de una mula. Hasta el domingo.

Acerca de Sergio Poveda 18 Articles
Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad de Lindenwood, EE.UU. Explora la vida urbana y la cultura. Inició su carrera con temas sociales en "El Telégrafo". Reportó para "The Legacy". Con agudeza documentó la vida universitaria para "USA TODAY." Reconocido internacionalmente, sus logros incluyen el Premio de la Hispanic Culture Review en 2021 por su serie "Quito Enjaulado" y el International Photography Award del Missouri Consortium en 2016. Su documental "Where Walls & Windows Speak" fue finalista en el IILA-Cinema en 2021, revela la tragedia de Mike Brown, asesinado por un policía. Sergio es miembro del New York Institute of Photography. NYIP Membership Badge

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