Los argumentos no se imponen con violencia / None of the above

Por: Natalia sierra (Traducciòn Erika Arteaga Cruz)

 

La disputa electoral ha llegado a su nivel más enajenante. Los defensores de los liberales y de los progresistas han desviado su violento ataque hacia las organizaciones sociales que han decido por el voto nulo.

Al parecer para los liberales, si gana Arauz y con el vuelve «el infierno correísta», la culpa será de los que votamos nulo. Han perdido la memoria y el principio de realidad. Parece que olvidaron que durante 25 años los neoliberales que defienden desvalijaron el mínimo Estado de bienestar, se feriaron las empresas estatales, destruyeron la salud y la educación pública, persiguieron, encarcelaron y asesinaron a los y las disidentes políticas (la última vez en octubre del 2019, 10 asesinados y varios arrebatados el ojo), obligaron a pagar a toda la sociedad la deuda de privados con la sucretización, atracaron cínicamente los ahorros de los depositantes con el feriado bancario, obligaron a miles de ecuatorianos a emigrar, han gobernado para el gran capital exportador-importador y financiero en contra del pueblo, entregaron el país a las corporaciones del capital occidental, han destruido la naturaleza y los territorios, han sido racistas, machistas, explotadores y corruptos, y un largo etcétera que explica por qué la sociedad no los quería más y expulsó consecutivamente a tres de sus gobiernos.

Los sectores de la sociedad que decidimos no votar por los liberales, tenemos memoria y somos conscientes del daño que nos han causado. No somos responsables de que el progresismo haya llegado al gobierno, ni que pueda volver, son ellos y sus políticas antipopulares las responsables del desprecio que les tiene gran parte de la sociedad.

Para los defensores del progresismo, si gana Lasso la culpa será de las organizaciones que optaron por el voto nulo. Pronto olvidaron que durante 10 años, el gobierno correísta aplicó una política sistemática de destrucción de las organizaciones sociales, acabaron con la educación comunitaria indígena, persiguieron, criminalizaron y judicializaron la disidencia política (jóvenes, estudiantes , maestros, campesinos, trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, periodistas, los 10 de Luluncoto, Dayuma, el asesinato del Edison Cosios, Freddy Taish, Bosco Wisum, José Tendetza… ), ampliaron el extractivismo, destruyeron el medio ambiente y los territorios, despidieron miles de trabajadores, desvalijaron el IESS, saquearon la riqueza social con negocios espurios con las empresas corruptas, fortalecieron los aparatos represivos del Estado y el COIP para control político, ideológico y judicial de la sociedad, transfirieron el capital del petróleo a las corporaciones corruptas de Occidente y Asia, hicieron ganar más a la banca, a las grandes comercializadoras, a las telefónicas, a los importadores y exportadores, fueron racistas, machistas, conservadores, neocoloniales y un largo etcétera que no hemos olvidado.

Hay que salir de la enajenación electoral y comprender que las organizaciones y personas que decidimos votar nulo no somos responsables de los 25 años de catástrofe neoliberal, ni de los 10 años de fraude progresista, ni de los 4 años de desastre morenista, en el que se articularon liberales y progresistas. Tampoco seremos responsables del retorno del progresismo conservador o del liberalismo conservador.

Los que decidan votar por Lasso deben hacerse responsables de su decisión, lo mismo para aquellos que decidan votar por Arauz. Lo que no es correcto es querer que los que deciden votar nulo asuman los proyectos que no apoyan.

La decisión de votar nulo, o no ir a votar es tan legítima como legítima es la decisión del voto por Arauz o Lasso, siempre y cuando se asuma las consecuencias de esa decisión. Lo que no es legítimo es proyectar responsabilidades en otros, o querer con violencia obligar a la otra persona u organización a aceptar argumentos que no logran convencer.

El voto nulo tiene, creo, una responsabilidad que debe asumir, independientemente de quién gane hay que seguir impulsando la autonomía desde los pueblos en la construcción de su destino.

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By: Natalia Sierra (Sociologist, left wing activist, accompanies social movements)

Ttrad: Erika Arteaga Cruz, Todd Jailer.

“None of the above”

The electoral dispute in Ecuador has reached its most alienating level. The defenders of the liberals and progressives have diverted their violent attacks toward the social organizations that are supporting a null vote — a vote for neither of those options.

According to the liberals, if Arauz wins and «the Correist hell» returns, it will be the fault of those null voters. They have lost their memory and their grip on reality. They forget that the neoliberals they defended for 25 years (the Social Christian Party, allied with Lasso and led by León Febres Cordero) ransacked the welfare state, sold off state enterprises, destroyed public health and education, persecuted, imprisoned and murdered political dissidents (most recently in October 2019, 10 murdered and several blinded), transferred private debt to the entire population via the currency substitution of the US Dollar for the Sucre, cynically robbed depositors’ savings with the national bank holiday, forced thousands of Ecuadorians to emigrate, governed for big export-import and financial capital against the people, delivered the country to western capital, and destroyed nature and territories. They have been racist, sexist, exploitative, corrupt, and an infinite etcetera that explains why society no longer wanted them and consecutively overthrew three of their governments.

The parts of society that did not vote for the liberals remember the damage they caused. We are not responsible for the progressive pink tide being elected, nor that it could return to power.The liberals and their anti-popular policies are responsible for the contempt that a large part of society feels for them.

For the progressives, if Lasso wins, it will also be the fault of the null voters. They also have memory problems, forgetting that for 10 years the Correa government systematically destroyed social organizations, put an end to indigenous community education, persecuted, criminalized and prosecuted political dissidents (young people, students, teachers, peasants, workers, women, indigenous peoples, journalists, the Luluncoto 10, Dayuma, the murder of Edison Cosios, Freddy Taish, Bosco Wisum, José Tendetza…), expanded extractivism, destroyed the environment and the territories, fired thousands of workers, looted the Ecuadorean Social Security Institute (IESS), plundered the government funds through corrupt business deals, strengthened the repressive apparatus of the State and its prisons to maintain political, ideological and judicial control, transferred oil capital to the corrupt corporations of the West and Asia, and increased profits for the banks, the big traders, the telephone companies, and the importers and exporters. They were racist, sexist, conservative, neo-colonial and a long etcetera that is not forgotten.

The parts of society that withheld their votes from the progressives are aware of the damage they caused the social organizations and the hopes of millions who believed in their project. We are not responsible for liberalism’s recovery from its political death with the government of Lenin Moreno, which the progressives supported with the same discourse with which they now back Arauz.

We must find a way out of electoral alienation and understand that the organizations and individuals who cast null votes are not responsible for the 25 years of neoliberal catastrophe, nor for the 10 years of progressive fraud, nor for the 4 years of Moreno’s disaster, in which liberals and progressives collaborated. Nor will we be responsible for the return of conservative progressivism or conservative liberalism.

Those who decide to vote for Lasso should take responsibility for their decision, and the same holds true for those who decide to vote for Arauz. What is not correct is to impose on those who decide to vote null the responsibility for political projects they do not support. The rejection of both political projects is what the NULL VOTE is about.

The decision to vote null, or not to vote at all, is as legitimate as the decision to vote for Arauz or Lasso, as long as one takes responsibility for those decisions. What is not legitimate is to assign responsibilities to others, or to use violence to force the other person or organization to accept unconvincing arguments.

Saying none of the above (null vote as an option) comes with the responsibility, regardless of who wins, to promote autonomy at the community level so people can construct their own destiny.

 

Ttraducción: Erika Arteaga Cruz, Todd Jailer.

Acerca de Natalia Sierra 69 Articles
Natalia Sierra. Socióloga, activista de izquierda.  Su acompañamiento en los procesos de lucha de los movimientos sociales ha sido visible; es además profesora de la Universidad Católica.