Por Amartya Sen
Con el notable crecimiento económico que registró en las últimas décadas y sus 1.332 millones de habitantes (en un territorio que es menos de un 20 por ciento más extenso que el de Argentina), India, segundo país más poblado de la Tierra y próximo a desplazar del primer puesto a China, está llamada a ser una gran potencia mundial. Sin embargo, convergen en ella las contradicciones más extremas. Amartya Sen, lúcido filósofo y economista pero sobre todo un infatigable humanista, describe y profundiza en los ensayos que reúne en este libro muchas de las luces y sombras que caracterizan al multifacético país asiático. Si por un lado India cuenta, por ejemplo, con una pléyade de científicos, matemáticos y expertos en informática de primer nivel internacional, por otro, la tercera parte de su población es analfabeta. Si el desarrollo de su economía fue vertiginoso en los últimos tiempos, las ancestrales desigualdades sociales han permanecido casi inalterables: se ha terminado con las hambrunas, pero no con el hambre endémica; la desnutrición infantil crónica, señala Sen, afecta a la mitad de los niños indios; la pobreza es brutal, y el acceso a la educación y a la medicina es casi imposible para las clases más desfavorecidas; casi la mitad de sus habitantes carece de las instalaciones sanitarias más elementales. No obstante, Sen está convencido de que India posee los recursos necesarios para superar estos flagelos si se aplican las políticas correctas. Admirador de la riqueza y diversidad de culturas y la tolerancia e intercambio entre ellas que han forjado la fisonomía de su país, Amartya Sen advierte acerca del peligro de que ese legado sea destruido por concepciones fundamentalistas de la religión que en tiempos recientes han penetrado en las elites del poder.
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