En el contexto de la pandemia, la mayoría de la población mundial se ha convertido en superviviente-homo sacer respecto a la OMS y la red de instituciones globales que tienen eco en los poderes nacionales. En este momento de la historia, parece como si la humanidad tuviera que pagar su participación en el decadente proyecto moderno con una sujeción incondicionada al biopoder.
Por: Natalia Sierra.
El planeta se encuentra en un estado de excepción, que ya se aplicaba de una u otra manera con el argumento de “la guerra contra el terrorismo”, hoy se amplia y profundiza con el discurso médico de “la guerra contra el virus”. Una guerra que mágicamente ha hecho desaparecer otras enfermedades controlables, los suicidios, los femicidios, los asesinatos perpetrados por los Estados, las corporaciones y las mafias, las pérdidas de inmigrantes en las travesías de la muerte, las muertes por desnutrición y hambre, etc. La vida de la mayoría de seres humanos parece haber sufrido una deriva simbólica que la hace nuda vida. Vida que ha sido separada de su contexto socio-cultural y solo así consagrada a los dioses infernales (OMS y Grandes corporaciones farmacéuticas). Vidas que han sobrevivido al Covid y que ya no pertenece en estricto sentido al mundo de los vivos, mundo de los sanos, pues todos se volvieron sospechosos de trasmitir la enfermedad y la muerte, pero tampoco pertenecen al mundo de los muertos.
Nada nos restituye al mundo de los sanos, a la normalidad, ni siquiera la vacuna permite esa restitución. Hemos quedado atrapados en el mundo de la llamada “nueva normalidad”, donde se impone el uso de las mascarillas, el distanciamiento social, el “quédate en casa”, el trabajo virtual, el estado de excepción, etc. No ha sido una verdadera catástrofe sanitaria lo que ha perturbado el orden normal de las cosas, sino la ausencia de ella y la fabricación de “la guerra contra el virus”, inventada comunicacionalmente para restablecer el orden como “nueva normalidad”. La humanidad sobreviviente del covid es una humanidad paradójica, aunque parece llevar una vida normal –nueva normalidad- se mueve en realidad en un umbral entre el mundo de los vivos (normalidad y salud) y el mundo de los muertos (la anormalidad de una verdadera catástrofe). El cuerpo de los humanos convertido en el objeto primero de atención sanitaria, al que sin embargo se puede matar, por encierro, por destrucción de la economía, por experimentación de las vacunas, por inoculación del miedo, por sobreexposición de información catastrófica o simplemente porque estamos en guerra contra el virus. Los humanos son, hoy, la prenda viviente de sujeción al poder mortal del discurso y la práctica médica de la OMS y las farmacéuticas, al biopoder. Una sujeción absoluta e incondicional que los grandes medios de comunicación global se encargan de garantizar.
La vida humana separándose en una doble exclusión del contexto real de las formas de la vida, tanto las normales de antes de la pandemia como las anormales propias de una verdadera catástrofe civilizatoria, se define, hoy, tan solo por haber entrado en una simbiosis íntima con la muerte, pero sin pertenecer todavía al mundo de los difuntos. En otras palabras, sin asumir realmente la catástrofe civilizatoria que se oculta con la invención de la catástrofe sanitaria. Al parecer no va a haber funeral -aceptación de que esta civilización está muerta y hay que enterrarla para construir otro mundo-, que restituya a la humanidad a la vida normal, que supone otro proyecto civilizatorio, no la imposición de la “nueva normalidad” que sostiene el moribundo proyecto moderno. Lo único que le importa al poder médico es la vida biológica, no la vida social, cultural, afectiva, psicológica, económica. Así la humanidad reducida a nuda vida debe ser expuesta a la muerte simbólica sin que ningún rito o sacrificio, léase transformación civilizatoria, pueda rescatarla. El asesinato social que se está cometiendo en contra de la humanidad no tiene castigo alguno tipificado, ni la OMS, ni los Estados que se hacen eco de sus políticas, ni los medios de comunicación que amplifican su política serán juzgados y condenados por este homicidio simbólico.
Créditos de la imagen:
• Supervivientes de una catástrofe inventada está licenciada como CC BY 4.0
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