Un abuso sexual por varios policías y el posterior suicidio de la joven Alison enciende aún más la protesta en Colombia

Alison Liseth S. fue detenida por cuatro policías antidisturbios en la noche del 12 de mayo en la ciudad de Popayán. Cuando la dejaron libre, denunció en Facebook que había sufrido un abuso sexual múltiple. A la mañana siguiente, la adolescente de 17 años se suicidó. La indignación volvió a llenar las calles de Colombia este fin de semana.

Por Constanza Vieira

Las mujeres han sido desde hace décadas un arma de guerra en Colombia, se cuentan por miles las mujeres que han sufrido abusos sexuales y violacionespor los actores armados (incluidos miembros de la Fuerza Pública y paramilitares afines al Estado) de un conflicto que se prolonga desde hace más de 50 años.

En 2016, año en el que se firmó la paz con las FARC, el Registro Único de Víctimas del Gobierno de entonces registró 22.915 casos de violencia sexual en el marco del conflicto, mientras que el Centro Nacional de Memoria Histórica, ese mismo año, hablaba de 15.076 y agregaba un dato muy revelador: el 45,7% ocurrió entre 2000 y 2005, durante la arremetida paramilitar.

El pasado miércoles 12 de mayo fue un día álgido, con manifestaciones de masas en todo el país. El Comité Nacional del Paro había llamado a la huelga, pero los ciudadanos de Popayán, capital del departamento del Cauca, en el convulso suroeste de Colombia, salieron a la calle, como en otras zonas de Colombia.

Esa noche, la adolescente Alison Liseth S. iba camino a casa de un amigo y se encontró con una protesta. Grabar con su teléfono móvil el choque entre los manifestantes y la policía fue su castigo, pues fue capturada por cuatro policías del escuadrón antidisturbios ESMAD. En Colombia está expresamente permitido grabar un procedimiento policial.

Los policías quisieron arrebatarle el teléfono y Alison trató de impedirlo. Un uniformado le dio un golpe en el estómago y la adolescente pareció perder aliento. A continuación, los cuatro cargaron su frágil cuerpo, cada uno agarrando una extremidad, y se la llevaron a rastras.

Ella forcejeaba. Un defensor de derechos humanos grababa la escena. Desesperado ante la detención arbitraria y el abuso de autoridad flagrante, el defensor le preguntó su nombre, pero si Alison respondió, no se le oyó. De un agente quedó grabado el número de su chaleco: 05523.

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