[Opinión] Discutir Cuba

París, 1978. Las discusiones sobre la crisis del régimen soviético copaban los espacios de la izquierda francesa. También se referían a las distorsiones del modelo de socialismo real y, por añadidura, empezaban a dudar sobre algunos preceptos del marxismo que estarían en la base del progresivo resquebrajamiento del proyecto revolucionario. Únicamente los cabezones del Partido Comunista Francés se negaban a ver la realidad, y seguían repitiendo de memoria las explicaciones y justificaciones emanadas desde Moscú.

Diez años más tarde, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) implosionaba bajo el peso de unas presiones que nadie terminaba de entender. En un hecho que sacudió al mundo como en 1917, el socialismo hasta entonces conocido se extinguió ante el asombro de sus apologistas y el regocijo de sus detractores.

La Habana, 2010. En una entrevista al periodista Jeffrey Goldberg, y frente a la pregunta de si el modelo de Cuba podía ser exportado, Fidel Castro respondió: “el modelo cubano ya no funcionaba ni para nosotros”. Aunque días después el mismo Fidel se retractó, el hecho se prestó para innumerables interpretaciones, hasta aquellas maliciosas que atribuían la declaración a la supuesta senilidad del líder.

Para unos, era la constatación de que el modelo requería de profundos ajustes; para otros, era la venia para que su hermano Raúl pudiera impulsar las reformas que se venían ofreciendo desde un tiempo atrás. Lo cierto es que, a partir de ese momento, el debate sobre las salidas a la crisis económica y social de la isla se volvió una constante. Entre los ortodoxos que están convencidos de que el modelo es imperecedero e inmodificable, y aquellos que plantean una salida más acorde con las transformaciones que ha experimentado el planeta en las últimas décadas, la disputa no se ha saldado. Mientras unos ven en las experiencias china o vietnamita una posibilidad, otros las consideran una renuncia irreversible a los postulados de la Revolución.

Una década después de las declaraciones de marras, Cuba está sacudida por una ola de protestas inéditas. Atribuirlas a la injerencia el imperialismo yanqui es tan simplón como sostener que los comunistas se comen a los guaguas. Como han afirmado varios analistas cubano serios, el problema venía acarreándose desde antes del período especial, cuando el colapso de la URSS dejó a Cuba en una total orfandad. La desaparición del bloque socialista no fue la causa, sino el detonante de la crisis. No obstante, las respuestas a tamaña evidencia no solo que han demorado, sino que no parecen llegar.

El dilema hoy es cómo salir de la crisis sin beneficiar a una derecha continental ávida de fracasos ajenos y sin renunciar a las demandas de amplios sectores sociales, que no pueden ser reducidos a la condición de borregos. La negación, el enclaustramiento o la alcahuetería desde el poder son el mejor combustible para un desenlace fatal.

Nadie niega que gran parte de la asfixia cubana es producto del infame bloqueo de los Estados Unidos y de la pandemia. Pero también la vieja burocracia anquilosada en el Estado tiene su parte. Como acertadamente dice Pablo Stefanoni, hay que rechazar el bloqueo, pero al mismo tiempo hay que discutir Cuba.

 

Julio 14, 2021

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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