por Critical China Scholars
[No es un secreto que hay confusión en la izquierda estadounidense sobre la manera de responder al ascenso de China. Hay una amplia oposición, plenamente justificada, a la continuación por parte del presidente Joe Biden de los esfuerzos de contención emprendidos por su antecesor en el cargo, Donald Trump, que consiste en agitar el espectro de China para justificar los presupuestos astronómicos del Pentágono. Pero la oposición al imperio estadounidense no implica tomar partido por China. El Partido Comunista Chino (PCC) ha asumido el capitalismo y ejerce una represión brutal contra las y los activistas obreros y feministas, las minorías musulmanas e intelectuales críticos, entre otros.
Un grupo de la asociación académica Critical China Scholars y miembros de la redacción de la revista Spectre se han reunido para hablar de la complejidad de la respuesta a la creciente rivalidad entre EE UU y China, con vistas a formular una política anticapitalista y de liberación a ambos lados del Pacífico. La conversación se ha editado mínimamente y dividido en dos partes. Esta segunda parte trata del marxismo y las teorías del imperialismo. En la primera parte se habló de la visión que tiene la izquierda estadounidense de China.]
Eli Friedman
Voy a plantear la cuestión del marxismo. ¿Cómo afecta a la izquierda internacional que China sea un Estado que se dice socialista? Tenemos un Partido Comunista que en los últimos años ha redoblado concretamente sus esfuerzos en la enseñanza de la teoría de Marx. ¿Qué pensamos de esto? He visto la manera en que enseñan marxismo en las aulas chinas. Soy muy escéptico al respecto, pero tal vez otras personas piensan que hay alguna oportunidad de reapropiarse del discurso oficial y centrarlo en el capital y el Estado.
Charlie Post
Cuando enseñan marxismo, ¿qué enseñan? ¿Qué lee la gente y qué cuentan en la escuela pública? Porque en esta clase de regímenes, históricamente, el marxismo ha sido readaptado para que encaje con las necesidades particulares de las clases dominantes del Estado. El Estado cubano redescubrió a Trotsky, pero no al Trotsky que propugna la democracia, sino uno que defiende la planificación centralizada de la economía frente a quienes abogan por el mercado. Así que ¿podéis darnos alguna idea de cómo es ese marxismo que enseñan? Sé lo que fue el maoísmo y la teoría de los años sesenta, pero no estoy seguro de cuál es la versión Xi Jinping del marxismo en estos momentos.
Yige Dong
Puedo ofreceros mi punto de vista como alguien que se crió en China en los años ochenta y noventa. Vaya por delante la buena noticia: todo el mundo mantiene una actitud muy escéptica con respecto al marxismo oficial. Sabemos que es una especie de marxismo de boquilla y nadie se lo toma en serio. Enseñan la versión estalinista del marxismo: hay cinco etapas en el desarrollo de la sociedad. Se trata de demostrar que el PCC es la vanguardia de esta visión evolucionista de las etapas históricas y que China va por delante del resto del mundo, con los países socialistas a la cabeza de esta clasificación.
También canonizan a los revolucionarios chinos. Por ejemplo, la versión china del marxismo se presenta como una síntesis de confucianismo y socialismo, donde tratan a Confucio como a una especie de santo y dicen que hay que tratar a Marx como a un clásico entre otras aportaciones culturalmente chinas. Así que no hay rupturas, no hay contradicciones en los supuestos cinco milenios de historia… todo muy teleológico. El punto de llegada es Xi Jinping: él será quien rejuvenezca la grandeza de la nación china.
David McNally
Cuando estuve en la conferencia sobre teoría marxista en Nanjing allí por 2012, resultó muy revelador conocer el contexto del llamado retorno a Marx, porque hubo ponencias explícitamente favorables a EE UU presentadas por intelectuales chinos. En otras palabras, había intelectuales que hablaban allí y decían básicamente que la implantación del mercado había sido todo un acierto, pero que solo se había realizado a medias. Había que seguir hasta el final los pasos de EE UU, que van por el camino que conduce al desarrollo y la democracia. Por tanto, el PCC opera en distintos niveles, poniéndose nervioso y tratando de restablecer esta versión de la que ha hablado Yige, el marxismo estalinizado como ideología del Estado para poner coto a lo que parece ser una creciente fascinación por el liberalismo de tipo estadounidense.
Dicho esto, quiero añadir brevemente otras dos cuestiones. Una es que las y los estudiantes de posgrado estaban completamente absortos en materias que ahora huelen a muy antiguas y rancias en la universidad estadounidense. Así, estudiaban a Foucault y Lacan, por ejemplo, porque esto parecía ofrecer alguna manera de criticar la sociedad que no era marxista. Pero la otra cara de la moneda es que al final estuve en una clase de estudiantes de grado en la que no había ningún tutor, ningún representante del partido, nadie que me vigilara. Di una conferencia sobre Occupy, y la audiencia estuvo preguntándome durante una hora: ¿Podría producirse un Occupy aquí?
Así que existe este intento doctrinario de volver a consolidar cierta clase de ideología necesaria para el PCC. Sin embargo, la realidad es que hay mucha fermentación por todas partes: hacia el neoliberalismo, hacia ideas de democracia mucho más popular, etcétera. Esto fue lo que yo vi, en todo caso.
Kevin Lin
Creo que siempre hay ese temor por parte del Estado chino a que la gente joven se tome realmente en serio el marxismo. Como ha señalado Yige, pienso que en realidad la mayoría de estudiantes de secundaria y después universitarias en China lo ven como una asignatura obligatoria. Nadie quiere estudiarla, y no se enseña de un modo serio. Todo el mundo la asume como un ritual. De alguna manera, es una prueba de lealtad. Si la gente asume el ritual, demuestra su lealtad al sistema.
Pero cuando la política económica de China se desvía tanto de cualquier versión del socialismo que presente el Estado, y la distancia va en aumento, me pregunto cuándo se alcanzará un punto de ruptura en que la gente, especialmente la gente joven, piense que está tan lejos de la realidad que pondrá en tela de juicio la versión aséptica oficial del marxismo como ideología del Estado.
Veo a un número muy reducido de personas que de hecho se sienten inspiradas y por lo menos utilizan el lenguaje del marxismo –hablando de explotación, por ejemplo– en sus luchas contra los empresarios. Me pregunto si deja alguna huella en la mente de algunas personas y genera un lenguaje que algunas personas utilizan, aunque no necesariamente crean en el contenido tal como se les enseña.
Ashley Smith
La idea de que el llamado marxismo del Estado chino cumple una promesa política es una propuesta realmente problemática. El marxismo es una estrategia y una teoría de autoemancipación de la clase obrera y la gente oprimida. Asociarlo a un Estado que es tan claramente explotador y opresor suscitará toda clase de problemas. Puede que haya un subproducto contradictorio del hecho de que este Estado enseñe al marxismo a las y los estudiantes: pueden tomarse en serio a Marx y el marxismo y ver que el Estado chino es un Estado capitalista que es preciso derribar mediante una revolución obrera. Esto podría fomentar la oposición al Estado. Pero el hecho de que el Estado enseñe marxismo también sirve para conducir a la juventud estudiantil a los brazos de una ideología nacionalista, como señala Yige, que poco tiene que ver con el marxismo propiamente dicho.
Lo que más me preocupa es lo que significa geopolíticamente que el Estado chino se asocie al marxismo, por ejemplo en Hong Kong, donde este Estado es el principal agente de la represión social y del recorte de las libertades y los derechos democráticos. Cuando se identifica el marxismo con semejantes prácticas, el marxismo deja de aparecer como una alternativa para la gente que lucha. Lo mismo se puede decir de Xinjiang, Tíbet o, ya fuera de la esfera de influencia inmediata de China, en el caso de la revuelta democrática en Tailandia, donde vemos cómo está forjándose una alianza entre el Estado tailandés y el Estado chino. Esto dificultará el desarrollo de una corriente marxista en el seno del movimiento tailandés. La asociación del marxismo con el Estado chino también desacreditará al primero en Myanmar, donde el Estado chino ha respaldado el golpe militar y la represión de la lucha de la clase trabajadora y de los sectores oprimidos por su liberación.
Esta asociación también hará que resulte más difícil construir una corriente marxista en EE UU. La naturaleza opresora y explotadora del Estado chino apartará a la gente trabajadora y oprimida de EE UU del marxismo como alternativa al capitalismo estadounidense. De este modo, el marxismo oficial será un obstáculo al desarrollo de una teoría y una estrategia popular de liberación a escala internacional.
Eli Friedman
Durante una serie de años tuve ese sueño de estar funcionando dentro de la hegemonía del marxismo, de modo que esto al menos nos proporcionaba un lenguaje de clase. Y toda una serie de experiencias que he tenido en los últimos años me han hecho mucho más pesimista. Por ejemplo, estaba yo en un grupo de lectura del Capital que fue disuelto por las autoridades porque consideraban que era demasiado delicado políticamente, y este hecho causó una profunda impresión.
Tal vez la gente esté familiarizada con la lucha de Jasic que hubo en 2018. Fue una movilización en que estudiantes de universidades de elite se tomaban muy en serio el marxismo e incluso se autocalificaban de maoístas. Fueron y se organizaron con trabajadores y la consecuencia fue que el Estado golpeó con mucha más dureza, justamente porque estaban utilizando este lenguaje, puesto que el Estado tiene que monopolizarlo. Y esto fue para mí una señal muy clara de que utilizar el lenguaje marxista no te proporciona más espacio político.
En realidad, tratan a la gente marxista con más dureza que lo que harían con neoliberales. Si apareciera un grupo de estudiantes que se manifestara reclamando que se liberalicen los mercados financieros, no tendrían ningún problema en una universidad china. Pero tomarse demasiado en serio a Mao, tomarse demasiado en serio a Marx, eso ya es un problema político. El marxismo oficial ha eliminado del análisis la lucha de clases, la autoorganización de la clase trabajadora y la emancipación social, con lo que queda una teoría completamente inútil.
Sigrid Schmalzer
He estado pensando mucho en cómo queremos intervenir en la izquierda fuera de China. Una parte de lo que sucede es que la gente construye un otro político, imaginario, que utilizamos para impulsar determinados programas que tenemos en nuestro país. He analizado esta dinámica en la época de Mao. Había estadounidenses que iban a China, incluidas personas radicales, así como científicos liberales, que volvían incitando a sus colegas porque estaban impresionados con lo que estaba haciendo China y pensaban que había que aprender de ello. Expertos en control de insectos iban a China y decían: “Veis, cuando no son empresas privadas las que hacen ciencia, podéis tener enfoques racionales del control de plagas que no enriquecen simplemente a la industria química en detrimento de la ecología.” Esto es lo que la gente también quiere saber. Aspira a una civilización ecológica, o decir que China es de verdad marxista, que China respeta estos valores políticos que queremos impulsar aquí.
Podemos ver por qué a menudo nos interesa presentar a China como modelo, o por lo menos no permitir que la derecha desacredite estos proyectos. Sin embargo, ¿hace esto justicia a las experiencia de la gente en China? No, no lo hace. Y en la misma medida en que pretendemos acudir a esas otras experiencias políticas para impulsar esos objetivos muy loables, resulta que son una profunda injusticia para la gente que sufre opresión de manos del Estado. ¿Podemos animar a la gente a tener una imaginación política que resulte suficientemente potente y creativa para que no tengamos que simplificar la situación real en otros países de manera que podamos utilizarlos como modelos?
Pienso que tal vez nuestra intervención tenga que consistir en animar a la gente a ser más imaginativa y al mismo tiempo reconocer que están participando de una injusticia si utilizan a otro país como ejemplo que encarne su propia imaginación política.
Sasha Day
Sobre la cuestión del marxismo en China: desde finales de los noventa, la visión del marxismo de la Nueva Izquierda y del neomaoísmo también era problemática, ofreciendo una especie de alternativa con una lectura muy simplista de la teoría de los sistemas mundiales en la que situarían a China como el proletariado y a EE UU como los capitalistas. Y pienso que esta lectura sigue prevaleciendo bastante en China también. Y una de las cosas que surgen entonces es asimismo la falta de un análisis de lo que es el imperialismo hoy en día. Así que además de pensar sobre lo que es el Estado hoy, hemos de pensar sobre lo que es el imperialismo y la relación de China con el imperialismo estadounidense, y China no es ajena a esto. El imperialismo aquí es más bien un sistema más amplio, aunque evidentemente EE UU se halla en el centro del mismo. Así que creo que también hace falta absolutamente un análisis del imperialismo y de la posición de China en el mismo.
Daniel Fuchs
Puede que las cosas sean contradictorias: los grupos marxistas/maoístas en las universidades de elite chinas eran espacios increíblemente vibrantes. Se trataba de estudiantes que no se interesaban para nada por las asignaturas obligatorias sobre los clásicos del socialismo, que hay que seguir en la universidad, sino que se reunían regularmente y entablaban debates abiertos sobre artículos y libros que escogían ellas y ellos mismos. Además, no solo organizaban grupos de lectura, sino que también iban a los tajos a mostrar películas y proporcionar libros a los trabajadores migrantes, además de investigar por su propia cuenta. Era un espacio realmente muy vibrante, y la represión que sufrió esta gente en el contexto de la lucha de Jasic dice mucho del tipo de marxismo que se promueve en China.
Otra cuestión: hace poco estuve hablando con una colega estadounidense, una economista. Me dijo que si miras las solicitudes de plazas de jóvenes economistas heterodoxos, recientemente doctorados en universidades de EE UU, muchos y muchas de ellas aspiran a obtener una plaza en destacadas universidades chinas. No soy economista, pero a la vista de ello parece que en los departamentos de económicas de esas universidades en China hay espacio para estas economistas heterodoxas, tal vez mucho más que en las universidades estadounidenses y europeas. Si esto es así, me pregunto cómo debemos valorarlo.
Kevin Lin
Siempre me sorprende lo poco que sabe de China la izquierda en muchos lugares. Cuesta encontrar más de unas pocas personas en grupos de izquierda que hayan dedicado tiempo a comprender a China. Creo que hay muchas razones subyacentes, pero quiero ir un poco más allá y decir que también es tarea nuestra explicar o describir lo importante que es comprender a China y la relación del propio país con China. Y esto es algo que no siempre hacemos bien. Una cosa es informar de todas las luchas sociales y obreras y las contradicciones de clase en China. Pero otra distinta es explicar por qué es relevante para la izquierda estadounidense, por ejemplo, saber qué significa que nos importen qué luchas obreras en China. Más allá de una noción abstracta de solidaridad, todavía no sabemos cómo conseguir que sea relevante para la izquierda de muchos lugares.
Hay dos cosas que podemos hacer. Una consiste en describir en términos muy claros las diversas relaciones. Existe una interpenetración, si queréis, entre capital chino y capital estadounidense. Está claro que China no es un lugar lejano que no nos afecta para nada. Esta es la primera cosa en el plano analítico. Pero también hay otra manera muy concreta, que consiste en relacionarnos con los numerosos estudiantes internacionales chinos y las comunidades sinoamericanas en EE UU y sus luchas. Estas son dos maneras que podemos emplear para explicar qué está en juego para la izquierda internacional y por qué les debe importar lo que sucede en China.
Daniel Fuchs
Pienso que tenemos dos problemas. Uno es que en lo tocante a la transformación de las relaciones de clase, a las luchas de clases y a las luchas feministas, por ejemplo, disponemos de un montón de análisis excelentes, tanto de analistas de China como de otros países. Sin embargo, la cosa cambia un poco en lo que respecta al Estado chino, y en mi opinión todavía hace falta desarrollar un análisis de clase más fundamentado teóricamente del Partido-Estado en China.
Y el segundo problema que quiero plantear es que cada vez resulta más difícil conectar con luchas reales en China. Si queremos exponer de forma convincente que defendemos una perspectiva socialista o comunista de la lucha social, hemos de centrarnos todavía más en esas conexiones, en el diálogo con analistas progresistas y la sociedad civil en China, pero esto se ha vuelto mucho más difícil en los últimos cinco a diez años.
Eli Friedman
Para retomar la cuestión que ha planteado Kevin hace un momento, lo cierto es que existe una gran interconexión e interpenetración de las elites de China y de EE UU. Un ejemplo clave es que la multinacional de más valor en el mundo, Apple, solo puede existir gracias a la cooperación de los capitalistas y los Estados de EE UU, Taiwán y China. Partir de un único país como base de análisis resulta insuficiente para explicar por qué existe una empresa cuyo valor supera los dos billones de dólares.
Y además se olvida a menudo que el mayor receptor de inversiones chinas en el extranjero es de lejos EE UU. Se habla mucho de África, pero no tiene ni punto de comparación. Así que esto requiere una explicación y nos ofrece, como internacionalistas y socialistas que somos, un asidero al que agarrarnos. Podemos preguntar: ¿qué hace el capital chino aquí? ¿Qué hace el capital estadounidense en China? Y ¿del lado de qué intereses te sitúas?
Sasha ya ha mencionado la cuestión crítica del imperialismo, así que veamos esto con un poco más de detalle. Estaremos todas y todos de acuerdo en que EE UU es una potencia imperialista, pero ¿lo es China? Y la que de todos modos es para mí la cuestión más interesante: ¿importa o qué está en juego en la práctica para nosotras y nosotros en EE UU que se califique a China de imperialista o no? ¿Altera esto nuestra manera de hacer política, para que no se quede en una mera cuestión teórica?
Sasha Day
Me pregunto si esta es la cuestión que hay que plantear. Veamos la relación de China con África, y creo que hay aspectos importantes en ello, pero lo que ocurre al final es que se busca simplemente una comparación con el imperialismo estadounidense, en vez de examinar la relación real con el imperialismo estadounidense. Creo que esta sea tal vez la cuestión primordial y más importante.
Charlie Post
Creo que es importante que digamos en voz alta, para que se nos oiga, que China es una amenaza seria para la dominación económica, política y militar de EE UU. Esto la diferencia de Irak y otras muchas sociedades del Sur global. China juega en el tablero mundial. Hay cuestiones teóricas sobre la manera que tenemos de entender esto sin caer en lo que pienso que es una formulación sumamente chapucera de la dinámica dual de las relaciones entre la competencia económica y la competición político-militar, cuestión a la que en mi opinión ningún marxista ha respondido suficientemente por el momento.
Aún más importante es saber cómo es la competencia económica entre dos economías que están muy, pero que muy interpenetradas y en que el capital estadounidense tiene una presencia significativa en la sociedad china y en el mercado nacional chino. Y el capital chino tiene una presencia muy significativa en EE UU. ¿Cómo afecta esto a la mitigación de lo que vimos en la parte temprana del siglo pasado, de unos bloques comerciales autocontenidos? ¿Qué significa esto para la rivalidad económica y cómo determina o limita la rivalidad político-militar? Pienso que todo lo que tenemos que decir es que el Estado chino y la clase dominante china compiten con EE UU. La clase dominante y el Estado de EE UU lo reconocen, y el Estado y la clase dominante de China lo reconocen. Así que lo que tenemos que hacer es discernir cuál es la forma concreta de esta competencia, a lo que no tengo ninguna respuesta.
Ashley Smith
Pienso que Charlie está describiendo lo que es una rivalidad interimperial. Soy más de la tradición de Lenin-Bujarin que Charlie. Al menos desde el punto de vista heurístico, esta visión te permite describir la evolución de una dinámica dentro del sistema sin transponer simplemente lo que decía la teoría clásica en su tiempo de una manera algo simplista.
Evidentemente, hay nuevos fenómenos que hemos de entender, sobre todo la internacionalización del sistema que vincula los capitales por encima de las fronteras estatales. Esta es una novedad importante del periodo neoliberal de los últimos 40 años. Y especialmente la interconexión entre el capital chino, tanto público como privado, y el capital estadounidense, además del capital europeo y del japonés. Así que no se trata de una mera rivalidad entre Estados que están económicamente segregados. Están profundamente interpenetrados en el plano económico, pero la diferencia radica en que el Estado chino todavía conserva el control sobre enormes partes del capital, su capital de propiedad pública, lo que lo distingue de muchos otros Estados y multinacionales con las que compiten el Estado y el capital de EE UU.
Y el otro aspecto es que China está subiendo en la cadena de valor. Ya no es una mera plataforma de exportación para las empresas multinacionales. Esto significa que no solo se convierte en un rival geopolítico, sino también en un potencial competidor económico, sobre todo en alta tecnología. Esto es lo que preocupa enormemente a EE UU, porque este desarrollo de la alta tecnología está vinculado al Estado chino y su ejército. Si leéis el documento más reciente del consejo nacional de inteligencia, veréis que el estamento militar está preocupado por el desafío que puede suponer China al predominio militar estadounidense.
Así que pienso que estamos asistiendo al surgimiento de una rivalidad interimperial asimétrica. EE UU es muchísimo más poderoso, pero el Estado y el capital chinos avanzan. Esta rivalidad no conduce a una simple repetición de la primera o la segunda guerra mundial o de la guerra fría. Tiene su propia dinámica particular, que hemos de analizar teóricamente e investigar empíricamente más en detalle. Encuentro numerosos escritos en el plano teórico y empírico sobre cuestiones del imperialismo que me parecen muy poco convincentes en este momento. Pienso que el Imperio de Hardt y Negri no sirven para comprenderlo. Creo que el análisis de Panitch y Gindin del imperialismo no es convincente porque descarta la posibilidad de una rivalidad. Y pienso también que la distorsión simplista, diría que tercermundista, de la teoría del imperialismo de Lenin resta importancia a la rivalidad interimperial y reduce el sistema mundial a la dominación del Norte global sobre el Sur global.
Estas posiciones teóricas simplemente no encajan con el hecho real de la rivalidad, así como con el modo de pensar de los gestores del Estado en China y EE UU, que han elaborado sus estrategias sobre la base de la rivalidad. La izquierda debería ser capaz de abordar esto tanto teórica como empíricamente. Y lo que es más importante que esto, necesitamos desarrollar una estrategia para construir la resistencia internacional desde abajo frente a ambos Estados.
Yige Dong
Me ha parecido útil analizar a fondo la diferencia entre imperio y hegemón. China es definitivamente imperialista de diversas maneras, pero creo que no ha alcanzado todavía la capacidad de convertirse en hegemón. El Estado se propone sin duda cambiar la dominación global unilateral de EE UU, está claramente en ello. Y los procesos en los que China desafía al hegemón podrían acarrear un montón de problemas.
David McNally
Solo dos cuestiones más. La primera es que creo que no tenemos una teoría del imperialismo suficiente para la época en que vivimos. Así que estoy de acuerdo con muchas cosas que ha descrito Ashley, pero no sé si encaja también con la teoría de la primera guerra mundial, como tal vez nos gustaría, y este es un reto que sigue abierto. Vimos esas intervenciones de comienzos de los años 2000. Ashley ha mencionado a Panitch y Gindin. Además de ellos, Ellen Wood ha escrito Empire of Capital, Harvey ha escrito The New Imperialism, pero por todo tipo de razones ese debate se ha estancado, lo cual no deja de ser interesante.
Pienso que hace falta retomar algunas cosas de estas y analizar a fondo cuáles fueron los puntos fuertes y débiles de aquellas intervenciones, si queremos que la teoría se abra camino. La cuestión que de todos modos quiero retomar de lo que ha dicho Sasha es que hace falta que podamos hablar del imperialismo como sistema mundial, por oposición a un conjunto de políticas nacionales, porque lo que ha ocurrido en gran parte del debate, es que el imperialismo se convierte en acción de un único Estado, y para retomar el comentario de Yige, se convierte en el hegemón, y entonces ningún otro Estado nacional puede ser imperialista. Así que necesitamos una teoría global mucho más rica, pero pienso que de todas maneras no la tenemos, de modo que creo que esta es una cuestión que realmente necesitamos plantearnos para seguir adelante.
9 agosto 2021
https://spectrejournal.com/marxism-and-imperialism/
Traducción: viento sur
Critical China Scholars es un grupo de académicas y académicos que trabajan temas relacionados con China. Se puede leer más sobre sus actividades políticas en https://criticalchinascholars.org.
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