¿Cuál es la diferencia entre el modelo norteamericano y el modelo chino? Pues que en el primero los millonarios son capitalistas, y en el segundo los millonarios son comunistas. Nada más. Del resto no hay diferencias de fondo que resaltar.
La comparación viene al caso porque la batalla por la globalización comercial desatada entre ambas potencias nos compete de manera directa. El gobierno acaba de declarar el total aperturismo comercial como política estratégica. El eslogan “Más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador” es concluyente: caminamos hacia una inserción sin tapujos en el mercado internacional.
La tendencia venía dándose desde hace varios años. Ya en el gobierno de Correa se suscribió un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea, un anticipo de lo que vendría después. Fue la puerta a la liberalización comercial. Hoy, prevalido de esos antecedentes, el presidente Lasso anuncia la negociación de acuerdos comerciales con medio mundo: México, Rusia/Eurasia, Alianza del Pacífico…
En estas condiciones, los miramientos ideológicos quedan anulados por el más pedestre pragmatismo empresarial. La idea es vender y comprar todo lo que sea posible, en una lógica de mercantilización absoluta del planeta. Poco importa la imagen política de los países con los cuales se busca hacer negocios.
Tampoco las consideraciones sociales o ambientales tienen vela en este entierro. Se depredará la naturaleza al mismo ritmo que se depreda el trabajo. El último decreto minero, y la intención de aprobar un código del trabajo paralelo, anuncian el escenario sobre el cual se montará el régimen de acumulación durante los próximos años.
¿Qué posibilidades tiene el Ecuador de precautelar sus intereses, tal como lo pregonan los funcionarios de gobierno encargados de poner en práctica esta estrategia? Pocas, por no decir ningunas. Todo es un espejismo. En el vendaval del comercio global somos una hojita que irá hacia donde soplen las gigantescas corporaciones multinacionales sin alma ni bandera.
Durante cuatro décadas, Carlos Marx, un tipo sin lugar a dudas tremendamente inteligente, se desgañitó haciendo entender que la mercancía condensa todas las propiedades del capitalismo. Mientras más cosas se mercantilizan en el mundo, mejor se reproduce el capitalismo. Que la China se declare popular o comunista resulta intrascendente a la hora de evaluar sus políticas comerciales expansionistas. En esencia, es la potencia capitalista del momento (ni en sueños Marx habría imaginado semejante desenlace). Desde su visión imperial, el mundo es un espacio plagado de recursos a ser tranzados en el mercado, tal como lo conciben los países capitalistas de occidente. Y los gobiernos ecuatorianos de los últimos veinte años lo saben a la perfección.
Justamente por eso Guillermo Lasso apurará las negociaciones con todas las potencias capitalistas que le ofrezcan una oportunidad para su proyecto neoliberal. Parafraseando a Deng Xiao Ping, podría decir que no importa el color del león que nos devore…
Septiembre 3, 2021
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