El partido arranca en Vallecas y la hinchada del Rayo Vallecano se presenta: “¡Somos los hinchas, más anarquistas, los más borrachos, los más antifascistas…!”. Las banderas rojas y blancas se agitan junto a las bufandas, en ese pequeño estadio decorado con lemas proletarios. Un rostro del Che Guevara asoma en alguna bandera cubana, como si se tratara de un ídolo del club, pero es el Che, vigente en este rincón de Madrid. La afición, la que ya espera por Falcao García, alza su voz en cada partido, orgullosa de su equipo y de su barrio obrero.
Rayo es eso, un barrio obrero. O el barrio obrero es Rayo. Son cuerpo y corazón. Son pica y pala. Esta barriada ubicada en el sureste de Madrid, en España, es un reducto de clase trabajadora, humilde, donde conviven las ideas de izquierda con el fútbol. Es un barrio que lucha por unos ideales, y donde se habla de antirracismo y antifascismo con la misma intensidad con la que se habla del sistema de juego del Rayo, que fue fundado hace casi 100 años, en 1924.
El estadio de Vallecas, pequeño y acogedor, es una extensión de ese vecindario. Es como su patio central. Allí donde no hay hinchas, sino vecinos obreros, compañeros de lucha, y casi todos –no todos– con ideas rebeldes. Unas ideas de casco y overol. De puño cerrado en alto. Y casi todos –no todos– con pocos recursos, con falencias sociales. Vallecas es una resistencia que proclama su lucha proletaria, sobre todo si hay partido, entonces el barrio grita: “¡Obreros somos, obreros seremos, y a nuestro Rayo siempre animaremos!”.
La historia obrera
Juan Jiménez Mancha es seguidor del Rayo. Hace 12 años es abonado. Sigue con devoción al club, y aunque no nació en Vallecas, conoce al detalle su historia de rebeldía y de fútbol. Es archivero, bibliotecario y museólogo. Y autor del libro Los orígenes del Rayo. Nadie como él para retratar la historia de este barrio.
Vallecas siempre ha sido obrero y Rayo ha sido el emblema de Vallecas
“La identidad obrera siempre la ha tenido, eso es indudable. Vallecas fue primero un pueblo y, desde 1950, un barrio que se dividió en dos distritos: el de Villa de Vallecas y el de Puente de Vallecas. Pero los dos forman Vallecas y es de gente humilde y obrera. En el estadio de Vallecas hay muchos chicos de jornal muy justo. Lógico hay de todo, no hay que generalizar, pero hay mucha humildad en la juventud. Vallecas siempre ha sido obrero y Rayo ha sido el emblema de Vallecas”, cuenta Juan.
Asegura que antes había muchos albañiles, mecánicos, gente que construía sus propias casas, que eran bajitas. Eran apasionados por el fútbol, jugaban en la calle, en los descampados, les bastaba poner dos piedras y tener una pelota. Así creció esa pasión futbolera del obrero de Vallecas. Y en una de esas calles, un día, nació el Rayito.
Este siempre ha sido un barrio de movimientos sociales, de sindicatos, de feroces luchas proletarias por la vida digna, refugio de muchos migrantes. Una ‘pequeña Rusia’, le llamaban en su momento.
A Juan no le gusta generalizar. Afirma que hoy el barrio tiene su clase media, y gente que gana bien, incluso gente de derecha, pero la mayoría sigue siendo obrera. “Es un barrio que le gusta sentirse obrero. Esa palabra algunos la llevan con más orgullo. La lucha obrera empezó en Madrid y la primera asociación de vecinos nació en 1968, en Vallecas. La lucha vecinal también empezó en Vallecas. En la época de Francisco Franco, en Vallecas hubo muchas protestas por la falta de vivienda digna”, dice.
No es un centro industrial, Vallecas es más una zona de comercio familiar, con sus tienditas, sus cafeterías y sus bares. Un barrio que con los años pasó de las casitas autoconstruidas a unas viviendas más elaboradas, muchas en ladrillo, aunque igual prevalecen las fachadas humildes y antiguas. También hay edificios que fueron dándole un toque de modernidad y, a la vez, de contraste social.
Un paseo por una calle de Vallecas.
De camino al estadio de Vallecas, por la avenida de la Albufera, principal arteria comercial, o por la famosa Calle del Payaso Fofó (que fue un reconocido comediante de TV homenajeado en el asfalto y en una placa), o sencillamente por los estrechos corredores peatonales, se sienten y se leen los ideales. ‘Ama el Rayo, odia el racismo’, eso dicen esas paredes en este barrio multicultural donde hasta las casas gritan sus consignas.
Cuando el Rayo ascendió por primera vez a la primera división, en la temporada 1955-56, estaba formado por jugadores amateurs y trabajadores. Una de sus figuras de antaño, Manuel Peñalva, que era un delantero, también era repartidor de alfalfa, salía en su camión a repartir para luego ir a hacer sus goles. Juan precisa que el club no siempre ha tenido dirigentes de izquierda. Comenta que durante el franquismo hubo presidentes que eran franquistas. Sin embargo, afirma que siempre se respetó en el club la ideología de los vallecanos.
Solidaridad, fraternidad
Una terraza en Vallecas con las insignias del Rayo.
Juan es un asistente asiduo del estadio de Vallecas, donde caben unas 15.000 personas. Se ubica muy cerca de la afición radical, conocida como Bukaneros, porque siente que desde allí, al fondo del estadio, es que palpita todo el equipo y el barrio entero. Él lo llama el pulmón de Vallecas. Allí es donde esperan por Falcao. Es que este equipo modesto no ha tenido un tigre suelto por ese vecindario.
La afición es consciente de las limitantes financieras, pero no agachan la cabeza ante el poderío del Real Madrid o del Atlético, los gigantes de la ciudad. En este barrio obrero, el orgullo es una barricada, las estrellas son sus lemas, sus valores son su fervor y su lealtad. Esta afición espera de sus jugadores más lucha que técnica. Y alientan igual, o más, cuando el equipo ha estado en sus peores momentos, en la segunda división o a punto de desaparecer. Los obreros de Vallecas siempre se quedan, y luchan.
Es difícil ver en otro club tal cooperación de la afición. El diciembre pasado hicieron una actividad de recolección de alimentos para los más necesitados del barrio. La plantilla se sumó con donaciones. En 2012 hubo una gran movilización para ayudar a una reconocida aficionada, Carmen, que había perdido su casa. Es que el barrio nunca abandona. Y en el 2016 fue muy llamativa la camiseta del equipo, que en vez de la franja roja (copiada de River Plate) llevaba una franja multicolor, con el arcoíris de la diversidad sexual. “A la afición le preocupa la gente, y es ejemplar, volcada por ayudar a los demás por causas humanitarias”, dice Juan.
Radicalismo
“¡Nuestro rayito revolucionario…”, braman desde el fondo del estadio los hinchas del Rayo. Es uno de los cantos populares en la afición y la letra corresponde a un tema de la agrupación española SKA-P, que ya le ha hecho dos canciones al club y se convirtieron en himnos no oficiales, además le dieron popularidad internacional al equipo. Es una tonada que habla de antifascismo, antirracismo y anarquismo.
A través de la música y la cultura, la afición del Rayo se ha dado a conocer como una afición particular, que no tolera las ideas de derecha. Cuando el club fichó en 2017 al futbolista ucraniano Roman Zozulya, la afición reaccionó con furia, acusándolo de tener vínculos neonazis. El futbolista duró apenas 37 días en el club y no jugó ni un minuto. Así son las cosas en Vallecas.
Olivier Lorenzo, periodista del diario ‘El País’ de España, comenta: “En los últimos 20-25 años, la afición se ha politizado, se han autoproclamado ‘el equipo del barrio’, y su sector más radical se ha presentado como un equipo antifascista. La llegada de Falcao ha sido una sorpresa para todos, comparada la humildad del equipo con el estatus del jugador”, dice.
¿Qué si toda la afición es de izquierda y antifascista? Juan considera que la postura política de izquierda es mayoritaria pero no unánime. “Hoy en un porcentaje elevado es gente de izquierdas o progresista, antifascistas como se suele decir, pero no lo es todo. Hay una parte de la afición que es apolítica y otra parte no muy grande que es de derecha. Porque en Vallecas también hay gente que vota la derecha”, dice.
Las banderas se agitan, las voces se alzan, los puños se levantan. La afición obrera de Vallecas está en pie de lucha, haciendo del barrio su club. A ese escenario de reivindicación y resistencia es al que llega Falcao para poner su ladrillo y unirse a esta fuerza de trabajo llamada Rayo Vallecano.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
Fuente: https://www.eltiempo.com/deportes/futbol-internacional/falcao-garcia-historia-de-de-vallecas-barrio-obrero-de-rayo-vallecano-616731
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