Es una obra que se enmarca dentro de una historia ideológica y un supuesto atentado político. Pero esta es una temática que sirve para abordar otros ámbitos, quizá menos incómodos y polémicos, o tal vez no.
A propósito de “Tetralogía de Q”, un comentario crítico sobre “Tremolar”
Por el catedrático Fernando Oña
“Lo que caracteriza al verdadero escritor es el estilo y este debe ser honesto con lo real, mostrando que en el origen solo hay oscuridad y anarquía” (William Faulkner).
Esta cita del escritor norteamericano, que tanto admira Esteban y admiramos muchos, es el inicio adecuado para empezar a desarrollar el análisis literario de la novela Tremolar, que forma parte de la denominada Tetralogía de Q.
No es complicado imaginar que el desarrollo geográfico de la obra es en una urbe con características muy similares a la nuestra: Q.
Existen en esta obra saltos temporales que abarcan desde 1970, aproximadamente, y se desarrollan durante 43 años, yendo y volviendo en el tiempo según las necesidades de la historia. Esta característica narrativa del manejo del tiempo es uno de los atributos mejores logrados de la obra: aprovechar todas las ventajas que nos brindan el manejo riguroso del lenguaje y el encanto de la ficción.
En este sentido, la narración polifónica, es decir la narración de varias voces dentro del texto, avala y apoya esta estructura temporal.
Década del 70… La representación literaria de esa época, nos lleva a una sociedad latinoamericana o ecuatoriana, polarizada en dos tendencias políticas, otros lo llamarían el desencanto de dos tendencias políticas; y lógicamente una tercera que trata de hacer una síntesis populista, demagoga y corrupta de las dos anteriores.
En ese escenario espacial y político empieza el nudo de la obra. En este conflicto ideológico conviven personajes con anhelos revolucionarios, idealistas, liberales, conservadores y revisionistas.
Habitan en Tremolar el antiguo guerrillero, el revolucionario decadente, los burgueses, los marginados, el pueblo acostumbrado al circo de los medios de comunicación y el poder, el poder ejercido por la abominación populista.
Es una obra que se enmarca dentro de una historia ideológica y un supuesto atentado político. Pero esta es una temática que sirve para abordar otros ámbitos, quizá menos incómodos y polémicos, o tal vez no.
La novela también es una historia de amistad, de deslealtad, de lealtades, de convicciones decapitadas, otras atenuadas, de idealismo, de sueños de juventud, de revanchas, de odios, de pasiones, de amores, de recuerdos familiares, del azar, de la justicia, de certezas de desesperanza y de esperanzas sin certezas.
Y este es otro de los méritos de la obra: usar como pretexto el escenario político convulsionado y desencantado de la época, para reflexionar desde la literatura estos otros elementos, que nos conforman la vida, y nos hacen comprender o descreer del destino…
Casi una veintena de personajes bien caracterizados (no por lo que dicen de sí mismos, sino por las acciones que realizan), hacen tremolar sus banderas en todas estás temáticas que he mencionado.
Sin embargo, la trama principal cuenta la historia de denominado “A.” y sus ensueños revolucionarios; relata los límites ideológicos fijados por su ancla doctrinaria; narra su fracaso romántico guerrillero y las vicisitudes de un atentado político que no pudo cometer (o no quiso cometer) al patriarca de los Rosales. Ante este escenario, a fuerza de nuevas expectativas de supervivencia, se convierte en un libre pensador, en un desencantado de anteriores anhelos, en un decante de la burguesía. Burguesía representada por toda la generación de los Rosales, quienes en ese momento temporal de la ficción ostentan la ignominia del poder populista. El llamado “A.” se convierte, entonces, en un consejero político de esta casta; se sabe utilizado, pero también un renegado sin esperanza. Pero esta esperanza, a veces, aparece en su forma más sutil y anecdótica: la justicia disfrazada de azar. Con el tiempo, el poder de los Rosales, de su abuelo en especial, se pudre solo, se cae por el peso de su miseria y corrupción. Entonces surge un personaje llamado Angustia, el chófer negro del jerarca, quien insuflado por el rencor acumulado en tantos años de maltratos y discriminación, y aprovechando esas pocas oportunidades que brinda la vida, cambia palabras claves en un discurso que el viejo Rosales dirigió a una multitud. Esto provoca la ira de la muchedumbre, y el rechazo de la burguesía en general. Todo desemboca en el suicidio del tirano… Al final Angustia jamás dejó huellas de su audacia, y el denominado “A.” recordó aquel atentado que él no pudo cometer, y que la justicia disfrazada de azar lo hizo posible por la acción de un humilde chofer negro, que apenas sabía qué era la revolución.
En Tremolar, la escritura está alborotada de recursos estilísticos, que la nutren de dinamismo y riqueza expresiva. Conviven en ella, sin incomodarse en lo absoluto, la prosa estilística, en algunos paisajes casi poética; atisbos de culteranismo; también muchas referencias intertextuales, donde el escritor exhibe su intelecto, su cultura. Además están presentes, también, el sarcasmo, la ironía, el humor negro, el lenguaje coloquial…
Esta riqueza de recursos estilísticos, junto a la de los saltos temporales y la narrativa polifónica, complementa una estructura narrativa sólida, casi sin fisuras.
Vuelvo a la cita de Faulkner: “Lo que caracteriza al verdadero escritor es el estilo y este debe ser honesto con lo real, mostrando que en el origen solo hay oscuridad y anarquía”.
Del estilo del autor ya hemos hablado. Sin duda este estilo, su estilo, el estilo de Tremolar, le sirvió para contar de la mejor forma posible, desde la ficción, desde la literatura, desde la subjetividad, esa interpretación política de los años 70 y luego lo que ocurrió 43 años después. En este sentido, fue honesto en escribir una digna novela, bien lograda, y en dar su versión de la historia, en la voz de sus personajes. Creo que al final, en Tremolar, se evidencia, como lo dijo Faulkner, que en el origen de todas las esperanzas y frustraciones, solo existió oscuridad y anarquía.
Cito al autor Esteban Poblete:
“En el revolotear de las alas del Tiempo se ha extraviado la gloria inexpugnable a la que creímos acudir como al Destino, solo pudiendo ahora guardar de aquello la poética ilusión de quietas aguas grises sobre una cima imaginaria y nunca vista, envuelto entre la niebla y el sueño inextinguible de nuestra persistencia, férvida o serena, imposible fuera y detrás del corazón…”
Jueves 16 de septiembre de 2021, Presentación de las novelas Tres cantos fúnebres para Ella y Tremolar, parte de la serie “Tetralogía de Q”. Qsine Beer Experience, Norte de Quito.
Título del libro: Tetralogía de Q, Tres cantos fúnebres para Ella
Autor: E. Poblete
Género: Novela
Editorial Alectrión, 2021
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Contacto: editorialalectrion@gmail.com
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