Los problemas de stock y suministro de bienes primarios no se deben a la pandemia sino que tienen su raíz en cómo la crisis del 2008 y los QE golpearon a la vieja economía.
Director global de Investigación en Commodities en Goldman Sachs
La «vieja economía» estaba sobredimensionada y cargada de deudas. Si bien la vieja economía solo representa alrededor del 35% del PBI global, generó al menos 2 veces las pérdidas corporativas, tenía alrededor del 90% de la deuda no financiera y creó el 80% de las emisiones. Así, no resulta llamativo que los inversores prefirieran a las grandes empresas tecnológicas por sobre el petróleo y el cobre.
Después de que el precio del petróleo colapsara en 2015, los mercados se hartaron de la destrucción de la riqueza y casi detuvieron los flujos hacia la vieja economía. China abandonó agresivamente el estímulo a empresas deficitarias, como las minas de carbón. Y a medida que el cambio climático se convirtió en un tema prioritario, los inversores le dieron más importancia a las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, lo que restringió aún más los flujos de capital.
La disminución de la inversión impidió que creciera la capacidad en productos básicos. Ese fue particularmente el caso de los hidrocarburos, un sector en el que la desinversión por razones ambientales, sociales y de gobernanza agravó un problema de subinversión ya creciente.
La gravedad de estas limitaciones fue quedando en evidencia a medida que los países comenzaban a recuperarse de la pandemia, que tuvo un efecto adicional al llevar las necesidades sociales al centro de las agendas legislativas. Ese crecimiento de la inclusión acentuó aún más la demanda de productos físicos.
Los shocks en esa parte del sistema están provocando un efecto dominó. La reducción de la producción de carbón en China afectó la capacidad de fundición de aluminio, creando escasez. La menor disponibilidad de gas obligó a sustituirlo por petróleo, lo que generó escasez de petróleo. El impacto continuo de shocks más pequeños y frecuentes en un sistema extendido genera un fenómeno emergente en el que los shocks transitorios llevan a una inflación persistente de los precios de productos físicos cuyo comienzo estamos viendo hoy.
Aquí es donde dejará su huella la venganza de la vieja economía. Los períodos de presión sobre los precios de las materias primas se repetirán cada vez que la demanda se encuentre con una infraestructura inadecuada.
Si se quieren cumplir los objetivos de lograr una prosperidad de base amplia con la construcción masiva de infraestructura verde, los precios de las materias primas deberán subir significativamente para incentivar la inversión. Esto es necesario para compensar los riesgos que implican los proyectos de inversión de capital a largo plazo y las complejidades de la transición a la energía verde.
Como dijimos hace un año, se avecina un nuevo superciclo para las materias primas.
Fuente: https://www.cronista.com/financial-times/la-venganza-de-la-vieja-economia-se-avecina-un-nuevo-superciclo-para-las-materias-primas/
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