El debate nacional no debería centrarse en si sobrevivirá el gobierno de Guillermo Lasso, sino en si sobrevivirá el Ecuador. Porque la descomposición institucional ha alcanzado tal nivel que pone en riesgo la propia existencia del Estado. Tanto la excarcelación de Jorge Glas como el asesinato de Don Naza no pueden explicarse al margen de un funcionamiento mafioso de la justicia.
Con toda seguridad, estos dos episodios no serán la cereza en el pastel de la crisis ética, política, social y económica del país. Al contario, son la continuación de un proceso que venía anunciándose desde hace dos décadas. En concreto, desde que la nueva bonanza, la dolarización y la internacionalización desbocada de la economía volvieron a despertar la codicia de la clase política.
Que el control de la justicia ha sido un recurso predilecto del poder político no es una novedad; lo novedoso es que la administración de justicia esté permeada por el crimen organizado. Ahí ya no caben las medias tintas: es plata o plomo, es corromper a los funcionarios o hacer justicia por mano propia.
Lo más indignante es que las principales fuerzas políticas parecieran desentenderse del problema. Ningún partido ni movimiento político tiene en su agenda una estrategia para responder a un panorama apocalíptico como el que se anticipa. Embelesados como están por las trifulcas parlamentarias, por los repartos burocráticos o por los cálculos electorales, ni siquiera se preocupa por su propia supervivencia. A menos, obviamente, que existan sectores que estén propiciando el caos de manera expresa.
Para completar el laberinto, tenemos un gobierno que no da pie con bola respecto de la política. Llama la atención que un personaje como el presidente Lasso, que ha sido parte de los grupos de poder del país, que ha ocupado altos cargos en gobiernos anteriores, no entienda la dinámica de la sociedad ecuatoriana, a tal extremo que nombra a un ministro de Gobierno totalmente desubicado. ¿Jamás calculó Francisco Jiménez el impacto que provocaría la excarcelación de un jerarca del correato condenado por corrupción? ¿Nunca se enteró de las consecuencias que trajeron la Pichi-corte o el alza de los combustibles en octubre de 2019? ¿Supone que las acrobacias especulativas son suficientes salir de un momento tan complicado? ¿Cree que las bancadas legislativas de UNES y del Partido Socialcristiano son un dechado de decencia y patriotismo?
Al final, el gobierno optó por la peor salida. De la apuesta altamente riesgosa de la muerte cruzada, como le aconsejaron varios allegados, se decantó por un pacto impúdico que no solo no le asegura ninguna gobernabilidad, sino que tampoco le permitirá echar mano de la tabla de salvación de la consulta popular. En su lugar, sus nuevos socios políticos le alcanzarán un yunque.
Mientras tanto, el país se va lentamente a pique.
Abril 14, 2022
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