[Opinión] El instinto empresarial de Lasso

 

            A un año de gobierno, lo único que queda claro es que Guillermo Lasso se ha movido más por instinto que por lógica. La planificación, el razonamiento político, la fijación de objetivos o la aplicación de estrategias han estado prácticamente ausentes del ejercicio presidencial (a menos que los palos de ciego sean una estrategia). Por eso proyecta la imagen de un gobierno sin rumbo definido.

Solo así se puede entender a medias su errático manejo de la política. De las dos leyes fundamentales para su proyecto (la tributaria y la de inversiones), la una pasó de carambola y la otra pereció en el intento. Nadie en el gobierno prestó atención a los tiempos ni a los escenarios, bajo el supuesto de que el neoliberalismo por sí solo constituye una panacea o una verdad inapelable.

Pero una cosa es que, para las élites empresariales, la política sea la continuación de los negocios por otros medios; y otra, muy diferente, es que la política funcione con los mismos dispositivos que los negocios. No solo por su mayor complejidad, sino porque en el mundo de la política los intereses son mucho más diversos. Algunos incluso tienen una naturaleza diferente al simple lucro. Por ejemplo, la plurinacionalidad o la lucha de las mujeres a favor del aborto.

Si a esta mirada distorsionada que tiene el gobierno de la realidad política añadimos la persistencia de una grave crisis económica y social, el panorama se complica. Vender indicadores macroeconómicos como señal de éxito evidencia una total insensibilidad frente a una población azotada por el desempleo y la inseguridad. La macroeconomía jamás ha compensado las angustias de la pobreza. Únicamente sirve para hacer buena letra ante el Fondo Monetario Internacional.

La política comercial internacional también se ejecuta desde el más puro instinto. Los tratados de libre comercio que el gobierno pretende suscribir en los próximos tres años brindan oportunidades para aventurarse en los grandes negocios, pero no ofrecen nada para nuestras economías de pequeña escala. Como ya ocurre en México luego de 30 años de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, los campesinos y las trabajadoras no calificadas han ingresado en una despiadada espiral de empobrecimiento, abuso y sobrexplotación laboral.

Con la anunciada venta del Banco del Pacífico ocurre algo similar. No existe la más mínima racionalidad política o social en esta decisión, a más de que permitirá engrosar los negocios de algún grupo económico. Ese banco bien podría servir para apuntalar la economía popular del país, tan golpeada por la crisis. Pero el instinto empresarial del Presidente Lasso solo huele la ganancia. La estrategia de la venta ha sido tan atropellada y tortuosa que ya generó una primera guerra entre banqueros. Con esos culebreos únicamente se fomenta la suspicacia general.

 

Mayo 18, 2022

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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