[Opinión] Macartismo criollo

A simple vista, la decisión de detener a Leonidas Iza podría se calificada como una torpeza política, un reflejo de la ineptitud oficial, una manifestación del desconocimiento de la realidad social del país o un acto de autismo gubernamental. Algunos incluso sugieren que el presidente Lasso, por su condición de clase y su trayectoria personal, no tiene la capacidad de ver y entender las dinámicas de los sectores populares.

No obstante, es plausible ensayar otra explicación, al menos a partir de las declaraciones de ciertos ministros y funcionarios de alto rango del gobierno. En los últimos días se ha posicionado un discurso autoritario a tono con la vieja visión de los enemigos internos de la nación. Las protestas sociales no serían –desde este punto de vista– una expresión de descontento popular, que en ciertos momentos puede llegar a excesos, sino una estrategia perfectamente diseñada para destruir a la república. En otras palabras, una declaración de guerra contra el Estado. Lo dijo, lo afirmó y lo reiteró el director del Centro de Inteligencia Estratégica, coronel Fausto Cobo.

Concebir a la política desde los aparatos de inteligencia militar o policial no solo es un despropósito, sino un peligro. Institucionaliza la cacería de brujas. Ve amenazas hasta en la sopa. Persigue y criminaliza a todo aquel que discrepa del gobierno de turno.

Cuando el senador Joseph McCarthy desencadenó su ofensiva contra los supuestos agentes comunistas que habían infiltrado a los Estados Unidos, miles de personas inocentes fueron víctimas de estas delirantes teorías conspiracionistas. Periodistas, académicos, dirigentes sindicales, artistas de cine y activistas civiles engrosaron una extensa lista negra de traidores a la patria. Algunos, como los esposos Rosemberg, terminaron en la silla eléctrica.

Luego de esa infame experiencia, el macartismo quedó catalogado como una estrategia para la persecución selectiva y arbitraria de los opositores políticos. Para ello se montaban acusaciones infundadas. Sobre todo, se echó mano de una propaganda alienante. En los Estados Unidos, una gran parte de la sociedad se convenció de las alarmas anticomunistas esgrimidas por el senador McCarthy.

El macartismo tuvo su correlato en las incontables dictaduras latinoamericanas. Bajo el argumento de la lucha contra la subversión y el comunismo se acabó con generaciones enteras de jóvenes de izquierda. Al final no quedaron sino unas democracias enclenques, con una propensión incurable hacia las opciones autoritarias.

La detención de Iza puede enmarcarse en este esquema de ejercicio del poder político. La inquietud, entonces, apunta al sector del gobierno que propicia estos actos de fuerza, estas arbitrariedades. Que el presidente Lasso haya avalado la medida es una parte del problema. La otra parte se refiere a los funcionarios que eventualmente le sugirieron encarcelar al presidente de la CONAIE. Si quiere salvar los muebles, el presidente debería destituir a alguno de estos macartistas criollos.

 

Junio 16, 2022

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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