#Opinión | Estallido

Si no fuera por la impiedad que traen implícita, podría decirse que las acusaciones mutuas entre el gobierno y el partido socialcristiano a propósito del bombazo en el barrio Cristo del Consuelo son un grotesco acto de cinismo. Y de ridiculez. Olímpicamente, ambos bandos se endosan una responsabilidad compartida. Porque tanto el presidente Lasso y sus adláteres, como la alcaldesa Cynthia Viteri y los demás jerarcas de su partido, son parte de esas minorías guayaquileñas que, en forma deliberada, han construido un territorio de guerra. No una ciudad.

Los estudios sobre las abismales desigualdades que afectan al puerto principal podrían llenar una biblioteca. Desigualdades de todo tipo: sociales, económicas, culturales y hasta geográficas. Una marginalidad que, en contrapartida, ha asegurado el enriquecimiento ilimitado de una reducida élite local. La lógica de estos grupos privilegiados ha sido el amurallamiento, la construcción de burbujas inmobiliarias que les permitan vivir protegidos del infierno que los rodea. El problema es que las llamas ya se están acercando.

La situación no solo es paradójica; es caricaturesca. Treinta años de control absoluto de la administración municipal no han sido suficientes para garantizar condiciones de seguridad básicas para la población. Treinta años de insistir en un discurso punitivista, autoritario y policial solamente para que el crimen organizado termine tomándose la ciudad. Treinta años de publicitar un modelo de ciudad exitosa que se desangra en cada esquina. Y ahora los socialcristianos vienes a decirnos que la culpa es del gobierno central.

Pero el presidente Lasso también carga con su dosis de cinismo. Durante todos estos años ha sido un ferviente defensor del modelo de seguridad promocionado por las administraciones municipales. Más de una vez aplaudió la propuesta socialcristiana de incrementar las penas, construir más cárceles, armar a la policía y reprimir violentamente a la delincuencia. En cierta forma, ese también es su paradigma respecto de la seguridad colectiva. Sin embargo, ahora descalifica agriamente a sus antiguos referentes.

En medio de este peloteo desfachatado, hay un país que se aproxima cada vez más al abismo de la lumpen-política. Es decir, a un escenario donde la criminalización de la convivencia pública sea la norma. El estallido en Cristo del Consuelo contiene un mensaje tan descarnado como espeluznante: advierte al Estado y a la sociedad sobre las dimensiones que tendrá una eventual guerra contra el crimen organizado; reivindica la potestad de los carteles de la droga de proteger su negocio a cualquier costo; evidencia la fuerza destructiva de la que disponen las bandas criminales; anuncia nuevos atentados.

 

Agosto 20, 2022

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

1 Comment

  1. Buen articulo Juan. Me figuro será difícil de publicar en los medios convencionales (incluido Twitter). Mi opinión respecto al accionar de estos grupos narcos es que no tienen nada que perder, saben que son proscritos …colijo… no les importa morir. A los grupos de gobierno (incluyo a los mal llamados izquierdistas v.g. correísmo) les da en cambio una justificación perfecta para seguir las huellas de Bukele o Bolsonaro.

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